Creí entender que amigo me decías y yo, que ni siquiera sé quien eres, gocé de los halagos que escribías, después pensé mejor, que me mentías y al fin ya concluí ¿qué es lo que quieres?
Si al banco que se encuentra allí en el parque un día yo la mano le tendiera brindando mi amistad. Y él comprendiera lo mucho que se acerca ya el embarque y en un gesto de amor él me quisiera.
Y un día lo impusieron, un amigo ¿mas si yo no le conozco? eso es igual, es por tu bien, verás que es muy leal, silencioso y que siempre irá contigo, compadre de fatigas más cabal.
Me gusta la gente que se enfrenta al monstruo que ve del mundo, el gran escenario. Me gusta la gente que camina siempre de pié sin molestar al contrario.
Solo tú y yo sabemos lo que ignora la gente pues que ambos disfrutamos el mismo desvarío aunque los dos pensemos de forma diferente y las aguas transiten por diferente río.
Amigo, tu amistad a mi me enorgullece cual río sin parar que llega al mar y crece, o el vino que en la bota termina haciendo añejo el afecto es más grande y nuestro amor más viejo.
Yo no uso disfráz, seudónimo no tengo, pues siempre avanzo mirando hacia adelante, presumo de buen humor y de talante y a donde otros piensan ir de alli yo vengo.
De Aranda eres. Presumes de arandino, que aunque trashumante, tú eres de Aranda. Lo mezclaste de joven con el vino y siempre te ha seguido en tu camino y también con la música en tu banda.
Yo aquí menciono al que conozco, un hombre que marcha hacia el trabajo cada día soñando en mejorar su economía, sin pararse a pensar que alguien le nombre ni siquiera monago en sacristía.
Si hay cariño y lo quieren demostrar, -una joya, camisa, una corbata, la más cara es mejor que la barata-, cualquier cosa le habrán de regalar. mas no meter la pata.
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.