11M –DIEZ AÑOS [Mi poema] Ramón Oviero [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo
Hoy hace mucho frío. De la fuente en la plaza el agua se ha secado
Su caño silencioso, antaño bullicioso, ahora quieto, dormido,
suspira dolorido, pidiendo va perdón por cuanto ha sucedido,
en ese triste penar sin lágrimas está por tanto que ha llorado.
Los sauces, los abetos, las acacias e incluso robles, los magnolios,
los brazos lanzarán clamando un día al cielo. Es tanto el desconsuelo,
tanta la rabia, la ira, el furor e incluso los lamentos que hasta el suelo
tiritando las hojas cayendo van sufriendo por tamaño expolio.
Veo un tren repleto que aproxima esparciendo la sangre en su camino.
Se oyen sollozos. Discípulos, dice, de Alá de origen clandestino
los que, intolerantes, al albur blandiendo el tajo van su cimitarra.
Los silbidos de la muerte escondiéndose van vagando entre la niebla,
fanática, la cólera blasfema, oculta su hedor en la tiniebla,
¡qué triste fin para unos seres inocentes que al corazón desgarra!.
©donaciano bueno
Estos versos pretenden ser un humilde homenaje a las 192 víctimas mortales y cerca de 1900 heridos del triste atentado que se produjo en la estación del trenes de Atocha en Madrid un día tal como hoy a las 7,37 de la mañana, sobre cuya autoría, por qué, cómo, quién…etc…lamentablemente aún quedan muchas dudas por esclarecer
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Ramón Oviero
Poema para morir de pie
ATENTO,
completamente inmóvil,
mejor aún: lúgubremente tácito,
trasnochado, plural en sentimientos,
comes, paseas orgulloso,
sin un bolsillo alegre que te siga,
sin un zapato preciso que te calce,
sin un ojal pequeño que te mida.
Y aún sigues dando golpes a tu sombra,
mortal de altura y perpendicular de hambre.
Atento, henchidamente sobrio,
llevado por tu pie que no conozco,
tributario quizás o pélvicamente crónico
-pobre sufrido atolondrado-
te vas haciendo recibo de otra tumba.
Vas extendiendo
tu drástica, famélica figura
en muchos pasos repetidos.
Prosigues, lloras, te emocionas
de tu doble, te miras retroactivo,
bostezas incipiente.
Atento, meditando
tus días consecuentes,
persigues un mercado de olor meditabundo.
Te desnudas de tu sombra, te acuestas
pensativo en el hoyo de tu mano.
Escoges varios panes duros
de tu sueño, recibes un apretón
cansado y te saludo
con mi dedo meñique y mis razones,
¡y te sigo mirando doblemente en tu tristeza!
Del Libro: Aquí sobre esta tierra.
Y aviva Martí la llama ,
Plantado de enredadera
sobre el cielo germinado
inventa un sol deletreado
el pañuelo de bandera.
I
Plantado de enredadera
en la manigua del hilo
el Cid se convierte en filo
sobre la piel verdadera.
Machete que toca esfera
en el hervor de la trama,
sinsonte que muge y brama
en sueños de cofradía,
cuando llega la poesía
y aviva Martí la llama.
II
Sobre el cielo germinado
una rosa se pasea,
volteando a ver la marea
de un azul primaverado.
Blancor que lleva al costado
la cicatriz de la flama,
en tanto la lucha clama
siluetas de muchedumbre,
que no hay ni habrá mansedumbre
y aviva Martí la llama.
III
Inventa un sol deletreado
un silencio de arcabuz,
cuando rueda la testuz
por la oscuridad del vado.
Mambí desalcanforado
salobre sangre derrama,
en el ojo de la escama
del caimán que no parece
mientras el calor se ofrece,
y aviva Martí la llama.
IV
El pañuelo de bandera
violenta los territorios.
Los sables como ofertorios
geometrizan la otra hoguera.
No hay bala que por certera
rinda al valor o a la flama,
que cuando la luz proclama
“cultivo una rosa blanca”
te damos la mano franca,
y aviva Martí la llama.
Del libro: Décimas de viajes y otras del caminar.
Aquí tu voz sin voz,
A Ascanio Arosemena
(Vestido de ceniza
y de laureles,
parco en sonrisas
-dura la voz
los pulsos fieles-
por campos de claveles
vas tú… voy yo…: los dos)
DONDE la voz termina por vencerse
ya no hay espacio para despedidas;
sólo un rumor de balas homicidas
sella el adiós final, empuja y tuerce,
más que a aquel toro que no puede verse
este sabor de tierra no vencida.
Entre tu pecho y mi pecho, la vida:
si como un río va sin conmoverse,
a veces como el mar brama y estalla.
Rueda tu voz de pena mientras calla
esa furia de sangre adolescente:
semilla oscura hoy entre tus huesos,
que no puedes guardar estando presos
tus puños vueltos cal por lo caliente.
(Capitán sin navío
y navegado;
náufrago nunca
ni tampoco ahogado,
zarpando sin desvío
tú en tu costado:
yo por el mío.)
No podrá nunca el mar quedar desierto
mientras esté tu sangre en nuestro oído.
Y lo que el mar en sal hubo vertido,
lágrimas han de ser por verte muerto.
El tiempo para ti no es tiempo. Huerto
quizás para las horas convertido:
esfera no serás para el olvido
que a mis párpados llegas todo abierto.
Un solo corazón te corresponde:
ni de luto, sin manchas, sin cadenas:
vestido y desvestido por las olas.
Bajo tu piel sin piel vibra y se esconde
lo que a la tierra diste con tus venas
para hacer estallar las amapolas.
(Débil el ruido,
-la ola, la marea-
llega de atrás
en tanto que dormido.
Rayo después
a donde vas,
sigues y estás
entre nosotros tres.)
No le falta a tu cuerpo vestidura
ni ya a tu sombra claridad le falta:
tu anochecida voz se sobresalta
mientras tu puño pólvora procura.
En ti, dura ha de ser la sombra y dura
también será la pena que te asalta.
Y sigue entre nosotros y hace falta
por íntegra y febril carnadura.
Ametralladas siguen tus ojeras,
con fusiles extraños, balas fieras,
granadas decididas a vencerte;
pero al pueblo tu pecho pertenece,
también tu corazón por no vencerse:
¡no habrá por tanto, para ti, la muerte!
Del Libro: Aquí sobre esta tierra.
Savia y raíz de la esperanza,
A mi madre que forja la paz
en el aula de maestra cotidiana
¿QUE pájaro de luz o cielo abierto
han posado sus voces en tus sienes,
o qué amapola de dolor mantienes
acumulada en tu mirar despierto?
¿Qué sílabas de sueño en tu concierto
de luz has mantenido? Sé que vienes
por la corriente del recuerdo y tienes
para cada dolor un canto cierto.
Sé, madre, que en tu tímida corola
el rocío del alba te bautiza
con sus gotas de amor y de esperanza,
pero yo quiero amar tu voz tan sola,
tu dolor para el mundo que eterniza
el victorioso canto de la alianza.
Ahora la palabra es grito oscuro,
AHORA la palabra es gris oscuro,
dinamita de voces, rostro mismo.
Ola de fe que surge del abismo
para borrar del hombre el canto impuro.
Estamos hoy, aquí frente a este muro
de cal, ceniza, vértice y abismo,
–pulsos de sangre, voluntad de sismo,
flujo, venablo ardiente, árbol puro–.
¡Porque es mejor gritar puesto el acento,
ir labrando las cosas como flechas
en silabeo agudo siempre hiriente,
que sentarse a pintar las bellas fechas,
con nostalgia aburrida de convento,
sin decir los dolores de la gente!