Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

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Mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

REO DE MÍ MISMO [Mi poema]
Jaime Siles [Mi poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

 

Yo escribo donde escriben los poetas,
mejor los aspirantes,
aquellos, como yo, que haciendo tretas
esperan el aplauso a sus recetas,
sus loas fulgurantes.

Yo lanzo allí mi caña de pescar,
mas solo hay pescadores
buscando a sus poemas los honores,
sabiendo que los peces de ese mar
son peces de colores.

A veces me pregunto si a otros mares
debiera ir a probar,
y dudo si hasta el cebo he de cambiar
y hacer más atractivos sus sabores
o debo de aguantar.

Que en esto de pescar no estoy muy ducho,
de cebos soy un lego,
tampoco sé del mar. Mas tengo un ego
que espero ha de matar sin un cartucho
y de él nunca reniego.

Que escribo como moscas pillo al vuelo
cebando a mi esnobismo,
pues tengo tan clavado el catecismo
que así que nadie pique con mi anzuelo,
soy reo de mí mismo.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Jaime Siles

(XXVIII premio de poesía Jaime Gil de Biedma)

Marina

Una antorcha es el mar y, derramada
por tu boca, una voz de sustantivos,
de finales, fugaces, fugitivos
fuegos fundidos en tu piel fundada.

Una nieve navega resbalada
en resplandor de ojos reflexivos,
de sonoros silencios sucesivos
y de sol en la sal por ti mojada.

La turbamulta del color procura
dejar sobre tu tez la tatuada
totalidad miniada de la espuma.

Tu cuerpo suena a mar. Y tu figura,
en la arena del aire reflejada,
a sol, a sal, a ser, a son, a suma.

Grafemas

El dibujo sonoro de la línea
es anterior al tiempo de lo blanco.

El tiempo de la línea
—como el espacio y el ritmo de la página—
es anterior al ritmo del color.

El espacio y el tiempo de la línea
son interiores al blanco de la página.

Cuerpo textuado, la escritura
es un ritmo de espacios de color:
de blanco sobre negro,
de negro sobre blanco
en el espacio en blanco de la línea,
en el espacio en blanco de la página,
en el espacio en blanco del color.

La escritura es un ritmo anterior a ese cuerpo,
interior a ese espacio.

La escritura del negro sobre el blanco
sólo conoce un signo:
el invisible blanco
del color.
(Música de agua, 1983)

Hacia la página

Húmedas, ígneas, líquidas,
lejanas voces que resbalabais por el vértigo
con sonrisa mirífica y acuática.
Frías, fúlgidas, férvidas, selváticas
voces que me borrabais del idioma
la memoria marina de las algas.
Ácronas, créticas, crípticas, cromáticas
voces que conjurabais en la lengua
el lenguaje, el mundo, la palabra.
Voces sin signos, voces sin perfiles,
voces en el vivir visualizadas,
ponedme la pasión de poseeros
en el papel preciso de la página.
(Columnae, 1987)

Ipsa, sed altera; altera, sed ipsa

Todo discurso es circunferencia
del discurso, que siempre es referencia
a la lengua que ese discurso es.
De manera que toda referencia
al discurso será circunferencia
del discurso en que esa lengua es.
(Poemas al revés, 1987)

Himno a Venus

Amor bajo las jarcias de un velero,
amor en los jardines luminosos,
amor en los andenes peligrosos
y amor en los crepúsculos de enero.

Amor a treinta grados bajo cero,
amor en terciopelos procelosos,
amor en los expresos presurosos
y amor en los océanos de acero.
Amor en las cenizas de la noche,
amor en un combate de carmines,
amor en los asientos de algún coche,
amor en las butacas de los cines.
Amor, en las hebillas de tu broche,
gimen gemas de jades y jazmines.
(Semáforos, semáforos, 1990)

Bampo

Hay en el agua nubes
y hojas de cilantro.
Y, como en los veranos
de mi infancia,
el aire huele a hollín.
Bajo su lenta bóveda
rosas y tuyas forman
un transparente
centro geométrico
y su color me llega,
más que en la vista,
con la respiración.
Aspiro el loto
de roja lava nívea
y sé que un día
de hace varios siglos
estaba, estuve
estaré aquí.
(Pasos en la nieve, 2004)

MI POETA INVITADO:  José Tomás Angola Heredia

BUSCANDO

Ando buscando
Ese rugido que nunca he oído,
Ese pasado que no he recordado,
Ese secreto que grita ser guardado.

Ando tras una imagen que no tiene retrato,
Tras un relámpago que no ha destellado,
Tras una melodía que no posee canción.

Ando tras la mudez que todo lo ha dicho,
Tras el artilugio que mueve esta roca planetaria,
Tras el agua para la sed que jamás calmaré.

Ando buscando lo que nunca conseguiré,
Lo que nunca estará a mi alcance.

Ando, pues
Tras de mí.

Sólo en eso ando.

MENOS QUE NADA [Mi poema]
Renata Durán [Mi poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Soy sombra que se esconde en el vacío,
que en torno al abandono se cobija,
un poso que reposa en la vasija
de un pobre y lagrimero desvarío
cual triste sabandija.

Soy tubo del que escapa la pomada,
no puede regresar pues no hay rendija,
sin hueco al que meter de una clavija
que sale a caminar y no hay posada,
ni puerta y no hay manija.

Soy mota que abandona su jornada,
de un soplo que desprende algún misterio,
humilde suspirar de un cementerio
que siente que le han hecho una trastada
pues nada toma en serio.

Soy ángel desnortado que ha caído
metido en un gran charco en medio el fango,
el paso equivocado de ese tango
mil veces por desgracia repetido
de una sartén sin mango.

Mas dime, ¿yo qué soy?, menos que nada,
un cero por detrás del otro cero,
un salto en el vacío, un agujero,
del aire que no existe, bocanada
sin agua un aguacero.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:   Renata Durán

Aquí en mi cuerpo…

Aquí en mi cuerpo
acabó de pasar el mediodía
y por mi piel respira un agua
atardecida.
Los labios están secos,
guardo en la lengua
los aromas.
Si acaso pusieras
tu mano
entre mis muslos,
sabrías que estás vivo.
Saborearías mi sal.
Haríamos un pozo
en el tiempo,
y dejaríamos que el sol
nos madurara.

Aquí pasa el silencio vagabundo…

Aquí pasa el silencio vagabundo.
Aquí cae la lluvia de la tarde,
y humedece los ojos de cristal.
Es la ciudad mi cárcel.
Y eres tú mi verdugo.
En tus brazos de fieltro
me someto al suplicio
de tus besos de hielo.
Repites los gestos conocidos
y penetras mi cuerpo somnoliento.
No tengo alma que vuele, cante
o gima.
Para el amor he muerto.

Aquí sentada así…

Aquí sentada así
compartiendo tu mesa.
Bebemos vino frío
y pelamos nuestras pieles
como frutas
aturdidas de sol.
Salgamos a la calle.
Digámosle a la gente
que tú y yo
habitamos el limpio
territorio del amor.
Cantemos esa suave
canción de la ternura
mientras enciendes
el motor de la rutina.

Creo que por fin te he despedido

Creo que por fin
te he despedido.
Porque logré
que dé lo mismo
que estés aquí
o allá.
De todos modos
estás lejos.

Después del amor…

Después del amor
vino el silencio
grité toda mi voz.
Morimos juntos
muchas noches.
Incendiamos
recuerdos – voces.
Arañamos las
caricias ajenas.
Nos desnudamos
de otros.
Quedamos
frente a frente
en silencio
para siempre.

Echo raíces en ti…

Echo raíces en ti,
vegetalmente hambrienta
de tu tierra húmeda
y negra.

Enredados los cuerpos…

Enredados los cuerpos
en el agua del amor
gimiendo sudorosos.
Latigazos de sangre
alucinados.
Me abres de par en par,
nos penetramos.
El deseo con sus brazos de sed
navega ahogando las fronteras,
rompiéndolas.
Más allá de nosotros el sol
amor, el sol
que es carne viva.

Estoy enferma de ti…

Estoy enferma de ti,
maltrecha adolorida.
Otros brazos me buscan
y no puedo abrazarlos.
Me besan y no puedo
responder con mis labios.
Ando desintegrada,
dispersa por el mundo.
Y solo hay un momento
en que me encuentro:
Cuando los dos
jugamos a ser uno.
Cuando te siento
indefenso
en mis brazos,
y pierdes la conciencia
de que nos separamos.

Fui luz, fui roca…

Fui luz, fui roca
ensangrentada
contra tus locas aguas.
Fui el aire
y las cosas cercanas.
De madera y de pan
para tus dedos insondables.
De aguda claridad
para tus ojos.
Fui todos los cuerpos
que besaste
a través de los siglos.
La piel de la memoria,
la estrella de tus sexos.
Fuimos los dos
la vida dividida
pero no separada.
Somos ahora
compañeros de viaje
y seguiremos siempre
en el polvo del tiempo.
Agua. Luna. Silencio.

Huella dejada…

Huella dejada
por el aire
en las arenas
de un planeta
que eché a rodar.
Trompo feliz.
Hoy se detuvo.

Me levanto del agua de la noche…

Me levanto del agua de la noche
deseosa de ti.
Despedazada.

Me ocupo inútilmente de mi vida…

Me ocupo inútilmente
de mi vida
mientras espero que
despiertes.
Estuviste a punto de
romper el cristal
que nos separa
y por fin encontrarnos.
Sólo viste tu imagen
reflejada.
No miraste al través.
Del otro lado estaba yo,
llamándote.
Llegaste a mí
sin darte cuenta.
Por una puerta entraste,
que no me conocía,
y te quedaste aquí,
sin saberlo.
Ahora te veo caminar
por la ciudad,
dueño de ti, sin anclas,
y me sonrío,
porque ese tú que anda
por ahí,
es el que está soñando.
Y aquí dentro de mí
te sueña el verdadero.

Mitad pez. Mitad viento…

«Hay hombres
mitad pez
mitad viento»…
Pablo Neruda

Mitad pez. Mitad viento
soy.
Agua vital,
que quiere ser bebida
sin agotarse nunca.
Agua que busca
humedecer las verdes
soledades ajenas.
Lava roja,
súbitamente gris
al contacto del aire
doloroso.

No es verdad…

No es verdad
que tú cuentas
conmigo,
ni con nadie.
Sólo cuentas
contigo
y tu mentira.
Entraste en el túnel
de ti mismo,
volcándote
en los otros.
Cuando te puse
enfrente del espejo
te encegueciste más,
y me dejaste
a la orilla de ti,
sin brazos para hallarte.

No podría obligarte…

No podría obligarte
a no seguir tu sino.
Eso sería negarte
todo lo que de carne eres
y que somos.
Vete ya a acariciar
largos cuerpos,
distintos a este mío,
desde el cual te diviso,
viviéndome de adentro.
Tú vives desde afuera.
Con sólo ser tocado
ya existes.
Yo necesito más.
Quiero manos de amor,
sabias manos que
atraviesen la piel
de que estoy hecha,
y conozcan
la pura consistencia
de mi barro.

No te gustó encontrarme…

No te gustó encontrarme
por la calle sonriente,
que tomara un café
sin nostalgia de ti,
al lado de tu mesa.
Que ya no te dijera
que hacías parte de mí.
No te gustó saber
que sigo viva,
que me río con ganas,
que disfruto las cosas
cotidianas
sin esperarte ni
desesperarme,
que construyo mi vida
libremente.
No te gustó saber
que no me tienes.
La vanidad ha sido tu enemiga,
ella tiene la culpa
de que no compartamos
ni siquiera
una charla.

No viniste de lejos

Viniste de tan hondo
que conozco tu nombre,
conozco tu dolor,
reconozco tu alma.
No viniste de lejos,
ni siquiera has llegado.
Estabas desde siempre,
como un lenguaje escrito
en el fondo de mí,
y te estoy descifrando.

Óyeme así, como al descuido…

Óyeme así, como al descuido.
No te des mucha cuenta.
Quiero contarte que te quiero,
sin decírtelo nunca.
Quiero besarte suavemente,
como te besa el agua
de la lluvia.
Así, muy quedamente,
sin que escuches siquiera
su gemido.
Quiero que me ames
a pesar de ti mismo.
Que me ames lentamente
y enciendas todo el fuego
que arde en mí para ti,
definitivo.

HE PARIDO UN BEBÉ [Mi poema]
Franco Bordino [Mi poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

He parido un bebé ¿y ahora qué hago?
Lo tengo muy limpito, reluciente.
Le lavo con el agua de la fuente,
en trato y miramientos me deshago
que él es mi referente.

Le visto como nadie le vistiera,
que en esto de gastar nunca reparo,
comprendo que eso a mí me sale caro
mas debo de cuidar si alguien lo viera
no piense soy avaro.

Con ella paso al día muchas horas
tratando de cumplir mis ilusiones,
y vivo y me desvivo en sus renglones
soñando en transpirar por sus esporas.
La tengo entre algodones.

Comprendo aquí al que sea que lo dude
a mi con tantos años procreando,
respondo siempre, a dios con mazo dando,
solo falta que al niño lo desnude,
y a mí me vayan dando.

La miel para los asnos no está hecha
e inútil disfrutar si no conoce,
¡cariño! así se dice lo hace el roce,
yo espero con mi web buena cosecha,
que nadie la destroce.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDOFranco Bordino

(XVIII Premio Casa América de Poesía Americana)

Plegaria

Ábreme, Padre,
y dame un fuego que no duela
y un dolor puro del que nada aprenda.
Condúceme al camino
claro, a aquel que no tiene piedras,
que es estrecho para el espíritu:
al camino sin honor;

pon si no en mi mano la cara de un niño,
para estudiarla y conocerla
al tiempo que templarla
bajo mi llama dactilar;

dame un ramo de fresias
o una abeja que no muerda, y que yo,
concentrado, las tenga que cuidar.

Ábreme, Padre,
a las cosas pequeñas
que no entran en un hilo,
y ábreme así a tu amor
y a la pureza del servicio,
a las dulzuras vistas monocromas
bajo la sombra hostil de la noble Ambición;

ábreme sobre todo
a lo que no me pertenece y que no soy.
Aléjame de Mi Peligro.
Consérvame en tu amor.

Ábreme, Padre, al rudo azar:
dame un hijo, enemigos poderosos
y tempestades sin amarras;
algo que comer, nada que guardar;
Tú no sacies: mi sed, ¡arráncala de cuajo!
Ábreme para todos.
Aléjame de Mi Peligro.

Consérvame en tu amor.

Una noche

El íntimo silencio de la noche.
El rito rumoroso de los mates.
En la mesa, los gárrulos dislates
de un tétrico filósofo. El derroche
minucioso del tiempo en la factura
de un tímido poema. Yo no sé
qué veo en estas cosas ni por qué,
triviales como son, en su chatura,
se me antojan especies misteriosas
de una llana y sutil felicidad.
Que me guarden el sino o la Deidad
de ambiciones aladas o grandiosas.
Sólo pido un innúmero rosario
de noches de trabajo literario.

Otra noche

Traspasar el umbral por un quehacer
anodino, y hallar la noche espléndida.
Olvidar las tareas incompletas
tras la puerta, y salir a recorrer
las calles conocidas de mi barrio.
Buscar en las estrellas la figura
del tosco Orión, y sorprender, en cambio,
el círculo perfecto de la luna.
Respirar la fragancia de los tilos.
Demorarme en el banco de una plaza
para auscultar el pulso de los grillos.
Desandar el camino hasta mi casa.
Fumar furtivamente un cigarrillo.
Evocar estas cosas. Anotarlas.

Rimbaud

Que el crápula celebre la epopeya
del desbocado vicio; que el piadoso
destaque de él el místico y sinuoso
deseo de infinito. En su plebeya
y errática existencia, algo más rico
es lo que yo vislumbro. Veo a un chico
huyendo del infierno de su hogar,
y, para no tener que regresar,
lo veo acostumbrarse a la indecencia,
al hambre y la intemperie. Veo a un joven
furioso y resignado a que le roben
unos canallas su última inocencia.
Y mientras esta triste historia ocurre,
del corazón del réprobo discurre,
con trémula ternura, todavía
intacta y pura, la íntima poesía:
el versificador ?el talentoso
y tímido escolar? no ha perecido;
vive aún en el joven corrompido,
late aún en su corazón rabioso.
Sublime, para mí, es que en él, lo humano,
sobreviviera en medio del espanto.
Sus sonetos esconden el encanto
de la flor que florece en el pantano.

La idea de perder las cosas que amo

La idea de perder las cosas que amo
me aflige dulcemente. Me recuerda
que es fatua ingratitud todo reclamo,
que ahora soy feliz, aunque me pierda
el sórdido trajín de la costumbre
y no tenga conciencia de mi estado.
Corazón, no permitas que de herrumbre
te cubra este constante despistado.
Cuida el cálido rito de los besos,
la clara compañía del amigo,
del poniente los dulces embelesos,
la llama del destino que persigo.
Que nunca yo descubra que he franqueado
dormido el paraíso, y me he marchado.

YO NO ESCRIBO EN INSTAGRAM [Mi poema]
Julia Uceda [Mi poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Lo siento, yo no escribo en Instagram,
lo dicen los que entienden, que eso es malo,
si hoy quieres evitar ese regalo
de ver como tus versos penarán
sintiendo que al olvido quedarán
sufriendo un varapalo.

Y añaden, si pretendes ser famoso
precisas conseguir mil seguidores
que te hagan disfrutar de sus favores,
te lean y en quien puedas dejar poso
y que ello te permita hacerlo airoso
con tus aplaudidores.

Por eso de epatar ya he desistido,
-aquí debo admitir no es que no quiera-,
que me entra una congoja en la pechera
al ver que ni siquiera he conseguido
alguno por piedad me haya leído,
y ni a uno más se espera.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDOJulia Uceda

(Premio Nacional de Poesía 2003)

SONETO DE LA PIEDRA.

He de volver a la extensión callada
donde siempre moré, como una yedra
crispada, sin raíz, con una piedra
como base y también como almohada.

Espera. Mi cintura encadenada
tiene un nardo amarillo que no medra.
Tengo tan dentro ya de mí la piedra
que no siento la carne lastimada.

Espera, espera. Por mi sien doblada
un niño iba durmiendo y ha varado
su sueño por las playas de la muerte.

Como el de una paloma lanceada,
su grito me salió por el costado
trémulo y triste y apretado y fuerte.

Del libro “Mariposa en cenizas”

Confesión en negro

Ahora puedo decir: esto era
la mayor parte de la vida. Lamento
sin embargo, aunque no
con excesiva pena,
no haber tenido nunca un dormitorio,
aunque por otra parte,
qué podía yo hacer con tantos muebles
y con tanta madera arrebatada
a aquellas tierras en donde nació…
Fue roja mi primera cama.
Tenía una plaquita, de San José y el Niño,
en el pequeño cabezal.
Recuerdo todavía
a los mayores discutiendo
que su compra era urgente pues la niña
no cabía en la cuna.
Fué peor
no acceder a los libros que, mudos, me llamaban
porque venían y se iban
más lejos cada vez. Igual que mis amigos,
que mis casas, que las viejas butacas,
que los paisajes encontrados.
Quién sabe todavía
en qué casa, en qué cuarto moriré.
Sin embargo, me alegro
de haber tenido, en USA, tres objetos: la boina
de hielo del dolor
de cabeza, el teléfono blanco
-en mi tierra eran negros-
de Mirna Loy, y haber averiguado
lo que desayunaban, en altas copas cristalinas,
las heroínas y los héroes
del cine. Eran pomelos: esa fruta
cuyo amargor no puedo soportar.

¿Y del amor? Punto y aparte.
Los quise. Me quisieron:
todos fueron mis gatos. Y hubo también tres perros.
Lo sé: no ha sido tan terrible.

Decía hielo

¿Qué dijo?
¿Qué decía? Palabras, eso sí,
palabras eran, pero ¿qué palabras?
Caían sobre una mesa. Y había luz.
Una luz muy oscura.
Ahora las manos se agrietaron
buscando los sonidos, revolviendo
agujeros, bolsillos falsos, nidos
abandonados, hojitas de musgo
y hojas secas: todo lo quieto. Sacude
los recursos para encubrir, por si cayeran,
las palabras, al suelo, con un sonido comprensible.

Pregunta
a los árboles del más allá, de vez en cuando,
si se acuerda, al llanto de los helechos y a la nuez
en que la luz, copo de fe, se encierra.
Porque asegura
que las oyó y eran como rastrojos, nudos
de alambre, manzanas podridas y un rostro
volcando todo eso, echando todo eso, tan frío,
en la nuca inocente. Y helaba la dulzura.
¿Dónde se han escondido? ¿Desde dónde
la miran, las palabras, agazapadas, riéndose
de que no las encuentre, tan torpe?
Que se muera buscándolas, dirán.
Tal vez al otro lado…

Driving

Me pregunto si alguien, alguna vez,
podrá imaginarme, como yo no puedo,
formando parte de estos bosques, en los que no pienso,
de este mar, que a veces ignoro y del que huyo, a veces
-driving and driving and driving alone-: necesito
en otra lengua porque su sonido
pone el punto de soledad, de aislamiento, mejor,
a las tres partes: mujer en un coche, bosques, mar.

Siempre creo estar en otra escena
Y encuentro mi lugar en la que ya he perdido. Y eso significa
tal vez, que nunca estoy en parte alguna.

Pero alguien,
alguna vez, supongo con excesivo optimismo
sobre el valor posible de unos cuantos poemas, tendrá curiosidad
por saber cómo fui. Y pintara un atractivo cuadro si contempla
los hermosos paisajes que me acogieron
y que tan fielmente, aunque ya perdidos,
se pueden entrever en toda mi escritura.

Puede que el conjunto resulte hermoso.
Me gustaría verlo, pero será imposible.
De todos modos, quiero hacerle un favor al curioso futuro:
nada estará completo si se olvida
-driving and driving and driving alone-
de este verso extranjero.

El silencio

Hay un vacío en el que no se oyen las zapatillas.
Y otro más profundo: el que disuelve nuestras manos.
Y nuestro cuerpo. Y sólo flotan unos ojos
que no lo parecen. Aunque daría lo mismo
porque ya no pensamos con palabras
que todo lo confunden.
Además
¿para qué edificar un templo de un grito?
Un grito que no suena en la expansión de las constelaciones.
Un grito que no oye el pastor de planetas.
Un grito que se llena, como un cubo, de huecos.
Un templo que visitan arenas y huracanes.
La boca ha gritado,
¿de qué huerto ha venido? ¿En qué lejana flor
se hará otra vez silencio,
historia no aprendida
y vida sin pregunta?
¿En qué agua de otro tiempo
se pulió la mandíbula y su origen?
¿En qué apagado sol
se removió su cero antes del cero?
Gritar: tan sólo un accidente, una arruga en el aire.
Y un destrozo,
un harapo de algo; un desgarrón superfluo
desde el violento, desde el distraído
que empuja, pisa y habla alto. No grita.
Alto, sólo, habla.
Se oye su voz pavorreal.
Y el grito se desenrosca desde su sima profunda:
un poquito de aire que, primero,
tropieza con la esquina del pulmón,
garganta arriba. Luego ulula, asalta
la pared que contiene su infinitud,
su triste desmesura,
arañando su cárcel, resuelto en templo,
ecos en frío crisopacio que se aleja,
en el tiempo, de la boca: su nido.
Y nada alrededor. La boca mueve
sus alas sin sonido, sin sentido,
entre el agua y el huerto,
entre hueso temprano y légamo futuro,
entre el cero y el cero.
Entre el cero y su carga.

El tiempo me recuerda

Recordar no es siempre regresar a lo que ha sido.
En la memoria hay algas que arrastran extrañas maravillas;
objetos que no nos pertenecen o que nunca flotaron.
La luz que recorre los abismos
ilumina años anteriores a mí, que no he vivido
pero recuerdo como ocurrido ayer.
Hacia mil novecientos
paseé por un parque que está en París -estaba-
envuelto por la bruma.
Mi traje tenía el mismo color de la niebla.
La luz era la misma de hoy
-setenta años después-
cuando la breve tormenta ha pasado
y a través de los cristales veo pasar la gente,
desde esta ventana tan cerca de las nubes.
En mis ojos parece llover
un tiempo que no es mío.

Eterno oleaje

Será primero una ola niña
sobre la ciega playa. Luego
una delgada espuma persistente,
más tarde
un redoblar de todo el horizonte
que avanza, que se empuja
para tomar contacto con la orilla.

En cada grueso oleaje, en cada arruga
del mar, en cada ojo
de espuma por la arena
de fuego, estará un hombre
por él y por su extensa
cadena de fantasmas. Por las sombras
que no tuvieron cuerpo;
por todos
los que anulados vagan
sin país, sin sepulcro.

Con la memoria
de los que fueron olvidados
volverán: «Ya llegamos
a la patria.» Y jamás
será la patria. Siempre
habrá otras olas, y anchos nudos,
gruesas crestas de mar. El hombre
irá pisando playas
de fuego, rocas
que hirieron otros pies,
algas que se enredaron a otras plantas.
Caminará por siempre
-a través de paisajes con recuerdos-,
el sol contra su espalda
y una arruga profunda
en la frente horadada por el viento.
«¿Era ésta mi patria?»
-preguntará de nuevo.
Y pasando de largo,
como un extraño entre los ríos,
regresará a la orilla
de que partió -no la recuerda-
pidiendo paz para sus muertos.

Hablo de la infancia

Escalera crujiente,
trozo de bosque organizado
por el que ir hasta la cumbre
de aquel desván lleno de sueños,
pájaros silenciosos
que viajan sin ruido.
Sobre ti estaba el premio
cubierto por el polvo
y lo muerto vivía
para mí, en mis ensueños.
Hogar sin sótanos,
todo aquello era hermoso
porque estaba creando su recuerdo;
viviéndote, sentía
que de algún modo ya te recordaba.
Y siempre que te acercas
entre la niebla, oigo
cómo se queja suavemente,
enmohecido por las lluvias,
el pesado cerrojo de una verja.
La del jardín acaso.

Inclusiones en un zafiro violeta

Quizá en el territorio del zafiro
los puedas encontrar.
Se reconocen en la lejanía
de haber sido, sin ser jamás ni voz ni tiempo
sino sólo recuerdo que, como ciega, palpas
en la incierta pared de la memoria.
Siempre jóvenes son,
aunque las hojas de todos los otoños unidos
intentan acercárseles.
Pero nunca los tocan. Los años, con respeto, se arrodillan
en los umbrales del zafiro, que es urna y universo.
Tal vez la muerte, un día,
suprimirá el espacio en que dialogan
las sombras fieles de quienes nunca fuimos.

También, entonces, tú habrás muerto.
De «Del camino del humo» 1994

La dama extraña

Para Alfonso Jiménez, in memoriam.

En la ciudad donde la lluvia
es una dama extraña
que viniera de paso y sin propósito,
me dijo, después de larga ausencia: «Yo no entiendo
tus poemas, ahora». El quería
decir. «Se me escapó tu vida
y ya no sé quién eres: sólo a quién me recuerdas.»
¿Sabía quién él era, me pregunto yo, ahora, que tampoco
lo conocí aunque nada enmascarar sabía?

La dama extraña había realizado su trabajo
demoledor en los que a ella se acogieron.
Su hermosa luz, su equívoca alegría,
la fresca sombra, el homenaje de los siglos,
que la aturdían como un vino, el orgullo
feroz de ser quien soy recreada en sus blondas,
y la humildad de los fantasmas a quienes ella
arrodillaba, en aquel tiempo.
Los que nunca aceptaron,
en aquel tiempo,
la reducción a la ceniza, al lienzo oscuro
en el destello de sus ojos ciegos, no bastaron
para impedir que con su dedo
no borrase todo fulgor; para impedir que no arañase,
hasta el harapo, la fuente de preguntas de cal viva,
el miedo de cal viva y de cemento.

A todos los recuerdo, agrupados y jóvenes,
ignorando los brazos de esa dama, lenguas de sombra,
que ya hacia ellos se tendían.
El grupo
muestra ahora las imperfecciones de la felicidad,
las arbitrariedades y desmanes de los días,
su sorteo de muertes y de números
trucados; ellos serían
los agraciados con el signo
de una generación desperdiciada
en pueblos sin futuro, en futuro sin pueblo,
que verdaderamente ama lo que nunca
ha de ser desamado.
Y han muerto, de otro modo,
los que saben y viven. Como aquellos
a cuyas dudas no podremos
ya nunca responder porque sus dados,
rodando en desventaja,
nunca habrían podido superar
al juego sucio de la vieja dama.

La extraña

La fatiga e’sedersi senza farse notare.
Cesare Pavese: «Il vino triste».

Me levanté sin que se dieran cuenta
y salí sin hacerme notar.
Había estado todo el día
entre ellos, intentando
hacerme oír,
procurando decirles
lo que me habían encargado.
Pero el recado que me dieron
no era preciso. El humo,
la música, el ruido de las risas
y de los besos -estallaban
como las rosas en el aire-,
eran más fuertes que mi voz. Cansada
de mi trabajo inútil,
me levanté,
abrí la puerta
y salí del hermoso lugar.
Desde la calle
miré por la ventana: nadie había
advertido mi ausencia.
Caminé. Volví el rostro:
ninguno me seguía.

Margarita

A un muchacho que murió en primavera

Yo no te conocí,
pero te ofrezco, sobre tu tumba abierta en primavera,
este pequeño sol para tus huesos.
Yo no te conocí. Oí tu nombre
cuando la luz del surtidor te dejaba quebrándose
y morían en tu oído, como cirios, las últimas palabras,
cuando rompías el hilo que te unía a nosotros
y escuchabas las flautas extrañas de la muerte.
Los lirios te buscaban la boca palpitante,
inmóvil te inundaba el sudor de la lucha,
tu cuerpo se quedaba parado en los relojes
y caían tus párpados sin querer mirar nada.
Los años te brillaban como auroras la tarde de la huida
y una mano apretaba tu corazón de niño
donde no tuvo tiempo de entrar una muchacha;
esa mano de hielo, en un giro fantástico,
como un robo inaudito desgajó tus raíces
y te lanzó a lo eterno, completamente solo.
-Arlequín en la danza sacramental del tiempo-.
Nada se había movido: aún estaba
con el último gesto que hiciste sin saberlo.
Ahora ya estás dormido en brazos de la tierra,
ante la primavera calzada de amapolas.
Yo no te conocí,
pero tu lecho abierto en primavera tendrá una margarita
porque todos ignoran que bajo el sol descansas,
que veintitantos años se han quebrado en tu frente
y que una niña mira tus balcones vacíos;
sobre tu lecho mullido en primavera habrá una margarita
porque todos dejaron a un lado tu recuerdo;
porque la calle gritaba como siempre esta mañana
y la gente reía sobre tus huesos rotos.

LA LETRA CON SANGRE ENTRA [Mi poema]
Basilio Sánchez [Mi poeta sugerido]

MI POEMA...de medio pelo

 

El alma se ha partido en mil pedazos,
-perdona si han llegado allí cascotes-
no puedo controlar ya los rebotes
que suelen provocarme los pelmazos
que dicen ser muy cultos y son zotes.

Que algunos hay no hicieron los palotes
que hacíamos nosotros en la escuela,
maestros atizando con la espuela
retando a los molinos cual Quijotes
sacando brillantez a la candela.

Maestros que jugaban a maestros
creyendo sus labores trascendentes,
nosotros, tan ingenuos e inocentes
rezando a todas horas padrenuestros
sirviendo a los maestros de clientes.

Alumnos siempre inquietos y curiosos
partidos a estacazos y a trompazos,
curtidos al calor de los abrazos
haciendo travesuras de mocosos
tratando de esquivarles sus balazos.

Del juego aquel al gato y al ratón
fue mucho lo que entonces aprendimos.
Tan fuerte esa experiencia que vivimos
profundo se grabó en el corazón,
y es que hoy al recordar aun sonreímos.
©donaciano bueno

Comentario: En estos tiempos en los que al niño no se le puede "propinar" ni un solo cachete, yo agradezco a mis padres y mis maestros aquellos mandobles merecidos que me dieron. Por supuesto que lo hicieron pensando en mi bien.

MI POETA SUGERIDOBasilio Sánchez

(Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe 2017)

Añoro la ceguera que es un punto de luz.

Bebo de la memoria como otros
del agua de las fuentes, de los vasos
de la antigua liturgia.

Después de mucho tiempo,
ahora vivo despacio, sin intimidaciones,
sin que pueda la noche ganarme en sutileza
ni la muerte en sigilo.

Soy el hombre que no ha salido nunca
de los alrededores de su mano, el que se ha hecho
perdonar por la nieve
y el que anda por las habitaciones
preservando en silencio la sustancia
de su felicidad.

Quien para guarecerse
necesita los nombres de todos los que ha sido,
recordar las palabras con las que cada día
ha vivido o ha muerto.

DERIVA

Inclinado como los porteadores,
taciturno como los que excavaron
su casa a la intemperie,
retraído como los que alejándose
del mundo convirtieron
su dolor en costumbre.

En la fragilidad de lo creado,
en el lugar de nadie entre la noche
y las ocupaciones de la noche,
sentado ante la mesa que separa
lo bajo de lo alto,
lo que se ha recibido de lo que se carece.

Quedarse o salir fuera,
decir una palabra o no decirla,
alimentar un fuego o apagarlo.

No hay nada razonable que no tenga una fuga.
El pensamiento avanza con su imagen
hasta el poema cojo.

CARTOGRAFÍA INCOMPLETA

La noche sin prestigio en el silencio
de un paseo de provincias.
Una luz encendida en la penumbra
de una escenografía desertizada.

Un misterio cercado por las contradicciones,
un secreto entrevisto,
el fraseo de lo humano ante el asombro
de lo que permanece sin sentido.

Las islas repentinas de una infancia evocada.
El universo entero en un frasco de Morandi.
El vaho de tu palabra en el espejo
sobre el que reinventamos el lenguaje.

Cuando sale a la calle, ¿qué puede hacer un hombre
que es consciente de sus limitaciones
y que además escribe
ante la expectativa,
afianzada en la noche, de enfrentarse
de nuevo con lo inmenso, con lo que desconoce?
¿Quién puede mantener en lo que dice
la solvencia de sus significados?

CORRESPONDENCIAS

Mientras llega la tarde con su peso
de cristal de Murano
y el horizonte traza a la altura del cielo de los ojos
la línea imaginaria del origen del mundo,
te paras a pensar que la existencia
mantiene entre nosotros
y las cosas con las que convivimos
una oculta cohesión; que hace crecer
a nuestro alrededor
un orden silencioso de pequeños afectos
en el que todo gira alrededor de todo:
un sistema perfecto, pero desmoronable,
tan insustituible como frágil.

Es por eso, quizás, por lo que ahora,
mientras llega la tarde, arrodillándote
como los paleontólogos,
inclinas la cabeza y te incorporas
de nuevo a tus asuntos como si nada hubiese sucedido.
Resuelto a ser paciente,
a no desdeñar nada por insignificante.

BAJO LA LLAMA AZUL DEL ALQUIMISTA

Heredero
de las caligrafías medievales,
el poema tiene que iluminar lo que la época
confunde u oscurece,
lo que es noche cerrada, superstición o miedo.

Sin embargo, el poeta
no es más que un alquimista
que hace de su dolor un linimento
para las torceduras del espíritu;
el chamán que suscita,
allí donde los hombres construimos
una pared o un muro,
la idea de una ventana, la ilusión de una puerta.

EL POZO

Si no somos ninguno de nosotros,
¿quién canta todavía en plena noche?

El saco de arpillera con el pan de los pobres,
el laboreo del óxido sobre las herramientas
condenadas a la inactividad.

En lo alto, las nubes
como los pensamientos imprecisos del mundo.
El corazón, un vuelo de polillas
en un bolso de lona.

Ninguna luz alivia
en las profundidades de los pozos
la clausura del agua,
no hay otro testimonio de la altura que el de nuestra caída.
Porque es lenta y callada y minuciosa
la gestación del daño,
el camino delante de nosotros
solo pone distancia, solo separación.

Aquí, en la convergencia de las aguas,
en el corazón desconcertado de los nadadores,
un gran ojo de ciego se abre en nuestras manos
y en silencio nos lleva.

La noche ha confiado su heredad a la noche.
¿Quién canta todavía?

MATERNIDAD

Cada mañana, a solas,
antes de que regresen los bañistas,
de que empiecen a posarse los pájaros
sobre la arena fina,
puramente geológica,
que el aire de la noche ha ido cerniendo,
la vemos por la orilla recolectando conchas,
cristalillos pulidos,
escamas transparentes
que dejan en sus manos un rescoldo violeta:
la brasa aún no encendida
de esa forma sumaria de la luz con la que irrumpe,
desde sus fundiciones,
un sol recién nacido que bebe silencioso
de la leche del mar.

REPTILES VIRTUALES [Mi poema]
Vicente Barberá Albalat [Mi poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Yo he visto a culebras y serpientes,
y a escuerzos que asomando en las rendijas,
haciéndose pasar por sabandijas,
sabiendo son reptiles repelentes
luciendo van sortijas.

Y a sapos y a ratones y alimañas,
lagartos, cocodrilos y caimanes,
y a bichos, que yo he visto aquí a rufianes
lanzándose a pescar con malas mañas
subiéndose a alazanes.

Y a víboras, dragones, salamandras,
así como a pitones y anacondas
y a ratas asquerosas tan hediondas
queriendo demostrar, verde y con asas,
que dan sopa con ondas.

Y a humanos que trepando cual reptiles
metiendo sus pezuñas en el lodo,
te insultan ocultados tras su apodo
conscientes que ellos son correveydiles,
la sombra en un recodo.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Vicente Barberá Albalat

HUMO DE BAR

Noche oscura de otoño.
Calles llenas de luz que no es tuya.
Hombres que viven en esa luz
y que pasean por esas calles.

Hombres que miran, ven y no sienten.
Duros corazones de almas insensibles,
de orejas sin oído.
Luz, música; alegría y tristeza.
Bullicio de gente y algarabía de niños.
Vida y muerte; principio sin esperanza
y fin sin aprovechamiento.
Humo quemado que calientas ambiente de bar.
Palabras en el aire. Tiempo perdido.
Escuela vacía…

La noche será otra vez oscura.
Las calles seguirán alumbradas.
Un niño llorará y pedirá pan.
Un perro hambriento husmeará por
entre los cubos de basura.
El pobre gemirá
en lo alto de la nevada montaña.
Desdichas se ensañarán
con tus hermanos.
Y tú, hombre, seguirás impávido,
inmóvil y quieto,
Mientras el humo de tu cigarro
enturbia la sala de tu memoria.
Vicente Barberá, Sant’Ana, de Oliva, 1965.

AQUEL OCULTO BESO QUE TE DI

Mientras la nieve cubre las montañas
y el cielo se viste de azul celeste,
pienso en la última noche que pasé
mirando las estrellas relucientes,
y al azul alzando mi mirada,
añoro el postrer día en que te vi.

Contemplando de nuevo el firmamento
alrededor de mi estancia distinguí
una sucesión variada de ilusiones
que con pesada envida acaricié.

Pienso en la última noche que pasé
mirando las estrellas relucientes
y de nuevo acaricio la dulzura
de aquel oculto beso que te di.
Vicente Barberá, Ciudad, de Gandía, 1965.

COMO TÚ

A san Juan de la Cruz

Como Amy Winehouse,
frágil fiera tragada por las olas
del éxito y la angustia.
Como Dolores O`Riordan,
sin tiempo de acabar ese último disco
-un poema en mi caso-
donde al fin se desnudan palabras de otro tiempo.
Quizá como John Keats,
cantando a un ruiseñor.
O como Federico, sin tumba conocida.

Siempre pensé que mi muerte
-era una vanidad, un pensamiento obsceno-
tendría un halo de tragedia.

Pero ahora sé que no,
ahora sé que mi muerte
será como la tuya:
en la celda más fría,
entre el amor y el odio de los nuestros,
pero abrazado a un crucifijo.

Y ahora sé que mi vida
se parece a tu vida,
pues ambos encontramos el amor
yendo tras Él por cumbres y cunetas,
por prados florecidos y solares
de olvido y de desguace.

Su amor nos encontró
después que nos condujo tras sus pasos
por el horror y la belleza
para aprender a verlo en todo.

Su amor nos encontró y eso hemos dicho.
Con una diferencia:
tu palabra fue luz,
la mía sólo un rastro de penumbra.

Publicado en “la noche y sus etcéteras. 24 voces alrededor de san Juan de la Cruz”. Editorial Gravitaciones, 2018

VERÁS, MI AMOR

I
Y en casa de mi abuela, oculto en un armario,
dormía un libro viejo: La Juanita.
Me lo llevé a la hora de la siesta,
la mirada cansina,
al amparo del roble,
en soledad sin techo,
al lado del romero y del tomillo.
Cubierto por la sombra
abrí por cualquier página:
la vida de la niña era en todo un ejemplo.
Empecé a dormitar
y a recrearme en ti,
porque tú eras mi libro y todos los recuerdos.
Al despertar, el libro estaba allí,
pero tú no.
Sólo el rumor de las abejas.

VERÁS, MI AMOR

VI
… En mis manos la luz, a veces aparente,
parece una señal,
imagino que vieja, en el temblor del tiempo.
Y me gusta mirarla
y pensar que en mi rostro se refleja,
que borra la tristeza de mis ojos.
Pienso que debería ser así todas las veces
y para todos siempre.
Pero también la luz
es sombra horizontal en una cueva
repleta de alimañas.
Y tú las ves y temes que te roben
esa escasa alegría,
que se quiebre tu vuelo
sin remisión, herido por la ausencia.
(De DESPUÉS DEL AMOR, Olélibros, 2018)

V

…Los seres de la rambla,
ocultos o en el aire,
juegan entre las flores
o nadan en las charcas.
Viven cumpliendo los mandatos
de ese ser inasible
que nunca ha visto nadie,
que consiente u ordena
el ritmo de las olas y del tiempo,
el crujir de la roca
y el volar de una abeja que se acerca
y zumba sobre mí.
Todo sigue un compás desconocido,
como de muerte,
y el concierto es extraño.
Su música entorpece mis silencios
por su poder sagrado y ancestral.
Nada puede alterar su pentagrama.
Todas las luces y las sombras
son obra de ese ser incomprensible
que ordena que los días amanezcan,
que las nubes no lloren en verano
o altera el calendario de las risas
haciendo que los miedos aparezcan,
porque todas las cosas, todas,
han de pedir permiso, sin saberlo,
para que abra la puerta del misterio
y haga entender hasta a las piedras
que el veloz vuelo del vencejo
pueda alterar la vida de la rambla

RIZANDO EL RIZO [Mi poema]
Hermanos Álvarez Quintero [Mi poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Que yo nunca entendí donde hay ventajas
de hablar tantos idiomas.
Reprocho a quien lo avala que son bromas
y digo a quien reparte esas migajas
con pan tu te lo comas.

Reparto mis sospechas por iguales
a nuestros gobernantes.
Si el pueblo les reprocha ser farsantes
¿por qué no les envía a los Urales
a hacer de comediantes?

¿Por que razón los ricos e indigentes
se llevan a patadas?
Los unos niegan a otras ser honradas,
les culpan de que obligan a las gentes
a hacer las peonadas.

No mires, que no puedo comprender,
tener hijos que aporta.
La madre si no quiere los aborta.
Y otras hay se mueren por tener.
Y a nadie esto le importa.

Buscamos todo el tiempo la verdad
sabiendo que no existe.
La misma a su verdad ya se resiste,
se agarra de la mano a la maldad.
Y esto esto me pone triste.

No entiendo por qué existen dioses tantos,
si el mundo uno lo hizo.
¿Acaso es que hay alguno primerizo?
No puedo aquí ocultar mis desencantos.
Y así rizando el rizo.
©donaciano bueno

Comentario: filosofar es el acto de pensar, en consecuencia no es una actividad que precise de instrumentos, técnicas o muestras sino, más bien, de la capacidad del individuo para contemplar e interpretar la realidad y a partir de ahí emitir un argumento o una opinión.

MI POETA SUGERIDO:  Hermanos Álvarez Quintero

La rosa del jardinero

Era un jardín sonriente;
era una tranquila fuente
de cristal;
era, a su borde asomada
una rosa inmaculada
de un rosal.

Era un viejo jardinero
que cuidaba con esmero
del vergel,
y era la rosa un tesoro
de más quilates que el oro
para él.

A la orilla de la fuente
un caballero pasó,
y la rosa dulcemente
de su tallo separó.

Y al notar el jardinero
que faltaba en el rosal,
cantaba así, plañidero,
receloso de su mal:

-Rosa la más delicada
que por mi amor cultivada
nunca fue;
rosa la más encendida
la más fragante y pulida
que cuidé;

blanca estrella que del cielo
curiosa del ver el suelo
resbaló;
a la que una mariposa
de mancharla temerosa
no llegó.

¿Quién te quiere? ¿Quién te llama
por tu bien o por tu mal?
¿Quién te llevó de la rama
que no estás en tu rosal?

¿Tú no sabes que es grosero
el mundo? ¿Que es traicionero
el amor?
¿Que no se aprecia en la vida
la pura miel escondida
en la flor?

¿Bajo qué cielo caíste?
¿A quién tu tesoro diste
virginal?
¿En qué manos te deshojas?
¿Qué aliento quema tus hojas
infernal?

¿Quién te cuida con esmero
como el viejo jardinero
te cuidó?
¿Quién por ti sólo suspira?
¿Quién te quiere? ¿Quién te mira
como yo?

¿Quién te miente que te ama
con fe y con ternura igual?
¿Quién te llevó de la rama,
que no estás en tu rosal?

¿Por qué te fuiste tan pura
de otra vida a la ventura
o al dolor?
¿Qué faltaba a tu recreo?
¿Qué a tu inocente deseo
soñador?

En la fuente limpia y clara
¿espejo que te copiara
no te di?
¿Los pájaros escondidos,
no cantaban en sus nidos
para ti?

¿Cuando era el aire de fuego,
no refresqué con mi riego
tu calor?
¿No te dio mi trato amigo
en las heladas abrigo
protector?

¿Quién para sí te reclama?
¿Te hará bien o te hará mal?
¿Quién te llevó de la rama
que no estás en tu rosal?

Así un día y otro día,
entre espinas y entre flores,
el jardinero plañía,
imaginando dolores,
desde aquél en que a la fuente
un caballero llegó,
y la rosa dulcemente
de su tallo separó.

AUTORRETRATO

Fuimos… entre espigas y olivares:
el uno esperó al otro en la lactancia,
y en el primer pinito de la infancia
ya escribimos comedias y cantares

Después… libros, y novias y billares
(¡memorias que ilumina la distancia!)
luego… una juventud cuya fragancia
envenenan agobios y pesares.

Fuimos… cuanto hay que ser: covachuelistas,
estudiantes, «diablillos», editores,
críticos, «pintamonos», retratistas…

Y hoy, como ayer, sencillos escritores
que siguen, a la luz de sus conquistas,
sembrando sueños por que nazcan flores.

AÑO NUEVO

De su ventana, tras el verde herraje,
entre flores de invierno prisionera,
una mujer, humana primavera,
teje, soñando, delicado encaje.

Sus manos, palomitas sin plumaje,
hacen labor paciente y duradera,
y su alma, mariposa volandera,
libre va de un paraje a otro paraje.

Se lleva un año muertas ilusiones:
ni amor de novio, ni amistad de amigo…
¿Dónde están los amantes corazones?

Y entristecida, y sola, y sin testigo,
piensa, al calor de ocultas emociones:
«¡Ven, Año Nuevo! ¡Y el amor contigo!»

ABRIL

Con sus nieves y aguas mil
al invierno el sol destierra;
suspira alegre la tierra
y ese suspiro es abril.

¡Abril!, el primer albor
de la mañana en el cielo;
¡abril!, el primer anhelo;
¡abril!, la primera flor.

El primer ímpetu ardiente
de la vida, antes en calma;
el primer grito en el alma;
el primer sueño en la frente.

Abril es por maravilla
flor de eterna juventud;
abril es fuerza y salud;
abril sabe a manzanilla.

Abril es aura que cruza
entre flores a escoger;
abril es una mujer,
y una mujer andaluza.

Abril ama, sueña, engríe
canta, bulle y alborota;
abril es clavel que brota,
abril es boca que ríe.

¡Abril! ¿A quién no has dejado
el recuerdo de un amor
y las hojas de una flor
en el libro más preciado?

GUADALQUIVIR

En su nacimiento, en Cazorla.

¡Detente aquí, viajero! En estas peñas
nace el que es y será rey de los ríos,
entre pinos gigantes y bravíos,
que arrullan su nacer y ásperas breñas.

El reflejo otro tiempo las enseñas,
las armas, los corceles y atavíos
de razas imperiosas, cuyos bríos
postráronse en sus márgenes risueñas
ensancha entre olivos y trigales,
y al mar corre a rendirle sus cristales.

Mas coma lleva sal de Andalucía,
sus aguas vuelve a las del mar iguales,
para llegar mas lejos todavía…

Y así van sus caudales,
triunfantes en el seno de las olas,
a las p]ayas de América españolas.

LA SIESTA

En un rincón de un patio fresco y ameno,
que alegran y perfuman aves y flores,
una niña morena, que tiene amores,
duerme, puestas las manos sobre su seno.

.
Sueña, y al grato hechizo de cuanto mira
a través de la bruma de lo soñado,
se dilata su seno blanco y rosado,
y su boca de grana se abre y suspira.

Luz del alma ilumina su rostro hermoso:
se encienden sus mejillas, tiembla y sonríe,
y más con lo que sueña su amor se engríe,
y es cada vez su aliento más anheloso…

Murmura luego su nombre: nadie contesta…
Abre sus ojos negros con mudo espanto,
y al ver de sus quimeras roto el espanto
volviendo al sueño dice: ¡Bendita siesta!

DOLOR DE DOLORES

I
-Dime: ¿por qué as ese llanto?
-Por una ilusión perdida
por una reciente herida,
por un nuevo desencanto…
Pues no llores más… y olvida.

II
-¿Por qué lloras, flor de flores?
-Porque el que era dueño mío,
el que me hablaba de amores,
me hiere con un desvío…
-Pues olvídalo… y no llores.

III
-¿Por qué sollozas ahora?
-¡Ay! Ya no alumbra la aurora
ni dará. flores mi huerto…
Lloro por mi niño muerto…
-Pues no lo olvides… y llora.

LA MEJOR COPLA

En el descanso de una jornada,
que si fue dura, si fue sangrienta,
por ha Victoria fue coronada,
junta a la hoguera que los calienta,
enardecidos y decidores
con fe en la vida y alma contenta,
varios soldados cantan amores,
como quien quiere buscando flores
borrar el daño de la tormenta.

Harto seguro de su donaire,
toca uno de ellos una guitarra,
y una garganta que se desgarra
lanza esta copla, que roba el aire:

La heridita que me han hecho
es chiquitita y es roja:
¡bendiga Dios esta herida,
que me recuerda tu boca!

Con recios gritos y ¡oles! ardientes
al que ha cantado premia el cornillo:
porque la copla lleva a las frentes,
en su lenguaje puro y sencillo
la imagen viva de las ausentes
cuyo retrato guarda el hatillo.

Y aun no repuestos los campeones
de esta alegría que en sentimiento
tiene anegados los corazones
cuando quejosa como un lamento
de ha vihuela siempre a los sones,
salta otra copla que roba el viento:

Aquel base de mi madre me
dio miedo de la guerra,
y en la guerra soy valiente
por devolvérselo a ella

¡Amor de madre! Rico tesoro
que late dentro de las entrañas,
como en el centro de las montañas
oculto el oro:
al evocarte con voz dolida,
sienten los héroes como encendida
sobre su rostro la intensa huella
de aquellos besos de despedida
que da tan sólo la boca de ella.

En algún pecho brota un sollozo;
algunos ojos anubla el llanto;
y al advertirlo sagaz el mozo
de las cantares, por el quebranto
volver en gozo,
para la patria tiene este canto:

Que cuál patria era su patria
le preguntaron a Dios,
y sin pararse a pensarlo,
Él dijo que era español.

Estallan risas frescas y locas
de honda alegría;
gritan a un tiempo todas las bocas,
y amortiguando la algarabía
con su apostura serena y pía,
pasa una virgen de blancas tocas.

Lleva en sus ojos, dulces y bellos,
por el insomnio martirizados
de amor cristiano dulces destellos;
lleva sus dedos ensangrentados,
porque amorosos tocaron ellos
en las heridas de los soldados.

¡Amor de todos! Este as su emblema,
éste es su norte y éste su aliento,
y amando a todos viva el poema
de la ternura y el sufrimiento.

La mira el mozo, su ardor extrema,
y con el alma puesta en su acento,
canta esta copla, que luego el viento
lleva a más alta región suprema:

La caridad no pregunta
ni las nombres ni las tierras:
como la mar llama al río,
el llanto la llama a ella.

Canto de penas del mundo entero,
por generoso, por lastimero,
conmueve a todos… Noble y augusta
sigue la hermana por el sendero.

Y otro muchacho dice al coplero
con voz velada, pero robusta:
-Tengo una patria por la que muero,
tengo una novia que es un lucero,
tengo una madre cristiana y justa,
y, sin embargo, mi compañero,.
ése es el canto que yo prefiero,
¡ésa es la copla que más me gusta!

FANTASÍA DE UNA NOCHE [Mi poema]
Ciro Alegría [Mi poeta sugerido]

MI POEMA...de medio pelo

 

La vida va bailando por la acera
de un pueblo cuyo nombre no recuerdo,
por mucho que lo intento ya me pierdo,
se dice que el que espera desespera.

Avanza tropezando a cada paso
cual fuera un invidente que anda a oscuras
tratando de evitar poner suturas,
testigos de su intento y su fracaso.

Presiente se aproxima el precipicio
pues tiene que pagar por lo que ha hecho,
hurgando en el pasado con despecho
consciente que no existe algún resquicio.

Fantasmas son del sueño de una noche
en que ella allí se encuentra obnubilada,
debiendo de arribar otra alborada
volviendo a clarear, poniendo el broche.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Ciro Alegría

EL CABALLO FRATERNO

caballo canelo

Viento puneño se trenzó en sus crines
y en sus cascos chispeaban pedernales.
Cedro y nieve le hicieron la color reluciente.
Caballo hermano,
bueno cual retazo de viento.
De un relincho domaba cuanto cerro saltaba al paso
y los caminos eran hechos polvo por sus ojos tatuados de
(relámpagos).
Se hacía acompañar de espuelas
para marcar mejor el paso franco.
Juntos atravesamos mil caminos,
pasamos hambres,
equilibramos nuestras angustias en los desfiladeros
y nos envolvieron soledades donde era sombra la única presencia.
Los dos vivimos sobre la amplia puna
fía y enhiesta,
que afilaba peñascos, batía truenos y aguaceros,
cavando precipicios a un lado y otro del camino.
Se llamaba Canelo,
y era todo él un corazón latiendo.
Caballo hermano,
ahora es más grande que nunca tu recuerdo.
Ahora que voy a pie los caminos
y escucho tu relincho como un largo lamento.
(De Paz en la tierra)

EL POEMA INACABABLE

Como el pulso en mi mano estás en mí,
como este movimiento en mi mano que ondula y mi aptitud
de ver en la mirada.

Mas te oigo con la yema de mis dedos,
y mi cuerpo es lo bronco en el dúo arterial de nuestros cuerpos.

Yo dejé mi pasado entre cactus y cerros magueyes de angustia
y ahora estoy aquí- rendido- igual que un animal extraño.

¿Y tú? Si pudiera decirlo yo diría que vienes
como pulpa de noche, agitada por raras convulsiones eléctricas.

Y ahora, ambos a dos, aquí, en la palma de Dios
o solamente en la
quiromántica palma de la Vida.

Ambos a dos, aquí, abrochados de angustia por espacios ignotos
donde en el fondo, acaso, están llorando niños.

Ya no contamos nada. Ni siquiera alegrias ni lágrimas.
Es una queja alegre ésta del «da y toma» de las mayores ansias.

Yo voy a ti, pirata.
Y ven tú a mí, saquéame!…
…hasta la fiebre y el cansancio y la desesperación y
la caída.
Naufragamos en islas de soledad.
Perdidos, sordos y yertos al clamor lejano,
estiramos los brazos vanamente, tratando de encontrarnos…
En Índice de la poesía peruana contemporánea, 1938

Un poema dedicado a ti

Te admiro

Te admiro al conocerte,
te conozco al verte,
te veo al saber de ti,
de ti lo sé todo,
lo sé todo por mis sentimientos,
mis sentimientos crecen gracias a ti.

Tus letras son melodías,
me tranquilizan el alma y la mente,
tu musa es notable,
tan notable como para crear maravillas.

Te describes en tus anécdotas,
te reflejas en tus hechos,
eres sabio como inteligente,
creativo como un toque de arco iris.

Eres tan patriota como los colores rojo y blanco,
ayudaste a mi patria y a mi ser,
aprendiste a amar creando versos,
defendiste a los humildes,
me enseñaste a siempre querer mas,
a querer ser como tú,
te admiro.

POEMA A CALIXTO GARMENDIA

Creaste un hogar protegiendo a tu familia
Esperaste crecer para ser afortunado
Si viene alguien que te quita lo soñado
No retrocedas que no hay otra vida.

Reclamas, reclamas y no se solucioa nada
Has hecho de todo para evitar esa rica raza
Esa que viene y te miente
Eres tú ahora el que les advierte
¿Es necesario llegar a matar?
Podría seo llegarte a gustar
Solo ponnte a pensar
Que cualquier bicho te va a mirar.

Mientras tanto trata de evitarlos
Es ahí cuando están desesperados
Y si te dan un martillazo
El pueblo corre a matarlos de un porrazo.

Calixto Garmendia es tu nombre
Lleva alto a ese buen hombre
No te des por vencido
Tú puedes, mi buen amigo.

Amado Nervo

El fantasma y Yo

Mi alma es una princesa en su torre metida,
con cinco ventanitas para mirar la vida.
Es una triste diosa que el cuerpo aprisionó.
y tu alma, que desde antes de morirte volaba,
es un ala magnífica, libre de toda traba...
Tú no eres el fantasma: ¡el fantasma soy yo!

¡Qué entiendo de las cosas! Las cosas se me ofrecen,
no como son de suyo, sino como aparecen
a los cinco sentidos con que Dios limitó
mi sensorio grosero, mi percepción menguada.
Tú lo sabes hoy todo..., ¡yo, en cambio, no sé nada!
Tú no eres el fantasma: ¡el fantasma soy yo!

CALEIDOSCOPIO [Mi poema]
Ben Clark [Mi poeta sugerido]

MI POEMA… de medio pelo

 

Detrás de la mirilla veo espejos
que observan fijamente a todos lados,
la giro y aparecen mil reflejos,
se acercan, visualizan desde lejos
simulan ser trucados.

La vida es un espejo de cristal
allí el caleidoscopio toma planos,
a veces más humanos, más lejanos,
cual traveling que se hace al carnaval
pintado en cien mil granos.

No mires, no lo dudes, lo que ves
dista mucho de ser lo que parece,
ni hay halagos tal vez que se merece,
no hagas caso, no mires del revés
que allí todo oscurece.

Haz del tiempo lo que es un pasatiempo,
no dejes que te hechicen los colores,
que algunos andan faltos de rubores
frecuente es se presenten a destiempo
y obras no son amores.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Ben Clark

Premio Ojo Crítico de RNE de Poesía

Hola de la bonanza

“Hijos de la bonanza” nos llamaban:
los que no conocieron ni la hambruna
ni las agudas larvas de estridencia
chillando en el oído por las bombas.

Y cuando nuestras piernas, tan delgadas,
Caían y sangraban porque el parque
era de un hormigón armado y frío,
se quedaban callados, observando

Nuestro llanto con un gesto de sorna.
Debíamos vivir y dar las gracias
por la ocre rozadura en la garganta
Que provocaba el aire al refugiarse.

Agradecer las flechas de las nubes.
y que un fango lechoso a nuestros pies
–En un último gesto agonizante–
Le mordiera las botas al progreso.

¿Y cómo agradecerles la alegría?
La risa provocada por los hombres.
inocentes del mar
cuando se encaminaban hacia el río

Disponer de un bañarse entre excrementos.
También estaba el tedio
de tener que explicarles a los niños
palabras como pueblo indio, oso

Pardo, ballena azul o lince ibérico.
Pero esto eran minucias, sacrificios.
en nada comparables al sufrido
por aquellos que ahora nos decían

“Hijos de nuestra sangre”, tan severos.
Aunque, a veces, es cierto, no era fácil,
Simplemente intentamos ir viviendo.
Haciendo caso omiso a los escrúpulos,

al vacío que moraba en nosotros,
hijos de la bonanza;
los hijos de los hijos de la ira
Herederos de todos los despojos.

CERES

Admiro a los amigos que hacen pan
y los cuido y protejo con conjuros
inventados, escribo
poemas en su honor y, si se mudan,
vendo mi biblioteca y doblo mal
la ropa y la introduzco
en bolsas de basura y voy con ellos,
a su barrio, a su calle,
a su mismo edificio si es posible,
y así me dan el pan, el pan que han hecho
esta mañana, anoche, ayer, no importa,
tierno siempre, caliente aunque esté frío.
El pan. Y mis amigos me comprenden
y no se espantan, saben que no sé,
que no puedo, que nada
me gustaría más que no tener
que molestarlos siempre con el mismo
cuento; el pan, vuestro pan, me da la vida,
hace que me arrepienta y que me alegre
a la vez del tratado que firmamos
mucho antes de nacer: habrá personas
fecundas que harán pan, que enseñarán
a sus hijos el truco y que no tienen
a cambio que hacer nada.

Y habrá personas huecas como yo,
hijos sin hijos, nombres moribundos,
que a cambio de una pizca de ese amor
tendrán que proteger a los que saben,
cuidarlos siempre, amar a los que saben
y no pedirles nunca lo que es suyo
y agradecer las migas cuando falte
el pan, y ser amigo cuando no
haya nada de nada y sólo queden
palabras sobre el pan, y si eso ocurre
ser abrazo de roca y ser su barca,
porque esa es su tarea, la tarea
de un hombre que no puede y que no sabe,
pero que ama y comprende los milagros.

POKER FACE

Oh, oh, oh, oh, oh, oh-oh-e-oh-oh-oh
LADY GAGA

Habla con niños que no existirán.
Pasea por la orilla de los ríos cantando
canciones pegadizas de adolescentes yanquis
y luego vuelve a casa, donde escribe poemas
de amor con versos clásicos y nunca
menciona las canciones ni a los niños
intangibles. Escribe sobre cosas amables
y se pregunta, a veces, si acaso lo peor
que te puede pasar
es morir solo.

Omenage a la geografía

Recuerdo una discusión feroz
en clase de geografía. El profesor
nos había dicho que el número
de paralelos y meridianos era infinito.
Imposible, gritábamos.
Imposible.
Nosotros éramos apenas unos niños que,
como todos los niños, veníamos de la muerte
y la conocíamos bien. Nosotros
éramos apenas unos niños
frente a un profesor de geografía,
apóstatas de la infinitud frente a un hombre
que ya transpira,
que se enrojece,
que ya parte la segunda tiza por la mitad
mientras berrea sobre la necesidad de que entendamos
la incuestionable infinitud de unas líneas invisibles.
Algunos creyeron comprenderlo y abandonaron
las canicas para siempre.
Vagaban como celadores por los pasillos
durante el recreo; calculando y comentando
la cantidad de paralelos y meridianos
que les perforaban en cada instante.
Los Sansebastianes los llamábamos,
víctimas de aquel Diocleciano geográfico y pervertido,
fiel servidor del dios Azimut.
Si bien la comprensión del fenómeno condujo
a los Sansebastianes directamente al funcionariado,
la sospecha de que aquello pudiera ser cierto
también causó estragos entre aquel deleble puñado
de futuro que constituía 3º B: algunos
–la mayoría– abandonaron la literatura para siempre,
otros se aferraron a ella como balseros con tisis.
Los que pertenecíamos al segundo grupo
debíamos sufrir una condena que iba más allá
de un suspenso en materia de geografía. Sería
imprescindible mantenerse en movimiento,
recorrer cada escorzo del mundo y huir
de la inmisericorde mirada de Greenwich.
La lectura paliaba el miedo.
Despistábamos las latitudes recorriendo
páginas sin descanso.
“Lo que el escritor ha unido
que no lo separe el hombre”,
nos había dicho el profesor de literatura,
pero nunca supimos bien
a qué se refería.
Puede que no significara nada,
del mismo modo que el empeño vacuo
del geógrafo proselitista tampoco tenía
que habernos afectado del modo en que lo hizo.
Pero las cosas son así. Tenemos
la cabeza tatuada con las máximas
herméticas de uno, con las cifras incontestables
del otro.
Recorremos el mundo cada vez en un sentido
diferente y leemos,
sobre todas las cosas,
leemos
para olvidar,
para ser veloces,
para que no
nos puedan definir las coordenadas

Revolución

Contra todo florecen los almendros.
Protesta radical e inquebrantable.
Este siglo veloz sin concesiones
ya no tiene un talón
visible; más que un ojo tiene mil
y no hay David que pueda ya vencerlo.
Escasean los héroes
en esta era de plasma
y, con todo, florecen los almendros.
Creer en el amor tampoco sirve
–contra el amor las flores han marchado–,
de amor están repletas las cunetas;
entre los vivos sólo
persiste el verde amor por el dinero.
Mienten las dependientas el catorce
y por eso florecen los almendros.
Por el sapo dorado, el tigre persa,
por el león del cabo y el dodo,
el pingüino gigante,
el águila de Haast y el tilacín,
la paloma viajera, el pájaro carpintero
Imperial, por el ciervo de Schomburgk
llevan su luto blanco los almendros.
Porque hoy en día existen los esclavos
–las flores lo repiten: ¡hay esclavos!–
y lugares oscuros
y cárceles sin nombre
donde la vida es sólo un agujero.
Con la voz de los mudos se resisten
a callar los almendros.
Hay un dolor oculto en primavera,
nada sabe del hombre, de su historia
de guerras y desastres,
también este dolor es algo hermoso,
hermoso, ambiguo y brevemente eterno;
es la pena inefable
que hace estallar de amor a los almendros.
En este florecer tan subversivo
se han ido las pasiones de otros años,
se ha ido la esperanza
con la escarcha de enero y con el agua
que tímido se adentra en un febrero
que es testigo del cambio y del combate:
contra todo florecen los almendros.

MI POETA INVITADO:  Manuel García Romero

Caleidoscopio

¡ Nubes de espumas !...
¡ Brisas suaves !...
¡ Auras de Mayo !...
¡ Risas de arcángel !...
¡ Ardor de fuego !...
¡ Verdor del valle !...
¡ Azul del cielo !...
¡ Paz en la tarde !...
¡ Fuentes serenas !...
¡ Lluvia de flores !...
¡ Dulces cadencias !...

* * * * * * * * *

¡ SON MIS AMORES !..

VERDADES PARA MÍ OS QUIERO [Mi poema]
Amadeu Vidal Bonafont [Mi poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Verdades absolutas sé no existen,
que algunas hay que son medias verdades,
productos del capricho, veleidades,
que al filtro la razón no se resisten
o simples falsedades.

Verdades sé que existen a patadas,
cada uno lleva a cuestas sus verdades,
se gritan sobretodo en las ciudades,
y algunas en los pueblos desgastadas
pues suenan ya a piedades.

Verdades sobretodo en monasterios,
en clínicas que tratan la ignorancia,
algunas hay que exentas de sustancia
se suelen predicar en baptisterios,
mentiras con fragancia.

Pues dicen que hay verdades como puños,
se cantan las verdades del barquero;
verdades para mí, yo las prefiero
que sean inocentes, sin rasguños
de un rango placentero.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Amadeu Vidal Bonafont

(23º premio de poesía Màrius Torres del Ayto. de Lleida)

Les mans de la perruquera

A la Mònica

El rellotge reflectit al mirall
marca les hores irreals d’una tendresa
falsa. Però sembla amor
el massatge dels dits flonjos al cap,
el tacte ferm i sensual
dels polzes vora l’orella, la veu melosa
quan em demana si l’aigua
surt massa freda. Sembla amor
quan m’eixuga els cabells
amb la tovallola i em convida
a canviar de cadira, quan em ressegueix
el clatell amb la navalla esmolada,
quan s’inclina per ajustar millor
la patilla. Sembla amor
quan s’atura un moment i sospira
pensant que demà, a la fi, és diumenge

Ulls de vidre

Tinc por que se m’aturi la respiració, els ulls, el cor,
i, de sobte, em trobi transportat a la selva verge
que un dia va habitar aquest tigre de bengala.
Hauria pogut mirar-lo amb la parsimònia d’ara?
Humiliar el seu instint assassí des de l’ altra banda
de la vitrina? En igualtat de condicions,
sentiria aquesta pena humana? O bé hauria maleït
haver nascut massa aviat, abans d’inventar el joc
de domar, matar, exterminar les feres? Potser
el meu plor hauria desvetllat en ell la pietat i el perdó,
o potser m’hauria devorat sense ni tan sols mirar-me,
o potser hauria hagut d’explicar-li que no hi ha
res a fer, que estem condemnats a contemplar-nos
eternament a través de la fredor del vidre
sense poder-nos explicar les raons dels nostres actes;
que no li serviria de res fer-me mal, de la mateixa manera
que jo, ara, no puc salvar-lo de la seva mort antiga.

Dinar de Reis

Aquest hivern serà l’últim, asseveren,
d’unes tardors ençà, els nous besavis.

Ho creuen de debò, i endrecen el pis
per deixar-lo impecable. Resignats, solidaris,
neguitosos com l’ocell que ha d’enllestir el niu
abans de la posta, ordenen armaris i calaixeres,
destrueixen paperassa que ens faria nosa.
Però no acaben mai. I s’atabalen.

Aquest hivern serà l’últim, repeteixen
com un baix continu que ressona a taula.

I cada any se’ls acompleix l’esperança
d’equivocar-se en el fúnebre pronòstic.
Viure així és una travessa commovedora,
me n’adono en veure’ls abstrets, vora teu,
devorant els cacauets del pica-pica, els canelons,
el tortell de Reis, la fava que s’empassen
novament per darrera vegada. Em captiva
veure’ls mirar-te com si l’escena no fos real,
com si suressin fora del temps, espectrals,
barrejant les coses noves que tu aprens
amb allò que ells retroben i obliden a l’acte.

Ruïnes d’Empúries

Caminem voramar
per la sorra d’Empúries,
descalços,
quan l’horitzó despulla
les barques.
Piròmans, encenem
la palla i la tendresa
de la tarda tan clara.

Si ens mirem descobreixes
que el color dels meus ulls
és un bosc per cremar,
o potser és el verdet
d’una cisterna muda
que sap en tot moment
que quan ens mirem jo
penso el que tu no penses.

Cor de metall

Arrambo la bicicleta al marge
d’un camp cremat i m’endinso al bosc
a la recerca de follets heavys,
i resulta que tot el que trobo
és la turritel?la que vaig perdre
un dia entre els miralls de la nit.

No comprens que jo vull ser un vers
romàntic i salvatge, secret,
un poema tendre a flor de pell
feta a tires pel dur martelleig
d’aquest cor heavy indecís que dubta
si flagel·lar-te el cos o estimar-te.

No sabria dir-te per què ploro
quan em perdo entre engorjats feréstecs
que em xuclen, que m’estiren les grenyes,
i em fan sentir que no sóc res més
que un roc noctàmbul al tarter
de la nit heavy més negra i lúgubre.

El desmai

Quan m’ignores
telefònicament
m’agradaria ser
el tronc d’un gran desmai,
sensual i plorós,
que visqués davant del
porxo de casa teva
com una selva urbana
de petons en conserva.

MADRE NO HAY MÁS QUE UNA [Mi poema]
Manuel Benítez Carrasco [Mi poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Tenía la paciencia de un Job santo,
con maña devanaba la madeja,
si yo la entretenía, niño deja
cerraba así mi boca a cal y canto
al tiempo que una queja

solía resbalar de mi garganta
con mutis por el foro y a hurtadillas.
Después ya me sentaba en sus rodillas
llenándome de besos la tunanta
y haciéndome cosquillas.

Así es como yo hoy día la recuerdo,
-lo dice todo el mundo, era mandona-
solía colocarse una corona
de mira y no me toques que ahora muerdo
fingiendo otra persona.

Un ser al que la vida le dio palos
sabiendo responder con tal denuedo,
capaz de rechistarte y meter miedo
y al rato conmoverte con regalos,
meterte en un enredo.

Se dice lo de madre no hay más que una,
y debo aquí aclarar que eso es bien cierto.
La mía, la que a mí llevó a buen puerto
presente siempre está desde la cuna
al día en que esté muerto.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Manuel Benítez Carrasco

Romance del niño que todo lo quería ser

El niño quiso ser pez;
metió los pies en el río.
Estaba tan frío el río
que ya no quiso ser pez.

El niño quiso ser ave;
se asomó al balcón del aire.
Estaba tan alto el aire
que ya no quiso ser ave.

El niño quiso ser perro;
se puso a ladrar a un gato.
Le trató tan mal el gato
que ya no quiso ser perro.

El niño quiso ser hombre;
le estaban tan mal los años
que ya no quiso ser hombre.

y ya no quiso crecer,
no quería crecer el niño
se estaba tan bien de niño,
pero tuvo que crecer.

Y una tarde, al volver
a su placita de niño
el hombre quiso ser niño
pero ya no pudo ser.

Soleá del amor desprendío

Mira si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río.

Y tú bien sabes por qué
tiré tu cariño al río:
porque era hebilla de esparto
de un cinturón de cuchillos;
porque era anillo de barro
mal tasao y mal vendío,

y porque era flor sin alma
de un abril en compromiso,
que puso, en zarzas y espinas,
un fingimiento de lirios.

Tiré tu cariño al río,
porque era una planta amarga
dentro de mi huerto lírico.

Tiré tu cariño al agua,
porque era una mancha negra
sobre mi fachada blanca.

Tiré tu cariño al río
porque era mala cizaña
quitando savia a mi trigo;

y tiré todo tu amor,
porque era muerte en mi carne
y era agonía en mi voz.

Tú fuiste flor de verano,
sol de un beso, luz de un día;
yo te cuidaba en mi mano,
y en mi mano te acunaba,
y tu, por pagarme, herías
la mano que te cuidaba.

Pero al hacerlo, olvidabas
(tal vez por ingenuidad),
que te di mis sentimientos
no por tus merecimientos
sino por mi voluntad.

Yo no puse en compraventa
mi corazón encendío;
y has de tener muy en cuenta

que mi cariño no fue
ni comprao ni vendío,
sino que lo regalé.

Porque yo soy desprendío;
por eso te di mi rosa
sin habérmela pedío.

Porque yo soy desprendío
y doy las cosas sin ver
si se las han merecío.

Por eso te di mi vela,
te di el vino de mi jarro,
las llaves de mi cancela
y el látigo de mi carro.

Ya ves si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río.

Soleá del amor desprendío

Mira si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río.

Y tú bien sabes por qué
tiré tu cariño al río:
porque era hebilla de esparto
de un cinturón de cuchillos;
porque era anillo de barro
mal tasao y mal vendío,

y porque era flor sin alma
de un abril en compromiso,
que puso, en zarzas y espinas,
un fingimiento de lirios.

Tiré tu cariño al río,
porque era una planta amarga
dentro de mi huerto lírico.

Tiré tu cariño al agua,
porque era una mancha negra
sobre mi fachada blanca.

Tiré tu cariño al río
porque era mala cizaña
quitando savia a mi trigo;

y tiré todo tu amor,
porque era muerte en mi carne
y era agonía en mi voz.

Tú fuiste flor de verano,
sol de un beso, luz de un día;
yo te cuidaba en mi mano,
y en mi mano te acunaba,
y tu, por pagarme, herías
la mano que te cuidaba.

Pero al hacerlo, olvidabas
(tal vez por ingenuidad),
que te di mis sentimientos
no por tus merecimientos
sino por mi voluntad.

Yo no puse en compraventa
mi corazón encendío;
y has de tener muy en cuenta

que mi cariño no fue
ni comprao ni vendío,
sino que lo regalé.

Porque yo soy desprendío;
por eso te di mi rosa
sin habérmela pedío.

Porque yo soy desprendío
y doy las cosas sin ver
si se las han merecío.

Por eso te di mi vela,
te di el vino de mi jarro,
las llaves de mi cancela
y el látigo de mi carro.

Ya ves si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río.

LA INFANCIA, ESE TROCITO DE VIDA [Mi poema]
Carlos Fenoll [Mi poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

La infancia es ese trozo de la vida
que tienes bien guardado en tu zurrón,
la infancia en si no tiene explicación
pues llevas la lección bien aprendida
y nunca ya se olvida la lección.

La infancia es otro mundo, es otra historia,
un cuento en el que tú no pintas nada,
te intentan engañar que existe un hada
que un día ha de llevarte hasta la gloria
con sones de una música dorada.

Y hay otras, muchas veces, que amedrentan
tratando la verdad de meter miedo,
tú en medio la maraña, en ese enredo,
buscando una razón a lo que cuentan
pensando si eso a ti te importa un bledo.

La infancia, qué bonita que es la infancia
jugando sin saber a lo que juegas,
creyendo a pies juntillas sin más pegas,
inmerso en ese magma de ignorancia
dudando hasta agotar. Que estás a ciegas.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Carlos Fenoll

SENDA DEL AMOR, SOLA

El corazón tiene sendas .
. Una senda clara y sola;
~ájaros muertos, brillantes,
en medio! Senda que llora
el no tener compañera,
no poder ser una v~ora,
ni siquiera lanza, diente,
uña. Le matan las otras
la espiga, el pájaro, el agua,
y le echan lodo a sus rosas.
¡Si ella pudiera ser libre,
ser, sin la senda afanosa
de la envidia, sin la senda
tísica del odio, sola!
¡Cómo cuidaría entonce~
los trigos, el pan, a rop
nave del horno, la tierra
triste, hasta la triste roca!
Ser sola, senda de amor.
En mi corazón tú sola:
agua brillante, pradera
brillante, brillante rosa.
. Si yo pudiera quebrar
ia amarga raíz de las otras
en mi corazón, sacarlas
de sus basuras más hondas!
y no podré nunca. ¡Nadie
podrá nunca, nunca! sola.
(Silho», núm. 1, Orihuela, 1936)

CANCIÓN A MI VIDA

Yo tengo para amarte, vida loca,
un cáliz de veneno aquí en mi boca,
un rayo en el latir del corazón
centellas en mis ojos melancólicos
y trazos de murciélagos diabólicos
que llevo en mi cerebro de león.
Yo tengo para amarte… tengo sólo
las furias más soberbias del dios Eolo
en noches de fatal desolación.
Yo tengo para amarte la amargura,
el canto de la pena y la tortura,
rugidos prolongados de león.
Amor huyó de ti. ¿Cómo voy a amarte?
Yo soy para ti el rayo que se parte
encima de la cumbre perennal…
Detesto ya la risa de tu boca.
Tu senda no es la mía, vida loca.
Tu risa fue mi abismo más fatal.
Revista “Actualidad”, Orihuela, 27 de agosto de 1930, nº 128

GABRIEL MIRÓ, en su obra «Las cerezas del cementerio».

¡Le he visto! ¡Le he visto! Surgió de la entraña
fragante, gloriosa, del lírico texto.
Subía solemne, ante mí, su figura,
cual nube de oro, cual nube de incienso…

Cantaban a gloria unos ángeles rubios;
los ángeles suyos, los ángeles bellos
que él viera un día, en torno a su mesa,
bajar a sus libros —jazmines inmensos—.

¡Le he visto! ¡Le he visto! Tenía una mano,
cual muerta azucena, dormida en su pecho.
Firmeza de roca de mar levantino
tenían sus ojos y azul de los cielos…

¡Le he visto! ¡Le he visto!… ¡Vivía, vivía!
Allá en la cumbrera bebíase el viento;
gustaba el perfume de ariscos matujos,
tomillos y flores; sabinas, romeros…
¡islaba su alma ! Su alma era aquella
sumida en tristezas, en éxtasis bellos,
con gozos de infancia, herida y fragante,
do brotan canciones, ternuras y besos.

¡Miró resucita!, se alza, solemne,
cual dios, en su tumba que cubren cerezos…
¡Le he visto! ¡Le he visto! Surgió de la entraña
fragante, gloriosa, del lírico texto.
Firmeza de roca de mar levantino
tenían sus ojos, y azul de los cielos…
El Pueblo de Orihuela, 30 de septiembre, nº 153, 1930

LA SONATA PASTORIL

A Miguel Hernández, el pastor que en la
paz y el silencio de la hermosa y fecunda
huerta orialana, canta las estrofas que le
inspira su propio corazón.

Cuando la tarde declina
y el sol va perdiendo el brillo
tras de la parda colina,
se siente la sonatina
de un alegre pastorcillo.

¡Es él! .. . El es quien inspira
de mi huerta los cantares;
y es su cayado la lira
que suena cuando suspira
el viento en los olivares.

Sus versos son cual la brisa
que acaricia con dulzura
cuando la tarde agoniza
al agua que se desliza
silenciosa en el Segura …

Y a torna a su hogar querido
por la vereda desierta
de su rebaño seguido
este pastor … ¡que ha nacido
para can»i:ar a su huerta!

Recoge en su seno el viento
la sonatina que canta
marchando con paso lento …

¡El cantar tiene un acento
de plegaria sacrosanta!

Ostenta el cielo un color
amarillento pulido …
¡Es el iris que al cantor
lo subraya con amor
después del deber cumplido.
El Pueblo de Oxihuela», núm. 97, 30 Diciembre, 1929)

JUEVES DE CARNAVAL

San Miguel.
Fragancia a tomillo. Sol.
Sube la gente en tropel
la cuesta de caracol.

Huevos, sal,
pan y vino moscatel.
Y el jueves de carnaval
se pasa… ¡como la miel!

Vueltas mil
al son alegre del vals
da la muchacha gentil. ..
(que por cierto no está mal).

Cantares
la juventud alegre entona
bajo bellos olivares
(mientras agarran la mona)

se encona
la rueda de las zagalas .. .
la risa no se abandona .. .
¡Parece que tienen alas!
¡Qué angelotes son! ¡Qué malas!

Y escribo
sobre una blanca cuartilla,
sentado en peñón altivo
mientras el sol dora y brilla:

San Miguel.
Fragancia a tomillo. Sol.
Baja la gente en tropel
la cuesta de caracol. ..
(1930)

SUPLICA

A Ramón Sijé, al empezar mi senda.

Tú, padre espiritual, noble y ameno
Ramón Sijé de la gran nariz de loro;
tú, hermano sentimental, breve y moreno;
tú, que encierras en tu pecho un pájaro de oro … ,
no consientas que yo, enfermo de ilusiones,
caiga, roto y sin fe, en mi primer camino.
Dame tu mano que arde en santas vibraciones,
dame tu fe y tu luz en el cáliz de un pino.
Y si a flote me llevas, desde la aurora-luz,
yo te daré mis brazos en forma de cruz
con el temblor de dos ramas mecidas
de almendro joven, bellamente floridos.

¡Yo te daré mis ojos llenos de puras
lágrimas de jazmín, transparentes de ternuras!
(1932)

MADRIGAL EN OCTAVILLAS

(A una hora inoportuna}

De todos los manantiales
de agua, metal o armonía,
el de tus labios frutales,
los de tu cabeza umbría.

De todos los infernales
crespones en agonía,
tu corazón, que me imanta,
tu corazón, que me canta.
«Silbo», núm. 2, Orihuela, Julio de 1936

MI POETA INVITADA:  Hugo Mújica

Llueve

Llueve
y al árbol le pesan sus hojas,
a los rosales sus rosas.

Llueve
y el jardín huele a infancia,

a cercanía de todos los milagros,
a ausencia de todas las memorias.

EN LA PIEL

A lo lejos, afuera,
cae
una lluvia
que tan sólo huelo, una lluvia
que aún no ha llegado.
Aquí
en la piel, como en una página
en blanco,
espero que el agua, la lluvia,
lo que vive y tiembla,
me sea alguna vez revelado.

ALTO, LEJOS

Alto,
lejos, por apenas
un instante
la nervadura de un relámpago
incendia de blanco mis ojos,
después todo regresa a lo oscuro,
pero ya no es sólo sombras:
son huellas de lo perdido.

UN VERSO INAPETENTE [Mi poema]
Alejandro Albarrán Polanco [Mi poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Quiero escribir un verso inapetente
que no le guste hablar
del cielo, de la luna ni del mar,
del resto de la gente;
que sea inconsistente
y no incluya el amor en sus palabras,
la duda, la riqueza y la pobreza,
ni a la naturaleza,
lo mismo que a un rebaño ni a sus cabras;
la vida ni la muerte ni el pecado,
que esté descafeinado,
exento de experiencias muy macabras.
Un verso en que las flores
salir a presumir ya se resistan,
ni existan los pintores que las pintan,
ni el campo, ni de aperos, labradores.
Y nada trascendente,
sin puntos ni las comas,
ajenos del humor y hasta las bromas
de alguno que de cuerpo esté presente.
Que no hable de prudencia o de ternura,
no sueñe con los chopos ni los ríos,
la pena, la piedad, los desvaríos,
del pueblo, de la iglesia ni del cura.
No haya similitudes
ni ensalce a los que estima sus poetas,
farsantes de adivinos, los profetas.
Que allí los sentimientos, la virtudes,
eviten el decoro,
haciendo vayan mutis por el foro;
y eviten las catástrofes y aludes.
Sin pájaros ni nidos,
verdades ni maldades, cosas bellas,
ni lluvia y por la noche las estrellas,
buscando soledad sin hacer ruidos.
Recuerdos no haya de un amanecer,
futuro ni a la infancia,
el gozo y el placer de la vagancia,
sin algo que esconder o que temer.
Sin nada que contar, a su albedrío,
sin odios ni pasiones,
ausente de razón y de emociones.
Un verso, en fin, vacío.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Alejandro Albarrán Polanco

(Premio Internacional Manuel Acuña de Poesía en Lengua Española 2018)

Fiebre de

Los pulmones se hinchan,
choz en la cama,
no de la Má
en la frente.
Quiero que la fiebre baje,
que baje la fiebre en la ca
Má,
no en la frente, Má,
la fiebre asciende. Lirios
en el techo, ros de sudor.
Mido, mido el tiempo.
Chorros en la frente. ¿Tener fe?
Lino que raspa y llaga,
¿Ne? Nene, negro felino,
escondido. Loor debajo de la cama.
No,
que en la frente mide el tiempo.
Mido dormido el tiempo debajo de la cama.
Nos en la frente, sudor, mido. Mido el tiempo
de:
dos, en la frente;
cuatro, les digo, yo les digo que,
cinco o se hizo lo que se tenía que hacer;
cenar un brazo, una pierna. Da lo mismo el mar debajo de la ca
Má,
sólo pido que baje el brebaje de mi frente. Mido,
mido el tiempo
bajo la manta. Rayas en las cosas, casos,
cascos, idos en la colcha. Cal en la lengua.
Bajo la colcha: conchas, coro, corola.
Me con tu lengua tea, tu lengua atea
lengüetea el decoro, la concha de la virgen
y tal. Adra la concha del oído, chacal en la lengua.
De lo ido, la fiebre persistentenerte
en pie.
¡Za!, que no se han ido
el dolor y el felino.
Que no se han ido de debajo de la ca
Má,
pon tu mano sobre mi frente.

DIXIT

El hombre es el lobo del hombre
el lenguaje
su colmillo más
punzante

El hombre es el lobo
el lenguaje
el punzón y la herida:
la herida.

No matarás
hasta que mates
es
una tautología, no un verso.

El hombre es
el lobo del hombre
el lenguaje
su colmillo más punzante
altisonante.
No corro. No grito. No empujo:
no grito.

El hombre es el lobo
del hombre
el lenguaje
su colmillo más punzante
altisonante
manoseado
de sentido.

-Esto no se toca.

Hasta que se toca

de sentido

(inverso)

se trastoca

de sentido

(inverso)

como tu boca y mi boca.

-Esto no se toca

como tu boca.

El hombre es el lobo
del hombre
el lenguaje
el colmillo con el que troza la carne del cordero
que traspasó la cerca,
que se escapó del rebaño.

El hombre es el lobo
el lenguaje
el colmillo con el que troza la carne del cordero, abre su vientre
como una naranja y reserva una parte de su piel como una joya.

El hombre es el lobo del hombre
pero también es el cordero.
El lenguaje
las cercas
que lo encierran.

Ay, pero el cordero, el corderito
se escapó del rebaño,
se ha perdido en el monte,
ha traspasado la cerca.

Aunque detrás de esa cerca
hay otra cerca y detrás
otra.

Ay, pero el hombre,
el pobrecito hombre
disfrazado
no quiere ser cordero,
ni lobo, ni hombre.

A ver a ver ¿qué quiere ser?
No quiere ser un cordero.
A ver a ver ¿qué quiere ser?
No quiere ser hombre.

No sé, tal vez
algo más exclusivo, refinado, verdadero
dice el hombre
disfrazado
de lobo disfrazado.

Algo más exclusivo, refinado, verdadero.
Algo más verdadero: un hombre disfrazado de hombre disfrazado de hombre disfrazado.
Algo más verdadero: un hombre disfrazado de lobo disfrazado de cordero.

Ay, pero el hombre no quiere
ay, pero el hombre no acepta que
el hombre es
el invento del hombre es
el invento
del hombre.

Ay, pero el pobrecito hombre
está pasando hambre,
ay, pero el hombre no quiere
ser
ni cordero, ni lobo, ni hombre,
pobrecito
anda perdido en el monte.

Ay, pero el hombre,
que es el cordero del hombre,
anda perdido en el monte,
ha traspasado la cerca.

Aunque detrás de esa cerca
hay otra cerca
y detrás otra
y luego otra
y en el fondo
hay un lobo.

LA DESESPERACIÓN DE QUIEN ESPERA

Una pera verde, no tan verde, más bien
pálida. Un verde antes del verde.
Una pera que se precipita y cae
y aún no madura. Una fruta insegura.
Una fruta que aún no aprende y se desprende de la rama. Una flama
que aún no enciende y se pretende flama o
gota de rocío con un chubasco acumulado en su barriga. Una viga que se vence
antes de tiempo. Una pera que no aguarda
al verdadero verde. El verde ver lo verdadero.
La verdad que está en la espera de esperar lo verdadero, como si fuera todo.
¿Una pera que se lanza o
el lado que se vence en la balanza
por el peso?
Sólo eso.
Una pera que no es pera:
una lanza.

Esto a lo que tu llamas mi desequilibrio
no es un lirio
sino una pera verde antes del verde.
Una pera
que se lanza. La desesperanza. La des-
esperación.
Una oración que no madura. La verdura
que no alcanza a saciar al verdadero ver
de la vereda o la verdad. Algo fallido:
un estallido
al caer de la pera
que no se aguantó las ganas.
El sonido de ir cayendo entre las ramas
sin saber caer.

Esto a lo que tú llamas mi inmadurez no lo es
es una pera que no es pera y que se lanza. Esto
a lo que tú llamas mi inmadurez
es una pera que no es pera
es un caballo de ajedrez,
es un caballo albino que aún no sabe deletrear con eles el camino.
Mi inmadurez es el camino
de abajo
es el atajo
que dobla de tajo
en una esquina. No es una espina
pero punza. Como una lanza
que no espera.
Como una pera que no es pera
y cae.

Funeral de Lucía Núñez de Albarrán

Que no tu cabeza blanca, Lucía. Que no tu cabeza blanca,
tu cabeza poblada de niños albinos,
tu cabeza.
Pelona sí,
pelona sí te quiero, pelona, calavera, calaverita de azúcar, calavera sí, pelona.
Cuantos menos rasgos familiares más te quiero.
Mientras más calva, más pelona, confundiéndote con las otras
calaveras. Perdida ya toda la edad, todo el sexo.
Que no tu cabeza blanca, Lucía, que no quiero,
que no voy, cabeza de neblina: gasa gaseosa glaseada.
Que no, tu cabeza blanca, tu cabeza bailando,
sí, tu cabeza yendo al parque con tus hijos, tu cabeza rota,
tu cabeza llena de orquídeas transparentes, tu cabeza Belcebú,
tu cabeza de alce altivo, tu cabeza de cautiverio,
tu cabeza

tu cabeza muerta

sobre un cajón de estaño.

Instrucciones póstumas para mi cuerpo

(Homenaje a Peter Handke)

—Primero triturar
todos
los huesos
hasta compactarlos.
—¿Y después?
—Después (después de amarlos)
quemarlos bien
hasta volver todo cenizas (después de las risas).
—¿Y después?
—Purificar las cenizas hasta extraer de ahí todo el carbono (cambiarlas de tono),
—¿Y después?
—Después volverlas grafito. (Repito:
volverlas grafito).
—¿Y después?
—Transmutar las cenizas en diamante (proceso químico y físico mediante).
—¿Y después?
—Insertar el diamante en un tubo de cartón (de acuerdo a su dimensión).
—¿Y después?
—Hacer un caleidoscopio.
—¿Y después?
—Regalárselo al primer niño que pase.
—¿Y después?
—Esperar hasta que mire por el agujero.
—¿Y después?
—Esperar. (Esperar primero).
—¿Y después?
—Confiar en que encuentre el valor no en la piedra
sino en la transformación.1

Algunas bellezas no son terribles

(Dos formas de silogismos —y algunas variaciones— sobre un verso de Rilke)

Cesare (o Cesaron)

1
Nada bello es terrible
Todo ángel es terrible
Algunos ángeles no son bellos

2
Nada terrible es bello
Todo ángel es bello
Algunos ángeles no son terribles

3
Ningún ángel es bello
Todo lo terrible es bello
Algunos terribles no son ángeles

4
Ningún ángel es terrible
Todo lo bello es terrible
Algunas bellezas no son ángeles

Ferison

1
Ninguna belleza es terrible
Algunas bellezas son ángeles
Algunos ángeles no son terribles

2
Ningún terrible es bello
Algunos terribles son ángeles
Algunos ángeles no son bellos

3
Ningún ángel es bello
Algunos ángeles son terribles
Algunos terribles no son bellos

4
Ningún ángel es terrible
Algunos ángeles son bellos
Algunas bellezas no son terribles.

LA VOZ Y LAS PALABRAS [Mi poema]
Leopoldo de Luis [Mi poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Se me apagó la voz. Ya las palabras
se encuentran en mi boca prisioneras,
están desorientadas en las eras,
que allí no pastorean ya las cabras.
pues solo hay alambreras.

Inútil de rumiar ni digerir,
ya todo se ha secado, está baldío,
incluso ya ha emigrado el albedrío
de tanto que ha tenido que sufrir
por tanto desvarío.

Las lluvias que han llegado en el otoño
al ver el panorama se esfumaron,
algunos dicen ¡ay!, que las mataron
tan hartas que ya estaban hasta el moño
pues las ametrallaron.

La tinta se ha secado en el gaznate,
los libros ya no tienen quien les quiera,
poniéndose a este mundo por montera
se encuentran a la espera de un dislate
dispuestas a la hoguera.

Pues todo está cerrado a cal y canto,
lo anuncia allí un letrero, que difunto
zanjando el discutir va en el asunto
cubriendo a su cerebro con un manto
y al fin le ha puesto el punto.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Leopoldo de Luis

CUANDO CIERRO LOS OJOS… 

Cuando cierro los ojos vuelvo a verte
por la dorada sombra. No te pierdo.
Vas por las galerías donde vierte
su triste poso el agua del recuerdo.

Hecha pura verdad recuperada,
sin contornos, sin forma, solamente luz,
pura lumbre o gracia enamorada,
caricia transparente.

No eres dolor. Sólo melancolía
o declinada tarde. Herido beso.
Poniente sol que el vago azul enfría.
Ala que pasa y deja un leve peso.

Te recupero aquí. Si el tiempo suena
aquí deja el sonar, hecho latido.
Hasta aquí arrastra su amarilla
arena el huracán que pasa enardecido.

Su rosa la esperanza aquí cultiva.
Pone el amor su dolorosa lumbre.
La tierra cava la verdad más viva
y va dejando su mortal costumbre.

Detrás de cada día va una estela
de dolor, de cadáveres sombríos.
Los fracasos. El sueño que se hiela.
Los hondos pozos sin amor, vacíos.

Lo que nos huye, lo que fue la aurora.
La lágrima, la voz. Esa ventana
que abrimos a la muerte cada hora.
Todo lo que es angustia cotidiana.

Galería sin fondo, sima oscura aquí,
tras de los ojos, si los cierro,
todo un acervo mundo se apresura.
La memoria me acosa un triste perro.

Aguas abajo de mi vida, se hunde
tu cuerpo, ese pequeño paraíso
en que nos encontramos. Ya se funde
a este doble vivir de amor sumiso,

Sólo aquí existes. Falso sol tus ojos.
Falsa playa tu cuerpo, falsa ola
la del mar de tu voz. Sólo en los rojos
ocultos campos míos vives sola.

Sombra y luz. Barro y nube. Vida y muerte.
Mundo y mundo, mis párpados afrontan.
Se hunden tus alas cuando quiero verte.
Cuando cierro los ojos, se remontan.

Aunque siegue la voz con que tu nombre…

Aunque siegue la voz con que tu nombre
digo, tu nombre irá, como una hoguera,
abrasando estos huesos y esta carne de hombre
con perpetuo verdor de primavera.

Aunque ciegue la herida de mis ojos
donde vive la luz de tus paisajes,
en los del alma, de ceguera rojos,
siempre se estrellarán tus oleajes.

Aunque duela el silencio, como espada
fundida en lentas fraguas de amargura,
sonará esta verdad desesperada,
mordida tierra entre mi dentadura.

Sorda la voz, el sueño enarenado,
las pupilas, el alma, la garganta arañadas,
ronco, diré que hay en mi pecho, hincado,
un árbol que florece rosas ensangrentadas.

Respiro por la herida.
Por esta viva herida de mi muerte;
por esta mortal llaga de mi vida
que años y sueños y fracasos vierte.

Respiro por la herida este aire triste
empapado de humana pesadumbre.
Y un claro viento insiste
contra muros de tedio y de costumbre.

Pisando mi dolor, legiones de hombres pasan
ciegos, hacia esta misma hoguera mía.
¿Para siempre se salvan? ¿Para siempre
se abrasan?
Yo sólo sé que busco mi verdad día a día.

Con los míos estoy. He aquí mis cartas…

Con los míos estoy. He aquí mis cartas,
descubro claramente el juego:
miro la realidad y a este costado
se me inclina la voz por donde muero,

por donde el corazón ligeramente
me vence cada día con su peso
y una pequeña herida hacia la tierra
me va sangrando el verso.

Entre estas manos con que escribo cabe
acumulado todo lo que tengo,
todo lo que sostiene el breve mundo
querido que defiendo.

Cada mañana pongo a flote el barco
que se fue a pique en la tiniebla, el lienzo
de las velas coloco… (Cada día
el barco queda un poco más adentro.)

Soporto humanamente, como cada
uno, mi propio muerto,
y procuro que no me toque nadie
el hedor de este triste compañero.

No me resigno a que las cosas vayan
por la tierra peor que por el cielo.
Para cumplir con mi verdad escribo.
(Perdón si soy modesto.)

Cumpleaños…..

Un año es como un torpe dromedario
y abrimos sobre él otro desierto.
Hemos venido en un camello muerto
sobre el que cabalgamos a diario.

¿Será cada año otra cabalgadura?
¿Cumplir años será algo más que un reto
o será ir descubriendo ese secreto
que nos espera tras la puerta oscura?

Cumplir años es como apostar fuerte
por la lenta derrota de la muerte
y ver que aún sigue abierta nuestra herida.

Miguel Oscar Menassa: todo empieza
de nuevo cuando juegas otra pieza
en el ajedrez rojo de la vida.

El espejo….

Con los ojos vendados nos miramos
cada día delante de un espejo
para ser sólo imágenes
nuestras que no veremos.

Desfilamos, retratos fidelísimos,
copias exactas, calcos o reflejos,
resbalamos por aguas espejeantes
como narcisos ciegos.

Debo de ser la sombra, los perfiles,
la refracción de ese cristal o hielo;
debe de ser el doble repetido,
el náufrago en el fondo de ese sueño.

Qué culto extraño ante el cristal, la luna,
de extraterrestre, de astronauta muerto
girando sin sentido
en la órbita cerrada por el pecho.
Qué culto extraño para
sentirnos sólo luminoso eco
de nuestra propia realidad corpórea,
mitología del agonizamiento
liturgia de pantallas sucesivas,
idolatrización de reverbero.

Sólo somos figuras proyectadas
sobre un cristal, pero jamás nos vemos.

El paisaje eres tú…..

No hay paisaje sin ti. Qué roca oscura,
qué mar de plomo, qué amarillo cielo.
Es sólo tu mirada la que infunde
belleza y claridad. Máquina extraña
que elabora el prodigio del paisaje.

Sólo es rosa la rosa si la miras
y este trozo de tierra abrupta y este
trozo de mar sombrío se revelan
en tus laboratorios cerebrales.
Ah, si fuese verdad tanta belleza.
Pero la verdad nace en los sentidos.
La verdad es tu mano y es tu lengua,
tu nariz, tus oídos, tus pupilas
y tu humana conciencia recogiendo
tanto material presto a la hermosura.

Cuando la bomba aséptica extermine
córneas, tímpanos, lenguas, pituitarias
y piel en forma tuya edificados,
¿qué será de esta pobre geografía
sin el soplo de un dios que la despierte?

El puzzle….

Frente a frente y el puzzle en medio. Sé
que pude acertar solo el acertijo
pero es más llevadero buscar juntos
las piezas que completen el diseño.
Nunca damos con todas: huecos hay
porque ignoramos los cartones-guía,
porque no damos con la pieza-clave,
la pieza-madre que clausure el juego.

Tú sabes que encontramos piezas falsas,
quizá piezas que fueran de un tablero
distinto, de otra caja. Parecían
nuestras, mas su perfil no era el exacto.
Apartarlas costó: nunca se juega
sin arrancar un poco de esperanza,
nunca se manipulan los proyectos
sin arañar la piel de la alegría.

Volvamos juntos al rompecabezas.
No tengas miedo de elegir en vano,
siempre vale la pena pretender
dar un poco de amor al jeroglífico.
Poco a poco el enigma se resuelve
aunque se quede un cabo por atar.
Hacer un puzzle es conseguir que todo
concuerde con los límites del sueño.

Porque soñar, jugar, vivir, son sólo
formas de despejar la misma incógnita,
fórmulas variadas de escoger
las piezas y limar sus bordes ásperos.
Tantos años y no hemos hecho nada
más que intentar un poco de armonía
entre las ciegas fichas que nos dieron
por si solucionamos lo insoluble.

Elegía…..

Con sus alas de plomo va la tarde;
pasa en la piel ceniza de los campos.
Difusamente cunde la penumbra,
vellón de sucia lana en el ocaso.

Tú eras también de luna y de paisaje…
Se ha oscurecido el mundo entre tus manos.
Se ha detenido el tiempo, río sordo.
La luz ya es sólo sombra de tus párpados.

Se siente caminar lejanamente.
Alguien cruza en la sombra hacia el pasado.
Nada delante. Olvido. dios en sueños
aún alienta en el alma su amor manso.

Se retorna al recuerdo cual las olas,
una vez y otra vez, con lento paso.
Duele el amor, duele la certidumbre
de saberse de amor y odio poblados.

¿Ves? Somos cual la encina, aquí en la sombra.
Honda raíz, enfurecidos brazos.
Ferviente savia oculta nos abrasa.
La libertad nos nace por el llanto.

como la luz, aquí también morimos,
en el hermoso otoño del ocaso.
Un ascua fugitiva hacia la sombra.
el amor anochece en nuestros labios.

Elegía de otoño…..

Las hojas del otoño flotan sobre tu brisa
y caen en el estanque solitario del alma.
Un dolor de ser otros parece que nos pesa
como unas rotas alas.
(Acaso nunca el hombre es él mismo.) Escuchamos
la voz honda del tiempo, la palabra
del tiempo que en los labios cobrizos del otoño
pone su dejo antiguo, su amarillez, y pasa.

Escuchamos el tiempo pasar: es un rebaño
invisible que pisa por la hierba mojada;
es una larga ronda de vientos tañedores
entre las flautas rojas de las ramas;

es una herida queja de líquidos metales
por fugitivos corazones de agua.
Escuchamos el tiempo y apretamos los párpados
y sentimos el tiempo en nuestras lágrimas.

El otoño que arde con su lumbre de gloria
presta a las cosas luz misteriosa y dorada;
toda la tierra tiene una triste hermosura
como una dulce evocación de infancia.

También otoño el corazón nos dora
y sus hondos paisajes nos enciende en el alma
y nos sentimos tiempo transitando, fundida
nuestra amarilla cera en las hermosas brasas.

Caminamos pisando un corazón de hojas.
Pisando lentamente una esperanza.
Y miramos al cielo. Y abatimos la frente.
Y decimos: -Mañana.

NÉCTAR DE AMOR [Mi poema]
Ida Vitale [Mi poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Quisiera ser de nuevo la jeringa
que el néctar del amor a ti te inyecta,
poema con que tu alma se conecta
haciendo a mi reclamo le distinga
y ver como mi virus se te infecta.

El zumo que en tus labios se derrama
gozando de tu lengua complaciente,
trazándole en tu boca un afluente
que haciendo va regates por mi cama
sorteándole al placer, su confidente.

Culebra que desliza y que resbala
se inserta entre tus nalgas con sigilo,
y enciende de esa mecha ya el pabilo,
la llama que te abrasa con su bala
cual rosa que disfruta a su pistilo.

Alegre y divertida mariposa
que vuela revoltosa entre tus sueños,
te abraza con sus besos tan risueños
y mira y te sonríe cariñosa
con ojos de querer, ojos pastueños.
©donaciano bueno

Comentario: Algo esencial en esta vida se llama "amor". Algunos creen en él, otros lo desean, hay quien lo ignora y también quien lo odia. Es cierto eso de que el amor mueve montañas

MI POETA SUGERIDOIda Vitale

(Premio Cervantes 2018)

Penitencia

¿Mirar atrás será pasar
a ser de sal precaria estatua,
un perecer petrificado
preso en sí mismo, parte
del roto encanto de un paisaje
cuya música no logro más oír?

¿Debo matar lo que miré,
el mito que minuciosa
pliego y despliego,
grava para mi paso solo?
¿Ciega borrar lugares,
playas, vientos, el tiempo?

Sobre todas las cosas,
anular horas que se han vuelto inútiles
como lluvia que cae
sobre el mar implacable,
como mis propios pasos
si no son penitencia.

Agosto, Santa Rosa

Una lluvia de un día puede no acabar nunca,
puede en gotas,
en hojas de amarilla tristeza
irnos cambiando el cielo todo, el aire,
en torva inundación la luz,
triste, en silencio y negra,
como un mirlo mojado.
Deshecha piel, deshecho cuerpo de agua
destrozándose en torre y pararrayos,
me sobreviene, se me viene sobre
mi altura tantas veces,
mojándome, mugiendo, compartiendo
mi ropa y mis zapatos,
también mi sola lágrima tan salida de madre.
Miro la tarde de hora en hora,
miro de buscarle la cara
con tierna proposición de acento,
miro de perderle pavor,
pero me da la espalda puesta ya a anochecer.
Miro todo tan malo, tan acérrimo y hosco.
¡Qué fácil desalmarse,
ser con muy buenos modos de piedra,
quedar sola, gritando como un árbol,
por cada rama temporal,
muriéndome de agosto!

Fortuna

Por años, disfrutar del error
y de su enmienda,
haber podido hablar, caminar libre,
no existir mutilada,
no entrar o sí en iglesias,
leer, oír la música querida,
ser en la noche un ser como en el día.

No ser casada en un negocio,
medida en cabras,
sufrir gobierno de parientes
o legal lapidación.
No desfilar ya nunca
y no admitir palabras
que pongan en la sangre
limaduras de hierro.
Descubrir por ti misma
otro ser no previsto
en el puente de la mirada.

Ser humano y mujer, ni más ni menos.

Gotas

¿Se hieren y se funden?
Acaban de dejar de ser la lluvia.
Traviesas en recreo,
gatitos de un reino transparente,
corren libres por vidrios y barandas,
umbrales de su limbo,
se siguen, se persiguen,
quizá van, de soledad a bodas,
a fundirse y amarse.
Trasueñan otra muerte.

Invierno

Como las gotas en el vidrio,
como las gotas de la lluvia
en una tarde somnolienta,
exactamente iguales,
superficiales,
ávidas todas,
breves,
se hieren y se funden,
tan, tan breves
que no podrían dar cabida al miedo,
que el espanto no debiera hacer huella
en nosotros.

Después, ya muertos, rodaremos,
redondos y olvidados.

Cuadro

Construimos el orden de la mesa,
el follaje de la ilusión,
un festín de luces y sombras,
la apariencia del viaje en la inmovilidad.
Tensamos un blanco campo
para que en él esplendan
las reverberaciones del pensamiento
en torno del icono naciente.
Luego soltamos nuestros perros,
azuzamos la cacería,
la imagen serenísima, virtual,
cae desgarrada.

MI POETA INVITADA:  Beatriz Giovanna Ramírez

LA CICATRIZ DE LA MEMORIA

“Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo”.
José Hierro

Hubo un tiempo que se niega
a morir en la memoria.

La niña ordena por afectos
sus recuerdos.

Todo es la nada del Todo.
Nada es el todo de la Nada.

Y en las noches; liberando los fantasmas,
llega la sombra y rasga los velos,
llega el vértigo y con él la atolondrada
existencia se doblega.

Así se escribe esta línea:
con la mirada perdida
en una máquina de coser,
que enhebrando el olvido
hace puntadas
que cicatrizan la memoria.

LOS PALOS DEL SOMBRAJO [Mi poema]
Francisca Aguirre [Mi poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Subir al cielo y ver, eso es lo mío,
subir al cielo y ver lo que ha pasado,
subir y comprobar si el albedrío
es algo que produce escalofrío
y lleva irremediable hacia el pecado.

Subir al cielo y ver quien ha subido,
sentirme placentero allí a su lado,
dejarme de amargar desconfiado
y hacerle un selfie a dios muy resentido
que tantas malas tretas me ha jugado.

Dejar de flagelarme con la duda,
sabiendo lo que hasta hoy nunca he sabido,
si es cierto que aquí el alma he pervertido
o en cambio es que a mí dios ya me la suda,
pues que a él quise matarle y no he podido.

Con él pido clemencia y no la encuentro,
sin él me encuentro pobre y desvalido,
no alcanzo a comprender a qué he venido,
por más que miro afuera y hacia dentro
allí no existe más que un salpullido.

Los hombres, ser felices, nuestro invento,
la fama, la riqueza y el trabajo,
y a todos los placeres a destajo,
y cuando descubrimos si es un cuento
los palos se nos caen del sombrajo.
©donaciano bueno

Comentario: La búsqueda de la felicidad
Cuando a alguien se le caen los palos del sombrajo, es lo mismo que decir que se le cae el alma a los pies.

MI POETA SUGERIDO:  Francisca Aguirre,

(Premio Nacional de las Letras 2018)

HACE TIEMPO.

A Nati y Jorge Riechmann.

Recuerdo que una vez, cuando era niña,
me pareció que el mundo era un desierto.
Los pájaros nos habían abandonado para siempre:
las estrellas no tenían sentido,
y el mar no estaba ya en su sitio,
como si todo hubiera sido un sueño equivocado.

Sé que una vez, cuando era niña,
el mundo fue una tumba, un enorme agujero,
un socavón que se tragó a la vida,
un embudo por el que huyó el futuro.

Es cierto que una vez, allá, en la infancia,
oí el silencio como un grito de arena.
Se callaron las almas, los ríos y mis sienes,
se me calló la sangre, como si de improviso,
sin entender por qué, me hubiesen apagado.

Y el mundo ya no estaba, sólo quedaba yo:
un asombro tan triste como la triste muerte,
una extrañeza rara, húmeda, pegajosa.
Y un odio lacerante, una rabia homicida
que, paciente, ascendía hasta el pecho,
llegaba hasta los dientes haciéndolos crujir.

Es verdad, fue hace tiempo, cuando todo empezaba,
cuando el mundo tenía la dimensión de un hombre,
y yo estaba segura de que un día mi padre volvería
y mientras él cantaba ante su caballete
se quedarían quietos los barcos en el puerto
y la luna saldría con su cara de nata.

Pero no volvió nunca.
Sólo quedan sus cuadros,
sus paisajes, sus barcas,
la luz mediterránea que había en sus pinceles
y una niña que espera en un muelle lejano
y una mujer que sabe que los muertos no mueren.

Desmesura

A Javier Statié

Dijo que no. Y el Tiempo se quedó sin tiempo.
Luego, la vida hizo una pausa
y todo pareció recomponerse
como esos acertijos infantiles
en los que sólo falta una palabra,
una palabra necesaria y rara.
Pero dijo que no. Cerró los labios
y escuchó el gorgoteo de las sílabas
luchando por vivir a la intemperie.
Dijo que no. Y el tiempo oyó el silencio.
Luego, la vida hizo una pausa.
Y todo fue distinto: el dolor fue
más cauto, más sensato,
la lujuria lloró en su madriguera.
Y el tiempo inauguró sus máscaras:
hubo un pequeño espanto en los rincones,
temblaron los espejos agobiados
defendiendo impotentes el azogue.
Los pájaros callaron esa tarde
y la luna brilló blanca y sin manchas.
Ardió la noche como vieja tea
con la absurda avaricia de la muerte,
con su luto distante y pegajoso,
y un rencor resabiado y carcomido
descargó como lluvia en el desierto.
Entonces, sólo entonces,
oyó a su corazón ladrando
y se volvió despacio a los espejos
y los vio tiritar con mucho frío
y pedir compasión desde su escarcha.
Y no supo qué hacer con tanta desmesura:
cerró los labios y escuchó al silencio.

Testigo de excepción

Un mar, un mar es lo que necesito.
Un mar y no otra cosa, no otra cosa.
Lo demás es pequeño, insuficiente, pobre.
Un mar, un mar es lo que necesito.
No una montaña, un río, un cielo.
No. Nada, nada,
únicamente un mar.
Tampoco quiero flores, manos,
ni un corazón que me consuele.
No quiero un corazón
a cambio de otro corazón.
No quiero que me hablen de amor
a cambio del amor.
Yo sólo quiero un mar:
yo sólo necesito un mar.
Un agua de distancia,
un agua que no escape,
un agua misericordiosa
en que lavar mi corazón
y dejarlo a su orilla
para que sea empujado por sus olas,
lamido por su lengua de sal
que cicatriza heridas.
Un mar, un mar del que ser cómplice.
Un mar al que contarle todo.
Un mar, creedme, necesito un mar,
un mar donde llorar a mares
y que nadie lo note.

Última nieve

A Pedro García Domínguez

Una hermosa mentira te acompaña,
pero no llega a acariciarte.
Sólo sabes de ella lo que dicen,
lo que te explican libros enigmáticos
que narran una historia fabulosa
con las palabras llenas de significación,
llenas de claridad y peso exactos,
y que tú no comprendes sin embargo.
Pero tu fe te salva, te mantiene.

Una hermosa mentira te vigila,
aunque no puede verte, y tú lo sabes.
Lo sabes de esa forma inexplicable
en que sabemos lo que más nos hiere.

Llueve desde los cielos tiempo y sombra,
llueve inocencia y loco desconsuelo.
Un incendio de sombras te ilumina,
mientras la nieve apaga las estrellas
que una vez fueron permanentes ascuas.

Una hermosa mentira te acompaña;
a infinitos millones de años luz,
intacta y compasiva, se extiende la nevada.

Desde fuera

¿Quién sería el extraño que quisiera
conocer un paisaje como éste?
Desde fuera, la isla es infinita:
una vida resultaría escasa
para cubrir su territorio.

Desde fuera.

Pero Ítaca está dentro, o no se alcanza.
¿Y quién querría descender al fondo
de un silencio más vasto que el océano?
Silencio son sus habitantes,
silencio y ojos hacia el mar.

Desde fuera
las aguas son caminos
desde la playa son sólo frontera.
¿Y quién sería el torpe navegante
que entraría en un puerto sin faro?

Desde fuera, los dioses nos contemplan.

Desde aquí, no hay un pecho
capaz de cobijarlos:
los dioses son palabras; con el silencio, mueren.
¿Alguna vez la isla fue distinta?

Quién lo puede saber desde el aturdimiento.
Sin palabras, sin dioses, Ítaca es sólo el mar.

Hace tiempo

A Nati y Jorge Riechmann

Recuerdo que una vez, cuando era niña,
me pareció que el mundo era un desierto.
Los pájaros nos habían abandonado para siempre:
las estrellas no tenían sentido,
y el mar no estaba ya en su sitio,
como si todo hubiera sido un sueño equivocado.

Sé que una vez, cuando era niña,
el mundo fue una tumba, un enorme agujero,
un socavón que se tragó a la vida,
un embudo por el que huyó el futuro.

Es cierto que una vez, allá, en la infancia,
oí el silencio como un grito de arena.
Se callaron las almas, los ríos y mis sienes,
se me calló la sangre, como si de improviso,
sin entender por qué, me hubiesen apagado.

Y el mundo ya no estaba, sólo quedaba yo:
un asombro tan triste como la triste muerte,
una extrañeza rara, húmeda, pegajosa.
Y un odio lacerante, una rabia homicida
que, paciente, ascendía hasta el pecho,
llegaba hasta los dientes haciéndolos crujir.

Es verdad, fue hace tiempo, cuando todo empezaba,
cuando el mundo tenía la dimensión de un hombre,
y yo estaba segura de que un día mi padre volvería
y mientras él cantaba ante su caballete
se quedarían quietos los barcos en el puerto
y la luna saldría con su cara de nata.

Pero no volvió nunca.
Sólo quedan sus cuadros,
sus paisajes, sus barcas,
la luz mediterránea que había en sus pinceles
y una niña que espera en un muelle lejano
y una mujer que sabe que los muertos no mueren.

EL NIÑO CUANDO NACE [Mi poema]
Maricela Guerrero [Mi poeta sugerido]

MI POEMA ...de medio pelo

El niño cuando nace es dependiente
precisa que le extraiga una matrona
y corte su cordón umbilincal,
se encuentra como un bobo en el ambiente
cual fuera le tocó pelar la mona
en medio de ese ignoto carnaval.

El niño cuando nace es un idiota
y hay veces que así sigue de por vida
haciéndose el gracioso el animal,
pues más que ser un hombre es chirigota
de un circo en que la risa está invertida
y todo lo que intenta sale mal.

El niño cae en manos de maestros,
de curas con sus fobias y sus filias
que enseñan a entender del bien y el mal,
y empiezan a seguirles cual cabestros
formando parte fiel de sus familias
tratando no salirse del vial.

El niño, cómo quieren les explique,
aquí debe de hacer de marioneta
al que otros ponen voces, con bozal.
Que aquí solo el que manda es el cacique
quien guarda con gran celo la receta
echando cuando plazca al arrabal.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Maricela Guerrero

piedras

El padre de mi padre es el punto alejado en el mapa hacia el
que quisiéramos conducir para saber algo.

Algo queremos saber, pero todavía no sabemos qué.

Sabemos que hay una distancia que se nos escapa en palabras
pesadas como piedras: prieto, negra, choco, rene, more,
palabras piedras: saltapatrás, cambuja, prieta:

marcas que definen las distancias entre entrar a un sitio,
posar para una foto,
hacer un viaje,
acomodar las piedras,
conducir un auto propio,
trazar otras rutas en los mapas:
acumular resentimientos, olvidos,
desventuras: piedras sobre piedras.

Una vez nos quebraron los cristales de las ventanas.
piedras
Una vez nos dijeron que no podíamos entrar a ese
restaurante.
piedras
Una vez éramos los únicos que no servíamos en un coctel
de la embajada y las personas que servían nos miraban
extrañadas.
piedras
Una vez no compramos el suéter de lana en una
boutique porque el vendedor no dejaba de perseguirnos
inquisitoriamente.
piedras
Una vez que fueron muchas se nos llenó el buche de piedritas
y con ellas levantamos una casa.

Y esa casa se convirtió en un punto de arranque desde donde
recorrer y desbaratar una serie de distancias.

TARDE DOMINICAL CON FOTOGRAFÍAS

No quería tener lo que la gente llama un hogar. No quería tener el deseo de regresar a ninguna parte. Necesitaba saber que nada me esperaba en ningún lugar, de que el sitio donde se suponía que debía estar era justo donde estaba en ese momento y que, cuando ya no hubiera nada que fotografiar ahí, entonces ya era tiempo de dejarlo por otro.
Josef Koudelka

aprender a ser persona
aprender a ser un árbol
—anda, llena la plana con las letras de tu nombre—
aprender a llorar
a destruir
a ir al astillero varado
—visita el museo y escribe: anda, llena la plana con las letras de tu nombre—
aprender a escuchar un caracol
a dormir en la celda de los cocodrilos
a pasar entre los alambres de púas
a pasar entre los alambres, solamente
entre columnas tendidas
entre casas sin gente
entre carrocerías- chatarra y carreteras sin automovilistas
—anda, llena la plana con las letras de tu nombre:
anda, que no se te olvide que hoy 4 de agosto te llamas maricela guerrero
todavía
y no árbol, ni chatarra, ni letrero.
aprende que hay pordioseros en las calles de cualquier ciudad del mundo;
que en todas partes el drenaje apesta;
y que los policías que vigilan los museos son intolerantes y precarios en todas
partes;
que los que visitan los museos son eruditos en todas partes y se conduelen
aprende que en todas partes del mundo los amigos y las amigas y los quienes se
acuestan juntos o juntas y quienes conversan y se aman y quienes se aman y
bailan juntísimamente y quienes discuten de política y no acuerdan y quienes
permanecen en silencio y no acuerdan y quienes no bailan y piensan mucho
van a
los museos los domingos
y la asociación de padres de familia
y los zapatos blancos
a ver chatarras universales
a ver manchas en la pared
a peinarse frente a las fotografías y las paredes de mármol
—yo no sé qué es esto; pero me duele como una vaca manchada vista por dentro,
como una playa perdida y muerta en chiapas;
no sé qué es esto, pero los faroles se ondulan, agustín.

DÍA DE PRECIPITACIONES I

Y en menos de que lo cuento: mierda
un microbús arrancó la facia con faro con defensa,
asegurada entonces, llegó el ajustador y luego—dos horas después—el
otro,
luego que mierda que los dineros, esas cosas de la vida:
que el deducible, que me lleva el tren y llueve
y yo que me iba al yoga, de monje tibetana al karma serenar,

la precipitación, días de plumaje lluvioso
¿qué se le va a hacer? Un café tres lecturitas y respiraciones
concéntricas
así que el dinero va y viene y entre los microbuses se detiene

libros, respira

precipitaciones en incontinencias gramaticales
acariciables,
respira
palabras que se precipitan más cercanas que ajustador que facia que faro
que defensa.

DÍA DE PRECIPITACIONES II

Y luego que lo del chevy rojo,
mucha agua, me digo, ahora se quita: evaporaciones;
no lleves nada que no amerite el viaje —kavafis, pienso—
vámonos pronto, allende el mar de las inundaciones, el frío, no hay
paraguas a la medida de un deseo, sospecho y escurro;
diluvia todo el santodía
ni en qué atajarse y el resfriado, flor de melancolía o depresión según la
sintonía histórica de los involucrados,

probable pero, ¿quién asegura nada? melancolía o depresión:
café y un aspirina, también:
la vuelta a casa, en el parabús como en acantilado al borde,
espera
uno dos tres micros raudos rápidos y salpicones nos remojan:
sólo el perro que me orine —también pienso: melancolía o depresión como
uno guste,
luego que lo del chevy: raudo raudo que pronto que uno se acostumbra a
un coche y eso que no nacimos en él ni nos cortó el ombligo.
Kriller71 Ediciones

ACEITE DE RICINO [Mi poema]
Fernando del Paso [Mi poeta sugerido]

MI POEMA... de medio pelo

 

Aceite de ricino a mi me daban,
diciendo tómalo y que me querían,
lo amargo del mejunje conocían
mas ellos sin piedad a mi obligaban
al tiempo que a escondidas se reían.

Sospecho que entretanto lo tomaba,
al ver como yo hacía de aspavientos,
-por dentro lo que echaba es juramentos-,
alguno de mi angustia se apiadaba
captando la equidad de mis lamentos.

Quien nunca lo ha tomado desconoce
que aquello no se daba ni a un cochino,
odié hasta la palabra de ricino,
maldigo la eficacia de ese goce,
aceite dicen que era el muy dañino.

Después no he vuelto a oírle ni a mentarle,
si un día en mi paseo me lo encuentro
habré de reprocharle aquel momento
que tuve con dolor que disfrutarle
tan duro, tan cruel, tan virulento.
©donaciano bueno

Sabe peor que el aceite de ricino, se decía de aquel líquido viscosos que resbalando de la pala de la cuchara atravesaba el gaznate para a continuación producirme arcadas.

MI POETA SUGERIDO:  Fernando del Paso

Es tan blanca, tu piel, como la nieve…

Es tan blanca, tu piel, como la nieve.
La nieve quiere al sol por lo brillante.
Y el sol, que se enamora en un instante,
se acuesta con la nieve y se la bebe.

El sol, aunque es muy grande, no se atreve
a hacerse olvidadizo y arrogante:
se acuerda de su novia fulgurante
y se pone a llorar, y entonces llueve.

Y llueve y llueve y llueve y de repente
la lluvia se hace nieve: esta mañana
que nieva tanto en Londres, y ha nevado

luminosa y nupcial y blancamente
en jirones, tu piel, por mi ventana,
ningún sol, como yo, tan desolado.
De: Sonetos con lugares comunes

Que te acaricie yo, tus pechos, ave…

Que te acaricie yo, tus pechos, ave,
como rezar las cuentas de un rosario.
Y que mi amor badajo y campanario
te lo repique yo, que yo te clave.

Que sean mis manos, de tus muslos, llave.
Tu rosa, de mis dedos, relicario,
y en su fronda la lengua de un canario
con mi lengua, la sal, que yo te lave.

Nada más eso pido, quiero, ruego.
A eso me dedico y a adorarte
a quererte, y a eso me consagro.

Y te juro, las manos sobre el fuego,
que volveré otra vez a codiciarte
cada vez que cumplas el milagro.
De: Nuevos sonetos marianos

Cuestión de identidad

La palabra no es vieja,
por fortuna.
Yo no soy la palabra,
por desgracia.

Cuando la palabra me dice,
la palabra me retrata.
Cuando digo a la palabra,
la palabra se espanta.

La palabra es un río cuando el río es un cometa.
Un cometa es la nube cuando la nube llueve,
la nube llueve cuando en mi cuaderno
escribo la palabra “lluvia” mil veces.

Yo no soy la palabra
pero quisiera serlo
para volar con ella
de tiempo en tiempo,
de boca en boca.

Inopia

He despilfarrado el arcoíris.
Las golondrinas que tenía destinadas a varios poemas
están en números rojos.
Mi cuenta de atardeceres está congelada.
Le debo al fisco tres mil quinientas mariposas.

Cuando Murió mi madre

Cuando murió mi madre se murieron todos los ángeles.
Unos, en pleno vuelo, se desplomaron en silencio
como campanas de fieltro.
Los que hacían el amor en las axilas de un templo
se desmoronaron sin miedo, como barcos de harina.
Los que cantaban en las nubes con laúdes de vidrio
se transformaron en lluvia de saliva
y de plumas.
Un ángel en especial se incendió las alas
al rozar un relámpago.
Otro, un poco miope,
se colgó de las aguas verdaderas de un río.
Y hubo ángeles con pechos que daban vino
y que increíblemente se cayeron de espaldas
en un estanque lleno de telarañas, esmeraldas y ombligos.
Eso fue cuando murió mi madre
la mañana de un lunes sin pudor y sin frío.

Como el oro, por rubio, es tu cabello…

Como el oro, por rubio, es tu cabello.
El oro y el otoño, que es su hermano,
se despiden, volando, del verano
y viajan, río abajo, por tu cuello.

Y yo, que me robé y guardé un destello
en el hueco más claro de la mano,
una carta, en las hojas de un manzano
te escribo con su brillo, la embotello

en un litro de luz y te la envío,
y dice así: “el mar, mi casa entera,
el corazón, mis ojos, cinco rosas:

por ahogarme de nuevo en ese río
de dorada quietud, qué no te diera:
mi peso en oro, en sol, en mariposas…”

La rosa es una rosa es una rosa…

La rosa es una rosa es una rosa.
Tu boca es una rosa es una boca.
La rosa, roja y rosa, me provoca:
Se me antoja una boca temblorosa.

La roja, roja sangre rencorosa
de la rosa, que quema lo que toca,
de tu boca de rosa se desboca
y me moja la boca, ponzoñosa.

La pena, pena roja de mi vida,
de no vivir bebiendo ese lascivo
licor de boca rosa y llamarada,

rubor de rosa roja y encendida,
me ha dejado la boca al rojo vivo,
del rojo de una rosa descarnada.

Tus ojos son azules como el cielo…

Tus ojos son azules como el cielo,
el cielo es una diáfana mentira,
la mentira, una garza que suspira
por besar a una estrella a medio vuelo.

La estrella es un secreto de tu pelo,
tu pelo es una llama que delira,
y la llama un espejo en que se mira
con la lengua de fuera, un toro en celo.

El toro, por amor, está de hinojos,
el amor es de nubes transparentes,
las nubes son de un sueño y van de viaje,

y al final de ese viaje están tus ojos
que se bañan, desnudos, en las fuentes
más azules y claras del paisaje.