FELICES DÉCIMAS/décimas felices [Mi poema] Maruja Vieira [Mi poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
El agua de la corriente Que un alegre pajarillo Yo soy pobre, un indigente |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Maruja Vieira
Más que Nunca
Porque amarte es así, tan dulce y hondo
como esta fiel serenidad del agua
que corre por la acequia, derramando
su amorosa ternura sobre el campo.
Te amo en este sitio de campanas y árboles,
en esta brisa. en estos jazmines y estas dalias.
La vida y su belleza me llegan claramente
cuando pienso en tus ojos, bajo este cielo pálido.
Sobre la hierba limpia y húmeda, mis pisadas
no se oyen, no interrumpen el canto de los pájaros.
Ya la niebla desciende con la luz de la tarde
y en tu ausencia y mi angustia, más que nunca te amo.
(Musicalizado por el Maestro Jaime León)
Memoria de la Escuela
Recuerdo que mi escuela tuvo un balcón de árboles
y un patio, junto al claro viaje de los gorriones.
La vida era una mano que me esperaba afuera
y una cabeza blanca, llena de sueños altos.
Era mi padre. Íbamos juntos. Era el mundo.
No había más en las trémulas soledades del alma
que su paso ya lento, su voz dulce y antigua
y el tiempo azul que araba la tierra de mi infancia.
Salíamos de noche, la pequeñita sombra
de mi cuerpo de niña junto a su sombra grande.
El hablaba un idioma de recuerdos y ausencias
y me enseñaba nombres, banderas y ciudades…
Amaneció Diciembre
Hermano,
esta mañana amaneció diciembre.
Si no me lo dijera el calendario
lo sabría en el aroma de los pinos
que llega desde lejos.
Amaneció diciembre
con lluvia en la colina.
Lleva del campo un árbol
que le diga a la madre
cómo sigo viviendo mis diciembres,
desde el primer diciembre en su regazo.
Luego, en la noche de la Nochebuena
espérame con ella bajo el árbol.
Los Muros y el Recuerdo
Era blanca mi casa, con ardientes geranios
que cifraban la luz en las altas ventanas.
Había enredaderas finas y acariciantes,
lirios que recordaban la frente de mi madre.
Allà crecieron dalias, claveles y azaleas
para la cruel dulzura de mis manos pequeñas.
Allì aprendí la forma del árbol en el viento
y el viaje de las nubes en el agua del cielo.
Los pasos de mi padre resonaron alegres
en el amor lejano de mi primer recuerdo
y poco a poco fueron haciéndose más lentos,
mientras mis ojos iban hallando el universo.
Allá una tarde supe que en el trigo hay angustia
cuando siegan de pronto su dorada cabeza.
Me arrancaron del alma los geranios ardientes
y los lirios y el río de los amaneceres.
Se llevaron mis ojos a un paisaje distinto,
de montañas heladas bajo cielos de acero.
Me quedó un vago asombro de ternura y ausencia
y un camino que busco, más allá de los sueños.
Agresiones
Defenderé tu rostro
y tu nombre
de los años que se amontonan
como piedras rotas.
Defenderé tu voz,
tus palabras,
de estos largos silencios
que pesan
sobre mis labios.
Defenderé tu luz
de esta sombra!
Al final del camino
Sólo pido
tu rostro para el sueño.
Tu nombre dibujado
en los telones del recuerdo.
Me iré con ellos lejos,
a la ciudad tranquila de los lirios,
de las campanas y de las violetas.
El tiempo será largo como un río
y seguirá copiando el mismo cielo
eternamente.
Y eternamente clara, casi viva
tu sombra estará cerca.
Atardecer del sábado
Ha llovido en mis manos,
áspero sol, tu lenta quemadura,
tu fuego repetido.
Ahora son más altas
las montañas azules,
más altas y se alejan en perfiles
de cristal y de humo.
Los rumores del día
se pierden en la tarde.
La noche será larga.
A la orilla del sueño
veré pasar las horas,
silenciosas y cálidas.
Mañana
vendrán a saludarme
los ladridos alegres
de mi perro.
Le diré que se calle,
que es domingo.
No hay que ir al trabajo
ni al colegio.
Despertará la niña
cantando. Nos iremos
los tres. Hoy es domingo
y sale la familia de paseo.
y se me habrá olvidado
por la noche
la tristeza.
Breve poema del encuentro
Me detengo a la orilla de la tarde
y busco las palabras olvidadas.
Los antiguos colores de la tierra,
la huella luminosa de los árboles.
Estás aquí. Sonríes a mi lado
bajo la rama azul que se deshace
en un pequeño cielo caminante.
Otra rama -de oro- está en mi mano.
Hablo contigo como siempre. Cálidas,
amorosas, las sílabas desgranan
un lento surtidor de agua tranquila
sobre el silencio de la piedra blanca.
Campanario de lluvia
Te buscaba en la sombra. Lentamente surgía
tu mirada lejana, leve flor de horizontes.
Era clara, serena….Con amor la sentía
transitar el camino de mis ojos insomnes.
No fue un eco ni un sueño. Fue la brisa en al árbol
que me trajo tu acento con perfume de savia
y creció por mis venas y se fue deslizando
con temblor de caricias al llegar a mis manos.
Nada más….en la torre desgranó la campana
un rosario de tiempo claro, fino y distante.
Como niebla de aroma se quedó entre mis labios
la dulzura imposible de una frase: te amo.
Clave mínima
Déjame tu recuerdo, el de esta hora.
No importa que te vayas.
Déjame este recuerdo
de la última hora del alba.
Estaba azul el monte esa mañana
azul. Eras hermoso
y yo te amaba.
El nombre de antes
No es fácil escribir
el nombre de antes.
Es como volver a un traje antiguo,
unas flores, un libro,
un espejo, amarillos por los años.
Con aquel otro nombre
era como tener entre las manos
toda la luz del aire.
Ahora vuelvo
a mi nombre de antes.
Mi nombre de ceniza,
el que anduvo conmigo por el tiempo
y por las soledades.
Ahora estoy frente a mí, frente a mi nombre,
con la fría y terrible sensación de regreso
que conocen los náufragos.
Pero escucho una risa y unos alegres pasos.
Todo no se ha perdido.
Aquí estoy otra vez, frente a la vida,
con el nombre de antes.