»LOPE DE VEGA
Breve Biografía de Lope de Vega ¡Gracias por leer esta publicación, si te gusta no olvides suscribirte o comentar! ¡Gracias por leer esta publicación, si te gusta no olvides suscribirte o comentar! Lope de Vega fue un gran escritor nacido en Madrid en el año 1562 y fallecido en esa misma ciudad en 1635. Era hijo de una pareja de humildes campesinos y, por cuestiones económicas, no llegó a terminar el bachillerato. Fue un autor sumamente prolífico que cultivó diversos géneros, entre los que se encontraron la narrativa, el teatro y la lírica. Algunas de sus creaciones más destacadas fueron “La Arcadia”, “Los pastores de Belén”, “Fuente Ovejuna” y “El perro del Hortelano”; estas últimas representan seguramente los mayores logros obtenidos por este autor, ya que lo convirtieron en un icono innegable para la literatura española del siglo XIV. Una muestra de sus poemas Un soneto me manda hacer Violante Yo pensé que no hallara consonante, Por el primer terceto voy entrando, Ya estoy en el segundo, y aun sospecho A mis soledades voy, ¡No sé qué tiene la aldea Ni estoy bien ni mal conmigo; Entiendo lo que me basta, De cuantas cosas me cansan, El dirá que yo lo soy, La diferencia conozco, O sabe naturaleza Sólo sé que no sé nada, No me precio de entendido, No puede durar el mundo, Señales son del jüicio Dijeron que antiguamente En dos edades vivimos ¿A quién no dará cuidado, Dijo Dios que comería y algunos inobedientes Virtud y filosofía Dos polos tiene la tierra, Oigo tañer las campanas, Mirando estoy los sepulcros ¡Oh, bien haya quien los hizo, Fea pintan a la envidia, Sin libros y sin papeles, Sin ser pobres ni ser ricos, Ni murmuraron del grande, Con esta envidia que digo ¡Pobre barquilla mía, ¿Adónde vas perdida? Como las altas naves, Igual en las fortunas, Advierte que te llevan Cuando por las riberas Segura navegabas, Verdad es que en la patria Dirás que muchas barcas No mires los ejemplos Para los altos mares ¿Quién te engañó, barquilla? ¿Qué jarcias te entretejen? ¿ en qué gavia descubres, ¿En qué celajes fundas Si te sepulta arena, ¿Qué importa que te ciñan Laureles de la orilla No quieras que yo sea, Pasaron ya los tiempos Ya fieros huracanes Ya los valientes rayos Contenta con tus redes, Cuando de rojo nácar Al bello sol que adoro Esposo me llamaba, Sin pleito, sin disgusto, Quedad sobre la arena, Si con eternas plantas Merezca que le pidas Mi honesto amor te obligue, Mas, ¡ay!, que no me escuchas. ¡Oh libertad preciosa, Cuando de las humanas Yo, pues, señor exento Cuando la aurora baña Cuando la noche oscura Aquí la verde pera No me da descontento Estése el cortesano Ni temo al poderoso 1 Para ser señora Aquella luz pura 2 Lloráis entre las pajas Dormid, cordero santo, Dormid entre las pajas, Las que para abrigaros Mas no quiero deciros, Que aunque tan grandes deudas Dejad el tierno llanto, No piense vuestra madre Que aunque pajas no sean 3 Cuando del Oriente «Hermosa María, 4 Como sois lucero Perlas en los ojos, Que tenéis que hacer, 5 ya le mira en un pesebre, ¿Qué tenéis, dulce Jesús?, Yo no tengo otros palacios No puedo más, amor mío, El niño recién nacido Mas revelándole al alma Ella entonces desatando Pues andáis en las palmas, Palmas de Belén No le hagáis ruido, El niño divino, sosegar quiere un poco Rigurosos yelos Ángeles divinos Serrana hermosa, que de nieve helada del sol y de mi vista claro objeto, alba dichosa, en que mi noche espira, salteadora gentil, monstruo amoroso, Hoy, que a estos montes y a la muerte llego, Pero dirás que es pena merecida Advierte que eres alma en los despojos que no viviera quien de ti partía, Aquella noche en su mayor espanto y llamando mil veces a la muerte, A la ciudad famosa que dejaba, y dándome en los ojos los reflejos, Y como imaginaba que tendrías Mas como los amigos, desde ajenos, Ya, pues, que el alma y la ciudad dejaba, «Adiós, dije mil veces, dueño mío, No suele el ruiseñor en verde selva con más doliente voz que yo te llamo, ni brama, si le quitan sus novillos, ni con arrullo más lloroso y blando Lucinda, sin tu dulce compañía, que con sólo pensar que está deshecho que con dolor de que le dejo en calma, Llegué, Lucinda, al fin, sin verme el sueño, a quien de murtas y peñascos viste Allí me pareció que sin remedio y cuando ya mi pensamiento vino, que con pensar que estás de la otra parte, Bajé a los llanos de esta humilde tierra, No estaba el Tajo con el verde engaste ni el agua clara a su pesar subía ni Filomena su dolor cantaba, ni pastor extranjero ni vecino Era su valle imagen y retrato Yo, como aquel que a contemplar se para De tropel acudieron las memorias, y en más de dos que yo te dije amores, Mas como en desventuras manifiestas vencido de la fuerza de mi daño, Teniendo, pues, mi duro fin por cierto, cubriéndome de yerbas y de flores, y puesto que Lucinda le merece, Entonces yo, que haciendo resistencia Luego desamparando el valle frío y en círculos de vidrio transparentes Los pastores también desampararon Yo solo, acompañado de mi pena, Así ha llegado aquel pastor dichoso, éste que miras es retraso suyo, O ya me olvides o de mí te acuerdes, Cosa que al cielo por mi bien le pida En tanto que mi espíritu rigiere la memoria que en ellos me dejaron Tú conoces, Lucinda, mi firmeza, Ya sabes el rigor de mi desvío pues bien conoces tú que es Flora hermosa, Bien sabes que habla bien, que bien escribe Mas yo, que de tu pie, donaire y gala sólo estimo tenerte sin sospecha, Cuando de yerbas de Tesalia trate, no hay fuerza en yerba ni en palabra alguna Tú sola mereciste mi desvelo, Viva con esto alegre tu memoria, que yo, sin atender a mi gobierno, El sol mil veces discurriendo cuente que los diamantes de sus puros velos, No habrá cosa jamás en la ribera en el jazmín tus cándidos despojos; tu olor en las retamas amarillas, Y cuando aquellos arroyuelos que hacen dejando el sol la furia y arrogancia a pesar de sus fuentes naturales, contemplaré tus concertados dientes, Tu voz me acordarán los ruiseñores, Aquestos nidos de diversos lazos, Tú, si mejor tus pensamientos domas, que aunque todas las aguas del olvido donde la vida a más dolor prevengo: Donde si espero de mis versos fama, 1 y era la edad en que más viva ardía cuando Amor me enseñó la vez primera Dulce prisión y dulce arder por ellos; 2 Lucinda en ti bañó su planta hermosa; Y yo envidiar pudiera tu fortuna, que mezclada en tus aguas pudo alguna 3 Está la tierra sin la lluvia en calma, Oro engendra al amor de agua y de arenas, No desprecies, Lucinda hermosa, el mío, 4 si viento nada, y nada el fundamento, ¿quién anda en este mar para anegarse? ¿De qué sirve estimarse y preferirse, 5 selvas que mis querellas esparcistes, pues la aspereza de rigor tan fiero Que si la viere el mundo transformada 6 Mas esta vez que batallando quedo, Cuando con armas falsas esgrimía, mas en el alma ya, Lucinda mía, 7 Dejan las aves con la noche el vuelo, Yo solo, aunque la noche con su manto Argos los vuelve la ocasión y el llanto, 8 arder como la vela y consumirse, hablar entre las mudas soledades, creer sospechas y negar verdades, 9 Vino un aire sutil, y desatólo Pero él responde: «Fugitivo mío, Yo triste, que por ella muero y ardo, 10 Si el llanto dura, el alma se me queja, Ve blanco al fin, papel, y a quien penetra que haga de mis lágrimas la letra, 11 Siento el error, no siento lo que digo, ¡Oh dura ley de amor, que todos huyen Pero si las estrellas daño influyen, 12 Atrevidos al sol llegar querían, ¡Oh, siempre aborrecido desengaño, ¡Pluguiera a Dios duraras, dulce engaño, 13 y desde que del caos adonde mora Así que ni la noche me socorre, Mi vida va volando, el tiempo corre, 14 una sin corte y otra mal cortada, sigue tu estrella en tantos desengaños, Pues has pasado los mejores años, 15 temblar del otro que de amor se abrasa, celar todo galán rico y mancebo, obliga, Marcio, a enamorar de nuevo; 16 Con un suspiro a la ocasión tardía ¿Adónde vas por despreciar el nido, Oyóla el pajarillo enternecido, 17 Cielo a los ojos, cándido y sereno, Ella nos da su sangre, ella nos cría, Quiere, aborrece, trata bien, maltrata, 18 El agua entre el hinojo de esmeralda, Mas cuando ya desamparó la playa, Yo estaba cerca y respondí: «Mal haya 19 a quien aquel Pastor santo acompaña, ¿Cómo tenéis, si os llama electro y rosa Pero aunque sois morena, sois hermosa, 20 no hallar fuera del bien centro y reposo, huir el rostro al claro desengaño, creer que un cielo en un infierno cabe, 1 Cuando miro los años que he pasado, Entré por laberinto tan extraño, mas de tu luz mi escuridad vencida, 2 ¿qué basilisco entre las flores vistes ¡Oh pasos esparcidos vanamente! Mas ya que es hecho, que volváis os pido, 3 Al apetito sensitivo encuentro, La virtud, como el arte, hallarse suele Muera el ardor del apetito intenso, 4 ¡Oh puerto de mis blancos desengaños, Hicieron fin mis locos pensamientos, Que no temer el fin no es valentía, 5 vuelve los ojos a mi fe piadosos, Oye, pastor, pues por amores mueres, Espera, pues, y escucha mis cuidados, 6 Seguí mil veces vuestro pie sagrado, Besos de paz os di para ofenderos, hoy que vuelvo con lágrimas a veros, 7 Está la majestad de Dios tendida ¡Oh duro corazón de mármol frío!, Morir por él será divino acuerdo, 8 ¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras, ¡Cuántas veces el Ángel me decía: ¡Y cuántas, hermosura soberana, 9 Si llama la moral filosofía Amé en la tierra vil, ¡qué necio amante! Mas yo os prometo agora de pagaros 10 Ya en rubíes te enciendes, ya en corales, Bien haya tu divino autor, pues mueves Así la verde edad se esparce al viento, 11 Aquí la rosa de la boca estuvo, Aquí la estimativa en que tenía ¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!, 12 La tierra y la miseria me abrazaron, Así voy prosiguiendo la jornada Un principio y un fin tiene la vida, 13 ¡Oh. cuánto fueron mis entrañas duras, ¡Cuántas veces el ángel me decía: ¡Y cuántas, hermosura soberana, 14 De su muerte a su vida se mejora, «Si amabas, dijo Cristo, soy tan blando Discreta amante, que el peligro visto 15 «Hasta la muerte» en la corteza lisa Mas, ¿qué fuera de mí, si me pidiera Pero yo con el llanto de mi cara Hermoso desaliño, en quien se fía Solimán natural, que desconfía Mejor luce el jazmín, mejor la rosa Para la noche estáis mejor tocada; Ir y quedarse, y con quedar partirse, arder como la vela y consumirse hablar entre las mudas soledades, creer sospechas y negar verdades, Dulce desdén, si el daño que me haces No son mis esperanzas pertinaces Dame algún bien, aunque con él me prives Mas ¿cómo me darás el bien que espero?, Desmayarse, atreverse, estar furioso, no hallar fuera del bien centro y reposo, huir el rostro al claro desengaño, creer que un cielo en un infierno cabe, ¿Quién mata con más rigor? ¿Qué fin tendrá mi osadía? ¿Qué es lo que el amor me ha dado? Nunca mi pena fue dicha. HABLA EL RÍO ¡Quítenme aquesta puente que me mata, De bola en bola tanto se dilata, Pereciendo de sed en el estío, Pues yo con la mitad estoy contento, Señora mía, si de vos ausente Esto se entiende en tanto que accidente Sin ver las armas ni sulcar los mares, Rico en invierno y pobre en el estío,
Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.A MIS SOLEDADES VOY
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo
no puedo venir más lejos!
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.
pero con falso argumento,
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.
porque en él y en mí contemplo,
su locura en su arrogancia,
mi humildad en su desprecio.
más que supo en otro tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.
de desdichado me precio,
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más
otros por cartas de menos.
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres
que desde entonces no ha vuelto.
los propios y los ajenos:
la de plata los extraños
y la de cobre los nuestros.
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?
su pan el hombre primero
con el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento,
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.
peregrina como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.
universal movimiento;
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.
porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños!
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir
piden prestado el tintero.
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones, ni pleitos.
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, afirmaron
parabién, ni pascua dieron.
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.POBRE BARQUILLA MÍA
entre peñascos rota,
sin velas desvela,
y entre las olas sola!
¿Adónde, di, te engolfas?
Que no hay deseos cuerdos
con esperanzas locas.
te apartas animosa
de la vecina tierra,
y al fiero mar te arrojas.
mayor en las congojas,
pequeña en la defensas,
incitas a las ondas.
a dar entre las rocas
de la soberbia envidia,
naufragio de las honras.
andabas costa a costa,
nunca del mar temiste
las ira procelosas.
que por la tierra propia
nunca el peligro es mucho
adonde el agua es poca.
no es la virtud dichosa,
ni se estima la perla
hasta dejar la concha.
con el favor en popa,
saliendo desdichadas,
volvieron venturosas.
de las que van y tornan,
que a muchas ha perdido
la dicha de las otras.
no llevas, cautelosa,
ni velas de mentiras,
ni remos de lisonjas.
Vuelve, vuelve la proa:
que presumir de nave
fortunas ocasiona.
¿Qué ricas banderolas
azote son del viento
y de las aguas sombra?
del árbol alta copa,
la tierra en perspectiva,
del mar incultas orlas?
que es bien echar la sonda,
cuando, perdido el rumbo,
erraste la derrota?
¿qué sirve fama heroica?
Que nunca desdichados
sus pensamientos logran.
ramas verde o rojas,
que en selvas de corales
salados césped brota?
solamente coronan
navíos de alto bordo
que jarcias de oro adornan.
por tu soberbia pompa,
Faetonte de barqueros
que los laureles lloran.
cuando, lamiendo rosas,
el céfiro bullía
y suspiraba aromas.
tan arrogantes soplan
que, salpicando estrellas,
del sol la frente mojan.
de la vulcana forja,
en vez de torres altas,
abrasan pobres chozas.
a la playa arenosa
mojado me sacabas;
pero vivo,¿qué importa?
se afeitaba la aurora,
más peces te llenaban
que ella lloraba aljófar.
enjuta ya la ropa,
nos daba una cabaña
la cama de sus hojas.
yo la llamaba esposa,
parándose de envidia
la celestial antorcha.
la muerte nos divorcia;
¡ay de la pobre barca
que en lágrima se ahoga!
inútiles escotas,
que no ha menester velas
quien a su bien torna.
las fijas luces doras,
¡oh dueño de mi barca!,
y en dulce paz reposas.
al bien que eterno gozas
que adonde estás me lleve,
más pura y más hermosa.
que no es digna victoria
para quejas humanas
ser las deidades sordas.
pero la vida es corta:
viviendo, todo falta;
muriendo, todo sobra.CANCIÓN
no comparada al oro,
ni al bien mayor de la espaciosa tierra,
más rica y más gozosa
que el precioso tesoro
que el mar del sur entre su nácar cierra;
con armas, sangre y guerra,
con las vidas y famas,
conquistado en el mundo;
paz dulce, amor profundo
que el mar aparta y a tu bien nos llamas;
en ti sola se anida
oro, tesoro, paz, bien, gloria y vida!
tinieblas vi el cielo
la luz, principio de mis dulces días,
aquellas tres hermanas
que nuestro humano velo
tejiendo, llevan por inciertas vías,
las duras penas mías
trocaron en la gloria
que en libertad poseo,
con siempre igual deseo,
donde verá por mi dichosa historia
quien más leyere en ella
que es dulce libertad lo menos della.
desta montaña y prado,
gozo la gloria y libertad que tengo.
Soberbio pensamiento
jamás ha derribado
la vida humilde y pobre que sostengo.
Cuando a las manos vengo
con el muchacho ciego,
haciendo rostro embisto,
venzo, triunfo y resisto
la flecha, el arco, la ponzoña, el fuego,
y con libre albedrío
lloro el ajeno mal y canto el mío.
con el rocío
de aljófar celestial el monte y prado,
salgo de mi cabaña,
riberas de este río,
a dar el nuevo pasto a mi ganado,
y cuando el sol dorado
muestra sus fuerzas graves,
al sueño el pecho inclino
debajo un sauce o pino,
oyendo el son de las parleras aves
o ya gozando el aura
donde el perdido aliento se restaura.
con su estrellado manto
el claro día en su tiniebla encierra,
y suena en la espesura
el tenebroso canto
de los nocturnos hijos de la tierra,
al pie de aquesta sierra
con rústicas palabras
mi ganadillo cuento
y el corazón contento
del gobierno de ovejas y de cabras,
la temerosa cuenta
del cuidadoso rey me representa.
con la manzana fermosa,
de gualda y roja sangre matizada,
y de color rosa
la cermeña olorosa
tengo, y la endrina de color morada;
aquí de la enramada
parra que el olmo enlaza,
melosas uvas cojo;
y en cantidad recojo,
al tiempo que las ramas desenlaza
el caluroso estío,
membrillos que coronan este río.
el hábito costoso
que de lascivo el pecho noble infama;
es mi dulce sustento
del campo generoso
estas silvestres frutas que derrama;
mi regalada cama,
de blanda pieles y hojas,
que algún rey la envidiara,
y de ti, fuente clara,
que, bullendo, el arena y agua arrojas,
estos cristales puros,
sustentos pobres, pero bien seguros.
procurando a su gusto
la blanda cama y el mejor sustento;
bese la ingrata mano
del poderoso injusto,
formando torres de esperanza al viento;
viva y muera sediento
por el honroso oficio,
y goce yo del suelo,
al aire, al sol y al hielo,
ocupado en mi rústico ejercicio;
que más vale pobreza
en paz que en guerra mísera riqueza.
ni al rico lisonjero,
ni soy camaleón del que gobierna,
ni me tiene envidioso
la ambición y el deseo
de ajena gloria ni de fama eterna;
carne sabrosa y tierna,
vino aromatizado,
pan blanco de aquel día,
en prado, en fuente fría,
halla un pastor con hambre fatigado,
que el grande y el pequeño
somos iguales lo que dura el sueño.VILLANCICOS
Nace el alba clara,
la noche pisa,
del cielo la risa
su paz declara;
el tiempo se para
por sólo vella,
desterrando la noche
de nuestras penas.
del cielo, levanta
esta niña santa
su luz aurora;
él canta, ella llora
divinas perlas,
desterrando la noche
de nuestras penas.
del Sol procede,
porque cuanto puede
le da hermosura;
el alba segura
que viene cerca,
desterrando la noche
de nuestras penas.
Las pajas del pesebre,
niño de Belén,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
de frío que tenéis,
hermoso niño mío,
y de calor también.
mi vida, no lloréis,
que si os escucha el lobo,
vendrá por vos, mi bien.
que aunque frías las veis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
tan blandas hoy se ven
serán mañana espinas
en corona cruel.
aunque vos lo sabéis,
palabras de pesar
en días de placer.
en paja cobréis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
divino Emanüel,
que perlas entre pajas
se pierden sin por qué.
que ya Jerusalén
previene sus dolores,
y llore con Joseph.
corona para Rey,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
De una Virgen hermosa
celos tiene el sol,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
salió el sol dorado,
y otro sol helado
miró tan ardiente,
quitó de la frente
la corona bella,
y a los pies de la estrella
su lumbre adoró,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
dice el sol vencido,
de vos ha nacido
el sol que podía
dar al mundo el día
que ha deseado».
Esto dijo humillado
a María el sol,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
Zagalejo de perlas,
hijo del Alba,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?
del alma mía,
al traer el día
nacéis primero;
pastor y cordero
sin choza y lana,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?
risa en la boca,
las almas provoca
a placer y enojos;
cabellitos rojos,
boca de grana,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?
pastorcito santo,
madrugando tanto
lo dais a entender;
aunque vais a ver
disfrazado el alma,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?
La Niña a quien dijo el Ángel
que estaba de gracia llena,
cuando de ser de Dios madre
le trujo tan altas nuevas,
llorando lágrimas tiernas,
que obligándose a ser hombre,
también se obliga a sus penas.
le dice la Niña bella;
¿tan presto sentís mis ojos
el dolor de mi pobreza?
en que recibiros pueda,
sino mis brazos y pechos,
que os regalan y sustentan.
porque si yo más pudiera,
vos sabéis que vuestros cielos
envidiaran mi riqueza.
no mueve la pura lengua,
aunque es la sabiduría
de su eterno Padre inmensa.
de la Virgen la respuesta,
cubrió de sueño en sus brazos
blandamente sus estrellas.
la voz regalada y tierna,
así tuvo a su armonía
la de los cielos suspensa.
Ángeles santos,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
que mueven airados
los furiosos vientos
que suenan tanto.
corred más paso,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
que está cansado
de llorar en la tierra
por su descanso,
del tierno llanto,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
le están cercando,
ya veis que no tengo
con qué guardarlo.
que vais volando,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.SERRANA
fueras como en color en el efecto,
si amor no hallara en tu rigor posada;
centro del alma, que a tu gloria aspira,
y de mi verso altísimo sujeto;
divino basilisco, lince hermoso,
nube de amor, por quien sus rayos tira;
salamandra de nieve y no de fuego,
para que viva con mayor reposo.
donde vine sin ti, sin alma y vida,
te escribo, de llorar cansado y ciego.
de quien pudo sufrir mirar tus ojos
con lágrimas de amor en la partida.
desta parte mortal, que a ser la mía,
faltara en tantas lágrimas y enojos;
ni ausente ahora, a no esforzarle tanto
las esperanzas de un alegría día.
consideré la pena del perderte,
la duda soledad creciendo el llanto,
otras tantas miré que me quitaba
la dulce gloria de volver a verte.
la cabeza volvía, que desde lejos
sus muros con sus fuegos me enseñaba,
gran tiempo hacia la parte en que vivías
los tuvo amor suspensos y perplejos.
de lágrimas los bellos ojos llenos,
pensándolas juntar crecí las mías.
reparasen en ver que me paraba
en el mayor dolor, fue el llanto menos.
y no se oía del famoso río
el claro son que con sus muros lava,
hasta que a verme en tu ribera vuelva,
de quien tan tiernamente me desvío».
llorar el nido de uno en otro ramo
de florido arrayán y madreselva,
ausente de mis dulces pajarillos,
por quien en llanto el corazón derramo,
con más dolor la vaca, atravesando
los campos de agostados amarillos;
la tórtola se queja, prenda mía,
que yo me estoy de mi dolor quejando.
y sin las prendas de tu hermoso pecho,
todo es llorar desde la noche al día,
mi nido ausente, me atraviesa el alma,
dando mil nudos a mi cuello estrecho;
y el fruto de mi amor goza otro dueño,
parece que he sembrado ingrata palma».
en tres veces que el sol me vio tan triste,
a la aspereza de un lugar pequeño,
Sierra Morena, que se pone en medio
del dichoso lugar en que naciste.
llegaba el fin de mi mortal camino,
habiendo apenas caminado el medio,
dejando atrás la Sierra, a imaginarte,
creció con el dolor el desatino;
me pareció que me quitó la Sierra
la dulce gloria de poder mirarte.
adonde me prendiste y cautivaste,
y yo fui esclavo de tu dulce guerra.
de su florida margen cual solía,
cuando con esos pies su orilla honraste;
por las sonoras ruedas ni bajaba,
y en pedazos de plata se rompía;
ni se enlazaba parra con espino,
ni yedra por los árboles trepaba;
se coronaba del laurel ingrato,
que algunos tienen por laurel divino.
del lugar que la corte desampara,
del alma de su espléndido aparato.
rüinas tristes de pasadas glorias,
en agua de dolor bañé mi cara.
los asientos, los gustos, los favores,
que a veces los lugares son historias,
parece que escuchaba tus respuestas,
y que estaban allí las mismas flores.
suele ser tan costoso el desengaño
y sus veloces alas son tan prestas,
caí desde mí mismo medio muerto
y conmigo también mi dulce engaño.
las ninfas de las aguas, los pastores
del soto y los vaqueros del desierto,
me lloraban, diciendo: «Aquí fenece
el hombre que mejor trató de amores,
que su vida consista en su presencia,
él también con su muerte la engrandece».
estaba con tu luz al dolor mío,
abrí los ojos, que cerró tu ausencia.
las ninfas bellas con sus rubias frentes
rompieron el cristal del manso río,
las divididas aguas resonaron,
y en las peñas los ecos diferentes.
el muerto vivo, y en la tibia arena
por sombra de quien era me dejaron.
volviste al alma, del dolor quejoso,
que de pensar en ti la tuvo ajena.
Lucinda, que llamaban dueño tuyo,
del Betis rico al Tajo caudaloso:
que así el esclavo que llorando pierdes
a tus divinos ojos restituyo.
si te olvidares mientras tengo vida,
marchite amor mis esperanzas verdes.
jamás me cumpla, si otra cosa fuere
de aquestos ojos, donde estás, querida.
el cuerpo que tus brazos estimaron,
nadie los míos ocupar espere;
es alcalde de aquella fortaleza
que tus hermosos ojos conquistaron.
y que es de acero el pensamiento mío
con las pastoras de mayor belleza.
con Flora, que te tuvo tan celosa,
a cuyo fuego respondí tan frío;
y que con serlo, sin remedio vive,
envidiosa de ti, de mí quejosa.
y que me solicita y me regala,
por más desprecios que de mí recibe.
estimo más la cinta que desecha
que todo el oro con que a Creso iguala,
que no ha nacido ahora quien desate
de tanto amor lazada tan estrecha.
y discurriendo el monte de la luna
los espíritus ínfimos maltrate,
contra mi voluntad, que hizo el cielo
libre en adversa y próspera fortuna.
y yo también después de larga historia
con mi fuego de amor vencer tu hielo.
que como amar con celos es infierno,
amar sin ellos es descanso y gloria,
no he de apartarme de adorarte ausente,
si de ti lo estuviese un siglo eterno.
del cielo los dorados paralelos,
y de su blanca hermana el rostro aumente,
que viven fijos en su octava esfera,
no han de igualarme aunque me maten celos.
en que no te contemplen estos ojos,
mientras ausente de los tuyos muera;
en la rosa encarnada tus mejillas,
tu bella boca en los claveles rojos;
y en maravillas que mis cabras pacen
contemplaré también tus maravillas.
templados, a mis quejas consonancia
desde la sierra, donde juntos nacen,
de dos tan encendidos animales,
volviere el año a su primera estancia,
del yelo arrebatadas sus corrientes,
cuelguen por estas peñas sus cristales,
y a veces en carámbanos mayores
los dedos de tus manos transparentes.
y de estas yedras y olmos los abrazos
nuestros hermafrodíticos amores.
donde ahora se besan dos palomas,
por ver mis prendas burlarán mis brazos,
en tanto que yo quedo sin sentido,
dime el remedio de vivir que tomas,
bebiese yo, por imposible tengo
que me escapase de tu lazo asido,
¡triste de aquel que por estrellas ama,
si no soy yo, porque a tus manos vengo!
a ti lo debo, que tú sola puedes
dar a mi frente de laurel la rama,
donde muriendo vencedora quedes.RIMAS HUMANAS
Era la alegre víspera del día
que la que sin igual nació en la tierra,
de la cárcel mortal y humana guerra
para la patria celestial salía;
la nueva sangre que mi pecho encierra,
cuando el consejo y la razón destierra
la vanidad que el apetito guía,
de Lucinda en su sol los ojos bellos,
y me abrasó como si rayo fuera.
sin duda que su fuego fue mi esfera,
que con verme morir descanso en ellos.
De hoy más las crespas sienes de olorosa
verbena y mirto coronarte puedes,
juncoso Manzanares, pues excedes
del Tajo la corriente caudalosa.
bien es que su dorado nombre heredes,
y que con perlas por arenas quedes,
mereciendo besar su nieve y rosa.
mas he llorado en ti lágrimas tantas,
(tú, buen testigo de mi amargo lloro),
de Lucinda tocar las tiernas plantas,
y convertirse en tus arenas de oro.
Vierte racimos la gloriosa palma,
y sin amor se pone estéril luto;
Dafnes se queja en su laurel sin fruto,
Narciso en blancas hojas se desalma.
viles hierbas produce el campo enjuto,
porque nunca el Amor pagó tributo,
gime en su piedra de Anaxarte el alma.
porque las conchas aman el rocío,
quedan de perlas orientales llenas.
que al trasponer del sol, las azucenas
pierden el lustre, y nuestra edad el brío.
Si culpa el concebir, nacer tormento,
guerra vivir, la muerte fin humano;
si después de hombre, tierra y vil gusano,
y después de gusano, polvo y viento;
flor la hermosura, la ambición tirano,
la fama y gloria, pensamiento vano,
y vano en cuanto piensa el pensamiento,
¿De qué sirve en quimeras consumirse,
ni pensar otra cosa que salvarse?
buscar memoria habiendo de olvidarse,
y edificar habiendo de partirse?
Céfiro blando que mis quejas tristes
tantas veces llevaste, claras fuentes
que con mis tiernas lágrimas ardientes
vuestro dulce licor ponzoña hicistes;
ásperos montes a mi mal presentes,
ríos que de mis ojos siempre ausentes,
veneno al mar, como a tirano distes;
no me permite voz articulada,
decid a mi desdén que por él muero.
en el laurel que por dureza espero,
della veréis mi frente coronada.
Que otras veces amé negar no puedo,
pero entonces amor tomó conmigo
la espada negra, como diestro amigo,
señalando los golpes en el miedo.
blanca la espada y cierto el enemigo,
no os espantéis que llore su castigo,
pues al pasado amor amando excedo.
de las heridas truje en el vestido
(sin tocarme en el pecho) las señales;
donde mortales en dolor han sido,
y en el remedio heridas inmortales.
El pastor que en el monte anduvo al hielo,
al pie del mismo, derribando un pino,
en saliendo el lucero vespertino
enciende lumbre y duerme sin recelo.
el campo el buey, la senda el peregrino,
la hoz el trigo, la guadaña el lino,
que al fin descansa cuando cubre el cielo.
esparza sueño y cuanto vive aduerma,
tengo mis ojos de descanso faltos.
sin vara de Mercurio que los duerma,
que los ojos del alma están muy altos.
Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, e ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
pedir prestada sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.
Con nuevos lazos, como el mismo Apolo,
hallé en cabello a mi Lucinda un día,
tan hermosa, que al cielo parecía
en la risa del alba, abriendo el polo.
con blando golpe por la frente mía,
y dije a amor que para qué tejía
mil cuerdas juntas para un arco solo.
que burlaste mis brazos, hoy aguardo
de nuevo echar prisión a tu albedrío».
la red quise romper, ¡qué desvarío!,
pues más me enredo mientras más me guardo.
Quiero escribir, y el llanto no me deja,
pruebo a llorar, y no descanso tanto,
vuelvo a tomar la pluma, y vuelve el llanto,
todo me impide el bien, todo me aqueja.
si el escribir, mis ojos, y si en tanto
por muerte o por consuelo me levanto,
de entrambos la esperanza se me aleja.
el centro deste pecho que enciende
le di (si en tanto bien pudieres verte),
pues ya que no lo siente, bien entiende,
que cuanto escribo y lloro, todo es muerte.
Lucinda, yo me siento arder, y sigo
el sol que deste incendio causa el daño,
que porque no me encuentre el desengaño
tengo al engaño por eterno amigo.
a mí yo propio me parezco extraño;
pasan mis años, sin que llegue un año
que esté seguro yo de mí conmigo.
la causa de su mal, y yo la espero
siempre en mi margen, como humilde río!
y con las de tus ojos nací y muero,
¿cómo las venceré sin albedrío?
Cayó la torre que en el viento hacían
mis altos pensamientos castigados,
que yacen por el suelo derribados
cuando con sus extremos competían.
y morir en sus rayos abrasados,
de cuya luz contentos y engañados,
como la ciega mariposa ardían.
amado al procurarte, odioso al verte,
que en lugar de sanar abres la herida!
que si ha de dar un desengaño muerte,
mejor es un engaño que da vida!
Desde que viene la rosada Aurora
hasta que el viejo Atlante esconde el día,
lloran mis ojos con igual porfía
su claro sol que otras montañas dora;
sale la noche perezosa y fría,
hasta que a Venus otra vez envía,
vuelvo a llorar vuestro rigor, señora.
ni el día me sosiega y entretiene,
ni hallo medio en extremos tan extraños.
y mientras mi esperanza con vos viene,
callando pasan los ligeros años.
Rota barquilla mía, que arrojada
de tanta envidia y amistad fingida,
de mi paciencia por el mar regida
con remos de mi pluma y de mi espada,
conservaste las fuerzas de la vida,
entre los puertos del favor rompida,
y entre las esperanzas quebrantada;
que quien no los creyó sin duda es loco,
ni hay enemigo vil ni amigo cierto.
ya para lo que queda, pues es poco,
ni tema a la mar, ni esperes puerto.
Esto de imaginar si está en su casa,
si salió, si la hablaron, si fue vista;
temer que se componga, adorne y vista,
andar siempre mirando lo que pasa;
y con hacienda y alma la conquista;
querer que al oro y al amor resista,
morirme si se ausenta o si se casa;
pensar que piensa en otro si en mí piensa
rondar la noche y contemplar el día,
pero saber cómo pasó la ofensa,
no sólo desobliga, mas enfría.
Daba sustento a un pajarillo un día
Lucinda, y por los hierros del portillo
fuésele de la jaula el pajarillo
al libre viento en que vivir solía.
tendió la mano, y no pudiendo asillo,
dijo (y de las mejillas amarillo
volvió el clavel que entre su nieve ardía):
al peligro de ligas y de balas,
y el dueño huyes que tu pico adora?».
y a la antigua prisión volvió las alas,
que tanto puede una mujer que llora.
Es la mujer del hombre lo más bueno,
y locura decir que lo más malo,
su vida suele ser y su regalo,
su muerte suele ser y su veneno.
que muchas veces al infierno igualo,
por raro al mundo su valor señalo,
por falso al hombre su rigor condeno.
no ha hecho el cielo cosa más ingrata:
es un ángel, y a veces una arpía.
y es la mujer al fin como sangría,
que a veces da salud, y a veces mata.
Esparcido el cabello por la espalda
que fue del sol desprecio y maravilla,
Silvia cogía por la verde orilla
del mar de Cádiz conchas en su falda.
para que entrase más, su curso humilla;
tejió de mimbre una alta canastilla,
y púsola en su frente por guirnalda.
«Mal haya, dijo, el agua, que tan poca
con su sal me abrasó pies y vestidos».
la sal que tiene tu graciosa boca,
que así tiene abrasados mis sentidos».
Serrana celestial de esta montaña,
por quien el sol, que sus peñascos dora,
sale más presto a ver la blanca Aurora
que a la noche venció, que el mundo engaña,
que en el cayado de su cruz adora
cuanto ganado en estas sierras mora
y con su marca de su sangre baña.
el Espejo, a quien dais tiernos abrazos,
color morena, aunque de gracia llena?
y ¿qué mucho si a Dios tenéis en brazos,
que dándoos tanto sol, estéis morena?
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.RIMAS SAGRADAS
Cuando me paro a contemplar mi estado,
y a ver los pasos por donde he venido,
me espanto de que un hombre tan perdido
a conocer su error haya llegado.
la divina razón puesta en olvido,
conozco que piedad del cielo ha sido
no haberme en tanto mal precipitado.
fiando al débil hilo de la vida
el tarde conocido desengaño;
el monstro muerto de mi ciego engaño,
vuelve a la patria, la razón perdida.
Pasos de mi primera edad que fuistes
por el camino fácil de la muerte,
hasta llegarme al tránsito más fuerte
que por la senda de mi error pudistes;
que de su engaño a la razón advierte?
Volved atrás, porque el temor concierte
las breves horas de mis años tristes.
¿qué furia os incitó, que habéis seguido
la senda vil de la ignorante gente?
que quien de lo perdido se arrepiente
aun no puede decir que lo ha perdido.
Entro en mí mismo para verme, y dentro
hallo, ¡ay de mí!, con la razón postrada,
una loca república alterada,
tanto que apenas los umbrales entro.
de quien la voluntad mal respetada
se queja al cielo, y de su fuerza armada
conduce el alma al verdadero centro.
cerca de lo difícil, y así pienso
que el cuerpo en el castigo se desvele.
porque la voluntad al centro vuele,
capaz potencia de su bien inmenso.
¿Qué ceguedaz me trujo a tantos daños?
¿Por dónde me llevaron desvaríos,
que no traté mis años como míos,
y traté como propios sus engaños?
por donde ya mis juveniles bríos
pasaron como el curso de los ríos,
que no los vuelve atrás el de los años!
acomodóse al tiempo la edad mía,
por ventura en ajenos escarmientos.
donde acaban los gustos en tormentos,
y el curso de los años en un día.
Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño,
Tú que hiciste cayado de ese leño,
en que tiendes los brazos poderosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguirte empeño,
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.
pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?
¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,
y cuántas con vergüenza he respondido,
desnudo como Adán, aunque vestido
de las hojas del árbol del pecado!
fácil de asir, en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas, atrevido,
al mismo precio en que me habéis comprado.
pero si fugitivos de su dueño
hierran cuando los hallan los esclavos,
clavadme vos a vos en vuestro leño,
y tendréisme seguro con tres clavos.
Muere la vida, y vivo yo sin vida,
ofendiendo la vida de mi muerte,
sangre divina de las venas vierte,
y mi diamante su dureza olvida.
en una dura cruz, y yo de suerte
que soy de sus dolores el más fuerte,
y de su cuerpo la mayor herida.
¿tiene tu Dios abierto el lado izquierdo,
y no te vuelves un copioso río?
mas eres tú mi vida, Cristo mío,
y como no la tengo, no la pierdo.
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno escuras?
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
“Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía”!
“Mañana le abriremos”, respondía,
para lo mismo responder mañana!
Yo me muero de amor, que no sabía,
aunque diestro en amar cosas del suelo,
que no pensaba yo que amor del cielo
con tal rigor las almas encendía.
deseo de hermosura a amor, recelo
que con mayores ansias me desvelo
cuanto es más alta la belleza mía.
¡Oh luz del alma, habiendo de buscaros,
qué tiempo que perdí como ignorante!
con mil siglos de amor cualquiera instante
que por amarme a mí dejé de amaros.
¡Con qué artificio tan divino sales
de esa camisa de esmeralda fina,
oh rosa celestial alejandrina,
coronada de granos orientales!
ya tu color a púrpura se inclina
sentada en esa basa peregrina
que forman cinco puntas desiguales.
a su contemplación el pensamiento,
a aun a pensar en nuestros años breves.
y así las esperanzas son aleves
que tienen en la tierra el fundamento…
Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura destos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que mirándola detuvo.
marchita ya con tan helados besos,
aquí los ojos de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo.
el principio de todo el movimiento,
aquí de las potencias la armonía.
¿dónde tan alta presunción vivía,
desprecian los gusanos aposento?
Hombre mortal mis padres me engendraron,
aire común y luz de los cielos dieron,
y mi primera voz lágrimas fueron,
que así los reyes en el mundo entraron.
paños, no piel o pluma, me envolvieron,
por huésped de la vida me escribieron,
y las horas y pasos me contaron.
a la inmortalidad el alma asida,
que el cuerpo es nada, y no pretende nada.
porque de todos es igual la entrada,
y conforme a la entrada la salida.
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno escuras?
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
“Alma, asómate agora a la ventana;
verás con cuánto amor llamar porfía!”
“Mañana le abriremos”, respondía,
para lo mismo responder mañana!
Buscaba Madalena pecadora
un hombre, y Dios halló sus pies, y en ellos
perdón, que más la fe que los cabellos
ata sus pies, sus ojos enamora.
efecto en Cristo de sus ojos bellos,
sigue su luz, y al occidente dellos
canta en los cielos y en peñascos llora.
que con amor a quien amó conquisto,
si amabas, Madalena, vive amando».
súbitamente trasladó llorando
los amores del mundo a los de Cristo.
Yo pagaré con lágrimas la risa
que tuve en la verdura de mis años,
pues con tan declarados desengaños
el tiempo, Elisio, de mi error me avisa.
de un olmo, a quien dio el Tajo eternos baños,
escribí un tiempo, amando los engaños
que mi temor con pies de nieve pisa.
esta cédula Dios, y la cobrara,
y el olmo entonces el testigo fuera?
haré crecer el Tajo de manera
que sólo quede mi vergüenza clara.A una dama que salió revuelta una mañana
cuanto después abrasa y enamora,
cual suele amanecer turbada aurora,
para matar de sol al mediodía.
el resplandor con que los cielos dora;
dajad la arquilla, no os toquéis, señora,
tóquese la vejez de vuestra tía.
por el revuelto pelo en la nevada
columna de marfil, garganta hermosa.
que no anocheceréis tan aliñosa
como hoy amanecéis desaliñada.Ir y quedarse, y con quedar partirse
partir sin alma y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
pedir pues resta sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.Dulce desdén, si el daño que me haces
de la suerte que sabes te agradezco,
qué haré si un bien de tu rigor merezco,
pues sólo con el mal me satisfaces.
por quien los males de tu bien padezco
sino la gloria de saber que ofrezco
alma y amor de tu rigor capaces.
de padecer por ti, pues por ti muero
si a cuenta dél mis lágrimas recibes.
si en darme males tan escaso vives
que ¡apenas tengo cuantos males quiero!Soneto
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.¿Quién mata con más rigor?
Amor.
¿Quién causa tantos desvelos?
Celos.
¿Quién es el mal de mi bien?
Desdén
¿Qué más que todos también
una esperanza perdida,
pues que me quitan la vida
amor, celos y desdén?
Porfía.
¿Y qué remedio mi daño?
Engaño.
¿Quién es contrario a mi amor?
Temor.
Luego es forzoso el rigor,
y locura el porfiar ,
pues mal se pueden juntar
porfía, engaño y temor.
Cuidado.
¿Y qué es lo que yo le pido?
Olvido.
¿Qué tengo del bien que veo?
Deseo.
Si en tal locura me empleo,
que soy mi propio enemigo,
presto acabarán conmigo
cuidado, olvido y deseo.
Desdicha.
¿Qué guarda mi pretensión?
Ocasión.
¿Quién hace a amor resistencia?
Ausencia.
Pues ¿dónde hallará paciencia,
aunque a la muerte le pida,
si me han de acabar la vida
desdicha, ocasión y ausencia?LAMÉNTASE MANZANARES DE TENER TAN GRAN PUENTE
señores regidores de la villa,
miren que me ha quebrado una costilla,
que aunque me viene grande me maltrata!
que no la alcanza a ver mi verde orilla;
mejor es que la lleven a Sevilla,
si cabe en el camino de la Plata.
es falsa la causal y el argumento
de que en las tempestades tengo brío.
tráiganle sus mercedes otro río
que le sirva de huésped de aposento.SENTIMIENTOS DE AUSENCIA, A IMITACIÓN DE GARCILASO
en esta vida duro y no me muero,
es porque como y duermo, y nada espero,
ni pleiteante soy ni pretendiente.
no siento de la falta del dinero,
que entonces se me acuerda lo que os quiero,
y estoy perjudicial y impertinente.
mis pensamientos a las musas fío;
sus liras son mis cajas militares.
parezco en mi fortuna a Manzanares,
que con agua o sin ella siempre es río.