»GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
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Breve Biografía de Gustavo Adolfo Bécquer ¡Gracias por leer esta publicación, ¿deseas comentar? haz click en el botón de la izquierda! Poeta español. Junto con Rosalía de Castro, es el máximo representante de la poesía posromántica, tendencia que tuvo como rasgos distintivos la temática intimista y una aparente sencillez expresiva, alejada de la retórica vehemencia del romanticismo. La inmensa fama literaria de Bécquer se basa en sus Rimas, que iniciaron la corriente romántica de poesía intimista inspirada en Heine y opuesta a la retórica y ampulosidad de los poetas románticos anteriores. Volverán las oscuras golondrinas Pero aquellas que el vuelo refrenaban Volverán las tupidas madreselvas Pero aquellas cuajadas de rocío Volverán del amor en tus oídos Pero mudo y absorto y de rodillas, Volverán las oscuras golondrinas Pero aquellas que el vuelo refrenaban Volverán las tupidas madreselvas Pero aquellas, cuajadas de rocío Volverán del amor en tus oídos Pero mudo y absorto y de rodillas Porque son, niña, tus ojos El verde es gala y ornato Es tu mejilla temprana Y sin embargo, Que parecen sus pupilas Es tu boca de rubíes Y sin embargo, Que parecen, si enojada Es tu frente que corona, Y sin embargo, Que entre las rubias pestañas, Yo sé un himno gigante y extraño Yo quisiera escribirle, del hombre Pero en vano es luchar, que no hay cifra Tu pupila es azul y, cuando ríes, Tu pupila es azul y, cuando lloras, Tu pupila es azul, y si en su fondo Asomaba a sus ojos una lágrima Yo voy por un camino; ella, por otro; Besa el aura que gime blandamente Cerraron sus ojos La luz que en un vaso Despertaba el día, —¡Dios mío, qué solos Al dar de las Ánimas De un reloj se oía ¡Dios mío, qué solos Del último asilo, La piqueta al hombro ¡Dios mío, qué solos Allí cae la lluvia ¡Cuántas veces, al pie de las musgosas ¡Cuántas veces trazó mi silueta Cuando en sombras la iglesia se envolvía, Aunque el viento en los ángulos oscuros En las noches de invierno, si un medroso Y no faltó una vieja que en el torno A oscuras conocía los rincones Los búhos, que espantados me seguían A mi lado sin miedo los reptiles Del salón en el ángulo oscuro, ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas ¡Ay! pensé; ¡cuántas veces el genio Los suspiros son aire y van al aire. RIMA IV No digáis que, agotado su tesoro, Mientras las ondas de la luz al beso Mientras la ciencia a descubrir no alcance Mientras se sienta que se ríe el alma, Mientras haya unos ojos que reflejen Olas gigantes que os rompéis bramando Ráfagas de huracán que arrebatáis Nube de tempestad que rompe el rayo Llevadme, por piedad, a donde el vértigo Cuando en la noche te envuelven Cuando se clavan tus ojos Cuando enmudece tu lengua ¿Qué es poesía?, dices mientras clavas Fatigada del baile, Podrá nublarse el sol eternamente;
RIMA 38 (LIII)
De tu balcón sus nidos a colgar
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán.
Tu hermosura y mi dicha a contemplar,
Aquellas que aprendieron nuestros nombres,
Esas, ¡no volverán!
De tu jardín las tapias a escalar
Y otra vez a la tarde aún más hermosas
Sus flores se abrirán.
Cuyas gotas mirábamos temblar
Y caer como lágrimas del día,
Esas, ¡no volverán!
Las palabras ardientes a sonar,
Tu corazón de su profundo sueño
Tal vez despertará.
Como se adora a Dios ante su altar,
Como yo te he querido, desengáñate,
¡Nadie así te amará!RIMA LIII
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres…
¡esas… no volverán!.
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día…
¡esas… no volverán!
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido…; desengáñate,
¡así… no te querrán!RIMA XII
verdes como el mar, te quejas;
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las huríes del Profeta.
del bosque en la primavera;
entre sus siete colores
brillante el Iris lo ostenta,
las esmeraldas son verdes;
verde el color del que espera,
y las ondas del océano
y el laurel de los poetas.
rosa de escarcha cubierta,
en que el carmín de los pétalos
se ve al través de las perlas.
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro
que al soplo del aire tiemblan.
purpúrea granada abierta
que en el estío convida
a apagar la sed con ella,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.
tus pupilas centellean,
las olas del mar que rompen
en las cantábricas peñas.
crespo el oro en ancha trenza,
nevada cumbre en que el día
su postrera luz refleja.
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean:
pues no lo creas.
junto a las sienes semejan
broches de esmeralda y oro
que un blanco armiño sujetan.
*
Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar te quejas;
quizás, si negros o azules
se tornasen, lo sintieras.RIMA I
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!,
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, cantártelo a solas.RIMA XIII
su claridad süave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja.
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una vïoleta.
como un punto de luz radia una idea,
me parece en el cielo de la tarde
una perdida estrella.RIMA XXX
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?RIMA IX
las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en occidente
y de púrpura y oro la matiza;
la llama en derredor del tronco ardiente
por besar a otra llama se desliza;
y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
al río que le besa, vuelve un beso.RIMA LXXIII
que aún tenía abiertos,
taparon su cara
con un blanco lienzo,
y unos sollozando,
otros en silencio,
de la triste alcoba
todos se salieron.
ardía en el suelo,
al muro arrojaba
la sombra del lecho;
y entre aquella sombra
veíase a intérvalos
dibujarse rígida
la forma del cuerpo.
y, a su albor primero,
con sus mil rüidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:
se quedan los muertos!
*
De la casa, en hombros,
lleváronla al templo
y en una capilla
dejaron el féretro.
Allí rodearon
sus pálidos restos
de amarillas velas
y de paños negros.
el toque postrero,
acabó una vieja
sus últimos rezos,
cruzó la ancha nave,
las puertas gimieron,
y el santo recinto
quedóse desierto.
compasado el péndulo,
y de algunos cirios
el chisporroteo.
Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto
todo se encontraba
que pensé un momento:
se quedan los muertos!
*
De la alta campana
la lengua de hierro
le dio volteando
su adiós lastimero.
El luto en las ropas,
amigos y deudos
cruzaron en fila
formando el cortejo.
oscuro y estrecho,
abrió la piqueta
el nicho a un extremo.
Allí la acostaron,
tapiáronle luego,
y con un saludo
despidióse el duelo.
el sepulturero,
cantando entre dientes,
se perdió a lo lejos.
La noche se entraba,
el sol se había puesto:
perdido en las sombras
yo pensé un momento:
se quedan los muertos!
*
En las largas noches
del helado invierno,
cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero,
de la pobre niña
a veces me acuerdo.
con un son eterno;
allí la combate
el soplo del cierzo.
Del húmedo muro
tendida en el hueco,
¡acaso de frío
se hielan sus huesos…!
*
¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es sin espíritu,
podredumbre y cieno?
No sé; pero hay algo
que explicar no puedo,
algo que repugna
aunque es fuerza hacerlo,
el dejar tan tristes,
tan solos los muertos.RIMA LXX
paredes que la guardan,
oí la esquila que al mediar la noche
a los maitines llama!
la luna plateada,
junto a la del ciprés, que de su huerto
se asoma por las tapias!
de su ojiva calada,
¡cuántas veces temblar sobre los vidrios
vi el fulgor de la lámpara!
de la torre silbara,
del coro entre las voces percibía
su voz vibrante y clara.
por la desierta plaza
se atrevía a cruzar, al divisarme
el paso aceleraba.
dijese a la mañana,
que de algún sacristán muerto en pecado
acaso era yo el alma.
del atrio y la portada;
de mis pies las ortigas que allí crecen
las huellas tal vez guardan.
con sus ojos de llamas,
llegaron a mirarme con el tiempo
como a un buen camarada.
se movían a rastras;
hasta los mudos santos de granito
creo que me saludaban.RIMA VII
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «¡Levántate y anda!».RIMA XXXVIII
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!RIMA LII
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!
y en fuego ornáis las sangrientas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!.
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!.CUANDO EN LA NOCHE
las alas de tul del sueño
y tus tendidas pestañas
semejan arcos de ébano,
por escuchar los latidos
de tu corazón inquieto
y reclinar tu dormida
cabeza sobre mi pecho,
¡diera, alma mía,
cuanto poseo,
la luz, el aire
y el pensamiento!
en un invisible objeto
y tus labios ilumina
de una sonrisa el reflejo,
por leer sobre tu frente
el callado pensamiento
que pasa como la nube
del mar sobre el ancho espejo,
¡diera, alma mía,
cuanto deseo,
la fama, el oro,
la gloria, el genio!
y se apresura tu aliento,
y tus mejillas se encienden
y entornas tus ojos negros,
por ver entre sus pestañas
brillar con húmedo fuego
la ardiente chispa que brota
del volcán de los deseos,
diera, alma mía,
por cuanto espero,
la fe, el espíritu,
la tierra, el cielo.¿Qué es poesía?
en mi pupila tu pupila azul.
¡Qué es poesía!, ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.Fatigada del baile
encendido el color, breve el aliento,
apoyada en mi brazo
del salón se detuvo en un extremo.
Entre la leve gasa
que levantaba el palpitante seno,
una flor se mecía
en compasado y dulce movimiento.
Como en cuna de nácar
que empuja el mar y que acaricia el céfiro,
tal vez allí dormía
al soplo de sus labios entreabiertos.
¡Oh! ¡quién así, pensaba,
dejar pudiera deslizarse el tiempo!
¡Oh! si las flores duermen,
¡qué dulcísimo sueño!Amor eterno
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.