LOS SERES SUPERIORES [Mi poema]
Mario Campaña [Mi poeta sugerido]

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MI POEMA…de medio pelo

 

Hay seres superiores, sé que existen,
los he visto en mis sueños muchas veces,
te advierten que tendrás lo que mereces
mas que a ellos tú les veas se resisten
por mucho que les reces.

Te tienen atrapado entre tus miedos
recurren con frecuencia a la amenaza,
pretenden demostrar que en esa plaza
son ellos los guardianes de los credos,
de ti van a la caza.

Los seres superiores de mis sueños
se mueven como peces en el agua,
te suben ya en la infancia a una piragua
si se hunde te responden tan risueños
te subas a una guagua.

Te suelen advertir, si no haces caso,
que habrás de recibir lo que mereces
pues todo aquello malo que padeces
será solo la culpa del fracaso,
de todas tus sandeces.

Los seres superiores te vigilan,
te dicen que eso lo hacen por tu bien,
si pides que te ayuden, bye my friend,
te olvides si es que piensas te vacilan,
y digas siempre amén.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Mario Campaña

11.

Muchos años dejé libres mis animales en el bosque
Los paseantes habían echado a perder
la tranquilidad de sus cautiverios
y ellos de manera a veces violenta
me exigían su libertad,
o desde sus encierros agredían
a los muchachos de los alrededores.

Dejé mis animales en el bosque,
abrí de par en par las puertas de mi casa
y esperé que los temerosos muchachos crecieran
libres en la inmensidad de las verdes colinas
y que llegaran al fin los esperados visitantes
que cultivarían y harían crecer
mi tierra y mi morada.

Mas la casa permaneció vacía,
las puertas cayeron ante continuos golpes de agua,
crecieron musgos en las paredes y en el patio
y yo permanecí en el invernadero
sin fuerzas para evitar la caída de mi casa.

A veces creo escuchar el oscuro aleteo de mis antiguos animales
Y me pregunto si debo volver hacia el bosque
Si los encontraré todavía
Si habrán emigrado o habrán muerto
Si podrán, acaso, renacer en mí,
Si podré, entonces, edificar mi nueva casa.

20.

Cuando llegó
los pájaros temblaron
sobre el corazón de las flores
Cual veloces emisarios propagaron la noticia

Llegó
y convirtió mi casa en un lugar lleno de voces
Miró a todos lados, dijo que no hay caminos nuevos
recogió los recuerdos y desapareció
Y los dulces emisarios del amor
emigraron a los desiertos del sudeste
las voces volvieron a sus paredes óseas
a la impenetrable habitación sin luz en que dormitan.

De Aires de Ellicott City, 2006 fragmento

¿He llegado? ¿Adónde?
¿Qué lugar es éste
Donde los cuerpos cuelgan del asta de los augurios
Y hay hombres con soles en la cabeza
Alas cortantes y ojos en las alas
Guardan el corazón en las arquetas
Llenan sus bolsas de azufre
Y pesan sus almas con gestos tramposos
En el fiel de balanzas trucadas?

Ante la mirada escrutadora de los ángeles
Los pájaros pían ferozmente a ras de suelo
No en el aire sino ocultos en una hierba que no hay
Con sorda furia fantasmal, lejana.

¿Quiénes son, quiénes,
Pobres seres sin rostro
Que hicieron de la mentira un ardid,
De la astucia una verdad,
Y se ahogan ahora sin pausa
La lengua hundida en la garganta, embalsamada
Por el polvo? ¿Quiénes esos seres austeros
Que contemplan cabizbajos la vida como estatuas
Esperando la permanencia
Sin descansar de lo infinito; olvidándolo;
Y se complacen de no estar muertos
E intercambian sus muertes
Mientras pierden su polen magnífico?
Sacrifican hombres y no ciervos
Y a un toque de silbato desnudas mujeres perseguidas
Corren delante de sus amos en los bosques
En sucio juego beatífico.

¿Qué lugar es éste, cuál
Donde no hay, y los amores se amontonan
Unos sobre otros, acechándose
En un gran cementerio:
Promiscua voracidad del pasado continuo
En tortuosa vida póstuma?

Corre el gamo en un campo que no hay, y el ave
Vuela en un aire que no hay. Y tiembla el pez
En aguas que no hay. No hay.
Vive el hombre una vida que no hay.

EL OLVIDO DE LA POESÍA se paga.

Días sobre el lecho endurecido
oyendo el lento girar de imágenes que chocan
hurgando aquí y allá palabras pálidas
con necesidad y ceguera, como un cerdo
hoza en tierra extraña.

Crepúsculos en Gracia, en una plaza
que honra mártires ¿qué significan?

Caminata por la rambla cigarro en mano
contemplando peces, flores que se abren
como mujeres ávidas.

La noche ya no trae símbolos
La guardia fiel de la memoria huye
Como tropa temerosa ante ejércitos más fuertes.

¿Dónde está tu sabiduría, trenzada de piel y harapos?
Tu desvaído saber sucumbe en el reposo
Porque tierra descubierta es tierra
hundida para siempre.

Canción

Estoy a punto de escribir tu nombre en el cielo
He empezado a escribir tu nombre en el cielo
Con jirones de nubes acomodo
Con ayuda de los vientos que pasan.

Voy a esperar que brille tu nombre en el cielo
Como brilla la luna o una estrella en el agua
Letra a letra una nueva constelación
Verán con tu nombre repetido en el cielo.

En la noche que viene con tempestades
………..Voy sin miedo a caminar
A la dulce luz de tu nombre en el cielo.

Y si un día pierdo en la tormenta el camino
Voy a pedir a las nubes, al aire, a las estrellas
Que me devuelvan el brillo de tu nombre en el cielo.

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WALT WHITMAN SE RETIRÓ A SU BARBA – Josefina Aguilar

Walt Whitman se retiró a su barba.
Se retiró huido al mínimo lugar de su todo.
Se refugió en el penúltimo día del silencio.
Abrió el mar rojo de su trenzado
lo abrió y deshilachó el mar en dos mitades de verbo.
Hizo un juicio en el rizado aire de lo que fue su pensamiento al sur de su boca.
Abrió la barba.
Se retiró al lugar de los nudos y de la soberanía.
En ese mar con hebras se preguntó por el bosque de amigos,
por los horizontales susurros sobre su vientre
por quienes fecundaron su barba, por quienes inseminaron su pelo.
En el penúltimo día de su silencio se preguntó por la traición de los ejércitos.
Un soldado amarillo cruzó el dialecto de sus trenzas.
Un soldado desnudo hincó en su barba la herida de muchas sangres.
La barba de Whitman muere en el penúltimo día.
Aún no ha llegado a muerte la blanca leche de hilos,
la alfombra de su lengua. La larga sintonía de los patriarcas.
Whitman salió a la calle en el penúltimo día
y llevaba un cristal en su bolsillo. El cristal de su ojo
sostenido en su derecha sin cuerpo.
Veía a los soldados que son madres
y a las madres que son trincheras.
En el penúltimo día arrastró sus pies de barba
por las baldosas de murallas. Los arrastró con las tijeras de grito
buscando quién uniera las mitades del verbo,
quién uniera la enredada mansedumbre.
Walt Whitman dejó sin hacer el último día.
Los que llegaron después se encontraron, sobre un cuenco desconchado,
la ventana desde la que el viejo veía su nube invertida.
En el desconchado agrio color verde de ese cuenco,
se encontraron que el bosque había sido ardido para que él lo comiera.
Para que se alimentara en su último día
de las verticales asperezas de las sombras.
Y se encontraron que Whitman prefirió no ingerir las cenizas de los bosques.
Ni masticar la resina sobrevivida.
El viejo recordó los hayedos, ardiendo en su boca de último día.
Sigue creciendo la barba de Whitman.
Está abarcando a Andrómeda. Está enredando a Perseo.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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