Una muestra de sus poemas
A un avaro
Donde jamás el sol sus rayos tira
y todo es confusión eternamente,
vive aquel, que con hambre y sed ardiente
cerca el remedio, sin remedio, mira.
Fruta le ofrece y a cogerla aspira;
mas ella de su mano diligente,
se burla, y de sus labios la corriente
al Eridano hondo se retira.
Di que admiras de Tántalo la pena,
y género tan grave de tormento
tu asombro advierta, porque más te asombre
que cuanto escuchas en la historia ajena
por ti se dice, disfrazado el nombre.
¡Oh, pobre en tus riquezas avariento!
Soneto
Perfecto Libro, que a la Estampa ha dado
bien entendido Autor, eres confieso,
al Encarnarte, advierto estás impreso,
como al Nacer al mundo, a luz sacado.
En la Circuncisión, fuiste cortado,
y al adorarte Reyes miro expreso,
sabios, te leen Rey, Dios Hombre, y esto
tu Autor, con una Estrella ha señalado.
Haciendo huyas a Egipto, hizo cubrirte,
para en Jerusalén, después mostrarte
tres días a sus Doctos, y aplaudirte:
A una Columna, quiso rubricarte,
y si en la Cruz, el Título inscribirte,
en el monte Tabor; iluminarte.
Soneto
Al verte pobre ya, de amor inmundo,
y del divino amo, enriquecida,
bienes del mundo, Magdalena olvida,
porque es del mundo el bien, mal sin segundo.
En lo que logra del amar del mundo,
de lágrimas un mar, que arrepentida,
anegando los yerros de su vida,
de doloroso llanto, es mar profundo.
Las plantas riega con amante anhelo,
del que en su voluntad, todo se encierra,
¡o mil veces feliz, raro desvelo!
El modo natural en ti se yerra,
que siempre le agua da a la Tierra, el Cielo,
y hoy al Cielo le da el agua, la Tierra.
Soneto
Raro Fénix de Amor, que en vivas llamas,
esplendor inmortal tienes logrado,
leños de aroma son, los que has juntado
en olor de virtudes que derramas.
Alta Hoguera te eriges, que así amas
afectos recogiendo enamorado,
que el Pecho, en sacro amor, todo abrasado,
hoguera es elevada, en que te inflamas.
A rayos del Sol Cristo, Ave lucida,
del corazón las alas, velozmente
bates, por verte en fuego renacida.
Fénix te considero, en Pira ardiente,
que él en su muerte nace a nueva vida,
y es tu Ocaso en la Tierra, al Cielo, Oriente.