»MARQUÉS DE SANTILLANA [Mi poema] Mis Maestros [Poeta sugerido]
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Marqués de Santillana nació en 1388 en Carrión de los Condes y falleció en 1458. Su nombre completo fue Íñigo López de Mendoza. Quedó huérfano de padre cuando aún era pequeño y fue criado por su madre y su abuela. Siendo todavía joven se casó con doña Catalina de Figueroa.
Se dice que el Marqués de Santillana contaba con una de las mejores bibliotecas de toda España y era muy dado para la creación poética; de hecho se lo considera como el primer poeta del siglo XV. En su obra se puede encontrar a un poeta absolutamente natural que, utilizando con precisión las palabras, logró plasmar su amor por su tierra y sus desengaños amorosos.
Entre sus obras más importantes se encuentran “La comedieta de ponza”, “Proverbios” y “Bías contra fortuna”. En nuestra web podrás leer algunos de sus poemas, tales como “Canción” y “Serranilla”.
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Serranilla ISerranilla de Moncayo, Ya se pasava el verano, Díxele: “Dios nos mantenga, E vino a mí como un rayo Díxele: “Non me matedes, Aunque me vedes tal sayo Desque oyó lo que dezía, A este çurrón que trayo Entre Torellas y el Fayo Díxele: “De tal ensayo, |
Serranilla IIIDespués que nací, Allá en la vegüela Garnacha traía A ella volví “Sí soy, cavallero; Yo le dixe assí: |
Serranilla VEntre Torres y Canena, Pellote negro vestía, Si mi voluntad agena Preguntele dó benía Díxome que d’un ganado Dixe: “Non vades señera, Respondióme: “No curedes, |
Serranilla VIISerrana, tal casamiento Serranilla VIII Madrugando en Robledillo Al pie dessa grant montaña, Si voluntat no m’engaña, Serranilla IXMoçuela de Bores Cuydé que olvidado Mas ví la fermosa Por lo qual: “Señora Dixo: “Cavallero, “Señora, pastor Asy concluymos É fueron las flores |
Serranilla XDe Vytoria me partía Entre Gaona e Salvatierra, Yo loé las de Moncayo De la moça de Bedmar, Soy garridilla e pierdo sazónSoy garridilla e pierdo sazón Ha que soy suya bien cinco o seis años, No quiere que quiera ni quiere querer, Estó de su miedo la noche despierta; Desde el día negro que le conocí, Así Dios me preste la vida y salud Que bien que mal, sufro mis tristes pasiones, Mas si yo quisiere trocar mal por mal, Con toda mi cuita, con toda mi hiel, |
Ya cantan los gallosYa cantan los gallos, pues tengo en mis braços -Dexa tal porfía, -¿Qué mejor vitoria -¿Piensas, mi señor, Serranilla (Villancico) que hizo el Marqués a tres hijas suyasPor una gentil floresta Yo, con voluntad muy presta Aguardan a mí: Por mirar su fermosura La otra con gran tristura La niña que los amores ha Por no les fazer turbança La otra con buen semblante Dexadlo al villano pene: Desque huvieron cantado Ellas dixeron: “Amigo, Sospirando yva la niña |
Canción (Carta) del Marqués a una damaGentil dama, cuyo nombre mi desseo non consiente Plaziente digo, señora, Proveed que Dios provea Guerrea con mano armada Qual sin patrón el navío, Mío no, mas todo vuestro Mis días sean más tristes ¿Oisteis jamás, o vistes Canción
|
La niña gritillos darLa niña gritillos dar Mucho grita la cuitada Amor puro la venció, Temprano quiso saber A los diez años complidos A los quince, ¿que fará? Al alba venid, buen amigoAl alba venid, buen amigo, Amigo el que yo más quería, Amigo el que yo más amaba, Venid a la luz del día, Venid a la luz del día, |
CanciónQuien de vos merçet espera, 1 antes vuestra crueldad 2 Sed ya por vuestra bondad CanciónDeseando ver a vos, 1 Del todo muero por vos, 2 de amar e servir a vos, CanciónQuanto más vos mirarán, 1 y a todos nos bendirán, 2 Los que verdad fablarán, 3 ca çertas por vos dirán |
CanciónSeñora, qual soy venido, 1 sinon yo, que sin sentido 2 Tomadme en vuestro partido 3 Sin favor o favorido Canción a la ReinaDios vos faga virtuosa, 1 Fízovos más generosa, 2 3 e la tal graçia graçiosa |
CanciónSi tu deseas a mi 1 En tan buen ora te ví 2 Después que te conoscí 3 pues la mejor escogí CanciónHa bien errada opinión 1 Esto façe la afición, 2 ca so tal costelaçión 3 Pues diré con grand raçón: |
Canción1 2 3 CanciónYo del todo he ya perdido Plaçer, de quien favorido Canción“Coraçón, adiós te dó, 1 Mas después que se perdió, 2 Pues tristeça perturbó Canción Nuevamente se m’a dado 1 E conoçiendo que yerra, |
CanciónDefecto es que bien s’entiende Pensando serte más firme Canción 1 2 CanciónDe vos bien servir 1 que por yo deçir Canción 1 2 3 |
Decir
|
Decir: El aguilando1 Estas sean mis estrenas, 2 Desde aquellos dias tristes, 3 Por bondat o fidalguía Ca vuestra filusumía Lejos de vosLejos de vos y cerca de cuidado, desnudo de esperanza y abrigado Ni son bastantes a satisfacer la enferma Guadïana, ni lo creo. Illiana, la serrana de LozoyuelaDespués que nací, Otro decir1 non de mí mesmo pagado, 2 Deseo non desear, 3 por vos, dona valerosa, 4 pues que matar me queredes 5 Los contrarios se ayuntaron, 6 pensad que muriendo bivo, 7 que mi triste coraçón 8 pues ya de la triste vida ¡Guay de quien así conbida, |
DecirAmor, el qual olvidado 1 Mas después que rebatado 2 si no, dome por burlado, 3 aunque sep’andar rasgado; Decir¿Quién será que se detenga, 1 con alas de loçanía, 2 traían con tan buen ayre, |
Dezir1 vestía ropa estrangera, 2 un capirote charpado 3 el guarnimento e la silla 4 “Bien debo loar amor La mozuela de Bores Mozuela de Bores, Cuidé qu olvidado Mas vi la fermosa Por lo cual: “señora’ Dixo: “Cavallero, Cuando yo veo a la gentil criaturaCuando yo veo a la gentil criatura me demostraron, y su hermosura, Que no fue tanta la del mal Thereo, Así que lloro mi servicio indigno Deçir de un enamorado1 Mas quien non vos amará, 2 pues non de maravillar 3 la qual bien reconosçida, 4 E si dezides verdat, 5 ca si esto acontesçe, 6 el qual por vos acatado, 7 ca por lexos que me veo, 8 solo vos gradesçeré Nunca ya me cansaré |
Menga de ManzanaresPor todos estos pinares Yo me iba, mi madreYo me iba, mi madre, Siete días anduve, |
Serranilla II
En toda la su montaa
de Trasmoz a Veratón
non ví tan gentil serrana.
Partiendo de Conejares,
allá susso en la montaña,
çerca de la Travessaña,
camino de Trasovares,
encontré moça loçana
poco más acá de Añón
riberas de una fontana.
Traía saya apretada,
muy bien pressa en la cintura;
a guisa d’Estremadura
çinta, e collera labrada.
Dixe: “Dios te salve, hermana;
Aunque vengas de Aragón,
desta serás castellana.”
Respondióme: “Cavallero,
non penseis que me tenedes,
ca primero provaredes
este mi dardo pedrero;
ca después desta semana
fago bodas con Antón,
vaquerizo de Morana.”
Serranilla IV
Por todos estos pinares
nin en el Val de la Gamella,
non ví serrana más bella
que Menga de Mançanares.
Desçendiendol yelmo á yusso,
contral Bovalo tirando
en esse valle de susso,
ví serrana estar cantando:
saluéla, segunt es uso,
é dixe: “Serrana, estando
oyendo, yo non m’excuso
de façer lo que mandáres.”
Respondióme con uffana:
“Bien vengades, cavallero;
¿Quién vos trae de mañana
por este valle señero?
Ca por toda aquesta llana
yo non dexo andar vaquero,
nin pastora, nin serrana,
sinon Pasqual de Bustares.
“Pero ya, pues la ventura
por aquí vos ha traydo,
convien en toda figura,
sin ningunt otro partido,
que me dedes la çintura,
ó entremos á braz partido;
ca dentro en esta espessura
vos quiero luchar dos pares.”
Desque ví que non podía
partirme dallí sin daña,
como aquel que non sabía
de luchar arte nin maña,
con muy grand malenconía.
Arméle tal guadamaña
que cayó con su porfía
cerca de unos tomellares.
Comedieta de Ponza
I
Comienza la Comedieta de Ponza
¡Oh vos, dubitantes, creed las historias
e los infortunios de los humanales,
e ved si los triunfos, honores e glorias
e grandes poderes son perpetüales!
¡Mirad los imperios e casas reales
e cómo Fortuna es superïora:
revuelve lo alto en bajo a deshora
e face a los ricos e pobres iguales!
II
Invocación
¡Oh lúcido Jove, la mi mano guía,
despierta el ingenio, aviva la mente,
el rústico modo aparta e desvía,
e torna mi lengua, de ruda, elocuente!
¡E vos, las hermanas, que cabe la fuente
de Elicón facedes continua morada,
sed todas comigo en esta jornada,
porqu’el triste caso denuncie e recuente!
III
Descripción del tiempo
Los campos e mieses ya descoloraban
e los deseados tributos rendían;
los vientos pluviosos las nubes bogaban,
e las verdes frondes el aire temían.
Dejado el stilo de los que fingían
metáforas vanas con dulce locuela,
diré lo que priso mi última cela;
e cómicos oyan si bien los oían.
IV
Al tiempo que salen al pasto o guarida
las fieras silvestres e humanidad
descansa o reposa, e la fembra ardida
libró de Oloferne la sacra cibdad,
forzada del sueño la mi libertad,
diálogo triste e fabla llorosa
firió mis orejas, e tan pavorosa
ca solo en pensarlo me vence piedad.
V
Así recordado, miré do sonaba
el clamoso duelo, e vi cuatro donas
cuyo aspecto e fabla muy bien denotaba
ser cuasi deesas o magnas personas,
vestidas de negro e, a las tres, coronas,
llamando a la muerte con tantas querellas
que dubdo si fueron tan grandes aquellas
que Ovidio toca de las tres Gorgonas.
VI
Blasón de armas
Tenían las manos sinistras firmadas
sobre sendas tarjas de rica valía,
en las cuales eran armas entalladas,
que bien demostraban su grand nombradía;
la una de perla el campo traía
con una lisonja de claro rubí;
de fina estupaza1, así mesmo vi
en ella esculpido con grand maestría,
VII
un fuerte castillo, e su finestraje
e puertas obrado de mazonería,
de zafir de oriente, que a todo visaje,
mirándolo fijo retrocedería;
e cuatro leones en torno diría
de neta matista, fieros e rompientes.
Pues, lector discreto, si d’esto algo sientes,
recordarte debe su genealogía.
VIII
La segunda tarja de un balajo ardiente
era e de amarilla gema pomelada,
cuyo nombre dije non tácitamente;
e cada cual poma con nudos ligada,
de verde carbunclo, al medio esmaltada.
La tercera e cuarta castillo e león
eran a cuarteles; e dejo el blasón,
ca nuestra materia non es comenzada.
IX
Invocación
¡Pues fabla tú, Cirra, e Nisa responda,
en el rudo pecho exhortando a pleno;
disuelva Polimia la cuerda a la sonda,
ca fondo es el lago e bajo el terreno!
Nin sé tal sentido en humano geno
que sin tal subsidio pueda colegir
tan alta materia, nin la describir,
servado el estilo con temprado freno.
X
Micer Joán Bocacio de Certaldo, ilustre poeta florentino
Aprés de las cuales vi más un varón
en hábito honesto, mas bien arreado,
e non se ignoraba la su perfección,
ca de verde lauro era coronado.
Atento escuchaba, cortés, inclinado
a la más antigua, que aquella fablaba;
quien vio las sus quejas e a quien las narraba,
de cómo ya vive soy maravillado.
XI
Fabla la serenísima reina de Aragón doña Leonor
Aquella muy manso fablaba, diciendo:
«¿Eres tú, Bocacio, aquel que tractó
de tantas materias, ca yo non entiendo
que otro poeta a ti se egualó?
¿Eres tú, Bocacio, el que copiló
los casos perversos del curso mundano?
Señor, si tú eres, apresta la mano,
que non fue ninguna semblante que yo.»
XII
Fabla la señora reina de Navarra
Al modo que cuentan los nuestros actores
que la triste nuera del rey Laumedón
narraba sus casos de acerbos dolores,
fabló la segunda, con grand turbación,
diciendo: «Poeta, non es opinión
de gentes que puedan pensar nin creer
el nuestro infortunio, nin menos saber
las causas de nuestra total perdición.»
XIII
Fabla la señora reina de Aragón reinante
Con tanta inocencia como fue traída
la fermosa virgen, de quien fabla Guido,
al triste holocausto del puerto d’Aolida,
fabló la tercera, tornada al sentido,
el cual con la fabla le era fuído,
diciendo: «Bocacio, la nuestra miseria,
si fablar quisieres, más digna materia
te ofresce de cuantas tú has escribido.»
XIV
Fabla la señora infante doña Catalina quejándose de la Fortuna e loa los oficios bajos e serviles
Non menos fermosa e más dolorida
que la Tirïana, cuando al despedir
de los ilioneos e vio recogida
la gente a las naves en son de partir,
la lengua despierta la cuarta a decir
comenzó: «Poeta, mi mala fortuna
non pienses de agora, mas desde la cuna
jamás ha cesado de me perseguir.
XV
»Humanas son tigres e fieras leonas
con nuevos cadillos, e virgo piadosa
aquella Elenesa que a las amazonas
pensó facer libres por lid sanguinosa;
tractable es Caribdi e non espantosa,
segund me contracta esta adversa rueda,
a quien non sé fuerza nin saber que pueda
foir al su curso e saña rabiosa.
XVI
»¡Benditos aquellos que con el azada
sustentan su vida e viven contentos,
e, de cuando en cuando conocen morada
e sufren pascientes las lluvias e vientos!
Ca estos non temen los sus movimientos,
nin saben las cosas del tiempo pasado,
nin de las presentes se facen cuidado,
nin las venideras do han nascimientos.
XVII
»¡Benditos aquellos que siguen las fieras
con las gruesas redes e canes ardidos,
e saben las trochas e las delanteras
e fieren del arco en tiempos debidos!
Ca estos por saña non son comovidos,
nin vana cobdicia los tiene subjectos;
nin quieren tesoros nin sienten defectos,
nin turban temores sus libres sentidos.
XVIII
»¡Benditos aquellos que cuando las flores
se muestran al mundo deciben las aves,
e fuyen las pompas e vanos honores,
e ledos escuchan sus cantos süaves!
¡Benditos aquellos qu’en pequeñas naves
siguen los pescados con pobres traínas!,
ca estos non temen las lides marinas,
nin cierra sobr’ellos Fortuna sus llaves.»
XIX
Responde Joán Bocacio a las señoras reinas e infante
«Ilustre Regine, de chui el aspecto
dimostra grand sangho e magnificencia,
io vegno d’al loco ou’e lo dilecto
e la eterna gloria e suma potenzia.
Vegno chiamato de vostra excelencia,
cha’l vostro plachire e remaricare
m’a facto si tosto partire e cuytare,
lassato lo celo a vostra obediencia.
XX
»Io vegio li vostri senbianti cotali
che ben demostrate esser molestate
di cuella Regina che fra li mortali
regi e judica, de jure e de facte.
Vejamo li casi e co que narrate,
e vostri infortunii con tanti perversi,
cha presto serano prose, rime e versi
a vostro piachire; e accio comandate.»
XXI
La narración que face la señora reina doña Leonor madre de los reyes a Joán Bocacio
E como varones de noble senado
se honran e ruegan queriendo fablar,
así se miraron de grado en grado,
non poco tardaron en se convidar.
Mas las tres callaron e dieron logar
a la más antigua que aquella fablase
e su fuerte caso por orden contase,
la cual, aceptando, comenzó a narrar:
XXII
«A mí non convienen aquellos favores
de los vanos dioses, nin los invocar,
que vos, los poetas e los oradores
llamades al tiempo de vuestro exhortar;
ca la justa causa me presta logar,
e maternal rabia me fará elocuente,
porque a ti, preclaro e varón scïente,
explique tal fecho que puedas contar.
XXIII
»De gótica sangre fui yo producida
al mundo e de línea bienaventurada,
de reyes e reinas crïada e nudrida,
e de nobles gentes servida e honrada;
e de la Fortuna así contractada
que rey en infancia me dio por marido,
católico, sabio, discreto e sentido,
de quien amadora me fizo e amada.
XXIV
»De nuestra simiente e generación 185
conviene que sepas e sus cualidades,
ca fijos e fijas de grand discreción
hobimos, e amigos de todas bondades.
Dotolos Fortuna en nuevas edades
así de sus dones que por justas leyes
en muy poco tiempo vi los cuatro reyes,
e dos titulados de asaz dignidades.»
XXV
El señor rey de Aragón
«¿Pues qué te diré del fijo primero,
cruel adversario de torpe avaricia?
Ca este se puede rey e caballero
llamar, e lucero de bello e milicia.
En este prudencia, tempranza e justicia
con grand fortaleza habitan e moran;
a este las otras virtudes adoran
bien como a Diana las dueñas de Sicia.
XXVI
»Este desd’el tiempo de su puëricia
amó las virtudes e amaron a él;
venció la pereza con esta cobdicia
e vio los preceptos del Dios Hemanuel.
Sintió las visiones de Ezequïel
con toda la ley de sacra doctrina;
pues, ¿quién sopo tanto de lengua latina?,
ca dubdo si Maro eguala con él.
XXVII
»Las sílabas cuenta e guarda el acento
producto e correpto; pues en geumetría
Euclides non hobo tan grand sentimiento,
nin fizo Atalante en astrología;
oyó los secretos de filosofía
e los fuertes pasos de naturaleza;
obtuvo el intento de la su pureza
e profundamente vio la poesía.
XXVIII
»Las sonantes cuerdas de aquel Anfïón
que fueron de Tebas muralla e arreo,
jamás no hobieron tanta perfección
como los sus cursos melifluos, yo creo.
Pues de los más sabios alguno non leo
nin jamás he visto que así los entienda;
de su grand locuela resciben emienda
los que se coronan del árbol laureo.
XXIX
»Este, deseoso de la duradera
o perpetua fama, non dubdó elegir
el alto ejercicio de vida guerrera,
que a los militantes aun face vivir;
este la su espada ha fecho sentir
al grand Africano con tanta virtud
que los pies equinos le fueron salud,
dejando los litos, fuyendo el morir.
XXX
»¿Por qué me detengo agora en fablar,
e dejo mil otras victorias primeras?
Ca este, forzando las ondas del mar,
obtuvo de Italia muy grandes riberas;
este manifiestas puso sus banderas
por todos los muros de los marsellanos;
este fue cometa de napolitanos
e sobró sus artes e cautas maneras.»
XXXI
El señor rey de Navarra
«En cuanto al primero aquí fago pausa,
non porque me faltan loores que cuente,
mas por cuanto veo prolija la causa
e pro trabajosa a mí, non scïente.
E vengo al segundo: que non tan valiente
en armas fue Ceva, nin fizo Domicio;
si Marco lo viera, dejando a Fabricio,
a él escribiera con pluma elocuente.
XXXII
»Arquiles armado non fue tan ligero,
nin fue Alexandre tal cabalgador,
jamás es fallado sinon verdadero,
egual, amoroso, cauto, sofridor;
más quiere ser dicho que honrado, honrador,
e muy más que fiero, benigno e piadoso;
este de clemencia es silla e reposo,
e de los aflictos muro e defensor.
XXXIII
»Este los selvajes siguió de Diana,
e sabe los colles de Monte Rifeo;
corrió las planezas de toda Espartana,
e los fondos valles del grand Perineo.
La selva nombrada do venció Teseo
el neptunal toro, terror de las gentes,
este la ha follado con pies diligentes,
e sobra en trabajos al muy grand Oeteo.»
XXXIV
El señor infante don Enrique
«Así del segundo me paso al tercero,
en grand fermosura egual a Absalón,
gracioso, placiente, de sentir sincero,
ardid, reposado, subjecto a razón;
non me pienso Orfeo tanta perfección
obtuvo del canto, nin tal sentimiento; 270
este de Dios solo ha fecho cimiento,
e sigue las vías del justo varón.»
XXXV
El señor infante don Pedro
«Vengamos al cuarto, segundo Magón,
estrenuo, valiente, fiero e belicoso,
magnífico, franco, de grand corazón,
gentil de persona, afable, fermoso;
su dulce semblante es tan amoroso
que non es bastante ninguna grand renta
a suplir defectos, segund él contenta
al militar vulgo, pero trabajoso.»
XXXVI
La muy magnífica señora doña María reina de Castilla
«Cuanto a los varones aquí sobreseo
e paso a la insigne mi fija primera,
de los humanales corona e arreo,
e de las Españas claror e lumbrera;
esta se demuestra, como primavera
entre todo el año, cerca las más bellas,
e cual feba lumbre entre las estrellas,
e aprés fontanas fecunda ribera.
XXXVII
»Esta de los dioses paresce engendrada,
e con las celícolas formas contiende
en egual belleza, non punto sobrada,
ca non es fallado que en ella se emiende.
Si la jerarquía en esto se ofende,
a mí non increpen, pues soy inculpable,
ca razón me fuerza e face que fable, 295
e de todo blasmo mi fablar defiende.
XXXVIII
»Esta de Sibilla del su nascimiento
fue jamás nodrida, fasta la sazón
que, como decena, por merescimiento
es ya del colegio del monte Elicón.
Esta, como fija, succede a Catón,
e siente el secreto de sus anforismos;
esta de los cielos fasta los abismos
comprende las cosas e sabe qué son.
XXXIX
»A esta consiguen las siete doncellas
que suso he tocado en otro logar,
e le van en torno bien como centellas
que salen de flama o ríos de mar:
las tres son aquellas que facen bogar
en el paraíso al ánima digna,
e las cuatro aquellas a quien la doctrina
XL
»Yo non fago dubda que si de Catulo
hobiese la lengua o virgilïana,
e me socorriesen Proporcio e Tibulo,
e Libio, escribiente la gesta romana,
atarde podría, nin Tulio, que explana
e cendra los cursos del gentil fablar,
con pluma abondosa decir e notar
cuánto de virtudes es fija cercana.»
XLI
La señora reina doña Leonor reina de Portogal
«La última fija non pienso la prea
o griega rapina fuese más fermosa,
nin fugitiva e casta Penea
tan lejos de vicios, nin más virtüosa;
la su clara fama es tan glorïosa 325
que bien es difícil en tan nueva edad
vencer las pasiones de humanidad,
e ser en bondades tanto copïosa.
XLII
»Estos, poseyendo las grandes Españas
con muchas regiones que son al poniente,
del fin de la tierra fasta las montañas
que parten los galos de la nuestra gente;
el curso celeste, que de continente
face e desface, abaja e prospera,
bien como adversario, con vuelta ligera,
firió sus poderes con plaga nuciente.»
XLIII
De cómo la señora reina madre de los reyes recuenta a Joán Bocacio algunas señales que hobo del su infortunio
«Non pienses, poeta, que ciertas señales
e sueños diversos non me demostraron
los daños futuros e vinientes males
de la real casa segund que pasaron;
que las tristes voces del búho sonaron
por todas las torres de nuestra morada,
do fue vista Iris, deesa indignada,
de quien terrescieron los que la miraron.
XLIV
»Así fatigada, turbada e cuidosa,
temiendo los fados e su poderío,
a una arboleda de frondes sombrosa,
la cual circundaba un fermoso río,
me fui por deporte, con grand atavío
de muchas señoras e dueñas notables;
e como entre aquellas hobiese de afables,
por dar cualque venia al ánimo mío,
XLV
»fablaban novelas e placientes cuentos,
e non olvidaban las antiguas gestas
do son contenidos los avenimientos
de Mares e Venus, de triunfos e fiestas;
allí las batallas eran manifiestas
de Troya e de Tebas, segund las cantaron
aquellos que Apolo se recomendaron
e dieron sus plumas a fablas honestas.
XLVI
»Allí se fablaba de Proteselao
e cómo tomara el puerto primero;
allí del oprobrio del rey Menelao,
allí de Tideo, el buen caballero,
allí de Medea, allí del Carnero,
allí de Latona, allí de Fitón,
allí de Dïana, allí de Anteón,
allí de Mercurio, sotil mensajero.
XLVII
»Allí se fablaba del monte Pernaso
e de la famosa fuente de Gorgón,
e del alto vuelo que fizo Pegaso,
contando por orden toda su razón;
e todo el engaño que fizo Sinón
allí se decía, como por enjemplo,
e de las serpientes vinientes al templo,
e cómo se priso el grand Ilïón.
XLVIII
»Allí se tocaba del gentil Narciso,
allí de Medusa, allí de Perseo,
allí maltractaban la fija de Niso,
allí memoraban la lucha de Anteo,
allí de la muerte del niño Androgeo,
allí de Pasife el testo e la glosa,
allí recitaban la saña rabiosa
e la comovida ira de Penteo.
XLIX
»Ya de los temores cesaba el combate
al ánimo aflicto, e yo reposaba
segura e quieta; de ningund rebate
nin otro infortunio ya me temoraba.
E como la lumbre febal se acostaba,
levanteme leda con mi compañía,
e por la floresta fecimos la vía
del real palacio donde yo habitaba.
L
»Mostrado se había el carro estrellado,
e la mi compaña, licencia obtenida,
el dulce reposo buscaban de grado;
e yo retraíme facia la manida,
en la cual, sobrada del sueño e vencida,
non sé si la nombre fantasma o visión,
me fue demostrada tal revelación
cual nunca fue vista nin pienso fingida.
LI
Capítulo do se recuenta el sueño de la señora reina madre de los reyes
»Yo vi de Macrobio, de Guido e Valerio
escriptos los sueños que algunos soñaron,
los cuales denotan insigne misterio,
segund los efectos que de sí mostraron;
pues oyan atentos los que se admiraron
e de tales casos ficieron mención,
ca non será menos la mi narración,
mediante las musas, que a ellos guiaron.
LII
»Obscura tiniebra tenía aquedada
la gente, en el tiempo que a mí parescía
qu’en pequeña barca me vía cercada
del lago espantoso que me combatía;
non creo las ondas de ponto Galía
ninguna otra nave así combatieron,
nin egual tormenta los teucros sintieron
al tiempo que Juno más los perseguía.
LIII
»Non vi yo a Neptuno en carro dorado
andar por el agua, como se recuenta,
cuando, de la madre de Amor implorado,
la flota dardania libró de tormenta;
mas Tetis deesa, non punto contenta,
fendida la fusta e sus oquedades,
e juntas con ella las divinidades
del mar, aumentaban la mi sobrevienta.
LIV
»Allí fueron sueltos los fijos de Equina
e de sus entrañas salían irados,
cercaban en torno toda la marina
e la navecilla de entramos los lados;
cubrían las vagas sus bajos tillados,
e Céfiro e Noto con su grand secuela
quebraban el árbol, rompían la vela,
e daban mis carnes a todos pescados.
Comedieta de Ponza
I
Comienza la Comedieta de Ponza
¡Oh vos, dubitantes, creed las historias
e los infortunios de los humanales,
e ved si los triunfos, honores e glorias
e grandes poderes son perpetüales!
¡Mirad los imperios e casas reales 5
e cómo Fortuna es superïora:
revuelve lo alto en bajo a deshora
e face a los ricos e pobres iguales!
II
Invocación
¡Oh lúcido Jove, la mi mano guía,
despierta el ingenio, aviva la mente,
el rústico modo aparta e desvía,
e torna mi lengua, de ruda, elocuente!
¡E vos, las hermanas, que cabe la fuente
de Elicón facedes continua morada,
sed todas comigo en esta jornada,
porqu’el triste caso denuncie e recuente!
III
Descripción del tiempo
Los campos e mieses ya descoloraban
e los deseados tributos rendían;
los vientos pluviosos las nubes bogaban,
e las verdes frondes el aire temían. 20
Dejado el stilo de los que fingían
metáforas vanas con dulce locuela,
diré lo que priso mi última cela;
e cómicos oyan si bien los oían.
IV
Al tiempo que salen al pasto o guarida
las fieras silvestres e humanidad
descansa o reposa, e la fembra ardida
libró de Oloferne la sacra cibdad,
forzada del sueño la mi libertad,
diálogo triste e fabla llorosa
firió mis orejas, e tan pavorosa
ca solo en pensarlo me vence piedad.
V
Así recordado, miré do sonaba
el clamoso duelo, e vi cuatro donas
cuyo aspecto e fabla muy bien denotaba
ser cuasi deesas o magnas personas,
vestidas de negro e, a las tres, coronas,
llamando a la muerte con tantas querellas
que dubdo si fueron tan grandes aquellas
que Ovidio toca de las tres Gorgonas.
VI
Blasón de armas
Tenían las manos sinistras firmadas
sobre sendas tarjas de rica valía,
en las cuales eran armas entalladas,
que bien demostraban su grand nombradía;
la una de perla el campo traía
con una lisonja de claro rubí;
de fina estupaza1, así mesmo vi
en ella esculpido con grand maestría,
VII
un fuerte castillo, e su finestraje
e puertas obrado de mazonería,
de zafir de oriente, que a todo visaje,
mirándolo fijo retrocedería;
e cuatro leones en torno diría
de neta matista, fieros e rompientes.
Pues, lector discreto, si d’esto algo sientes,
recordarte debe su genealogía.
VIII
La segunda tarja de un balajo ardiente
era e de amarilla gema pomelada,
cuyo nombre dije non tácitamente;
e cada cual poma con nudos ligada,
de verde carbunclo, al medio esmaltada.
La tercera e cuarta castillo e león
eran a cuarteles; e dejo el blasón,
ca nuestra materia non es comenzada.
IX
Invocación
¡Pues fabla tú, Cirra, e Nisa responda,
en el rudo pecho exhortando a pleno;
disuelva Polimia la cuerda a la sonda,
ca fondo es el lago e bajo el terreno!
Nin sé tal sentido en humano geno
que sin tal subsidio pueda colegir
tan alta materia, nin la describir,
servado el estilo con temprado freno.
X
Micer Joán Bocacio de Certaldo, ilustre poeta florentino
Aprés de las cuales vi más un varón
en hábito honesto, mas bien arreado,
e non se ignoraba la su perfección,
ca de verde lauro era coronado.
Atento escuchaba, cortés, inclinado
a la más antigua, que aquella fablaba;
quien vio las sus quejas e a quien las narraba,
de cómo ya vive soy maravillado.
XI
Fabla la serenísima reina de Aragón doña Leonor
Aquella muy manso fablaba, diciendo:
«¿Eres tú, Bocacio, aquel que tractó
de tantas materias, ca yo non entiendo
que otro poeta a ti se egualó?
¿Eres tú, Bocacio, el que copiló
los casos perversos del curso mundano?
Señor, si tú eres, apresta la mano,
que non fue ninguna semblante que yo.»
XII
Fabla la señora reina de Navarra
Al modo que cuentan los nuestros actores
que la triste nuera del rey Laumedón 90
narraba sus casos de acerbos dolores,
fabló la segunda, con grand turbación,
diciendo: «Poeta, non es opinión
de gentes que puedan pensar nin creer
el nuestro infortunio, nin menos saber
las causas de nuestra total perdición.»
XIII
Fabla la señora reina de Aragón reinante
Con tanta inocencia como fue traída
la fermosa virgen, de quien fabla Guido,
al triste holocausto del puerto d’Aolida,
fabló la tercera, tornada al sentido,
el cual con la fabla le era fuído,
diciendo: «Bocacio, la nuestra miseria,
si fablar quisieres, más digna materia
te ofresce de cuantas tú has escribido.»
XIV
Fabla la señora infante doña Catalina quejándose de la Fortuna e loa los oficios bajos e serviles
Non menos fermosa e más dolorida
que la Tirïana, cuando al despedir
de los ilioneos e vio recogida
la gente a las naves en son de partir,
la lengua despierta la cuarta a decir
comenzó: «Poeta, mi mala fortuna
non pienses de agora, mas desde la cuna
jamás ha cesado de me perseguir.
XV
»Humanas son tigres e fieras leonas
con nuevos cadillos, e virgo piadosa
aquella Elenesa que a las amazonas
pensó facer libres por lid sanguinosa;
tractable es Caribdi e non espantosa,
segund me contracta esta adversa rueda,
a quien non sé fuerza nin saber que pueda
foir al su curso e saña rabiosa.
XVI
»¡Benditos aquellos que con el azada
sustentan su vida e viven contentos,
e, de cuando en cuando conocen morada
e sufren pascientes las lluvias e vientos!
Ca estos non temen los sus movimientos,
nin saben las cosas del tiempo pasado,
nin de las presentes se facen cuidado,
nin las venideras do han nascimientos.
XVII
»¡Benditos aquellos que siguen las fieras
con las gruesas redes e canes ardidos,
e saben las trochas e las delanteras
e fieren del arco en tiempos debidos!
Ca estos por saña non son comovidos,
nin vana cobdicia los tiene subjectos;
nin quieren tesoros nin sienten defectos,
nin turban temores sus libres sentidos.
XVIII
»¡Benditos aquellos que cuando las flores
se muestran al mundo deciben las aves,
e fuyen las pompas e vanos honores,
e ledos escuchan sus cantos süaves!
¡Benditos aquellos qu’en pequeñas naves
siguen los pescados con pobres traínas!,
ca estos non temen las lides marinas,
nin cierra sobr’ellos Fortuna sus llaves.»
XIX
Responde Joán Bocacio a las señoras reinas e infante
«Ilustre Regine, de chui el aspecto
dimostra grand sangho e magnificencia,
io vegno d’al loco ou’e lo dilecto
e la eterna gloria e suma potenzia.
Vegno chiamato de vostra excelencia,
cha’l vostro plachire e remaricare
m’a facto si tosto partire e cuytare,
lassato lo celo a vostra obediencia.
XX
»Io vegio li vostri senbianti cotali
che ben demostrate esser molestate
di cuella Regina che fra li mortali 155
regi e judica, de jure e de facte.
Vejamo li casi e co que narrate,
e vostri infortunii con tanti perversi,
cha presto serano prose, rime e versi
a vostro piachire; e accio comandate.»
XXI
La narración que face la señora reina doña Leonor madre de los reyes a Joán Bocacio
E como varones de noble senado
se honran e ruegan queriendo fablar,
así se miraron de grado en grado,
non poco tardaron en se convidar.
Mas las tres callaron e dieron logar
a la más antigua que aquella fablase
e su fuerte caso por orden contase,
la cual, aceptando, comenzó a narrar:
XXII
«A mí non convienen aquellos favores
de los vanos dioses, nin los invocar,
que vos, los poetas e los oradores
llamades al tiempo de vuestro exhortar;
ca la justa causa me presta logar,
e maternal rabia me fará elocuente,
porque a ti, preclaro e varón scïente,
explique tal fecho que puedas contar.
XXIII
»De gótica sangre fui yo producida
al mundo e de línea bienaventurada,
de reyes e reinas crïada e nudrida,
e de nobles gentes servida e honrada;
e de la Fortuna así contractada
que rey en infancia me dio por marido,
católico, sabio, discreto e sentido,
de quien amadora me fizo e amada.
XXIV
»De nuestra simiente e generación
conviene que sepas e sus cualidades,
ca fijos e fijas de grand discreción
hobimos, e amigos de todas bondades.
Dotolos Fortuna en nuevas edades
así de sus dones que por justas leyes
en muy poco tiempo vi los cuatro reyes,
e dos titulados de asaz dignidades.»
XXV
El señor rey de Aragón
«¿Pues qué te diré del fijo primero,
cruel adversario de torpe avaricia?
Ca este se puede rey e caballero
llamar, e lucero de bello e milicia.
En este prudencia, tempranza e justicia
con grand fortaleza habitan e moran;
a este las otras virtudes adoran
bien como a Diana las dueñas de Sicia.
XXVI
»Este desd’el tiempo de su puëricia
amó las virtudes e amaron a él;
venció la pereza con esta cobdicia
e vio los preceptos del Dios Hemanuel.
Sintió las visiones de Ezequïel
con toda la ley de sacra doctrina;
pues, ¿quién sopo tanto de lengua latina?,
ca dubdo si Maro eguala con él.
XXVII
»Las sílabas cuenta e guarda el acento
producto e correpto; pues en geumetría
Euclides non hobo tan grand sentimiento,
nin fizo Atalante en astrología;
oyó los secretos de filosofía
e los fuertes pasos de naturaleza;
obtuvo el intento de la su pureza
e profundamente vio la poesía.
XXVIII
»Las sonantes cuerdas de aquel Anfïón
que fueron de Tebas muralla e arreo,
jamás no hobieron tanta perfección
como los sus cursos melifluos, yo creo. 0
Pues de los más sabios alguno non leo
nin jamás he visto que así los entienda;
de su grand locuela resciben emienda
los que se coronan del árbol laureo.
XXIX
»Este, deseoso de la duradera
o perpetua fama, non dubdó elegir
el alto ejercicio de vida guerrera,
que a los militantes aun face vivir;
este la su espada ha fecho sentir
al grand Africano con tanta virtud
que los pies equinos le fueron salud,
dejando los litos, fuyendo el morir.
XXX
»¿Por qué me detengo agora en fablar,
e dejo mil otras victorias primeras?
Ca este, forzando las ondas del mar,
obtuvo de Italia muy grandes riberas;
este manifiestas puso sus banderas
por todos los muros de los marsellanos;
este fue cometa de napolitanos
e sobró sus artes e cautas maneras.»
XXXI
El señor rey de Navarra
«En cuanto al primero aquí fago pausa,
non porque me faltan loores que cuente,
mas por cuanto veo prolija la causa
e pro trabajosa a mí, non scïente.
E vengo al segundo: que non tan valiente
en armas fue Ceva, nin fizo Domicio;
si Marco lo viera, dejando a Fabricio,
a él escribiera con pluma elocuente.
XXXII
»Arquiles armado non fue tan ligero,
nin fue Alexandre tal cabalgador,
jamás es fallado sinon verdadero,
egual, amoroso, cauto, sofridor;
más quiere ser dicho que honrado, honrador,
e muy más que fiero, benigno e piadoso;
este de clemencia es silla e reposo,
e de los aflictos muro e defensor.
XXXIII
»Este los selvajes siguió de Diana,
e sabe los colles de Monte Rifeo;
corrió las planezas de toda Espartana,
e los fondos valles del grand Perineo.
La selva nombrada do venció Teseo
el neptunal toro, terror de las gentes,
este la ha follado con pies diligentes,
e sobra en trabajos al muy grand Oeteo.»
XXXIV
El señor infante don Enrique
«Así del segundo me paso al tercero,
en grand fermosura egual a Absalón,
gracioso, placiente, de sentir sincero,
ardid, reposado, subjecto a razón;
non me pienso Orfeo tanta perfección
obtuvo del canto, nin tal sentimiento;
este de Dios solo ha fecho cimiento,
e sigue las vías del justo varón.»
XXXV
El señor infante don Pedro
«Vengamos al cuarto, segundo Magón,
estrenuo, valiente, fiero e belicoso,
magnífico, franco, de grand corazón,
gentil de persona, afable, fermoso;
su dulce semblante es tan amoroso
que non es bastante ninguna grand renta
a suplir defectos, segund él contenta
al militar vulgo, pero trabajoso.»
XXXVI
La muy magnífica señora doña María reina de Castilla
«Cuanto a los varones aquí sobreseo
e paso a la insigne mi fija primera,
de los humanales corona e arreo,
e de las Españas claror e lumbrera;
esta se demuestra, como primavera
entre todo el año, cerca las más bellas,
e cual feba lumbre entre las estrellas,
e aprés fontanas fecunda ribera.
XXXVII
»Esta de los dioses paresce engendrada,
e con las celícolas formas contiende
en egual belleza, non punto sobrada,
ca non es fallado que en ella se emiende.
Si la jerarquía en esto se ofende,
a mí non increpen, pues soy inculpable,
ca razón me fuerza e face que fable,
e de todo blasmo mi fablar defiende.
XXXVIII
»Esta de Sibilla del su nascimiento
fue jamás nodrida, fasta la sazón
que, como decena, por merescimiento
es ya del colegio del monte Elicón.
Esta, como fija, succede a Catón,
e siente el secreto de sus anforismos;
esta de los cielos fasta los abismos
comprende las cosas e sabe qué son.
XXXIX
»A esta consiguen las siete doncellas
que suso he tocado en otro logar,
e le van en torno bien como centellas
que salen de flama o ríos de mar:
las tres son aquellas que facen bogar
en el paraíso al ánima digna,
e las cuatro aquellas a quien la doctrina
de Cato nos manda por siempre observar.
XL
»Yo non fago dubda que si de Catulo
hobiese la lengua o virgilïana,
e me socorriesen Proporcio e Tibulo,
e Libio, escribiente la gesta romana,
atarde podría, nin Tulio, que explana
e cendra los cursos del gentil fablar,
con pluma abondosa decir e notar
cuánto de virtudes es fija cercana.»
XLI
La señora reina doña Leonor reina de Portogal
«La última fija non pienso la prea
o griega rapina fuese más fermosa,
nin fugitiva e casta Penea
tan lejos de vicios, nin más virtüosa;
la su clara fama es tan glorïosa
que bien es difícil en tan nueva edad
vencer las pasiones de humanidad,
e ser en bondades tanto copïosa.
XLII
»Estos, poseyendo las grandes Españas
con muchas regiones que son al poniente,
del fin de la tierra fasta las montañas
que parten los galos de la nuestra gente;
el curso celeste, que de continente
face e desface, abaja e prospera,
bien como adversario, con vuelta ligera,
firió sus poderes con plaga nuciente.»
XLIII
De cómo la señora reina madre de los reyes recuenta a Joán Bocacio algunas señales que hobo del su infortunio
«Non pienses, poeta, que ciertas señales
e sueños diversos non me demostraron
los daños futuros e vinientes males
de la real casa segund que pasaron;
que las tristes voces del búho sonaron
por todas las torres de nuestra morada,
do fue vista Iris, deesa indignada,
de quien terrescieron los que la miraron.
XLIV
»Así fatigada, turbada e cuidosa,
temiendo los fados e su poderío,
a una arboleda de frondes sombrosa,
la cual circundaba un fermoso río,
me fui por deporte, con grand atavío
de muchas señoras e dueñas notables;
e como entre aquellas hobiese de afables,
por dar cualque venia al ánimo mío,
XLV
»fablaban novelas e placientes cuentos,
e non olvidaban las antiguas gestas
do son contenidos los avenimientos
de Mares e Venus, de triunfos e fiestas;
allí las batallas eran manifiestas
de Troya e de Tebas, segund las cantaron
aquellos que Apolo se recomendaron
e dieron sus plumas a fablas honestas.
XLVI
»Allí se fablaba de Proteselao
e cómo tomara el puerto primero;
allí del oprobrio del rey Menelao,
allí de Tideo, el buen caballero,
allí de Medea, allí del Carnero,
allí de Latona, allí de Fitón,
allí de Dïana, allí de Anteón,
allí de Mercurio, sotil mensajero.
XLVII
»Allí se fablaba del monte Pernaso
e de la famosa fuente de Gorgón,
e del alto vuelo que fizo Pegaso,
contando por orden toda su razón;
e todo el engaño que fizo Sinón
allí se decía, como por enjemplo,
e de las serpientes vinientes al templo,
e cómo se priso el grand Ilïón.
XLVIII
»Allí se tocaba del gentil Narciso,
allí de Medusa, allí de Perseo,
allí maltractaban la fija de Niso,
allí memoraban la lucha de Anteo,
allí de la muerte del niño Androgeo,
allí de Pasife el testo e la glosa,
allí recitaban la saña rabiosa
e la comovida ira de Penteo.
XLIX
»Ya de los temores cesaba el combate
al ánimo aflicto, e yo reposaba
segura e quieta; de ningund rebate
nin otro infortunio ya me temoraba.
E como la lumbre febal se acostaba,
levanteme leda con mi compañía,
e por la floresta fecimos la vía
del real palacio donde yo habitaba.
L
»Mostrado se había el carro estrellado,
e la mi compaña, licencia obtenida,
el dulce reposo buscaban de grado;
e yo retraíme facia la manida,
en la cual, sobrada del sueño e vencida,
non sé si la nombre fantasma o visión,
me fue demostrada tal revelación
cual nunca fue vista nin pienso fingida.
LI
Capítulo do se recuenta el sueño de la señora reina madre de los reyes
»Yo vi de Macrobio, de Guido e Valerio
escriptos los sueños que algunos soñaron,
los cuales denotan insigne misterio,
segund los efectos que de sí mostraron;
pues oyan atentos los que se admiraron
e de tales casos ficieron mención,
ca non será menos la mi narración,
mediante las musas, que a ellos guiaron.
LII
»Obscura tiniebra tenía aquedada
la gente, en el tiempo que a mí parescía
qu’en pequeña barca me vía cercada
del lago espantoso que me combatía;
non creo las ondas de ponto Galía
ninguna otra nave así combatieron,
nin egual tormenta los teucros sintieron
al tiempo que Juno más los perseguía.
LIII
»Non vi yo a Neptuno en carro dorado
andar por el agua, como se recuenta,
cuando, de la madre de Amor implorado,
la flota dardania libró de tormenta;
mas Tetis deesa, non punto contenta,
fendida la fusta e sus oquedades,
e juntas con ella las divinidades
del mar, aumentaban la mi sobrevienta.
LIV
»Allí fueron sueltos los fijos de Equina
e de sus entrañas salían irados,
cercaban en torno toda la marina
e la navecilla de entramos los lados;
cubrían las vagas sus bajos tillados,
e Céfiro e Noto con su grand secuela
quebraban el árbol, rompían la vela,
e daban mis carnes a todos pescados.