A cuestas con la muerte, siempre a solas, cansado ya de tanto caminar, se ha sentado en la arena frente al mar observando el susurro de las olas y ha puesto a divagar.
Yo un día comprendí que no era un niño, -tanto tiempo hace ya que no recuerdo-, jugaba a no jugar, a ser ya cuerdo, dejando y al pasado haciendo un guiño.
No recuerdo a mi padre y de mi madre guardo un recuerdo vano; y de Enrique, quien era el más cercano, gran amigo de alma, mi compadre, hermano, más que hermano...
Hoy he vuelto, después de algunos añosal sitio donde un dla yo naciera,la iglesia sigue enhlesta, no hay rebaños,las casas con su adobe con apañosy el río casi seco en la ribera.
He salido a la calle, sigue viva, todo allí sigue igual, la misma gente, el mismo caminar, la misma fuente y el agua resbalando siempre activa. siguiendo la corriente.
Me contaron mis abuelos que en la Habana por la noche, cuando ruge el malecón, en que afloja la pereza y la galbana, con su parche, su bandera y su canana, surge un hombre tarareando una canción.
Hoy he vuelto a mirar hacia el pasado observando a través de la mirilla a ese humilde terruño de Castilla donde un día algún dios hubo creado de padres, carpinteros, una astilla.