NADIE DEBE MORIR (Mi poema)
Luis Felipe Comendador (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Nadie debe morir. El mar tampoco.
Morir es destruir lo que antes se hizo.
Es hacer que este mundo sea postizo.
Morir, matar, morir es estar loco.

La ruina del que sufre, es un destrozo.
Ni dios hay que merezca el sacrificio.
Dejar es a la vida sin resquicio.
Tirar a la esperanza al fondo un pozo.

Morir, matar, morir. Contrasentido.
¿Nacer para morir?, no hay quien lo entienda.
Estar ya condenado en la contienda
sabiendo has de llegar y ya te has ido.

Pensar que eres muñeco, marioneta.
Clamar al cielo y ver que no te ha oído
sintiendo que eres pobre y desvalido
pues ves que tu existencia ya se agrieta.

Si, muerte, hoy tú no tienes quien defienda
¿por qué es que te hizo dios si él es eterno?
Debieras de penar en el infierno,
no encuentro esa ganancia que se arrienda.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Luis Felipe Comendador

Luis Felipe Comendador

Amante fiel

Si fueras el pecado y su tragedia,
quien aplica tortura
o simplemente firma los papeles,
si te fueras con otro
o compartieras cama
conmigo y otros hombres,
si fueras de una secta,
monjita de clausura o esclava del Diablo,
si huyeras de mis ojos
y arropases los tuyos
con una causa injusta,
si asesinases a tus padres
o incluso a nuestros hijos,
si mintieses en todo
o fueses tan sincera
que tu palabra hiriese
como daga o venablo.

Si levantases cada minuto
un falso testimonio
sobre mí…

te seguiría amando.

Ce monde est bien plat – Qué vulgar es este mundo

¿Y de la vanidad…
qué me dices de la vanidad?
Tiembla la mano como tañida por un ángel terrible
y la vejez oculta la belleza aquella
que fue deseo de otros

y los rostros de pétalos caídos
sólo saben en los ojos que ya no hay esquinas
que doblar,
tan sólo el alarido,
el pulso de un final tan ordinario
como otros.

No hay nada particular en la vejez,
¿por que no morir, entonces,
cuando la savia no precisa el decorado,
cuando el flou es una resta,
cuando apenas puede imaginarse
otro luto que no sea el que recogen los ojos?

Desnúdate para mí,
quítate los afeites
y que sean tus axilas
las que llenen mis manos.
Quede la vanidad para otras pieles
y déjame abrazar tu cuerpo último
herido por el tiempo
hasta expirarlo.
Fuimos… que ya es bastante.

Ce soir, J’ai le coeur mal – Esta tarde tengo el corazón mal

Hace tiempo que sólo hablo en pasado,
que apenas soy capaz de atisbar un ahora
triste,
tristísimo…
y, solo, me refugio en los recuerdos
como queriendo encontrarme
en un calor de antes
que ya es frío.

Lloro a veces
y no sé por qué lloro,
quizás para intentar
buscarme en la humedad de mis mejillas.

La soledad es dura compañera
en tardes como ésta,
tardes en que la muerte
sería el mejor láudano.

Siento latir mi piel
de cartón piedra.

Défaire et refaire ses tresses – Deshacer y rehacer sus trenzas

Existo en tu cabello
y me deshago en él como incendiado.

Tiene entonces sentido la batalla,
tiene sentido el vivo azul Chagall
que cruza el ojo,
las doce en el reloj,
la música, el ocaso…

¡El ocaso!

Quiero hablarte de todo el tiempo,
de las horas anudado a tu nuca
con las manos trenzadas,
del terror que los días
supuraban en mis ojos de espejo.
Quiero hablarte del vello
que erizabas mirándolo,
de los hijos perdidos
ahogados en las sábanas
que no sabían nadar.
Quiero hablarte del raro sinsentido
que es amarte hasta desamarte.

También te odié,
y eso es amor.

La sonde t’entre par le nez – Que la sonda te entre por la nariz

Ahora que ya no sientes
la furia del ridículo encendiéndote
y me miras llorando,
suplicando mi mano para salir
de donde yo jamás podré sacarte…

Ahora que la certeza del final
se te ha clavado justo en las pupilas
y la vida penetra regalada
por esta sonda fría,
umbilical…

Ahora entiendes mi prisa,
mis ganas de tenerte
antes del dormitorio,
mi insaciable ansiedad
encarnada de piel y de saliva…

Ahora que te penetra el plástico
y no quieres mirarte en el espejo…

Ahora me pides, leve,
sin palabras,
que recupere el tiempo con mis manos.

Y yo tan sólo sé
seguir amándote.

Los alemanes iban vestidos de gris, tú ibas vestida de azul

Vivo mirando tus fotografías,
las del último agosto, cuando estabas
en una proa ajena y no pensabas
más que en tu soledad de ramas frías.

Presiento en tu figura otro paisaje,
otros amores rojos y paganos,
y siento que te rozan otras manos
como un puñal de fiebre, y un coraje

de celo y desazón me ahoga y vuelven
a morderme por dentro las entrañas.
Engáñame y no digas que me engañas,

di que me amas igual que se revuelven
las playas en sus olas. ¡Miénteme!
Di que no hay otro él. ¡Engáñame!

On n’aime qu’une fois – Sólo se ama una vez

Si yo supiera hablar
con las justas palabras,
si pudiera poner los nombres a las cosas
y hacer que así existieran,
si consiguiera hablarte
con la palabra exacta…

sabrías que ni antes
ni después de saberte
puede haber sentimiento
más intenso.

Si tu savais! – ¡Si supieras!

Hoy me he sorprendido
escribiendo de ti en pasado…

Era tan delicadamente cándida,
tan blanca era su piel
y tan suave,
tan hermosa su voz
y su mirada…

Luego he llorado
para hacerte presente
hasta que he comprendido
que te he querido tanto
que no te reconozco así,
desmadejada.

Soigne-toi Je t’en conjure! – ¡Cuídate, te lo ruego!

Siento cómo te vas,
cómo se apaga tu voz
mientras me preguntas
que qué he comido,
que si he hecho la cama,
que y los niños, cómo están.

Te pido con mi mano que calles,
que me mires y calles
mientras me dices todo con los ojos.

De vuelta a casa
me siento como un banco mojado
que no quiere la gente
y susurro tu nombre despacito

¡Cuídate, te lo ruego!…

Ya sin ti yo soy nada.

Sogneur – Soñador

Siempre me gustó todo lo que no tuve,
por eso me gustas más ahora
que ya no eres mía.
Y quisiera comerte
desde el vientre a la boca
en el centro del parque
para que nos llamaran indecentes.

Sublime – Sublime

Porque debe olvidarse el amor
para que exista
me deshago el camino
y abandono las lágrimas
en la oscura escalera
mientras un corazón de napa
me crece entre los dientes.

Nacimos para morir,
y sin embargo…

Tout est frais – Todo es nuevo

Mujer,
hoy,
decaída,
me lloras en el hombro
y son tus ojos achinados
bellas postales
después de la tormenta.

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