Aunque diga que sí, no estoy seguro si digo lo que el cuerpo a mi me pide, tampoco es evidente si coincide con lo que se me ocurre o es un conjuro, e ignoro la equidad cómo se mide.
Me levanto, preparo el desayuno, mientras me hago el café pongo la radio, arranco una hoja nueva al calendario, de nuevo un escenario inoportuno otro hecho funerario.
A cuestas con la muerte, siempre a solas, cansado ya de tanto caminar, se ha sentado en la arena frente al mar observando el susurro de las olas y ha puesto a divagar.
Te fuiste sin rezar ¡qué mal cristiano! No tienes corazón, nunca tuviste amor a la ciudad donde naciste, ni asiste de la mano a algún hermano, que a nadie bendeciste.
Que campos yo he visto llenos de tristeza, de sueños sedientos que al cielo bramaban, a huraños rastrojos que a dios suplicaban reclame a la lluvia no tenga pereza.
No sé si tu sabrás que el tiempo pasa, que a veces va en silencio, de puntillas, mas siempre va al pasado haciendo astillas y a ese idem matando con su guasa en guerra de guerrillas.
A la hora de fingir que somos buenos, nos apuntamos todos. Nos da pena. Que no somos, juramos, sarracenos. Y mientras que observamos la gangrena y tanto compungimos y apiadamos,....
Tierra. Quien fuera que te hiciera, tierra, pues que yo desconozco quien ha sido, a quien quiera que fuera aquí bendigo como hiciera el mendigo que se aferra a un pan y el burro al trigo.
Me ahogo. Lo siento. Es que me ahogo. Tanta chusma no puedo soportar, tanto tonto del culo que curar, necesito expresar mi desahogo evitando que tenga que explotar.
Media España reniega de otra media que está a partir piñones, y otra media pintando va pasiones. quejando sin cesar de su tragedia por todos los rincones.
Desconfio de ti, de mi, de todos, de todo lo que fluye desconfio, que siento al respirar escalofrio por todas las esquinas y recodos, de tanto suspirar ya me resfrio.
Hoy he vuelto, después de algunos añosal sitio donde un dla yo naciera,la iglesia sigue enhlesta, no hay rebaños,las casas con su adobe con apañosy el río casi seco en la ribera.
¡Oh, muchacha apenada que en la arena, -el lugar donde el mar peina las olas-, vas soltando la broza de tu pena para así liberar de su condena sentándote a sufrir con ella a sólas!