Este mundo es un pollo sin cabeza que sale a pasear y es desnortado, dando tumbos se va de lado en lado haciendo presunción de su torpeza igual que un jubilado.
Están en todas partes. Merodeando. Subiéndose a menudo en las paredes. Van de acá para allá. Sólo, si puedes, habrás de protegerte toreando que quieto no te quedes.
He intentado entender todo en la vida mas esa facultad ya la he perdido, no tengo más paciencia, he desistido hacerle una virtud de la indulgencia y ser más comedido.
La gente sufre. Es hora que la gente levante ya su voz, que clame al cielo, que lance al ancho mar su desconsuelo y deje de mostrarse ya indigente, no pique en el anzuelo.
¡Qué pena! Hoy esta voz está de luto, no tiene ya vocablos. Su gangrena no pudo resistir, murió de pena y aún le quieren robar el usufructo en urna que es obscena.
La paz es como el mar sin olas que insistente se arrastra dulcemente nadando hasta la orilla, es esa brisa suave que lame tu mejilla y sientes que el amor te está tendiendo un puente ¡es una maravilla!.
Mataban los vivos, lloraban los muertos. los altos, los bajos, grandes o pequeños, los que allí pasaban con ojos risueños, que nada importaban si ciegos o tuertos,...
Admiro a Schopenhauer cuando dijo palabras tan nefastas de este mundo y empiezo a comprender a Segismundo vendiendo su alma al diablo. El que maldijo la suerte de morir, tan iracundo.
Luchas cainitas, destrucción y muerte conflictos y más guerras. Los matones se muestran pululando a borbotones con ansias de venganza. Que su suerte en manos siempre está de algunos pocos.