CUANDO SUPE… (Mi poema)
Luisa Fernanda Trujillo Amaya (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Cuando supe que el jurar era pecado,
cuando siendo algo mayor tuve conciencia,
-la conciencia he de decir que dios me ha dado-,
comencé a hacer un repaso a mi pasado
y a ese dios ya empecé a pedir clemencia.

Hasta entonces yo creía era inocente
no podía entender qué había cambiado
que me hiciera a mi sentir tan diferente.
No me pidan que de aquello me arrepiente
no pretendan acusar que haya engañado.

Que promesas es bien cierto, las que yo hice
si pecaron fue quizás de ser sinceras,
no es preciso ni hay razón que las tamice
ni me quieran que a esta fecha lo actualice
ni pretendan hoy salir por peteneras.

Que una vez que ya el partido ha comenzado
pues la reglas no se cambian del partido.
La moral de las costumbres si han cambiado
deberán juzgar mirando hacia el pasado
en el punto y lugar que ha sucedido.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Luisa Fernanda Trujillo Amaya

1.

Cuando los días se llueven a pedazos
y la mañana asedia los refugios
Qué hacer cuando la palabra es hoja seca
y en su memoria
la tarde avejentada se bate a ciegas
espera que anochezca

2.

Aquí, se ahogó el silencio
Lo arrastró la corriente río abajo
Rasgó en su boca la palabra sofocada
¿Qué fue lo dicho aquél día cuando los pájaros apretaban sus picos en señal de duelo
y cerraban los ojos para no salpicar de llanto el verde del acantilado?
La palabra enmudece cuando lo visto por los ojos es irrepetible por palabra alguna
¿Acaso no es el grito el alma viva que brota por la boca?
¿Por qué no ahogarnos en un solo grito en vez de ahogarnos en el río?

3.

Respiro aún bajo la hojarasca
Cobijada de humedad preservo algo de mi aliento
Entero está el muro levantado en repetidas palabras
Pronto seré rastrojo apagado en el canto de las ranas
Ni un ápice de mí asoma en la disculpa de sobrevivir al brutal fuego
Consumida recuerdo la complicidad de las hojas al reptar en similares quejidos
Al rasgar la tierra con las uñas

4.

… y con mis párpados cubriré sus ojos
para que la muerte en ella no queme sus pupilas
Dejaré desnudos los míos, a la vista de los cuervos
para que en cada picotazo el hambre se sacie
y la muerte acicale sus formas
en el festín de haber sido
una sola ave
quien sirviera de espejo a su vestido

5.

Solía ver colores en el pasto
pequeños retazos de siembras, a lo lejos
bajo el sol

Cuando las sombras izaron sus banderas
todo se ocultó
frente a mis ojos
Del libro, De soslayo, prendada, Ed. Fundación Palabra a tiempo. Bogotá. 2010

AVISO

como una luz a lo lejos en una noche oscura
como la primera chispa de un fuego que se inicia
como un aviso de luciérnagas al atardecer
como un gato vagabundo salido de la noche

Llegaste.

VIGILIA

el frío no arropa la vigilia
no hay pájaros que canten el nuevo día
ni toques de luz que siembren la esperanza de
un comienzo
sólo el brillo en la mirada del asfalto
esos ojos en el piso desprendidos de los
cántaros de lluvias

que
a esta hora
abrigan la existencia
pienso en la palabra
pensar en ella
es invocar
su nombre.
Del libro, Trazo en sesgo la noche. Ed. Colección Un libro por centavos. Universidad Externado de Colombia. Bogotá, 2012.

CONJURO

a través de una lente de aumento
busco en la piel un indicio que me calme
que me recuerde el olor del musgo
atrapado en la humedad

tanto sol
tanto hielo a la vez
han cuarteado sus escamas

alguien exhala sobre ellas
un aire tibio conjura su memoria y abre
caminos en sesgo que dibujan
un lenguaje parecido
al del amor

HERIDA

no era su gesto el que me hería
sino el cristal de mi alma
fracturado
que rasgaba mi piel
mientras rodaba

3.

Extraje de la tierra la raíz del roble
Destilé de sus flores el dulce de la miel
y empaqué en frascos lo que imaginé elixir
cincelado por los picos de los pájaros
Con sus hojas hice un lecho al borde de la roca
Solía contar bellotas de una en una
Amanece el canto de las ranas en el río
Muge el paso del agua por la escorrentía
En el río las ranas ahogan los picos de los pájaros
Quedo sin su amparo ante la lluvia
Húmeda la piel será musgo a las alas de las moscas
Aposento de líquenes a las raíces de la orquídea

12.

Lo que cuesta vivir en un país donde las voces
se exorcizan en fiestas decembrinas
Creo haberlas velado una o mil veces tal vez
Durante un año vi pasar doce ataúdes sin nombre
sin carro fúnebre que acompañara su paso
sin una primavera que ofrendara a la muerte el pistilo de una flor
Solo el golpe seco y tartamudo de las trancas
atizaba las puertas de las casas, sacudía de los muros
las balas dejadas por la última guerra
Mi bisabuelo fue un visionario de esa guerra
Mascaba coca para mitigar el hambre
En sus visiones veía ataúdes blancos
Los que he visto han sido
ataúdes hechos con desmembradas tablas
unidas a golpe de clavo oxidado
Un ojo entreabierto me mira
por entre la rendija de dos tablas que no casan
Alguien hala de mi brazo
me interna en el ritual de la merienda de las cinco
donde hago sopas con agua de panela y pan añejo por el sol
En la mesa, una rama de olivo bendecida por el Papa
muere de sed

16.

Esas llantas arrumadas en las calles
Esos costales que la gente carga chorrean brea
untan las paredes de las casas
Esos ataúdes todos blancos hacen el desfile de la muerte por encargo
Esas ventanas de un golpe cerradas
tras otro golpe de la puerta
Esos gritos y yo muda escondida tras la tapia
Esa bala y otra bala y la ausencia de Fermín
Esos ojos que me miran y señalan
No me miren que me he ido
que no veo
que no existo
Esa mancha pura sangre que no es mía y que es mía
que siento como siento hervir todas las sangres
Ese semáforo estacionado en el rojo sangre de la sangre
que no cambia

18.

Ha muerto el pájaro aquél que copulaba con el viento en la mañana
Su vuelo había olvidado el Norte
A diario picoteaba el vidrio en mi ventana
De traspasar el viento
sus plumas se desmadejaban sobre el pavimento
Sus patas, de repujado cuero
habían asimilado el gris de la lluvia ácida
Ha muerto el pájaro aquél que copulaba con el viento en la mañana
Lo descubrí a la madrugada, al pie de la cornisa
El sereno congelaba en sus ojos el rocío
Su pico astillado apuntaba a mi ventana

39.

Remaba en una batea, para ella el mar
El mar había sido eso, nada más que eso
Un trozo de agua extendido en el horizonte
Un pozo derramado en medio de la tierra firme
Un rugido llegado de afuera con aliento a sal
Remaba
Sus manos arrugaban el agua
salpicaban de borde cualquier cosa a distancia
y anunciaban a los pájaros y a las olas
que aquí dentro
también la lluvia cae
Es mayo y miro el mar
En él navegan los azulejos del baño y la batea
Una boya toma bocanadas de aire
anuncia los ahogados
El límite envejece y yo
he demorado en conocer el mar.

De En tierra, el pájaro olvida cantar

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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Hoy te reto Margarita a que escribas del…
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