QUE SE VAYAN A LA MIERDA [Mi poema]
Juan Manuel Romero [Mi poeta sugerido]

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MI POEMA …de medio pelo

 

Recuerdos de mi infancia: el estraperlo.
Quien no vivió esa etapa no conoce
que fuera lo normal un día hacerlo;
la vida allí era fruto de un desbroce
y todo sin comerlo ni beberlo.

Que había que comer, y era imposible
jamar sin cometer algún chanchullo
que fuera del gobierno comprensible;
preciso era meterse en un barullo
y hacer como que fuera uno invisible.

Y es que el mercado negro era normal
así que algún jaleo originara
llevando al susodicho a un tribunal,
y amén que hubiera alguno y condenara,
era algo por demás muy natural.

Ya nadie de estraperlo aquí se acuerda
e incluso desconocen su acepción,
disculpen si es que acaso hoy ya me pierda,
a aquellos que se quejan sin razón,
pretendo aquí mandarles a la mierda.
©donaciano bueno

No hace al caso eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor? Share on X

Aquellos si que eran tiempos de penuria en  los que cada uno se ganaba la vida como podía.

MI POETA SUGERIDO:   Juan Manuel Romero

IGUAL QUE QUIEN INJERTA

Igual que quien injerta
sobre la rama abierta el brote nuevo,
así te llevo en brazos al dormirte.
Me ha pesado entender que dando vida
estás atándote a la vida,
y creces cuando ayudas a crecer.
Cada día me ato más a ti
para que corra el tiempo por nosotros.
Te llevo en brazos
pero eres tú quien me sostiene.
De Desaparecer, Pre-Textos, 2014

FRAGMENTOS

Tengo un vaso en las manos.

Tras comer en silencio tú te has ido a dormir.

El vaso estalla.
Los trozos de cristal, hundidos en el agua
del fregadero, cortan.

Lo inesperado
se convierte en un vaso
que se quiebra en el agua.

Al fondo,
todo lo que se rompe antes de tiempo:
nosotros, esta noche.
De Hasta mañana, Pre-Textos, 2008

SEQUÍA (Blanchot)

El arroyo se seca
y va quedando sólo un sendero deshecho
con restos de agua pútrida
en los recodos,

como a un cadáver que trasladan
de una cama a otra,
o como la carrera del viejo en el andén
con pasos de humo
igual que todo lo que ya no vuelve.

Soy una parte de lo que se agota,
maleza de mí mismo,
un ciego que, asustado, encendiese una lámpara.

CASA QUEMADA

Exprimimos al fondo de la noche
los cuerpos imponiéndoles
un pulso y una extrema resistencia
al viento oscuro que provoca
el demonio febril
que aquí nos tiene, esclavos. Queda todo
dicho en la lasitud y el vicio
que nos limpian de un modo impredecible,
como un verso llegado a la pura ignorancia,
como si nos volcase la ola del vencimiento.

Se hace carne el presente, frágil
y violenta a la vez, consciente del desastre
de esta agresión que no sucede
contra el tiempo, sucede sin indulto
sobre nosotros los culpables, los débiles.

Para la noche débiles, para el dolor osados.
¿Quiénes son los que queman
su casa contra el frío de la intemperie,
los que anegan la propia barca
en nombre de una costa que no existe?
Nosotros que mordemos sobre lo irreparable
y en la fiera alegría
del desamparo, por llegar más lejos,
por ser nosotros pero sin nosotros,
dejamos que la noche nos exprima
como seca naranja y le rendimos,
exhausto barro irremisible,
este homenaje atávico del cuerpo

LIBRO DE LEVÍTICO 10: 1,2

Servidora celosa de una turbia liturgia,
despreciando la luz que no provenga
de tus injustas brasas, la ruda claridad
que intentamos alzar destruyes implacable
y clavas tu pisada, como una fría púa
o un insano silencio, como feroz aceite
sobre el pecho indefenso, limpio,
de la derrota unánime que somos.

Haremos con palabras
un fuego extraño,
con nuestra juventud que no tolera
estar vivos sin más y necesita
a una llama apostar su vida inútil.

Pero tú bajas, muerte,
en nombre de qué dios
altivo,
y rompes cuanto alumbra nuestra noche.

No podrás evitar, sin embargo, este grito
que cifra una respuesta ingobernable:
no somos nada y en la nada ardemos.

MANZANAS

La mañana nos dice su luz desmadejada
como una flor abriéndose al rocío.
Tras la ventana espera ya
el brillo de las cosas que con su fin nos tientan.

Si no abro la ventana el asombro se duerme
bajo una manta que no cubre
sus pies entumecidos.
Si no abro la ventana no existirá el camino
que veo atravesar un bosque que me oculta.

Nos dice la mañana un nacimiento,
el sol urdiendo un mundo sin respuestas
para el hielo dolido de las vanas preguntas.
Es su trabajo terco ofrecer las manzanas
que en el deseo dulces se deshacen.
Negarlas es el terco oficio
de la derrota nuestra, tan podrida.

Sobre la piel marchita de las sombras
que somos rompe el sol y contra los visillos.
No hay transparencia
más alta que este ser en el temblor del día,
en la necesidad de las manzanas.

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MI POETA INVITADO: Carlos Macías Esparza

Sin dios en la tierra

Para la Familia Reyes Salazar

Habían llegado los tres féretros.

El pueblo se volvía polvo,
hay algo mágico parecido a Macondo.

En las calles solo se ven sombras,
la poca gente visible se oculta.

Unos hombres hacen un pequeño cráter en la tierra,
enterrar hondo que no quede nada de existencia.

Algunos seres malvados quemaron todo a su paso,
a lo lejos un niño entrega un vaso con cenizas
es lo que queda de su padre y de su hogar.

Todo se cae a pedazos
en el cielo no hay ninguna pizca de existencia,
la madre de ese niño lo ha perdido todo,
su noche será un hacha que parte la obscuridad.

Arnulfo toma el arma y se apunta a la cabeza.

Esto lo hizo a partir de que encontrara en el cajón de su hijo un revólver.

Cuando encontró el arma sintió un golpe tan fuerte,
una tristeza pocas veces soportada por el ser humano.

La sostenía sobre su sien
y mirando una fotografía familiar sostenía el revólver sobre su cara,
con la arrogancia que solo tienen los suicidas.

Jaló el gatillo, el disparo se oyó en toda la cuadra,
era uno de tantos disparos en la ciudad.

Él es un pequeño hombre que enfrenta al mundo a Dios

Del otro lado del mundo alguien dispara contra sí mismo,
es la tristeza que ronda nuestras calles.

Profecía Rarámuri

Alguien ve el desierto, aquí alguna vez fue agua,
nunca ha dejado de existir la guerra.

En otro tiempo los hombres amanecían colgados de los árboles,
la tierra se defendía con sangre.

Curioso ahora también.

Él sigue viendo el desierto y recuerda que el tiempo ha sido cruel con ellos,
lo sigue siendo
vendrán otras guerras, otros mundos,
solo resistirá el que venza el miedo.

Para entonces habrá caído la noche, quiere dormir,
ve las estrellas, todo sigue igual allá arriba,
se duerme,
cuando amanezca promete que el imperio arderá.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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