»JORGE LUIS BORGES
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Breve Biografía de Jorge Luis Borges ¡Gracias por leer esta publicación, ¿deseas comentar? haz click en el botón de la izquierda! Borges (1899-1986) es uno de los escritores más importantes del siglo XX, no solamente a nivel nacional en Argentina, su país de origen, sino mundialmente. Su obra incluye cuentos, ensayos y poemas. Sus ideas políticas fueron muy polémicas, lo cual se cree que conspiró en contra de que obtuviese el Premio Nobel de Literatura. De todos modos cosechó numerosos premios en el mundo, como el Cervantes en España. Entre sus poemas podemos encontrar Poema de los dones, Los justos, Ausencia, Ajedrez, Los espejos y Los Borges. https://www.borges.pitt.edu/ Comprar: Poesía completa (Contemporánea) Una muestra de sus poemas En su grave rincón, los jugadores Adentro irradian mágicos rigores Cuando los jugadores se hayan ido, En el Oriente se encendió esta guerra II Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada No saben que la mano señalada También el jugador es prisionero Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. De las generaciones de las rosas Que fueron. El destino me depara Sin verla. Oh tú bermeja o amarilla Inmemorial y en este verso brilla, Mirar el río hecho de tiempo y agua Sentir que la vigilia es otro sueño Ver en el día o en el año un símbolo Ver en la muerte el sueño, en el ocaso A veces en las tardes una cara Cuentan que Ulises, harto de prodigios, También es como el río interminable ¿Dónde está la memoria de los días El río numerable de los años Dieron a otros gloria interminable los dioses, Entre los asfódelos de la sombra, tu vana sombra Pero los días son una red de triviales miserias, Sobre otros arrojaron los dioses En el éxtasis de un atardecer que no será una noche, Nadie rebaje a lágrima o reproche De esta ciudad de libros hizo dueños Las albas a su afán. En vano el día De hambre y de sed (narra una historia griega) Enciclopedias, atlas, el Oriente Lento en mi sombra, la penumbra hueca Algo, que ciertamente no se nombra Al errar por las lentas galerías ¿Cuál de los dos escribe este poema Groussac o Borges, miro este querido Está bien que se mida con la dura El tiempo, ya que al tiempo y al destino Está bien, pero el tiempo en los desiertos Surge así el alegórico instrumento Del alfil desparejo, de la espada ¿Quién no se ha demorado ante el severo Por el ápice abierto el cono inverso Hay un agrado en observar la arcana La arena de los ciclos es la misma No se detiene nunca la caída En los minutos de la arena creo El pilar de humo y el pilar de fuego, Todo lo arrastra y pierde este incansable Yo que sentí el horror de los espejos Sino ante el agua especular que imita Y ante la superficie silenciosa Hoy, al cabo de tantos y perplejos Espejos de metal, enmascarado Infinitos los veo, elementales Prolongan este vano mundo incierto Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro Todo acontece y nada se recuerda Claudio, rey de una tarde, rey soñado, Que haya sueños es raro, que haya espejos, Dios (he dado en pensar) pone un empeño Dios ha creado las noches que se arman Cuenta la historia que en aquel pasado Proyecto de cifrar el universo Gracias iba a rendir a la fortuna La historia que he narrado aunque fingida, Siempre se pierde lo esencial. Es una No sé dónde la vi por vez primera, Según se sabe, esta mudable vida Más que las lunas de las noches puedo De otra luna de sangre y de escarlata Pitágoras con sangre (narra una De hierro hay una selva donde mora (Esto el Norte profético lo sabe Cuando, en Ginebra o Zürich, la fortuna Con una suerte de estudiosa pena De lejano marfil, de humo, de fría Pensaba que el poeta es aquel hombre Ariosto me enseñó que en la dudosa De la Diana triforme Apolodoro Y, mientras yo sondeaba aquella mina Sé que entre todas las palabras, una Ya no me atrevo a macular su pura Sé que la luna o la palabra luna Es uno de los símbolos que al hombre A María Kodama Hay tanta soledad en ese oro. Bruscamente la tarde se ha aclarado Quien la oye caer ha recobrado Esta lluvia que ciega los cristales Patio que ya no existe. La mojada Si (como el griego afirma en el Cratilo) Y, hecho de consonantes y vocales, Adán y las estrellas lo supieron Los artificios y el candor del hombre No a la manera de otras que una vaga Sediento de saber lo que Dios sabe, La Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio, El simulacro alzó los soñolientos Gradualmente se vio (como nosotros) (El cabalista que ofició de numen El rabí le explicaba el universo Tal vez hubo un error en la grafía Sus ojos, menos de hombre que de perro Algo anormal y tosco hubo en el Golem, Elevando a su Dios manos filiales, El rabí lo miraba con ternura ¿Por qué di en agregar a la infinita En la hora de angustia y de luz vaga, La vejez (tal es el nombre que los otros le dan) Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras: Se perdió el laberinto. Se perdieron Aquí está la moneda de hierro. Interroguemos Miremos. En el orbe superior se entretejan La tarde y la mañana. Dios en cada criatura. Lunas, marfiles, instrumentos, rosas, Debo fingir que en el pasado fueron Debo fingir las armas y la pira Debo fingir que hay otros. Es mentira. El doctor Francisco Laprida, asesinado el día 22 de setiembre de 1829 Zumban las balas en la tarde última. Pisan mis pies la sombra de las lanzas Yo que soy el que ahora está cantando Así afirma la mística. Me creo ¿Qué errante laberinto, qué blancura la curiosa experiencia de la muerte? I Ya no es mágico el mundo. Te han dejado. cristal de soledad, sol de agonías. Nadie pierde (repites vanamente) para aprender el arte del olvido. II Ya no seré feliz. Tal vez no importa. y aunque las horas son tan largas, una y del amor. La dicha que me diste Sólo que me queda el goce de estar triste, Ya le estoy estrechando la mano verdadera No por los versos chúcaros que pensó mi desgano, Yguálenos el mate parejo y compartido, Dele a su honda guitarra. Mi corazón la escucha. Soy un criollo pueblero. La he perdido y la busco Y la ciudad, ahora, es como un plano Aquí el incierto ayer y el hoy distinto Aquí la tarde cenicienta espera sombra final se perderá, ligera. De las generaciones de las rosas que fueron. El destino me depara sin verla. Oh tú bermeja o amarilla inmemorial y en este verso brilla, Carlos avanza entre su pueblo. Mira sabe que hoy va a la muerte, no al olvido, a fuer de buen tahúr, indiferente. No lo infama el patíbulo. Los jueces Abarbanel, Farías o Pinedo, Libres ahora de esperanza y miedo, Hoy que su puerta es polvo, el instrumento que alguien lanzó al azul cuando el romano A Judith Machado Soy una pieza de limado acero. Hay una cerradura que me espera, Altos en la penumbra los desiertos y el tenue ayer de las fotografías. Una espada, Una espada para la mano Lo ha alcanzado una bala en la ribera El aire de oro mueve las ociosas y cambiarán sin término hasta cierto caíste como cae un hombre muerto. Con la tarde Furtivo y gris en la penumbra última, Que otros se jacten de las páginas que han escrito; Un hombre trabajado por el tiempo, Sabe que no debe mirarla de cerca, Quizá en la muerte para siempre seremos, No sé cuál es la cara que me mira Lento en mi sombra, con la mano exploro Repito que he perdido solamente pero pienso en las letras y en las rosas. (1179-1241) Tú, que legaste una mitología sentiste con asombro en una tarde En la noche de Islandia, la salobre el deshonor inolvidable. Sobre Tú cuya carne, hoy dispersión y polvo, Pido a mis dioses o a la suma del tiempo Tres antiguas caras me desvelan: * Scyld es el rey de Dinamarca cuyo destino canta el exordio de la Gesta de Beowulf. El dios hermoso y muerto es Baldr, cuyos sueños premonitorios y cuyo fin están en las Eddas Traiga cuentos la guitarra Venga una historia de ayer Velay, señores, la historia Suelen al hombre perder Cuando Juan Iberra vio Sin demora y sin apuro Así de manera fiel Torne en mi boca el verso castellano Torne a cantar la pálida ceniza, No así. Lo que mi barro ha bendecido sé que en la eternidad perdura y arde Aquí también. Aquí, como en el otro Aquí también el pájaro secreto de los astros, que hoy dictan a mi cálamo y esas otras Termópilas, el Álamo. Temí que el porvenir (que ya declina) Sueño con un antiguo rey. De hierro No sé si es de Nortumbria o de Noruega. ¿De qué apagado espejo, de qué nave que me impone su antaño y su amargura? Las traslúcidas manos del judío Las manos y el espacio de jacinto No lo turba la fama, ese reflejo Libre de la metáfora y del mito Soy el que sabe que no es menos vano Soy, tácitos amigos, el que sabe Soy el que pese a tan ilustres modos del tiempo, que es uno y es de todos. ¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa Con otoños de oro la inventaron. El vino En la noche del júbilo o en la jornada adversa otrora lo cantaron el árabe y el persa. Somos el tiempo. Somos la famosa Somos el río y somos aquel griego Somos el vano río prefijado, La memoria no acuña su moneda. He cometido el peor de los pecados Mis padres me engendraron para el juego no fue su joven voluntad. Mi mente Me legaron valor. No fui valiente. Laberintos, retruécanos, emblemas, No hubo música en su alma; sólo un vano No lo movió la antigua voz de Homero A las claras estrellas orientales Tan ignorante del amor divino Su destino ulterior no está en la historia; ¿Qué habrá sentido al contemplar de frente ¿Qué sucedió cuando el inexorable Sé de otra conclusión. Dado a sus temas Todo era fácil, nos parece ahora, Esas cosas pudieron no haber sido. Más allá de los símbolos, El bastón, las monedas, el llavero, El volumen caído que los otros ¿Dónde estará mi vida, la que pudo
LOS POEMAS
AJEDREZ
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.
cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?UNA ROSA Y MILTON
Que en el fondo del tiempo se han perdido
Quiero que una se salve del olvido,
Una sin marca o signo entre las cosas
Este don de nombrar por vez primera
Esa flor silenciosa, la postrera
Rosa que Milton acercó a su cara,
O blanca rosa de un jardín borrado,
Deja mágicamente tu pasado
Oro, sangre o marfil o tenebrosa
Como en sus manos, invisible rosa.ARTE POÉTICA
Y recordar que el tiempo es otro río,
Saber que nos perdemos como el río
Y que los rostros pasan como el agua.
Que sueña no soñar y que la muerte
Que teme nuestra carne es esa muerte
De cada noche, que se llama sueño.
De los días del hombre y de sus años,
Convertir el ultraje de los años
En una música, un rumor y un símbolo,
Un triste oro, tal es la poesía
Que es inmortal y pobre. La poesía
Vuelve como la aurora y el ocaso.
Nos mira desde el fondo de un espejo;
El arte debe ser como ese espejo
Que nos revela nuestra propia cara.
Lloró de amor al divisar su Itaca
Verde y humilde. El arte es esa Itaca
De verde eternidad, no de prodigios.
Que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
Y es otro, como el río interminable.A UN POETA MENOR DE LA ANTOLOGÍA
que fueron tuyos en la tierra, y tejieron
dicha y dolor y fueron para ti el universo?
los ha perdido; eres una palabra en un índice.
inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores;
de ti sólo sabemos, oscuro amigo,
que oíste al ruiseñor, una tarde.
pensará que los dioses han sido avaros.
¿y habrá suerte mejor que la ceniza
de que está hecho el olvido?
la inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas,
de la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera;
contigo fueron más piadosos, hermano.
oyes la voz del ruiseñor de Teócrito.POEMA DE LOS DONES
Esta declaración de la maestría
De Dios, que con magnífica ironía
Me dio a la vez los libros y la noche.
A unos ojos sin luz, que sólo pueden
Leer en las bibliotecas de los sueños
Los insensatos párrafos que ceden
Les prodiga sus libros infinitos,
Arduos como los arduos manuscritos
Que perecieron en Alejandría.
Muere un rey entre fuentes y jardines;
Yo fatigo sin rumbo los confines
De esa alta y honda biblioteca ciega.
Y el Occidente, siglos, dinastías,
Símbolos, cosmos y cosmogonías
Brindan los muros, pero inútilmente.
Exploro con el báculo indeciso,
Yo, que me figuraba el Paraíso
Bajo la especie de una biblioteca.
Con la palabra azar, rige estas cosas;
Otro ya recibió en otras borrosas
Tardes los muchos libros y la sombra.
Suelo sentir con vago horror sagrado
Que soy el otro, el muerto, que habrá dado
Los mismos pasos en los mismos días.
De un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
Mundo que se deforma y que se apaga
En una pálida ceniza vaga
Que se parece al sueño y al olvido.EL RELOJ DE ARENA
Sombra que una columna en el estío
Arroja o con el agua de aquel río
En que Heráclito vio nuestra locura
Se parecen los dos: la imponderable
Sombra diurna y el curso irrevocable
Del agua que prosigue su camino.
Otra substancia halló, suave y pesada,
Que parece haber sido imaginada
Para medir el tiempo de los muertos.
De los grabados de los diccionarios,
La pieza que los grises anticuarios
Relegarán al mundo ceniciento
Inerme, del borroso telescopio,
Del sándalo mordido por el opio
Del polvo, del azar y de la nada.
Y tétrico instrumento que acompaña
En la diestra del dios a la guadaña
Y cuyas líneas repitió Durero?
Deja caer la cautelosa arena,
Oro gradual que se desprende y llena
El cóncavo cristal de su universo.
Arena que resbala y que declina
Y, a punto de caer, se arremolina
Con una prisa que es del todo humana.
E infinita es la historia de la arena;
Así, bajo tus dichas o tu pena,
La invulnerable eternidad se abisma.
Yo me desangro, no el cristal. El rito
De decantar la arena es infinito
Y con la arena se nos va la vida.
Sentir el tiempo cósmico: la historia
Que encierra en sus espejos la memoria
O que ha disuelto el mágico Leteo.
Cartago y Roma y su apretada guerra,
Simón Mago, los siete pies de tierra
Que el rey sajón ofrece al rey noruego,
Hilo sutil de arena numerosa.
No he de salvarme yo, fortuita cosa
De tiempo, que es materia deleznable.LOS ESPEJOS
No sólo ante el cristal impenetrable
Donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos
El otro azul en su profundo cielo
Que a veces raya el ilusorio vuelo
Del ave inversa o que un temblor agita
Del ébano sutil cuya tersura
Repite como un sueño la blancura
De un vago mármol o una vaga rosa,
Años de errar bajo la varia luna,
Me pregunto qué azar de la fortuna
Hizo que yo temiera los espejos.
Espejo de caoba que en la bruma
De su rojo crepúsculo disfuma
Ese rostro que mira y es mirado,
Ejecutores de un antiguo pacto,
Multiplicar el mundo como el acto
Generativo, insomnes y fatales.
En su vertiginosa telaraña;
A veces en la tarde los empaña
El hálito de un hombre que no ha muerto.
Paredes de la alcoba hay un espejo,
Ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
Que arma en el alba un sigiloso teatro.
En esos gabinetes cristalinos
Donde, como fantásticos rabinos,
Leemos los libros de derecha a izquierda.
No sintió que era un sueño hasta aquel día
En que un actor mimó su felonía
Con arte silencioso, en un tablado.
Que el usual y gastado repertorio
De cada día incluya el ilusorio
Orbe profundo que urden los reflejos.
En toda esa inasible arquitectura
Que edifica la luz con la tersura
Del cristal y la sombra con el sueño.
De sueños y las formas del espejo
Para que el hombre sienta que es reflejo
Y vanidad. Por eso nos alarman.LA LUNA (1)
Tiempo en que sucedieron tantas cosas
Reales, imaginarias y dudosas,
Un hombre concibió el desmesurado
En un libro y con ímpetu infinito
Erigió el alto y arduo manuscrito
Y limó y declamó el último verso.
Cuando al alzar los ojos vio un bruñido
Disco en el aire y comprendió, aturdido,
Que se había olvidado de la luna.
Bien puede figurar el maleficio
De cuantos ejercemos el oficio
De cambiar en palabras nuestra vida.
Ley de toda palabra sobre el numen.
No la sabrá eludir este resumen
De mi largo comercio con la luna.
Si en el cielo anterior de la doctrina
Del griego o en la tarde que declina
Sobre el patio del pozo y de la higuera.
Puede, entre tantas cosas, ser muy bella
Y hubo así alguna tarde en que con ella
Te miramos, oh luna compartida.
Recordar las del verso: la hechizada
Dragon moon que da horror a la halada
Y la luna sangrienta de Quevedo.
Habló Juan en su libro de feroces
Prodigios y de júbilos atroces;
Otras más claras lunas hay de plata.
Tradición) escribía en un espejo
Y los hombres leían el reflejo
En aquel otro espejo que es la luna.
El alto lobo cuya extraña suerte
Es derribar la luna y darle muerte
Cuando enrojezca el mar la última aurora.
Y tan bien que ese día los abiertos
Mares del mundo infestará la nave
Que se hace con las uñas de los muertos.)
Quiso que yo también fuera poeta,
Me impuse. como todos, la secreta
Obligación de definir la luna.
Agotaba modestas variaciones,
Bajo el vivo temor de que Lugones
Ya hubiera usado el ámbar o la arena,
Nieve fueron las lunas que alumbraron
Versos que ciertamente no lograron
El arduo honor de la tipografía.
Que, como el rojo Adán del Paraíso,
Impone a cada cosa su preciso
Y verdadero y no sabido nombre,
Luna moran los sueños, lo inasible,
El tiempo que se pierde, lo posible
O lo imposible, que es la misma cosa.
Me dejo divisar la sombra mágica;
Hugo me dio una hoz que era de oro,
Y un irlandés, su negra luna trágica.
De las lunas de la mitología,
Ahí estaba, a la vuelta de la esquina,
La luna celestial de cada día
Hay para recordarla o figurarla.
El secreto, a mi ver, está en usarla
Con humildad. Es la palabra luna.
Aparición con una imagen vana;
La veo indescifrable y cotidiana
Y más allá de mi literatura.
Es una letra que fue creada para
La compleja escritura de esa rara
Cosa que somos, numerosa y una.
Da el hado o el azar para que un día
De exaltación gloriosa o de agonía
Pueda escribir su verdadero nombre.LA LUNA
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.LA LLUVIA
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.EL GOLEM
El nombre es arquetipo de la cosa,
En las letras de rosa está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo.
Habrá un terrible Nombre, que la esencia
Cifre de Dios y que la Omnipotencia
Guarde en letras y sílabas cabales.
En el Jardín. La herrumbre del pecado
(Dicen los cabalistas) lo ha borrado
Y las generaciones lo perdieron.
No tienen fin. Sabemos que hubo un día
En que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
En las vigilias de la judería.
Sombra insinúan en la vaga historia,
Aún está verde y viva la memoria
De Judá León, que era rabino en Praga.
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
Y al fin pronunció el Nombre que es la Clave.
Sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
De las Letras, del Tiempo y del Espacio.
Párpados y vio formas y colores
Que no entendió, perdidos en rumores
Y ensayó temerosos movimientos.
Aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.
A la vasta criatura apodó Golem;
Estas verdades las refiere Scholem
En un docto lugar de su volumen.)
«Esto es mi pie; esto el tuyo; esto la soga.»
Y logró, al cabo de años, que el perverso
Barriera bien o mal la sinagoga.
O en la articulación del Sacro Nombre;
A pesar de tan alta hechicería,
No aprendió a hablar el aprendiz de hombre,
Y harto menos de perro que de cosa,
Seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.
Ya que a su paso el gato del rabino
Se escondía. (Ese gato no está en Scholem
Pero, a través del tiempo, lo adivino.)
Las devociones de su Dios copiaba
O, estúpido y sonriente, se ahuecaba
En cóncavas zalemas orientales.
Y con algún horror. ¿Cómo (se dijo)
Pude engendrar este penoso hijo
Y la inacción dejé, que es la cordura?
Serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
Madeja que en lo eterno se devana,
Di otra causa, otro efecto y otra cuita?
En su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?Elogio de la sombra
puede ser el tiempo de nuestra dicha.
El animal ha muerto o casi ha muerto.
Quedan el hombre y su alma.
Vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.
Buenos Aires,
que antes se desgarraba en arrabales
hacia la llanura incesante,
ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro,
las borrosas calles del Once
y las precarias casas viejas
que aún llamamos el Sur.
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;
Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi Demócrito.
Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive
y se parece a la eternidad.La noche cíclica
los astros y los hombres vuelven cíclicamente;
los átomos fatales repetirán la urgente
Afrodita de oro, los tebanos, las ágoras.
En edades futuras oprimirá el centauro
con el casco solípedo el pecho del lapita;
cuando Roma sea polvo, gemirá en la infinita
noche de su palacio fétido el minotauro.
Volverá toda noche de insomnio: minuciosa.
La mano que esto escribe renacerá del mismo
vientre. Férreos ejércitos construirán el abismo.
(David Hume de Edimburgo dijo la misma cosa).
No sé si volveremos en un ciclo segundo
como vuelven las cifras de una fracción periódica;
pero sé que una oscura rotación pitagórica
noche a noche me deja en un lugar del mundo
que es de los arrabales. Una esquina remota
que puede ser del Norte, del Sur o del Oeste,
pero que tiene siempre una tapia celeste,
una higuera sombría y una vereda rota.
Ahí está Buenos Aires. El tiempo que a los hombres
trae el amor o el oro, a mí apenas me deja
esta rosa apagada, esta vana madeja
de calles que repiten los pretéritos nombresElegía de un parque
todos los eucaliptos ordenados,
los toldos del verano y la vigilia
del incesante espejo, repitiendo
cada expresión de cada rostro humano,
cada fugacidad. El detenido
reloj, la entretejida madreselva,
la glorieta, las frívolas estatuas,
el otro lado de la tarde, el trino,
el mirador y el ocio de la fuente
son cosas del pasado. ¿Del pasado?
Si no hubo un principio ni habrá un término,
si nos aguarda una infinita suma
de blancos días y de negras noches,
ya somos el pasado que seremos.
Somos el tiempo, el río indivisible,
somos Uxmal, Cartago y la borrada
muralla del romano y el perdido
parque que conmemoran estos versosLa moneda de hierro
las dos contrarias caras que serán la respuesta
de la terca demanda que nadie no se ha hecho:
¿Por qué precisa un hombre que una mujer lo quiera?
el firmamento cuádruple que sostiene el diluvio
y las inalterables estrellas planetarias.
Adán, el joven padre, y el joven Paraíso.
En ese laberinto puro está tu reflejo.
Arrojemos de nuevo la moneda de hierro
que es también un espejo magnífico. Su reverso
es nadie y nada y sombra y ceguera. Eso eres.
De hierro las dos caras labran un solo eco.
Tus manos y tu lengua son testigos infieles.
Dios es el inasible centro de la sortija.
No exalta ni condena. Obra mejor: olvida.
Maculado de infamia ¿por qué no han de quererte?
En la sombra del otro buscamos nuestra sombra;
en el cristal del otro, nuestro cristal recíproco.El enamorado
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.POEMA CONJETURAL
por los montoneros de Aldao, piensa antes de morir:
Hay viento y hay cenizas en el viento,
se dispersan el día y la batalla
deforme, y la victoria es de los otros.
Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos.
Como aquel capitán del Purgatorio
que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. Hoy es el término.
La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca
con jinetes, con belfos y con lanzas.
Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano.
A esta ruinosa tarde me llevaba
el laberinto múltiple de pasos
que mis días tejieron desde un día
de la niñez. Al fin he descubierto
la recóndita clave de mis años,
la suerte de Francisco de Laprida,
la letra que faltaba, la perfecta
forma que supo Dios desde el principio.
En el espejo de esta noche alcanzo
mi insospechado rostro eterno. El círculo
se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.
que me buscan. Las befas de mi muerte,
los jinetes, las crines, los caballos,
se ciernen sobre mí… Ya el primer golpe,
ya el duro hierro que me raja el pecho,
el íntimo cuchillo en la garganta.LOS ENIGMAS
seré mañana el misterioso, el muerto,
el morador de un mágico y desierto
orbe sin antes ni después ni cuándo.
indigno del Infierno o de la Gloria,
pero nada predigo. Nuestra historia
cambia como las formas de Proteo.
ciega de resplandor será mi suerte,
cuando me entregue el fin de esta aventura
Quiero beber su cristalino Olvido,
ser para siempre; pero no haber sido.1964
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.VERSOS PARA FERNÁN SILVA VALDÉS
Que sus versos me alargan. ¿Sabe que estoy contento
De me madrugaran con la linda nobleza
Y su amistá, que es mía, sabe la que merezco?
Sino por los ponientes peleadores que he visto,
Y por una muchacha que me tuvo en su abrazo,
Y por unas divisas que conservo en un libro.
El mate que es de muchos como el sol y la luna,
Volcancito que humea caliente como un nido,
Manso reló que mide las horas de la duda.
Y ella, igual que un aljibe, desparrama confianza.
Levánteme la tarde, que en puerteando la luna
Saldré oscuro y callado pero diré una lágrima.
A mi herencia de auroras y pingos y zorzales.
Sus versos me la encuentran. Ya está dicho el retruco
Que mis tapias rosadas mandan a sus ceibales.BUENOS AIRES
de mis humillaciones y fracasos;
desde esa puerta he visto los ocasos
y ante ese mármol he aguardado en vano.
me han deparado los comunes casos
de toda suerte humana; aquí mis pasos
urden su incalculable laberinto.
el fruto que le debe la mañana;
aquí mi sombra en la no menos vana
No nos une el amor sino el espanto
será por eso que la quiero tanto.UNA ROSA Y MILTON
que en el fondo del tiempo se han perdido
quiero que una se salve del olvido,
una sin marca o signo entre las cosas
este don de nombrar por vez primera
esa flor silenciosa, la postrera
rosa que Milton acercó a su cara,
o blanca rosa de un jardín borrado,
deja mágicamente tu pasado
oro, sangre o marfil o tenebrosa
como en sus manos, invisible rosa.UNA MAÑANA DE 1649
a la izquierda y a la derecha. Ha rechazado
los brazos de la escolta. Liberado
de la necesidad de la mentira,
y que es un rey. La ejecución lo espera;
la mañana es atroz y verdadera.
No hay temor en su carne. Siempre ha sido,
Ha apurado la vida hasta las heces;
ahora está solo entre la armada gente.
no son el Juez. Saluda levemente
y sonríe. Lo ha hecho tantas veces.UNA LLAVE EN SALÓNICA
arrojados de España por impía
persecución, conservan todavía
la llave de una casa de Toledo.
miran la llave al declinar el día;
en el bronce hay ayeres, lejanía,
cansado brillo y sufrimiento quedo.
es cifra de la diáspora y del viento,
afín a esa otra llave del santuario
acometió con fuego temerario,
y que en el cielo recibió una mano.UNA LLAVE EN EAST LANSING
Mi borde irregular no es arbitrario.
Duermo mi vago acero en un armario
que no veo, sujeta a mi llavero.
una sola. La puerta es de forjado
hierro y firme cristal. Del otro lado
está la casa, oculta y verdadera.
espejos ven las noches y los días
y las fotografías de los muertos
Alguna vez empujaré la dura
puerta y haré girar la cerradura.FRAGMENTO
una espada de hierro forjado en el frío del alba
una espada con runas
que nadie podrá desoír ni descifrar del todo,
Una espada que los poetas
igualarán al hielo y al fuego,
una espada que un rey dará a otro rey
y este rey a un sueño,
una espada que será leal
hasta una hora que ya sabe el Destino,
una espada que iluminará la batalla.
que regirá la hermosa batalla, el tejido de hombres,
una espada para la mano
que enrojecerá los dientes del lobo
y el despiadado pico del cuervo,
una espada para la mano
que prodigará el oro rojo,
una espada para la mano
que dará muerte a la serpiente en su lecho de oro,
una espada para la mano
que ganará un reino y perderá un reino,
una espada para la mano
que derribará la selva de lanzas.
Una espada para la mano de Beowulf.UN SOLDADO DE LEE (1862)
de una clara corriente cuyo nombre
ignora. Cae de boca. (Es verdadera
la historia y más de un hombre fue aquel hombre).
hojas de los pinares. La paciente
hormiga escala el rostro indiferente.
Sube el sol. Ya han cambiado muchas cosas
día del porvenir en que te canto
a ti que, sin la dádiva del llanto,
No hay un mármol que guarde tu memoria;
seis pies de tierra son tu oscura gloria.UN PATIO
se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esta noche, la luna, el claro círculo,
no domina su espacio.
Patio, cielo encauzado.
El patio es el declive
por el cual se derrama el cielo en la casa.
Serena,
la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.
Grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y de un aljibe.UN LOBO
va dejando sus rastros en la margen
de este río sin nombre que ha saciado
la sed de su garganta y cuyas aguas
no repiten estrellas. Esta noche,
el lobo es una sombra que está sola
y que busca a la hembra y siente frío.
Es el último lobo de Inglaterra.
Odín y Thor lo saben. En su alta
casa de piedra un rey ha decidido
acabar con los lobos. Ya forjado
ha sido el fuerte hierro de tu muerte.
Lobo sajón, has engendrado en vano.
No basta ser cruel. Eres el último.
Mil años pasarán y un hombre viejo
te soñará en América. De nada
puede servirte ese futuro sueño.
Hoy te cercan los hombres que siguieron
por la selva los rastros que dejaste,
furtivo y gris en la penumbra última.UN LECTOR
a mí me enorgullecen las que he leído.
No habré sido un filólogo,
no habré inquirido las declinaciones, los modos, la laboriosa mutación de las letras,
la de que se endurece en te,
la equivalencia de la ge y de la ka,
pero a lo largo de mis años he profesado
la pasión del lenguaje.
Mis noches están llenas de Virgilio;
haber sabido y haber olvidado el latín
es una posesión, porque el olvido
es una de las formas de la memoria, su vago sótano,
la otra cara secreta de la moneda.
Cuando en mis ojos se borraron
las vanas apariencias queridas,
los rostros y la página,
me di al estudio del lenguaje de hierro
que usaron mis mayores para cantar
espadas y soledades,
y ahora, a través de siete siglos,
desde la Última Thule,
tu voz me llega, Snorri Sturluson.
El joven, ante el libro, se impone una disciplina precisa
y lo hace en pos de un conocimiento preciso;
a mis años, toda empresa es una aventura
que linda con la noche.
No acabaré de descifrar las antiguas lenguas del Norte,
no hundiré las manos ansiosas en el oro de Sigurd;
la tarea que emprendo es ilimitada
y ha de acompañarme hasta el fin,
no menos misteriosa que el universo
y que yo, el aprendiz.ALGUIEN
un hombre que ni siquiera espera la muerte
(las pruebas de la muerte son estadísticas
y nadie hay que no corra el albur
de ser el primer inmortal),
un hombre que ha aprendido a agradecer
las modestas limosnas de los días:
el sueño, la rutina, el sabor del agua,
una no sospechada etimología,
un verso latino o sajón,
la memoria de una mujer que lo ha abandonado
hace ya tantos años
que hoy puede recordarla sin amargura,
un hombre que no ignora que el presente
ya es el porvenir y el olvido,
un hombre que ha sido desleal
y con el que fueron desleales,
puede sentir de pronto, al cruzar la calle,
una misteriosa felicidad
que no viene del lado de la esperanza
sino de una antigua inocencia,
de su propia raíz o de un dios disperso.
porque hay razones más terribles que tigres
que le demostrarán su obligación
de ser un desdichado,
pero humildemente recibe
esa felicidad, esa ráfaga.
cuando el polvo sea polvo,
esa indescifrable raíz,
de la cual para siempre crecerá,
ecuánime o atroz,
nuestro solitario cielo o infierno.UN CIEGO
cuando miro la cara del espejo;
No sé qué anciano acecha en su reflejo
con silenciosa y ya cansada ira.
mis invisibles rasgos. Un destello
me alcanza. He vislumbrado tu cabello
que es de ceniza o es aún de oro.
la vana superficie de las cosas.
El consuelo es de Milton y es valiente,
Pienso que si pudiera ver mi cara
sabría quién soy en esta tarde rara.SNORRI STURLUSON
de hielo y fuego a la filial memoria,
tú, que fijaste la violenta gloria
de tu estirpe de acero y de osadía,
de espadas que tu triste carne humana
temblaba. En esa tarde sin mañana
te fue dado saber que eras cobarde.
borrasca mueve el mar. Está cercada
tu casa. Has bebido hasta las heces
tu pálida cabeza cae la espada
como en tu libro cayó tantas veces.A UN POETA SAJÓN
pesó como la nuestra sobre la tierra,
tú cuyos ojos vieron el sol, esa famosa estrella,
tú que viviste no en el rígido ayer
sino en el incesante presente,
en el último punto y ápice vertiginoso del tiempo,
tú que en tu monasterio fuiste llamado
por la antigua voz de la épica,
tú que tejiste las palabras,
tú que cantaste la victoria de Brunanburh
y no la atribuiste al Señor
sino a la espada de tu rey,
tú que con júbilo feroz cantaste,
la humillación del viking,
el festín del cuervo y del águila,
tú que en la oda militar congregaste
las rituales metáforas de la estirpe,
tú que un tiempo sin historia
viste en el ahora el ayer
y en el sudor y sangre de Brunanburh
un cristal de antiguas auroras,
tú que tanto querías a tu Inglaterra
y no la nombraste,
hoy no eres otra cosa que unas palabras
que los germanistas anotan.
Hoy no eres otra cosa que mi voz
cuando revive tus palabras de hierro.
que mis días merezcan el olvido,
que mi nombre sea Nadie como el de Ulises,
pero que algún verso perdure
en la noche propicia a la memoria
o en las mañanas de los hombres.ELEGÍA*
una el Océano, que habló con Claudio,
otra el Norte de aceros ignorantes
y atroces en la aurora y el ocaso,
la tercera la muerte, ese otro nombre
del insaciado tiempo que nos roe.
La carga secular de los ayeres
de la historia que fue o que fue soñada
me abruma, personal como una culpa.
Pienso en la nave ufana que devuelve
a los mares el cuerpo de Scyld Sceaving
que reinó en Dinamarca bajo el cielo;
pienso en el alto lobo, cuyas riendas
eran sierpes, que dio al barco encendido
la blancura del dios hermoso y muerto;
pienso en piratas cuya carne humana
es dispersión y limo bajo el peso
de los mares errantes que ultrajaron.
Pienso en mi propia, en mi perfecta muerte,
sin la urna, la lápida y la lágrima.MILONGA DE DOS HERMANOS
de cuando el fierro brillaba,
cuentos de truco y de taba,
de cuadreras y de copas,
cuentos de la Costa Brava
y el Camino de las Tropas.
que apreciarán los más lerdos;
el destino no hace acuerdos
y nadie se lo reproche—
ya estoy viendo que esta noche
vienen del Sur los recuerdos.
de los hermanos Iberra,
hombres de amor y de guerra
y en el peligro primeros,
la flor de los cuchilleros
y ahora los tapa la tierra.
la soberbia o la codicia:
también el coraje envicia
a quien le da noche y día—
el que era menor debía
más muertes a la justicia.
que el menor lo aventajaba,
la paciencia se le acaba
y le armó no sé qué lazo
le dio muerte de un balazo,
allá por la Costa Brava.
lo fue tendiendo en la vía
para que el tren lo pisara.
El tren lo dejó sin cara,
que es lo que el mayor quería.
conté la historia hasta el fin;
es la historia de Caín
que sigue matando a Abel.EWIGKEIT
a decir lo que siempre está diciendo
desde el latín de Séneca: el horrendo
dictamen de que todo es del gusano.
los fastos de la muerte y la victoria
de esa reina retórica que pisa
los estandartes de la vanagloria.
no lo voy a negar como un cobarde.
Sé que una cosa no hay. Es el olvido;
lo mucho y lo precioso que he perdido:
esa fragua, esa luna y esa tarde.TEXAS
confín del continente, el infinito
campo en que muere solitario el grito;
aquí también el indio, el lazo, el potro.
que sobre los fragores de la historia
canta para una tarde y su memoria;
aquí también el místico alfabeto
nombres que el incesante laberinto
de los días no arrastra: San Jacinto
Aquí también esa desconocida
y ansiosa y breve cosa que es la vida.1972
sería un profundo corredor de espejos
indistintos, ociosos y menguantes,
una repetición de vanidades,
y en la penumbra que precede al sueño
rogué a mis dioses, cuyo nombre ignoro,
que enviaran algo o alguien a mis días.
Lo hicieron. Es la Patria. Mis mayores
la sirvieron con largas proscripciones,
con penurias, con hambre, con batallas,
aquí de nuevo está el hermoso riesgo.
No soy aquellas sombras tutelares
que honré con versos que no olvida el tiempo.
Estoy ciego. He cumplido los setenta;
no soy el oriental Francisco Borges
que murió con dos balas en el pecho,
entre las agonías de los hombres,
en el hedor de un hospital de sangre,
pero la Patria, hoy profanada quiere
que con mi oscura pluma de gramático,
docta en las nimiedades académicas
y ajena a los trabajos de la espada,
congregue el gran rumor de la epopeya
y exija mi lugar. Lo estoy haciendo.LA PESADILLA
es la corona y muerta la mirada.
Ya no hay caras así. La firme espada
lo acatará, leal como su perro.
Sé que es del Norte. La cerrada y roja
barba le cubre el pecho. No me arroja
una mirada su mirada ciega.
de los mares que fueron su aventura,
habrá surgido el hombre gris y grave
Sé que me sueña y que me juzga, erguido.
El día entra en la noche. No se ha ido.SPINOZA
labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.)
que palidece en el confín del Ghetto
casi no existen para el hombre quieto
que está soñando un claro laberinto.
de sueños en el sueño de otro espejo,
ni el temeroso amor de las doncellas.
labra un arduo cristal: el infinito
mapa de Aquel que es todas Sus estrellas.SOY
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.SONETO DEL VINO
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?
fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.
exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.SON LOS RÍOS
parábola de Heráclito el Oscuro.
Somos el agua, no el diamante duro,
la que se pierde, no la que reposa.
que se mira en el río. Su reflejo
cambia en el agua del cambiante espejo,
en el cristal que cambia como el fuego.
rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado.
Todo nos dijo adiós, todo se aleja.
Y sin embargo hay algo que se queda
y sin embargo hay algo que se queja.EL REMORDIMIENTO
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.Baltasar Gracián
helada y laboriosa nadería,
fue para este jesuita la poesía,
reducida por él a estratagemas.
herbario de metáforas y argucias
y la veneración de las astucias
y el desdén de lo humano y sobrehumano.
ni esa, de plata y luna, de Virgilio;
no vio al fatal Edipo en el exilio
ni a Cristo que se muere en un madero.
que palidecen en la vasta aurora,
apodó con palabra pecadora
gallinas de los campos celestiales.
como del otro que en las bocas arde,
lo sorprendió la Pálida una tarde
leyendo las estrofas del Marino.
librado a las mudanzas de la impura
tumba el polvo que ayer fue su figura,
el alma de Gracián entró en la gloria.
los Arquetipos y los Esplendores?
quizá lloró y se dijo: Vanamente
busqué alimento en sombras y en errores.
sol de Dios, La Verdad, mostró su fuego?
Quizá la luz de Dios lo dejó ciego
en mitad de la gloria interminable.
minúsculos, Gracián no vio la gloria
y sigue resolviendo en la memoria
laberintos, retruécanos y emblemas.EL PASADO
En el plástico ayer irrevocable:
Sócrates que apurada la cicuta,
Discurre sobre el alma y su camino
Mientras la muerte azul le va subiendo
Desde los pies helados; la implacable
Espada que retumba en la balanza;
Roma, que impone el numeroso hexámetro
Al obstinado mármol de esa lengua
Que manejamos hoy despedazada;
Los piratas de Hengist que atraviesan
A remo el temerario Mar del Norte
Y con las fuertes manos y el coraje
Fundan un reino que será el Imperio;
El rey sajón que ofrece al rey noruego
Los siete pies de tierra y que ejecuta,
Antes que el sol decline, la promesa
En la batalla de hombres; los jinetes
Del desierto, que cubren el Oriente
Y amenazan las cúpulas de Rusia;
Un persa que refiere la primera
De las Mil y Una Noches y no sabe
Que inicia un libro que los largos siglos
De las generaciones ulteriores
No entregarán al silencioso olvido;
Snorri que salva en su perdida Thule,
A la luz de crepúsculos morosos
O en la noche propicia a la memoria,
Las letras y los dioses de Germania;
El joven Schopenhauer, que descubre
El plano general del universo;
Whitman, que en una redacción de Brooklin,
Entre el olor a tinta y a tabaco,
Toma y no dice a nadie la infinita
Resolución de ser todos los hombres
Y de escribir un libro que sea todos;
Arredondo, que mata a Idiarte Borda
En la mañana de Montevideo
Y se da a la justicia declarando
Que ha obrado solo y que no tiene cómplices;
El soldado que muere en Normandía,
El soldado que muere en Galilea.
Casi no fueron. Las imaginamos
En un fatal ayer inevitable.
No hay otro tiempo que el ahora, este ápice
Del ya será y del fue, de aquel instante
En que la gota cae en la clepsidra.
El ilusorio ayer es un recinto
De figuras inmóviles de cera
O de reminiscencias literarias
Que el tiempo irá perdiendo en sus espejos.
Erico el Rojo, Carlos Doce, Breno
Y esa tarde inasible que fue tuya
Son en su eternidad, no en la memoria.
«El oro de los tigres», 1972.ESPAÑA
más allá de la pompa y la ceniza de los aniversarios,
más allá de la aberración del gramático
que ve en la historia del hidalgo
que soñaba ser don Quijote y al fin lo fue,
no una amistad y una alegría
sino un herbario de arcaísmos y un refranero,
estás, España silenciosa, en nosotros.
España del bisonte, que moriría
por el hierro o el rifle,
en las praderas del ocaso, en Montana,
España donde Ulises descendió a la Casa de Hades,
España del íbero, del celta, del cartaginés, y de Roma,
España de los duros visigodos,
de estirpe escandinava,
que deletrearon y olvidaron la escritura de Ulfilas,
pastor de pueblos,
España del Islam, de la cábala
y de la Noche Oscura del Alma,
España de los inquisidores,
que padecieron el destino de ser verdugos
y hubieran podido ser mártires,
España de la larga aventura
que descifró los mares y redujo crueles imperios
y que prosigue aquí, en Buenos Aires,
en este atardecer del mes de julio de 1964,
España de la otra guitarra, la desgarrada,
no la humilde, la nuestra,
España de los patios,
España de la piedra piadosa de catedrales y santuarios,
España de la hombría de bien y de la caudalosa amistad,
España del inútil coraje,
podemos profesar otros amores,
podemos olvidarte
como olvidamos nuestro propio pasado,
porque inseparablemente estás en nosotros,
en los íntimos hábitos de la sangre,
en los Acevedo y los Suárez de mi linaje,
España,
madre de ríos y de espadas y de multiplicadas generaciones,
incesante y fatal.Las cosas
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.Cosas
ocultan en la hondura del estante
y que los días y las noches cubren
de lento polvo silencioso. El ancla
de Sidón que los mares de Inglaterra
oprimen en su abismo ciego y blando.
El espejo que no repite a nadie
cuando la casa se ha quedado sola.
las limaduras de uña que dejamos
a lo largo del tiempo y del espacio.
El polvo indescifrable que fue Shakespeare.
Las modificaciones de la nube.
La simétrica rosa momentánea
que el azar dio una vez a los ocultos
cristales del pueril calidoscopio.
Los remos de Argos, la primera nave.
las pisadas de arena que la ola
soñolienta y fatal borra en la playa.
Los colores de Turner cuando apagan
las luces en la recta galería
y no resuena un paso en la alta noche.
El revés del prolijo mapamundi.
La tenue telaraña en la pirámide.
La piedra ciega y la curiosa mano.
El sueño que he tenido antes del alba
y que olvidé cuando clareaba el día.
El principio y el fin de la epopeya
de Finnsburh, hoy unos contados versos
de hierro, no gastado por los siglos.
La letra inversa en el papel secante.
La tortuga en el fondo del aljibe.
Lo que no puede ser. El otro cuerno
del unicornio. El Ser que es Tres y es Uno.
El disco triangular. El inasible
instante en que la flecha del eleata,
inmóvil en el aire, da en el blanco.
La flor entre las páginas de Bécquer.
El péndulo que el tiempo ha detenido.
El acero que Odín clavó en el árbol.
El texto de las no cortadas hojas.
El eco de los cascos de la carga
de Junín, que de algún eterno modo
no ha cesado y es parte de la trama.
La sombra de Sarmiento en las aceras.
La voz que oyó el pastor en la montaña.
La osamenta blanqueando en el desierto.
La bala que mató a Francisco Borges.
El otro lado del tapiz. Las cosas
que nadie mira, salvo el Dios de Berkeley.Lo Perdido
haber sido y no fue, la venturosa
o la de triste horror, esa otra cosa
que pudo ser la espada o el escudo
y que no fue? ¿Dónde estará el perdido
antepasado persa o el noruego,
dónde el azar de no quedarme ciego,
dónde el ancla y el amor, dónde el olvido
de ser quien soy? ¿Dónde estará la pura
noche que al rudo labrador confía
el iletrado y laborioso día,
según lo quiere la literatura?
Pienso también en esa compañera
que me esperaba y que tal vez me espera.