Sobre la suave brisa de un sueño de platino al sol que más calienta de un día de verano, se encuentra entre dos aguas cogido de la mano bordando su pasado y haciendo su camino.
¿De qué sirve el recuerdo a la memoria si no puede cambiarse y no se vende? ¿Y qué importa el inciso en una historia a lomos de una soga en la que pende?
Que campos yo he visto llenos de tristeza, de sueños sedientos que al cielo bramaban, a huraños rastrojos que a dios suplicaban reclame a la lluvia no tenga pereza.
Luchas cainitas, destrucción y muerte conflictos y más guerras. Los matones se muestran pululando a borbotones con ansias de venganza. Que su suerte en manos siempre está de algunos pocos.
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.