Mi poema: ESOS CHOPOS Mi poeta aquí sugerido: Diana Bellessi

Los chopos, esos árboles erguidos
que firmes van mirando al firmamento,
se mecen y sollozan si hace viento
y en calma fingirán adormecidos.
Hace referencia al dominio general del planeta y de los diversos tipos de seres vivos, como plantas y animales, y en algunos casos a los procesos asociados con objetos inanimados
Los chopos, esos árboles erguidos
que firmes van mirando al firmamento,
se mecen y sollozan si hace viento
y en calma fingirán adormecidos.
Caminante que caminas por los campos de Castilla,
dime tú fiel caminante si es verdad que el cielo brilla,
si esa luz verdiamarilla ensimismada o errante
que asoma tras las colinas e invade el dulce semblante,
A ese tronco patoso, desmochado
por el paso del tiempo cohibido
que apenas si pervive deslucido
mirando siempre al cielo ensimismado.
Yo vengo de esos lares donde mares no existen,
allí donde amapolas juegan con los trigales,
las aguas en verano de amarillo se visten,
y liebres son los peces entre los matorrales.
Yo te azuzo: ¡burrito arre que arre,
sin parar vueltas dándole a la noria
trotando en tanto el polvo el rabo barre,
que a tu esfuerzo le esperará la gloria.
Y llovía y llovía, y tronaba y tronaba.
Y en esa tarde fría, nebulosa y sombría,
el silencio se ahogaba.
Y aquella plaza impía,
desierta sollozaba, ausente de alegría.
Me gustan las hojas verdes,
pardas, rojas y amarillas
y de las cosas sencillas
flores y olor que recuerdes,
de la semana los viernes,...
Amanecía en Salmerón, ¿no lo conocen?
En España, está en Guadalajara,
allí dónde las abejas se arrebocen
-pueblito de camino entre Milana y Sacedón-
Tiempos, que fueron de paz, cuando a la vida,
los dulces rayos de sol de la mañana
envían un soplo de emoción, ungida
de olores a salvia espliego y mejorana.
Traviesa, redondita y tan oronda,
un cerebro aparentas chiquitito,
¡si sales a bailar ya eres la monda!
nadie puede ganarle a tu piquito.
Campos amados de la tierra mía,
anudados os llevo a mi garganta,
sembrados surcos de melancolía,
teta sois que a mi espíritu amamanta.
Donde quiera que voy conmigo vais
¡oh, espigas que al páramo acrisanta!
Hoy voy tomando notas mientras camino,
la vida así me paso tomando notas,
las palabras que hallando voy yo cocino
y arrejunto las unas siempre con otras.
Aunque algunas las tiro yo al basurero
en tanto que otras cuido con mucho esmero.
El río anda empujando la corriente
haciendo sobre el agua malabares,
los chopos larguiluchos de esos lares
lo aplauden de una forma displicente
soltando de su leño lentamente...
Siguiendo voy la sombra de una espiga,
observo con el viento como mueve,
la sombra de esa espiga me conmueve,
la misma con su grano que hará miga.
Dormir me gusta a mi bajo la luna
gozando de tu amor al cielo raso
contando las estrellas una a una
libando del licor que hay en tu vaso.
Mi vida es una casa con el tejado gris,
sembrada de gorriones pintando garabatos,
paredes astilladas sin cal y sin barniz,
repletas sus estancias de anhelos timoratos.
Marzo es, la tarde fenece
y en los álamos del río
el sol paciente y sombrío
se enturbia y desaparece.
Ayer paseando miré a tu acequia,
estaba triste,
sus aguas cenagosas,
antaño claras, límpias y olorosas,
de putrefacción ahora se visten.
De tus sueños ya hoy queda la entelequia
de aquellos que en sobrevivir insisten,
mas nadie te acaricia ni desviste.