Mi poema: BUSCANDO A DIOS Mi poeta aquí sugerido: Jardiel Poncela

Ensimismado, ayer salió de casa
¿seguro que fue ayer?
Quizás…la vida pasa.
Vea usted…
busco…
Ya sé…su gato se ha perdido.
Que no, que no, que ha sido…
Dicho de una cosa que guarda relación con la existencia de un ser superior, que tiene características consideradas propias de la religión o de lo sagrado.
Ensimismado, ayer salió de casa
¿seguro que fue ayer?
Quizás…la vida pasa.
Vea usted…
busco…
Ya sé…su gato se ha perdido.
Que no, que no, que ha sido…
Ando y voy sin ton ni son,
sin conocer bien el rumbo,
ni sé por qué soy oriundo
ni por qué yo aquí nací,
por qué en España crecí
y no en otro latifundio,...
Otra vez hoy la tuerca se atascó,
inútil fue pues que estaba ya oxidada
y su vida duró lo que duró,
que acabó y ya llorar no arregla nada.
Si hubiera sido dios, es un supuesto,
osando al ser humano diseñar
hubiera precisado contemplar
hacerlo aseadito, más apuesto.
Yo Charlie no soy ni seré, lo siento,
porque a mi es que la burla no me gusta
y menos que me aticen con su fusta
obviando que les de el consentimiento,
por si algo me disgusta.
¿Y qué es lo que ha pasado?
¿por qué si es infinito,
no se esmeró un poquito el querido dios bendito
para no hacer del mundo al actual desaguisado?
Alguien pinta al suicidio como un arte,
un vivir y morir al mismo tiempo,
que un portazo a la vida es a destiempo,
de escapar camino a ninguna parte.
La tarde permanece fría. Es abril,
tras mi ventana asoman nubarrones,
la luz se esconde detrás de gotas mil
jugando al escondite. Los sermones
de las iglesias pías, de pasiones.
Esa tarde llovía y me pediste:
¡ven conmigo, quiero ver a mi padre!.
Recuerdo como a un taxi me subiste,
la foto aquí la guardo con su encuadre.
¿Hay algo más odiosa que la muerte,
esa dama que trunca nuestras vidas,
a veces sin remedio doloridas
por los crueles maltratos de la suerte?
Perdóname, Señor, si yo he pecado,
pues lo único que yo hice fue pensar,
si no tuve intención de molestar,
solo intenté expresar lo que he pensado.
Pido permiso a dios para subir al cielo,
-descortés, sospecho, es hacerlo sin permiso-
para una vez llegado allí, cumplir mi anhelo
conociendo cómo es por dentro el paraíso.
Es tanta la miseria de este mundo
que un dios no ha de ser Dios si es impasible
a ver esta injusticia tan horrible,
pues yo que no soy dios grito hiracundo
y dudo si es mi Dios o me confundo.
Creer o no creer, pues bien, no creo.
¿A qué viene creer lo que no he visto?
así que alguien deduzca le hago un feo,
no soy Santo Tomás y me resisto.
Lo sabe todo el mundo y nadie cree,
lo publica en la iglesia el señor cura,
que el hombre y la mujer que se aparee
si preñada ella queda y no procrée,
se llena de amargura.
Corral triste de un pueblo castellano
en el que un nicho gris espera abierto,
un campo de sarcófagos sediento,
a expensas del error de un cirujano,
que habrá de fracasar un día incierto.
Hoy encontré en mi cartera
la partida de bautismo
¡qué vieja me pareciera,
tan rancia la puñetera.
para tanto silogismo!
Usted, su Santidad, que a Dios ha visto,
usted que habla con Él todos los días,
que sabe su penar, sus alegrías,
si acaso yo me visto o me desvisto;
usted, señor, que tiene esa certeza
que a mi, muy a mi pesar, se me ha negado,