LA MEMORIA, ESE PLACEBO [Mi poema]
María Teresa Ariza Periáñez [Poeta sugerido]
María Teresa Ariza Periáñez [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
La tierra se ha tragado mi memoria Me dijo que aunque así no quieras ver Los pájaros, ajadas con sus alas, Mirar hacia el pasado es disfrutar |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Teresa Ariza
ME DEVORA TU AMOR
Me devora tu amor,
me consume por dentro,
al tiempo que me llena hasta saciarme.
Noto mi cuerpo inquieto, atormentado,
enervado, feliz, sobreexcitado,
navegando en tu voz y en tu cintura,
deseando lo nunca deseado,
bebiendo de tus fuentes cristalinas,
empapando mis carnes con tus aguas,
alimentando el alma con tu savia,
calmando mis ardores en tus besos,
llenando mi desván con tus recuerdos,
sintiendo renacer mi alma dolida,
latiendo adolescente el corazón…
Obras en mí el milagro de la vida.
De la primera parte (ANTES)
CUANDO TE ABRAZO
Cuando te abrazo,
siento que abrazo a un árbol
fuerte, de verde copa y altos vuelos.
Tu copa me regala su follaje
de colores verdosos y amarillos;
me regala los pájaros inquietos
que se posan y cantan en sus ramas.
Tus brazos me sostienen y yo crezco,
para robar las nubes a puñados.
Tus hojas como lluvia me refrescan
las ganas de vivir y de tenerte.
Y siento al mismo tiempo tus raíces
pegarse a mis raíces y enredarse
mis pies, viejas raíces, con los tuyos
y hundirnos en la tierra mansamente.
De la segunda parte (DURANTE)
HUECOS (2)
Donde el llanto corrió como un torrente
nadando en un suspiro atormentado
por cauces desbordados y crecientes,
se arrincona la noche y se acurruca
en el lecho mortal donde no cabe
tanto dolor sin límite ni orilla.
Al calor de las lágrimas calientes
acudo por fundir el duro hielo,
por ver si puedo atemperar mi duelo.
Y me escondo en los huecos de tu ausencia,
esa ausencia que evoca tu presencia,
esos huecos tan tuyos… que los quiero.
De la tercera parte (DESPUÉS)
MI POETA INVITADO: Yuleisy Cruz Lezcano
Dicen que bailan los muertos…
(dedicado a Fernando Salazar Torres)
Dicen que bailan los muertos
cuando entre ellos llega un poeta,
finalmente palabras que hacen rima
con música, finalmente alguien
que se sabe perder con las peonías
en los gramos de maravilla de un colibrí.
Finalmente alguien que por casualidad
ve una fotografía antes de tomarla,
alguien que dice lo que sucede
con una frase escrita en el viento,
alguien que trae pedazos de vida
suspendidos en los ojos.
Dicen que bailan los muertos
cuando entre ellos llega un poeta,
finalmente alguien que llega para regalar
el momento en que los cerezos
murmuran notas milenarias a la luna,
finalmente alguien que no murió
en lo que a diario a otros acecha:
la ausencia de proyectos, de sueños,
la apatía, la vida seca…
finalmente alguien que no murió
de la verdadera muerte que mata.
Dicen que bailan los muertos
cuando entre ellos llega un poeta,
finalmente alguien que descubre
el destino y sabe
convertir el amor en algo
que se deja atrás,
algo que inventa mundos nuevos,
un adjetivo que crea paz
para que otros sepan que la muerte
no es lo que viene después de la vida.
Dicen que bailan los muertos
cuando entre ellos llega un poeta
para arrebatar de la muerte
la disonancia, el ritmo trastornado
que no encuentra vida
en lo que el poeta deja.
El lugar de la poesía
(dedicado a Fernando Salazar Torres)
Todo en una sucesión
versos, espacios en blanco, puntuación.
De poema en poema
como si las palabras conocieran
la fuerza de lo que no puede morir.
Un minuto antes de subir
el último respiro,
antes del último esfuerzo
para respirarlo,
desde los ojos del poeta
llegan paisajes
y en la caída del equipaje
que mira ya viendo
que el adiós decrece
la calidad de la mirada que se mece
es una sonrisa
firme en los ojos.
El último suspiro
cierra el cerrojo
y la sustancia del vacío
en la lingua gravitante nada.
Con una delgada risa alumbrada,
el poeta, ya pronto para partir,
la única cosa que puede decir
es “poesía”, “poesía”,
y la palabra se va de la carne fría,
bebe tenaz del rocío del cielo
una gota de elixir
y abraza el cuerpo
jurando que no dejará nunca morir
el verso que edifica
desconocidos lugares que acogen
la resonancia del alma
que no muere.
Editorial División del Norte