»CONCEPCIÓN ARENAL
Breve Biografía de Concepción Arenal ¡Gracias por leer esta publicación, si te gusta no olvides suscribirte o comentar! ¡Gracias por leer esta publicación, si te gusta no olvides suscribirte o comentar! Nació en El Ferrol, Galicia. Siendo todavía niña quedó huérfana de padre, don Ángel del Arenal. Concepción Arenal escribió mucho, en particular sobre temas judiciales y sociales. Uno de los aspectos más progresistas de Concepción Arenal es su consideración de la mujer como ser humano marginado. Como escritora, Concepción Arenal eligió el género epistolar y el folletín. Concepción Arenal no sólo abrió las puertas a las mujeres a la vida social y laboral, sino que se constituyó en una experta en derecho penitenciario y medicina hospitalaria a nivel internacional. Por si fuese poco, escribió novelas, obras de teatro, zarzuelas y poesía. Una muestra de sus poemas Había en un lugarón La mejor salud del mundo «¿Por qué el tragón dijo un día «Es le replicó el frugal Haga de esto aplicación Y siempre que a juzgar fuere Naciendo uno de ella al par En ancho cauce y profundo Huyendo la muchedumbre Este rato de solaz Díjole el padre: «No ves El muchacho obedeció, Como está impaciente, muda «Por qué será, padre mío, «Hijo, allí cerca del mar Si hallare casualmente Viene de lejanas tierras Y pasa por las ciudades Y más la orilla dilata Enturbiado éste y profundo, El que apacible y serena Mas sintiendo la inquietud No olvides nunca, hijo mío, En la cristalina fuente Y de Julio caluroso El aura suave y pura, Sentáronse a descansar «Ya me acerco a la vejez, Pasan del Abril las flores, «Te está muy bien empleado, ¿Por qué no comes manzanas ¿Tiene de razón asomo Si acaso de hambre te mueres Mas el lobo replicó: Así hallamos en la vida Poco es que la humanidad Si de un pecho dolorido Por no sé qué facultad Años hace que le oí Enfermo y gravemente Su estómago, hasta allí cual pocos sano, Si era efecto del tiempo esta dolencia, Mas lo que está probado La turba cortesana, por supuesto, Reunida por fin la muchedumbre Levántase otro que de aquel disiente, «La verde yerba, la sabrosa fruta, El maíz, la cebada y el centeno, Y cada cual al rey le recetaba La Prudencia (aunque extraña cosa sea El monarca la oyó sin hacer caso Pero el nuevo alimento Cuando muchos votos son Ni busques jamás consejo Cada cual juzga por sí; Iba un día con su abuelo Mírala, cógela, muerde, «Abuelo, ¿cómo será El anciano con dulzura Lo propio sucede al necio Al que en sí propio confía Quien así intenta negar Polvos de no envejecer Unos por ver cómo miente, Crece la curiosidad, En fin, otros impacientes Desdobláronla curiosos Decía así: «Corporal Gócese mientras se tiene, Mas la hermosura del alma Quien aprende lo que es útil Quien de las malas pasiones Sus atractivos hará La gente que se esperaba Enarbolan los garrotes, Era el amo hombre discreto «¡Pero hombre de mis pecados! Dijérais que vuestros polvos Mezclando el asta de un ciervo Y una lava portentosa Con estos y otros dislates Y el mineral, por boticas, «¿Y después?. «Se iban a casa». «No lo digo hablando en serio Mas digo que la razón, «¿Y vivir oscurecido Posible también». «¿Y ver Una historia monstruosa Otro que acordarnos hace Yo creí que la excepción «¿Y pensáis que tal desorden ¿Por ventura se estimula ¿Por ventura se persigue, Y del crimen al formar ¿Por ventura en este siglo Mientras los hombres de estado, Mientras juzgue inapreciable Mientras triunfe la ignorancia No faltará quien explote Si no hubo malicia o yerro Ponderaba entusiasmado «Ya descuelgo una morcilla Si es lerda la fregatriz Aunque me dicen ¡maldito! No se yo por qué aprensión No sabes lo que es buen queso, Y en vez de la libertad ¿Y cuál es de esa virtud «Hablas de lo que no entiendes, Dirás que entre veces mil ¿Te sonríes con malicia? Gustárasla una vez sola, Cuando alguno me hace mal Con el afán y el ahínco Entonces no esclavitud ¡Que no tengo libertad! ¿De que no puedes gozar Hay más… pero fuera yerro ¿Sabe el goloso ruín Y del perro entusiasmado Consejo encierra y profundo El bien que a todos excede Mas el juego y la carroza Y la común medianía Que juzgando por sí mismo Y si penetrar pudiera Extraviada multitud, Cuidaba mucho un francés Ambos de ardiente mirada, Era tanta su apostura Tenía el cordobés ya Corbetas, saltos atrás, Educado el jerezano Y no con poca sorpresa Otras mil habilidades En una (su nombre ignoro) Hizo instancias el inglés «Ya podéis dijo el britano , «¡Pardiez, singular ajuste! ¡Linda idea! Padre mío, ¿Será cuerdo y oportuno El mismo pelo y alzada, Al hacer la tasación Parangón apenas cabe, La proporción que has oído En uno de los viajes «¿De qué me sirve decía Lo mismo al pobre mendigo Vanse de mí satisfechos, Digo a un viejo: «Esa peluca Dígole: «Tienes arrugas», Pónese el chato narices, Multiplícase el pequeño, Si algún remedio eficaz «No, respondió la Verdad Si tal vez por excepción Di: ¿si sordo el amor propio ¿Qué mal hay si va una joven, ¡Es ridícula! ¿Qué importa Al ver un ente risible Los sabios de brocha gorda Cerca se hallaba un león Dábanle muy compungidos Que se murió hasta la cola Notáronlo cuatro o seis En busca de un escribano Con disimulo, un cordel A beneficio del cual Cuando a su satisfacción Que era un respetable zorro Que hablar no le permitía, Presentáronle unas notas Mas por si hubiese cambiado Hízose así; preguntaba Echólo de ver el zorro Pregunta con gravedad A la pregunta siguióse Lo cual visto por el zorro El de la cuerda, pensando Por eso hace tanto daño Para reprender al malo De química un profesor, A su mano aplica fuego, Violo un mozo casquivano Demás está el afirmar «¡Oh! ¡qué terrible dolor!; «¿Mi consejo por seguir?» Si es sencillo experimento Pues bien: hoy el profesor Luego va con mucha flema, Yo lo mismo practiqué ¡Ah, señor! El otro día Tornó el padre a replicar ; El que en ayunas se queda El que la razón medita Y ya que dártela puedo Sabido es de cada cual Había en cierto lugar Y era risible el temor, Estábase en el corral Díjole: «Señor gigante, ¿No ves como no se baja ¿Cómo, ¡voto a Belcebú!, Quedóse el gallo corrido No porque tuviera prisa De la ciencia en el umbral Iba un día con su abuelo Lo propio sucede al necio Pobre mozo! ¿Dónde vas? Iba un día con su abuelo Mírala, cógela, muerde, Abuelo,¿como será, El anciano con dulzura
EL SOBRIO Y EL GLOTÓN
Dos hombres de mucha edad,
Uno de gran sobriedad
Y el otro gran comilón.
Gozaba siempre el primero.
Estando de Enero a Enero
Débil y enteco el segundo.
Comiendo yo mucho más
Tú mucho más gordo estás?
No lo comprendo a fe mía.»
Y muy presente lo ten,
Porque yo digiero bien,
Porque tú digieres mal.»
El pedante presumido
Si porque mucho ha leído
Cree tener instrucción,
La regla para sí tome:
No nutre lo que se come
Sino lo que se digiere.EL RÍO Y EL ARROYO
El otro en remoto suelo,
Un río y un arroyuelo
Llegaban juntos al mar.
Turbio corría el primero;
Estrecho, claro y somero
Deslizábase el segundo.
Y de un niño en compañía,
Un hombre a dar acudía
Su paseo de costumbre.
Aprovechóle en correr,
Hizo gana de beber
Y beber quiso el rapaz.
Que estás en sudor bañado?
Reposa un tanto a mi lado
Para que bebas después».
Que era de condición buena,
Y sentándose en la arena
A refrescarse esperó.
Una y otra vez de asiento,
Mas parándose un momento,
Formal expone una duda:
Esto que siempre reparo?:
¿Cómo está el arroyo claro
Y no lo está nunca el río?.»
Nace puro el arroyuelo,
Y nada encuentra en el suelo
Con que se pueda enturbiar;
Tierra que enturbiarle deba,
Nunca a los mares la lleva
Su escasa y débil corriente.
Este río caudaloso
Y por terreno fangoso
Y por montes y por sierras.
Cuya inmundicia, hijo mío,
Enturbia el agua del río
Como el alma sus maldades.
Y cada vez más potente,
Su irresistible corriente
Todo al pasar lo arrebata.
Claro y no profundo aquél,
Nos presenta un cuadro fiel
De lo que pasa en el mundo:
Busca sencilla la vida,
¿Habrá cosa que le impida
Hallarla dichosa y buena?
De alguna grande pasión
Peligra en el corazón
La ventura y la virtud.
Que es difícil, te lo juro,
Ser como el arroyo puro
Y ser grande como el río.»EL OSO Y EL LOBO
Que tan pura el agua lleva
En su rápida corriente,
Y se llama río Deva
Cuando llega al mar potente.
Como a las doce del día,
Llegó a beber presuroso
De un lobo en la compañía
Grande y corpulento un oso.
la pradera florida,
la fuente que murmura,
Todo a descansar convida
Y paz ofrece y ventura.
El lobo y el oso juntos
No viendo a nadie llegar,
Y después de otros asuntos
Pónense de éste a tratar:
Dijo el lobo y por más traza
Que en ello pongo, ¡pardiez!,
Cada día hay menos caza
Y más hambre cada vez.
Pasan las nieves de Enero
Sin que en estos alredores
Logre atrapar un cordero
A los malditos pastores.»
Respondióle grave el oso ,
¿Por qué, del hambre acosado,
no has de tragar, melindroso,
De yerba un solo bocado?
Ni peras, ni moscatel,
Que de nombrarle entro en ganas,
Ni maíz, ni rica miel,
ni cerezas, ni avellanas?
Tu carnicera manía?
Come de todo, cual como,
Que si no, por vida mía,
Flaco has de tener el lomo.
De mi cariño leal
Ni el menor auxilio esperes;
No es lo que te pasa un mal
Sino porque tú lo quieres».
«Si comer frutas no puedo.»
«Pues qué, ¿no las como yo?
No auxiliaré, no haya miedo,
al que la razón no oyó.»
Moralistas como el oso
Que intentan, cosa es sabida,
Con aire majestuoso
Cortarnos a su medida.
Contra sus dogmas arguya;
No hay otra felicidad
Ni otra razón que la suya,
Ni tampoco otra verdad.
No comprenden la amargura
Exclaman: ¡dolor fingido!
Y es necedad o locura
La pasión que no han sentido.
Del mundo se juzgan dueños,
Y su grave necedad
creced, dice a los pequeños,
y a los grandes, acortad.
Decir como regla a un viejo
Y la guardé para mí,
Que el sabio al dar un consejo
Se acuerda poco de sí.EL LEÓN ENFERMO
De los bosques hallóse el soberano
LEON, como decimos vulgarmente.
Ni el más leve sustento digería
Sin dolor infinito,
Aunque su majestad sólo comía
Lechón, tierno cordero, algún cabrito.
Si de grave pesar, de incontinencia
O del rudo trabajo y los desvelos
Con que, grato a los dioses, se afanaba
El cetro a sostener de sus abuelos
Para el público bien y por su gloria,
Es un punto dudoso de la historia.
De un modo positivo y concluyente
Es que, al verse doliente,
Tuvo su majestad la extraña idea
De reunir al punto una asamblea
Y en ella discutir de cuál sustento
A su estómago débil convendría,
Y de cuál se abstendría
Por nocivo e indigesto.
Al escuchar del rey el pensamiento
Le pareció muy bien, según costumbre.
Envíanse correos
Que veloces recorran los estados
Para que diputados
Envíe cada especie al gran congreso.
Jura dar en conciencia
Su humilde parecer, de cuyo peso
Será juez el monarca; y él primero
Expone con voz débil su dolencia.
Hablar le toca, y habla un carnicero
Diciendo que el enfermo se alimente
Con abundante carne ensangrentada.
Pues aunque sea cierto
Que es la carne alimento grato y sano,
Más saludable fuera al soberano
De animal que ya días lleve muerto.
Un herbívoro en turno estaba luego,
El cual, con voz sonora y mucho fuego,
Dijo que el rey en breve moriría
Si obstinado seguía
Cubriendo de cadáveres su mesa.
El rubio grano y el panal dorado,
Que la vista recrea y embelesa,
Decía el oso le darán la vida.»
Fue su idea aplaudida
Pero trabóse en breve una disputa
Entre los pitagóricos señores.
La uva, la castaña, la bellota,
El regaliz, el heno
Y cuantos vegetales
Alimenta la tierra en su ancho seno,
Tuvieron, entre aquellos animales,
Fieles, si no ilustrados defensores.
El alimento mismo que él usaba.
Después de mucho tiempo y gran ruido,
El punto dio su majestad leonesa
Por suficientemente discutido:
Le puso a votación y con gran priesa
En lugar de pesar, los votos cuenta.
Verla en una asamblea)
Estaba allí (de paso, por supuesto),
Que en tales reuniones no se sienta.
E imponiendo silencio con un gesto:
«Rey infeliz, le dijo eres perdido
Si en recibir consejo así consientes
De seres que de ti son diferentes;
Y una vez que consejo hayas pedido
Tienes tan poco seso
Que el número calculas y no el peso.»
Y, viendo que de aquellos animales
El número menor por carne estaba,
Resolvióse a vivir de vegetales.
De tal modo al monarca repugnaba
Que muy poco tragaba
Y eso con asco mucho y gran tormento.
A poco que este plan hubo entablado
Murió de inanición el desdichado.
Como eran en esta historia,
No cuentes con la memoria
Pésalos con la razón;
En hombre que no es tu igual,
Aconsejarate mal
Aunque bueno, sabio y viejo,
Dirate la verdad fiel,
Pero ¿qué verdad? La de él,
Que no es verdad para ti.LA PERA VERDE Y PODRIDA
Paseando un colegial,
Y debajo de un peral
Halló una pera en el suelo.
Mas presto arroja el bocado
Que muy podrido de un lado
Estaba, y del otro verde.
Decía el chico escupiendo
Que esta pera que estoy viendo
Podrida aunque verde está?.»
Dijo: «Vínole ese mal
Por caerse del peral
Sin que estuviera madura.»
Que estando en la adolescencia
Desatiende la prudencia
De sus padres con desprecio.
Como en recurso fecundo
E ignorando lo que es inundo
Engólfase en él sin guía.
La veneración debida
En el campo de la vida
Se pudre sin madurar.LA VERDAD EN LA FERIA
Pregonaba en una feria
Un hombre de mejor traza
Que tienen por común regla
Los que a explotar se dedican
La credulidad ajena.
Otros por ver qué revela,
Los más sin saber por qué,
En gran número le cercan.
El repite su pregón
Diciendo que la experiencia
Excepción no ha presentado
Ninguna, grande o pequeña,
Que la admirable eficacia
De aquellos polvos desmienta.
Crece la bulla y la gresca,
Unos empujan y ríen
En tanto que otros reniegan;
Sacan algunas monedas
Y al punto en cambio reciben
De los polvos la receta.
E impacientes de leerla.
La gallardía y la fuerza,
Los atractivos y encantos
De eso que llaman belleza
Mas siempre en poco se tenga,
Que en breve el tiempo la arrastra
Como el viento una hoja seca.
El tiempo no se la lleva.
Y lo que sabe aprovecha,
Quien conforme a su aptitud
Cultiva el arte o la ciencia,
El perverso instinto enfrena,
La felicidad buscando
Donde estar puede, en las buenas,
Que estén del tiempo a la prueba,
Y aquí de no envejecer
El gran secreto se encierra.»
Hallar cosas estupendas
Grita del chasco corrida:
«¡Pues trae noticias frescas!
¿Y por esto el gran bribón
Nuestro dinero nos lleva?»
Amenázanle con piedras,
El hombre ya intimidado
Les devuelve las monedas
Y huyendo la silba y grita
Vase a la casa más cerca.
De buen juicio y alma recta,
Y acogiéndole benigno
Le dijo de esta manera:
¿Habéis tenido la idea
De dar al pueblo razones
Cuando prodigios desea
Y creído que a pagarlas
Iba en corriente moneda?
Se hacían con unas yerbas
Que crecen en las orillas
De un río que corre en Persia,
Que viene de Filadelfia,
El pico de un avestruz,
El diente de una culebra,
Que de Islandia se acarrea,
Cogida con grave riesgo
De los cráteres del Yecla.
Quedara muy satisfecha
La gente, buscara luego
El pico, el diente, las yerbas
Por droguerías y tiendas,
Y vos quedarais pagado
Dejándola así contenta.»
«¿Y yo?». «Ibais a otra feria».
«¿Que debe mentirse al vulgo
Sacáis en consecuencia?»
Aunque tal vez lo merezca,
Ya que aplaude al que le engaña
Y escarnece al que le enseña.
Y esto propio afirma ella,
Es género poco usado
Que no halla en la plaza venta,
Y reservarle es cordura
Para alguno que le quiera.»
Y tal vez en la miseria?»
«Es posible». «¿Y presenciar
De un impostor la opulencia?»
Cómo una inmoral leyenda
En que el misterio del crimen
Con cinismo se revela,
De insulsas fábulas llena,
Un drama que ni el pudor
Ni el buen sentido respeta,
Del gran cerco de Viena
A sus autores procuran
Honores, fama y hacienda,
Mientras oscuro y hambriento
Sucumbe un hombre de ciencia?
Esa que decís fuera
Y lo juzgo todavía.»
«Pues amigo, no, es la regla.»
Mucho tiempo durar pueda?»
«No sólo temo que dure.»
«¿Pues qué teméis?» «Que crezca.
Con honores ni riquezas
Al que en útiles estudios
Consume su vida entera?
Ni aun en la forma indirecta,
Al que especula en decir
Lo que ignorarse debiera,
La escandalosa epopeya,
No bastándole copiar
Fecundo en maldad inventa?
Son tan vivas las creencias
Que se haga el bien por el bien
Sin esperar recompensa,
Y se rehúse del mal
La lucrativa carrera?
Los que dicen que gobiernan,
De lo que es gobierno y orden
No se formen otra idea;
A todo escritor la venta
Que desdeña lo que instruye
Y busca lo que deleita;
Y trocadas las ideas
La libertad de hacer mal
Llamada libertad sea,
Mina de tan rica vena,
Ni quien verdades se calle,
Ni quien por dinero mienta,
Ni quien tome la lección
Que a usted le han dado en la feria.»EL PERRO Y EL GATO
De la historia en el relato,
Estábase cierto gato
Mano a mano con un perro.
De su maña en recompensa,
Sus asaltos de despensa
Sus victorias de tejado:
Aunque esté lejos del suelo,
Ya en el sótano me cuelo,
Ya sorprendo una guardilla.
¡Ay qué almuerzos!: una polla
O la carne de la olla
Y el besugo y la perdiz.
La maldición no me alcanza;
Tenga yo llena la panza,
Lo demás importa un pito.
Estás siempre con tu tema,
Es muy sencillo el dilema:
Comer mal o ser ladrón.
Ni buen pescado, ni flan,
Ni otra cosa que mal pan
O algún descarnado hueso.
Que en mi tejado poseo,
Ir con tu amo de paseo
Sujeto a su voluntad.
El gran premio, las delicias?:
Cuatro inútiles caricias,
El hambre y la esclavitud.
Te luces por San Martín,
si tal galardón pretendes.»
Respondió grave el mastín ,
No tengo grandes regalos
Como te sucede a ti;
Mas tampoco andan tras mí
A maldiciones y a palos.
Diez apenas te darán,
Más vale cariño y pan
Que odio con dulce y pernil.
Te sonríes y no lloras,
¡Miserable!, porque ignoras
Lo que vale una caricia.
Esta que ventura llamo,
Cuando me acaricia el amo
Y yo meneo la cola.
O si hacérmelo pretende,
Mi defensa al punto emprende
Aun con riesgo personal.
Que me abalanzo a su cuello,
Y el placer que tengo en ello
Y (a su) alrededor corro y brinco.
En la mansedumbre vieras,
Ni tonterías dijeras
Que es la dulce gratitud.
¡Que la tienes tú mayor!
¿No sigo a mi bienhechor
Por cariño y voluntad?
Que gozar no debo infieres?
¡Miserable! Hay más placeres
Que el de comer y robar;
Decírselo al mentecato
Que… ¿puede entender un gato
La felicidad de un perro?
La dicha exenta de hiel
Que en ser querido y ser fiel
Puede tener un mastín?»
Era el razonar tan grave
Que responderle no sabe
El gato, y vase cortado.
Del perro y gato la historia,
Trayendo a nuestra memoria
Lo que sucede en el mundo.
Suele no llamarse bien,
Y aun le mira con desdén
El que alcanzarle no puede.
Y la alfombrada escalera,
Eso lo entiende cualquiera
Porque cualquiera lo goza.
Ni muy buena ni muy mala,
Ve del perverso la gala
Sin comprender su agonía.
Juzga el vulgo siempre mal
El dolor del criminal
Y el placer del heroísmo,
De entrambos el corazón,
Que ha envidiado sin razón
Y que ha desdeñado viera.
No creas en la ventura
De la indigna criatura
Que escarnece la virtud.LOS DOS CABALLOS
Dos caballos por su mano;
Era el uno jerezano
Y era el otro cordobés.
Ambos de fuerte resuello,
Grueso y encorvado el cuello,
La cabeza descarnada.
Que yo afirmo sin recelo
Pudieran ser el modelo
De Pablo en la fiel pintura.
Dada, y con bastante esmero,
La instrucción de picadero
Que a un buen caballo se da.
Con soltura bracear,
Paso de posta, trotar,
Gran galope y nada más.
Con destreza y tino raro
Bailaba, saltaba un aro,
Respondía con la mano.
Justo el público aplaudió
Cuando la polca bailó
Y cuando comió a la mesa.
Hacía que no refiero,
Ganando muy buen dinero
Por villas y por ciudades.
Quísole un inglés comprar
Y por él llegaba a dar
Cantidad, y grande, de oro.
Pero el amo resistía
Ofreciendo si quería
Más barato el cordobés.
Pues de los dos animales
Más que el cordobés reales
Duros vale el jerezano».
Dijo al verlo un mozalbete
Boquirrubio y regordete,
De pocos años y fuste .
Si son estos animales
Absolutamente iguales
En hermosura y en brío,
O una solemne sandez
Por llevarse el de Jerez
Ofrecer veinte por uno?
El mismo cuello encorvado…»
«Hijo, el uno está educado
Y el otro no sabe nada.
Del valor de cada cual
Olvídaste, y haces mal,
De apreciar la educación.
De escucharlo no te asombres
En caballos como en hombres
Entre quien ignora y sabe.
No es ni con mucho bastante,
Si vale uno el ignorante
Vale mil el instruido.»EL ESPEJO Y LA VERDAD
Que tuvo la mala idea
De hacer no sé con qué objeto
La Verdad sobre la tierra,
Oyó de un espejo amigo
Sentidas y amargas quejas.
Que, fiel a tus advertencias,
Repita forma y colores
Con semejanza perfecta,
Y al que nada en la opulencia,
Al labrador y al herrero
Como a los reyes y reinas,
Y diga la verdad pura
Sin rodeos ni cautelas?
Aunque increíble parezca,
Igualmente los hermosos
Que los de horrible presencia.
Se ve desde media legua.»
Y él va muy hueco pensando
«Nadie que es peluca acierta.»
A una remilgada vieja,
Y ella piensa allá entre sí:
«Pues tengo la cara tersa.»
Otro va y se las cercena,
El gordo se quita carnes,
El que es flaco las aumenta,
El que es muy alto se resta,
Y, en fin, a ninguno he oído:
«¡Qué feo soy! o «¡qué fea!»
No buscas de esta epidemia,
Teme que tu santo imperio
Del mundo desaparezca.»
Con la faz grave y serena
Mi dominación es justa
Y será por eso eterna.
Se sustrae el hombre a ella,
Esta excepción que te irrita
Casos hay en que aprovecha.
A tus verdades no fuera,
Cómo se consolarían
Los horribles y las feas?
Muy erguida y satisfecha,
Su fealdad ostentando
Como si fuera belleza?
Siempre que dichosa sea?
Abunda la vanidad
Porque el mérito escasea,
Y en paz vive cada cual
Ignorando su miseria.»
Que hueco se pavonea,
Más vano por sus defectos
Que otros hay con sus bellezas,
El absurdo cacarean,
Y el hombre bueno y prudente
Bendice a la Providencia.EL TESTAMENTO DEL LEÓN
De sus dolores postreros,
Y tigres, panteras, lobos,
Todos amigos o deudos,
Mil inútiles consejos,
Meditando cada cual
Por qué industria o por qué medio
Pescará la mayor parte
De los bienes del enfermo,
Sin hacer el menor gesto,
Sin decir una palabra
Ni otorgar su testamento.
Que alejaron de allí el resto,
«Por ver si logra decían
El paciente algún sosiego.»
Uno de ellos fue corriendo,
En tanto que los demás
Atan al real pescuezo,
Que en la melena encubierto
Y entre la ropa después
Baja hasta cerca del suelo,
Tirando, sin gran esfuerzo,
Del difunto a la cabeza
Comunique movimiento.
Todo se hallaba dispuesto,
Dan entrada a los testigos
Y al escribano con ellos,
Notario mayor del reino,
Al cual hicieron presente
El estado del enfermo,
Aunque el oído perfecto
Conservaba, y la cabeza
En cabal conocimiento.
Que el rey mismo había puesto,
En las cuales expresaba
Su voluntad y deseo.
En el instante supremo,
Las cláusulas una a una
Irle podía leyendo,
Y él por señas le daría
O no, su consentimiento.
El escribano, y corriendo
Tiraba del cordelito
Uno de los herederos,
E inclinaba la cabeza
Para decir que sí el muerto.
(Que no debía ser lerdo)
Y quiso tener su parte
Lucrativa en el enredo.
Si el rey, de su amor en premio,
Al infrascrito escribano
Deja trescientos mil pesos.
De la sorpresa el silencio,
Sin que el testador hiciera
El más leve movimiento;
Dijo al vecino muy quedo:
«O se tira para todos,
O está para todos muerto.»
Que no había otro remedio,
Tiró para el escribano
E hízole coheredero;
Que mal puede castigar
Quien es de crímenes reo.
Desde arriba el mal ejemplo.
Cómplices o acusadores
Han de ser los subalternos
Del jefe, que lo es en vano
No siendo en virtud primero.
Es la condición ser bueno
Sin lo cual la autoridad
Es vana, vano el derecho.EL ATURDIDO
Porque a su intento convino,
Con espíritu de vino
La humedece, y sin temor
Que ardía sin propio daño.
Y del fenómeno extraño
La explicación daba luego.
Que la explicación no oyó,
Y lo propio ejecutó
Mojando en agua la mano.
Que se abrasó el mentecato;
Vino el padre a poco rato
Y le oyó así lamentar:
Ved cómo tengo el pellejo;
Por seguir vuestro consejo
Esto me pasa, señor.»
Dijole el padre asombrado .
«¿Lo que en clase haya observado
No me mandáis repetir?
(¡Ay!; ¡la mano se me abrasa!)
¿No me decís hazle en casa,
Hazle otra vez, hazle ciento?»
Con agua un vaso sacó
Y la mano en él metió
Mojándola en el licor.
La pone junto a la llama
Y la mano se le inflama,
Y (esto pasma) no se quema;
Cuando a casa hube llegado,
Y harto caro me ha costado,
Viéndolo estáis, me abrasé.
Decíais «la imitación
Ayuda la educación…»
«Y lo repito, a fe mía,
Ni sé yo por qué te quejas;
Lo que referido dejas
¿Es por ventura imitar?
De la causa y la razón
Y a repetir va una acción,
Este no imita, remeda.
Y al repetir lo que ve
Sabe el cómo y para qué,
Este no remeda, imita.
No olvides esta lección:
Es útil la imitación,
Es pernicioso el remedo.»EL MASTÍN Y EL GALLO
Que aún mucho más que el caballo.
Entre los vanos, el gallo
Es vanidoso animal.
Uno que el cuello inclinaba
Cuando la puerta pasaba
Por temor de tropezar;
Que en un portón como aquel
No llegaría al dintel
Siendo cien veces mayor.
De la casa por guardián
Un juiciosísimo can,
Y cansado de ver tal
Lleve la cabeza inhiesta,
Que antes de dar con la cresta
Aún ha de crecer bastante.
Un hombre aunque esté montado,
Y que nunca han tropezado
Los carros que traen paja?
Donde no pueden llegar
Imaginas alcanzar
Siendo más pequeño tú?»
No sabiendo qué decir,
Y cuando volvió a salir
Fuese con el cuello erguido;
Su error de reconocer,
Sino que llegó a temer
Del can machucho la risa.
Lo mismísimo se viera
Si puerta visible hubiera
Como había en el corral.La pera verde y podrida
paseando un colegial
y debajo de un peral
halló una pera en el suelo.
Mírala, cógela, muerde;
mas presto arroja el bocado,
que muy podrida de un lado
estaba y del otro verde.
Abuelo, ¿cómo será
decía el chico escupiendo,
que esta pera que estoy viendo
podrida, aunque verde, está?
El anciano con dulzura
dijo: vínole ese mal
por caerse del peral
sin que estuviera madura.
que, estando en la adolescencia,
desatiende la prudencia
de sus padres con desprecio;
al que en sí propio confía
como en recurso fecundo
e ignorando lo que es mundo
engólfase en él sin gúia.
Quien así intenta negar
la veneración debida
en el campo de la vida
se pudre sin madurar.Madre Bendita: Hijo y madre
Inclinando la cabeza
Suspiras, y con tristeza
Vuelves los ojos atrás.
—Con pena voy caminando,
Porque en aquella casita
Queda mi madre bendita
Desconsolada y llorando.
—¿Y por qué dejas tu tierra,
Y el más sublime cariño,
Triste joven, casi un niño?
—Porque me voy a la guerra.
No os admire si me aflijo;
Acaso no vuelva a ver
Aquella santa mujer,
Ni a oír que me llama ¡hijo!
—De pena razón tuviste.
—Si junto aquella casita
Veis a mi madre bendita,
No la digáis que voy triste.Iba un día con su abuelo
paseando un colegial,
y debajo de un peral
halló una pera en el suelo.
mas presto arroja el bocado
que muy podrida de un lado
estaba y del otro lado, verde.
decía el chico escupiendo,
que esta pera que estoy viendo
podrida, aunque verde, está?
dijo, vínole ese mal
por caerse del peral
sin que estuviese madura.