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»JORGE GUILLÉN
Alguna vez me angustia una certeza,
Y ante mí se estremece mi futuro.
Acechándolo está de pronto un muro
Del arrabal final en que tropieza

Alguna vez me angustia una certeza,
Y ante mí se estremece mi futuro.
Acechándolo está de pronto un muro
Del arrabal final en que tropieza

Disfruto al observar como en las ollas
el agua se consume lentamente,
y ver como ese fluído hace borgollas
fundiéndose en vapor en el ambiente.

Pasaba junto a un cubo de basura
un día como siempre en mi paseo
mas miro y ¿qué dirán que es lo que veo?
¿quizás un alacrán, tal vez un cura
o un niño disfrutando en su recreo?

Cuando muera, que sepan que he vivido
de mi playa mirando al ancho mar.
Sólo hay tres que mi amor han compartido,
que a mi alma y corazón han abducido,
que me han osado amar.

No todos los que están en los altares
pudieran demostrar que han sido santos,
igual que los que están en camposantos
no pueden afirmar que han sido autores.

Os lo aseguro, yo soy disciplinado,
si me aconsejan, yo sigo los consejos.
Cuando turbias aguas bajan, si avisado
me deshago de pesares que son viejos.

Cuando la marea baja y el sol comienza a brillar
raudo voy a pasear por la arena de la playa.
Tranquilo ando sin parar por donde quiera que vaya,
observando en mi atalaya, descubriendo el hontanar.

Una persona esa era que miraba al espejo y se daba asco,
¡qué sería que hasta el reflejo recriminando se lo afea!
y que al verla los hombres se revolvían observando con gran fiasco
y hasta su sombra deforme la sigue así gritando ¡eres muy fea!

Hay un colegio en mi calle
que se llama Maravilla,
que por las mañanas chilla
sin poder decir que calle,
gritos que a toda pastilla ,...

El viento ya se sabe, independiente,
no torna la mirada a ningún lado,
avanza sin sentirse acorralado,
que el viento siempre sigue la corriente.

Resulta que allí móviles no había,
parece que hace mucho, mas fue ayer,
la gente se solía entretener
tirando piedrecitas a la ría
creando circulitos para ver
que al agua poco a poco se expandía.

Hay muchos que presumen de ser buenos,
su tiempo dedicando a predicar,
no crean que ellos quieren engañar
ni deben de dudar ni mucho menos,
son buenos pues lo dicen sin parar.

Atilano, don Perfecto, aquella tarde
cuando el tiempo ya empezaba a empeorar
descompuesto allí se puso a cavilar
de su vida, si él pudiera hacer alarde.

Se me rompió un poema y cayó al suelo,
hecho trizas quedó allí. Su alma intacta,
furiosa le afeó falta de celo
a éste que lo inspiró y así se jacta.
A reparar se puso con anhelo,
del hecho ahora aquí levanta el acta.

Campos amados de la tierra mía,
anudados os llevo a mi garganta,
sembrados surcos de melancolía,
teta sois que a mi espíritu amamanta.
Donde quiera que voy conmigo vais
¡oh, espigas que al páramo acrisanta!

Quisiera ser el sueño que te emboba,
cubriendo con un manto tu inocencia,
obviado a los ladrones tu conciencia
que barren el candor con una escoba.

Yo creo empleo ¿y tú?
-Yo no, yo vivo del erario.
Y ese erario ¿qué es?
-El es quien paga mi salario
para que puntual llegue a mi cuenta a fin de mes.

Hoy voy tomando notas mientras camino,
la vida así me paso tomando notas,
las palabras que hallando voy yo cocino
y arrejunto las unas siempre con otras.
Aunque algunas las tiro yo al basurero
en tanto que otras cuido con mucho esmero.

Yo voy matando el tiempo al tiempo que él me mata,
con el que bien me trata yo intento ser atento.
Como soy educado yo sé decir lo siento,
me excusen, no es preciso me estén dado la lata.

Ando y voy sin ton ni son,
sin conocer bien el rumbo,
ni sé por qué soy oriundo
ni por qué yo aquí nací,
por qué en España crecí
y no en otro latifundio,...

El cielo está plagado de inocentes,
no sé cuantos habrá ¿quizá un millón?
¿millón dices? Añade a ese montón
a Hugo que hoy se fue, tan buenas gentes.

Hay gente que viene al mundo dispuestos a hacer el mal
disfrutan del carnaval sumergidos en submundos,
pues de su ego prisioneros, todo aquí les viene igual,
para ellos el temporal solo dura unos segundos.