La calle no es de nadie, que es de todos, -ser libre es circular por las aceras-, no existen ni fronteras ni alambreras tratando como hermanos a los codos.
Que campos yo he visto llenos de tristeza, de sueños sedientos que al cielo bramaban, a huraños rastrojos que a dios suplicaban reclame a la lluvia no tenga pereza.
Él ha asistido impávido al concierto en que suele tornar la noche al día. Siempre a punto en perfecta sintonía cuando se asoma el sol. El cielo abierto comienza a despertar con su alegría.
Tierra. Quien fuera que te hiciera, tierra, pues que yo desconozco quien ha sido, a quien quiera que fuera aquí bendigo como hiciera el mendigo que se aferra a un pan y el burro al trigo.
Hoy hace calor, calor, mucho calor. Pareciera que el cielo se derrite. preparado no estoy para este envite, pido al sol que se olvide que es pintor, y ¡zas! que salga al quite.
La tarde de hoy se muestra complaciente, desidia en su existencia le delata, poniendo al susurrar cerco de plata y al aire que respira displicente que a salto va de mata..
Yo he venido del sol en una tierra donde clava su espada en el verano. Y el gaznate alimenta del paisano con el vino y la mies que en campo encierra su vientre soberano.
Estas tierras que hurgando al mar le arañan, -y nunca he percibido como propias-, parecen unas de otras xerocopias suspirando al pasar mientras se bañan soñando cornucopias.
La noche está lluviosa y amanece sembrada de una triste melodía, en tanto nace el sol, la tez fenece, y al aura que da vida se engrandece dotando de una dulce algarabía.
Cae la nieve, lenta, suavemente, ya comienza el invierno, es la primera, ha llegado de pronto, de repente, después de tanto tiempo estar ausente sin avisar siquiera.
Cuando nacen las horas, al comenzar el alba, cuando empieza el silencio despacito a rezar, la luz se hace notar y el sol asoma su alma, me asocio con la calma y empiezo a caminar.