LA MENTE ES UN CABALLO DESBOCAO [Mi poema] Luis Felipe Fabre [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
La mente es un caballo desbocao No intentes, pues le trae sin cuidao Ni entiende que lo que hace es un cacao Admite que este reto se ha acabao, |
Apócope es la costumbre de suprimir algún sonido al final del vocablo para acortarlo.
Diccionario de María Moliner: Sufijo con que se forman los participios de la primera conjugación: «pintado», «casado». Esta terminación «-ado» se pronuncia con «d» muy relajada e incluso llega a convertirse en «ao»: «Ya hemos llegao»; pero hay que tener cuidado de pronunciarla diptongada y también de no convertirla en «au», pues el hacerlo así es propio del lenguaje tosco de algunas regiones.
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Luis Felipe Fabre
“Las hermanas Ducolomb”
Ana, Silvia, Isabel: las hermanas Ducolomb:
siempre estaban dispuestas a auspiciar una
sesión espiritista y al final, para el susto,
una copita de jerez.
Sus temas predilectos de conversación:
la tabla esmeraldina, la pirámide
de Keops, el poder curativo
de los cuarzos.
Días antes del fatídico accidente
Isabel, la más joven,
me aseguró haber visto un ovni.
Ah, el libro de Toth, el Santo Grial,
la barca de Quetzalcóatl, el secreto de los cátaros.
Ana, Silvia, Isabel: las extraño.
Ana, Silvia, Isabel: las invoco.
Ana, Silvia, Isabel:
si hay vida después de la muerte,
hagan una señal.
Trailer 1 Una chica desaparece en circunstancias misteriosas:
otra
chica desaparece y luego
otra
y otra y otra y otra y otra y otra: no
hay motivos de alarma, explica
el jefe de la policía: según las estadísticas,
es normal que en México algunas chicas
desaparezcan. Pero
una noche, un cuello, un alarido, unos colmillas
ensangrentados:
hubo testigos:
¡las chicas han vuelto!:
una linterna que se enciende en medio de la
oscuridad
sólo para iluminar el terror: una estampida de
murciélagos:
¡las chicas han vuelto!:
rosas dentadas, tarántulas de terciopelo, rojas bocas
del infierno:
son las mujeres vampiro
que del crimen, la muerte y el olvido han vuelto
como el karma, como
los remordimientos han vuelto, sedientas
de sangre y de venganza.
Las chicas han vuelto: una película de Luis Felipe Fabre.
Las chicas han vuelto: próximamente en cines.
*
Una mano saliendo de una tumba:
la mano del muerto que al final resulta que no está
muerto
o no tan muerto: sólo putrefacto:
la mano del zombi:
la mano que sale al final de la película
para anunciar que el final no es el final:
habrá segunda parte.
Así
la mano
que brotó de la tierra
como un cactus monstruoso
en una fosa clandestina al norte de México.
Pero a esa mano nadie la vio
y si alguien la vio no lo dijo
y si lo dijo no le creyeron
y si le creyeron
le creyeron demasiado tarde:
ahora setenta mil zombis asolan México
según cifras oficiales.
Una mano crispada como una risa en off:
¡la venganza será terrible!
Infomercial
(para los tiempos que corren)
Señora ama de casa: ¿está harta
de tallar día y noche
coágulos de sangre imposibles de limpiar
en la ropa de toda su familia?
¿Las vísceras embarradas en las paredes de su casa
no le permiten dormir?
¿Se ha descubierto a sí misma
exclamando sonámbula: “ ¡Fuera, fuera mancha
maldita!”?
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carroñeros
que harán por usted el trabajo sucio
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los restos cadavéricos
sin dañar la superficie en la que se encuentran
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Señora, usted lo sabe: matar
es fácil, lo difícil viene después.
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usted volverá a dormir
como una verdadera reina.
(Opening song)
Hey, sweetheart, no vayas
de picnic al cementerio:
no vayas
a beber al cementerio:
no vayas a drogarte al cementerio:
no te hagas la gótica
esta noche.
Porque las cosas
se están poniendo raras; encontraron
un brazo
y el resto de ese cuerpo es un misterio;
porque encontraron
la oreja
de otro misterio
y los dientes de sepa el diablo qué sonrisa;
porque las cosas se están poniendo hardcore:
hey, honey, escucha
esta cancioncita idiota: no vayas
a bailar al cementerio:
no vayas a bailar
al cementerio: no vayas
a bailar al cementerio: quédate conmigo
esta noche.
El poema de mi amiga
Cuando leo mi poema
la gente llora, me confiesa. Pero tú no,
me recrimina: yo te he visto, me señala,
tú no lloras, me subraya, tú no lloras
cuando leo mi poema, me recalca.
Me pregunta: ¿Qué a ti
no te importa lo que pasa en este país? ¿No
te duelen los muertos? ¿Las mujeres
violadas? ¿Los migrantes
masacrados? ¿Los secuestrados? ¿Los desaparecidos,
los acallados, los silenciados por la violencia,
por los criminales, por el gobierno, por los militares,
por los medios? Todos
a los que yo doy voz
en mi poema, ¿no te importan?, me pregunta,
me cuestiona, me recrimina, me reclama.
Pero a la gente sí, me explica, me aclara: la gente
aplaude, aplaude,
mucho cuando leo mi poema,
la gente llora y aplaude y luego
la gente se me acerca, me dice cosas.
Me susurra: la gente me dice que le gusta mucho
mi poema. Pero tú
no aplaudes, me confronta, o aplaudes poco,
me describe, porque a ti no te importa, me dice, a ti
no te importa, me repite, a ti no te importa,
me insiste, a ti no te importa lo que pasa.
Lo que pasa es que me tienes envidia: me descubre.
Lo que pasa
es que a ti
te hubiera gustado escribir mi poema: me acorrala.
Lo que pasa es que tú no podrías escribirlo:
me vence:
me aplasta:
no podrías escribirlo
porque a ti no te importa lo que pasa.
MI POETA INVITADO: José Manuel Pérez González
Viaje de estudios
Ciento once cruzamos el Ródano,
el Arno y el Tíber, y atravesamos
los malolientes canales
de la decrépita Venecia;
por senderos de asfalto y caminos de agua
hicimos cinco mil kilómetros en autobús
y apenas dormimos nueve días con sus noches.
En Florencia estabas a mi lado,
mirando los atributos al David, y las manos,
subimos juntos al campanile del Giotto
y admiramos el duomo de Brunelleschi.
Deambulamos entre las ruinas del Foro romano
y nos asombramos
ante los caballos de San Marcos;
los travestidos se insinuaban tras sus máscaras
en la sutil y decadente belleza de Italia.
Las adolescentes llevaban minifalda
y bailaban rap y acid hasta la madrugada
o se iban en moto con el primero que se lo pedía.
No había lugar para el descanso.
Teenagers
En la fiesta del deporte de aquel año
llovió a cántaros
y suspendieron las competiciones.
El pabellón, repleto de adolescentes,
amenazaba explotar en reyerta u orgía;
los adultos estaban asustados.
Tus padres nos buscaron afanosos,
preocupados no fueras a mojarte.
Nosotros hacíamos el amor
bajo el aguacero
y, pese a las condiciones climatológicas,
obtuvimos estupendos resultados.
Tú movías los glúteos con una cadencia
de bailarina experta insospechada;
yo intentaba estar a tu nivel,
pese a que era mi primera vez.
Teníamos dieciséis años.
Tu cuerpo entero se me desdibuja
pero no olvido aquella lluvia prodigiosa,
un diluvio bíblico como si, otra vez,
Dios se hubiese enfadado con el mundo.
No estaba Noé, pero subimos al barco,
una pareja de bellos animales
dispuestos a ahogarse. Y nos salvamos.
Obra poética