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Resulta que yo estaba equivocado,
que aquello que soñé no era mentira.
La mente es una farsa que delira.
Soñando no se llega a ningún lado.
De todas las amantes que he tenido
hay una que en mis sueños permanece,
que sale a relucir cuando amanece
tan solo de pensar quita el sentido,
y ajena, a la razón nunca obedece.
Oigo voces.
Y aunque sé que no existen, yo oigo voces.
Yo oigo voces que vienen del espacio,
que me dicen no corras, ve despacio,
deja ya de ensañarte con los roces,...
Me muero por saber si el firmamento
se encuentra allí tan alto como dicen,
o en cambio que es mentira, que es un cuento
es algo que no tiene fundamento
y no llevan razón quienes bendicen
Vosotros los que sois tan buena gente
que hacéis un lado a parte a la razón,
propensos a morir de compasión
si os pide una limosna un indigente
y os toca el corazón.
Por qué me niego a ver lo que ahora veo,
por qué no quiero oír lo que hoy escucho,
por qué pienso que nada es ahora mucho,
por qué me siento vivo cuando meo.
Del día en que te vió cuando eras bello
logrando que se hubiera enamorado
hoy ha vuelto a pasar justo a tu lado
pudiendo así apreciar por tu destello
que poco sigue igual, muy disgustado.
Yo nunca lo acepté cuando era mozo,
que a ser aquí uno más me resistía.
Al ver lo que escuchaba y se decía
soñaba en ocultarme en algún pozo
consciente que ese pozo no existía.
Soy el niño que sopla y al aire come a besos,
que va saltando charcos, que a caballo galopa,
que de sueños se arropa,
en cole hace progresos
y su madre regaña pues que ensucia su ropa.
Amanece en Madrid, sueña la luna,
la luces del farol pierden su encanto,
por la calle Mayor se escucha el llanto
de un niño bostezando de su cuna,
del ruido un adelanto.
España, nuestra España, qué bonita,
tan única, distinta y tan dispar,
aquel que un día viene y te visita
no puedes ya evitar que lo repita,
e impida enamorarse del lugar.
Sonora esa palabra, colofonia,
¡qué gratos los olores de la miera!,
los pinos cuando envuelve la neblina,
del aura en una tarde cenicienta...
Es triste pero así es, la corrupción
se mete entre los dedos de las manos
de aquellos que se dicen son humanos
llegando hasta arañarle al corazón,
haciendo un menosprecio a la razón
de tirios y troyanos.
Increíble. Se ignora. Se sospecha.
Hay quien dice que aquello no es normal.
Nadie sabe el por qué, cómo ni el cual
puso el fuego con que encendió la mecha,
si un humano, quizás fuera animal.
Aquí se acaba esta historia de dolo y antipatía
que empezó una noche impía en un ignoto arrabal
donde las flores del mal vengaban su felonía
sobre la piedra baldía del fango de un cenagal.
La vida es un compendio de remiendos,
desde nace ya empieza a envejecer
para nunca pararse de coser
poniendo punto en blanco los atuendos,
la vida es un coser y descoser.
¡Que viene el Moro Muza! me decían
aquellos que de niño me asustaban,
mas ellos, ignorantes, no sabían
que aquello era saliva que gastaban.
Hay un balcón en la casa de enfrente
donde aparece en las noches sin luna
una figura de niña moruna
que en un instante se muestra ya ausente.
