COMPRO UNA IDEA [Mi poema] Nadia Consolani [Mi poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Compro una idea. Pago bien. Contacto: Necesita que venga bien envuelta Nunca nadie sabrá que la he comprado, Mas comprendo que ahora tú no me creas, Menudo #dilema! Acaso aquí todo se compra, se copia o se vende? Share on X |
¿Pero qué es si no un escritor? Toma las ideas gratis, las traslada a palabras que va uniendo y las revende. Claro, eso el que puede.
MI POETA SUGERIDO: Nadia Consolani
Una muestra de sus poemas
Nuevo Amanecer
Un santo cosquilleo de cálida brisa
Con un tenue rayo del Padre en Chakra 6
y asoma la Aurora con el alboroto de gorriones.
Dios bendice la Tierra.
La justicia circula desconcertada
y las preguntas de siempre: ¿por qué estoy viva?
Las estrellas se apartan discretas, pálidas, con su labor cumplida.
Las flores cortadas agonizan en la plaza
y brillan dos lágrimas en los ojos de Elena
su sal sacude al Alma del mundo.
Vagan los espíritus en su niebla, rozan a los justos.
Soberbia, orgullo, astucia flotan
y la ignorancia se acomoda
hasta que del lodo milagrosamente sale
el Loto Blanco.
Pequeñas chispas de sabiduría se dispersan.
Perdona al hombre la naturaleza ultrajada.
La Madre vuelve a alumbrar.
Estás cansado
Estás cansado, viejo tigre.
La casta te sirvió no del todo.
Tardaste mucho en comprender la vida,
el tiempo se te quiebra en las garras
pero sigues sin darte por vencido.
Lamen las tardes tus heridas.
Más leve ya el dolor de la floresta,
a tu último trecho te recoges.
Sigue buscando en tus ayeres.
Quizá te estés ganando ahora.
Venecia, 1983
Aquí estoy, ya dispuesta al sacrificio.
Al preludio se abrieron los salones,
bandos de aves volaron y pasaron,
Los reflejos verdosos de la laguna en los tapices
y el ruido de la seda color antiguo,
los retratos helados, las paredes salobres,
la luz azul de un diamante.
El vacío del pasado.
Villa Malcontenta
Verano 1985
Sola y bella entre el oro de la seda y los frescos descoloridos,
lenta te veo bajar escaleras solemnes,
las piedras altaneras, las mescolanzas de esta arquitectura
insatisfecha y pretenciosa.
El parque, el río, los sauces,
junto a ti todo y descontento aun hoy
y todavía circulan sin
reposo tus suspiros, tu tedio.
Malcontenta de amor,
¿te defraudaba siempre?
¿Quizá de esclavitud, de injusticia e intrigas?
Quién se ocupó de saberlo.
Fastidio de los rojos de Tiziano,
te dolía el poniente.
Todavía lucha en Brenta por llevarse ese descontento
y compadecen las estrellas vénetas
este lugar todas las noches.
Pero al menos fuiste capaz de dejarle tu huella.
Epitafio
De estatura mediana,
con una voz ni delgada ni gruesa,
hijo mayor de un profesor primario
y de una modista de trastienda;
flaco de nacimiento
aunque devoto de la buena mesa;
de mejillas escuálidas
y de más bien abundantes orejas;
con un rostro cuadrado
en que los ojos se abren apenas
y una nariz de boxeador mulato
baja a la boca de ídolo azteca
-todo esto bañado
por una luz entre irónica y pérfida-
ni muy listo ni tonto de remate
fui lo que fui: una mezcla
de vinagre y de aceite de comer
¡un embutido de ángel y bestia!