»MARQUÉS DE SANTILLANA
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Breve Biografía del Marqués de Santillana ¡Gracias por leer esta publicación, si quieres comentar haz click en el botón de la derecha! Marqués de Santillana nació en 1388 en Carrión de los Condes y falleció en 1458. Su nombre completo fue Íñigo López de Mendoza. Quedó huérfano de padre cuando aún era pequeño y fue criado por su madre y su abuela. Siendo todavía joven se casó con doña Catalina de Figueroa. Serranilla de Moncayo, Ya se pasava el verano, Díxele: «Dios nos mantenga, E vino a mí como un rayo Díxele: «Non me matedes, Aunque me vedes tal sayo Desque oyó lo que dezía, A este çurrón que trayo Entre Torellas y el Fayo Díxele: «De tal ensayo, Después que nací, Allá en la vegüela Garnacha traía A ella volví «Sí soy, cavallero; Yo le dixe assí: Entre Torres y Canena, Pellote negro vestía, Si mi voluntad agena Preguntele dó benía Díxome que d’un ganado Dixe: «Non vades señera, Respondióme: «No curedes, Serrana, tal casamiento Serranilla VIII Madrugando en Robledillo Al pie dessa grant montaña, Si voluntat no m’engaña, Moçuela de Bores Cuydé que olvidado Mas ví la fermosa Por lo qual: «Señora Dixo: «Cavallero, «Señora, pastor Asy concluymos É fueron las flores De Vytoria me partía Entre Gaona e Salvatierra, Yo loé las de Moncayo De la moça de Bedmar, Soy garridilla e pierdo sazón Ha que soy suya bien cinco o seis años, No quiere que quiera ni quiere querer, Estó de su miedo la noche despierta; Desde el día negro que le conocí, Así Dios me preste la vida y salud Que bien que mal, sufro mis tristes pasiones, Mas si yo quisiere trocar mal por mal, Con toda mi cuita, con toda mi hiel, Ya cantan los gallos, pues tengo en mis braços -Dexa tal porfía, -¿Qué mejor vitoria -¿Piensas, mi señor, Por una gentil floresta Yo, con voluntad muy presta Aguardan a mí: Por mirar su fermosura La otra con gran tristura La niña que los amores ha Por no les fazer turbança La otra con buen semblante Dexadlo al villano pene: Desque huvieron cantado Ellas dixeron: «Amigo, Sospirando yva la niña Gentil dama, cuyo nombre mi desseo non consiente Plaziente digo, señora, Proveed que Dios provea Guerrea con mano armada Qual sin patrón el navío, Mío no, mas todo vuestro Mis días sean más tristes ¿Oisteis jamás, o vistes Dos serranas he trovado De espinas trahen los velos Fruentes claras e luzientes, Carnoso, blanco e liso Blancas manos e pulidas, Ropas trahen a sus guisas Yo las vi, si Dios me vala, Los finojos he fincado, La niña gritillos dar Mucho grita la cuitada Amor puro la venció, Temprano quiso saber A los diez años complidos A los quince, ¿que fará? Al alba venid, buen amigo, Amigo el que yo más quería, Amigo el que yo más amaba, Venid a la luz del día, Venid a la luz del día, Quien de vos merçet espera, 1 antes vuestra crueldad 2 Sed ya por vuestra bondad Deseando ver a vos, 1 Del todo muero por vos, 2 de amar e servir a vos, Quanto más vos mirarán, 1 y a todos nos bendirán, 2 Los que verdad fablarán, 3 ca çertas por vos dirán Señora, qual soy venido, 1 sinon yo, que sin sentido 2 Tomadme en vuestro partido 3 Sin favor o favorido Dios vos faga virtuosa, 1 Fízovos más generosa, 2 3 e la tal graçia graçiosa Si tu deseas a mi 1 En tan buen ora te ví 2 Después que te conoscí 3 pues la mejor escogí Ha bien errada opinión 1 Esto façe la afición, 2 ca so tal costelaçión 3 Pues diré con grand raçón: 1 2 3 Yo del todo he ya perdido Plaçer, de quien favorido «Coraçón, adiós te dó, 1 Mas después que se perdió, 2 Pues tristeça perturbó Canción Nuevamente se m’a dado 1 E conoçiendo que yerra, Defecto es que bien s’entiende Pensando serte más firme Canción 1 2 De vos bien servir 1 que por yo deçir Canción 1 2 3 1 bien vos digo que en España 2 Díxele: «Señor uxel, 3 que non tome grand pavor 4 mas agora non querría 5 que seades bien andante, 6 por ende te do poner Fin Él se fué a sus añaghacias 1 quisieron e demostraron 2 vos, señora doña Juana, 3 que amor, gracias e mercedes 4 honestat e policía Segunt vuestra loçanía 1 Estas sean mis estrenas, 2 Desde aquellos dias tristes, 3 Por bondat o fidalguía Ca vuestra filusumía Lejos de vos y cerca de cuidado, desnudo de esperanza y abrigado Ni son bastantes a satisfacer la enferma Guadïana, ni lo creo. Después que nací, 1 non de mí mesmo pagado, 2 Deseo non desear, 3 por vos, dona valerosa, 4 pues que matar me queredes 5 Los contrarios se ayuntaron, 6 pensad que muriendo bivo, 7 que mi triste coraçón 8 pues ya de la triste vida ¡Guay de quien así conbida, Amor, el qual olvidado 1 Mas después que rebatado 2 si no, dome por burlado, 3 aunque sep’andar rasgado; ¿Quién será que se detenga, 1 con alas de loçanía, 2 traían con tan buen ayre, 1 vestía ropa estrangera, 2 un capirote charpado 3 el guarnimento e la silla 4 «Bien debo loar amor La mozuela de Bores Mozuela de Bores, Cuidé qu olvidado Mas vi la fermosa Por lo cual: «señora’ Dixo: «Cavallero, Cuando yo veo a la gentil criatura me demostraron, y su hermosura, Que no fue tanta la del mal Thereo, Así que lloro mi servicio indigno 1 Mas quien non vos amará, 2 pues non de maravillar 3 la qual bien reconosçida, 4 E si dezides verdat, 5 ca si esto acontesçe, 6 el qual por vos acatado, 7 ca por lexos que me veo, 8 solo vos gradesçeré Nunca ya me cansaré Por todos estos pinares Yo me iba, mi madre, Siete días anduve, En toda la su montaa Partiendo de Conejares, Traía saya apretada, Dixe: «Dios te salve, hermana; Respondióme: «Cavallero, Por todos estos pinares Desçendiendol yelmo á yusso, Respondióme con uffana: «Pero ya, pues la ventura Desque ví que non podía Arméle tal guadamaña I ¡Oh vos, dubitantes, creed las historias II Invocación III Descripción del tiempo IV V VI Tenían las manos sinistras firmadas VII VIII IX ¡Pues fabla tú, Cirra, e Nisa responda, X Aprés de las cuales vi más un varón XI Aquella muy manso fablaba, diciendo: XII Al modo que cuentan los nuestros actores XIII Con tanta inocencia como fue traída XIV Non menos fermosa e más dolorida XV XVI XVII XVIII XIX «Ilustre Regine, de chui el aspecto XX XXI E como varones de noble senado XXII XXIII XXIV XXV «¿Pues qué te diré del fijo primero, XXVI XXVII XXVIII XXIX XXX XXXI «En cuanto al primero aquí fago pausa, XXXII XXXIII XXXIV «Así del segundo me paso al tercero, XXXV «Vengamos al cuarto, segundo Magón, XXXVI «Cuanto a los varones aquí sobreseo XXXVII XXXVIII XXXIX
Se dice que el Marqués de Santillana contaba con una de las mejores bibliotecas de toda España y era muy dado para la creación poética; de hecho se lo considera como el primer poeta del siglo XV. En su obra se puede encontrar a un poeta absolutamente natural que, utilizando con precisión las palabras, logró plasmar su amor por su tierra y sus desengaños amorosos.
Entre sus obras más importantes se encuentran «La comedieta de ponza», «Proverbios» y «Bías contra fortuna». En nuestra web podrás leer algunos de sus poemas, tales como «Canción» y «Serranilla».
Serranilla I
Dios vos dé buen año entero,
ca de muy torpe lacayo
faríades cavallero.
al tiempo que onbre se apaña
con la ropa á la tajaña,
encima de Oxmediano
ví serrana sin argayo
andar al pie del otero,
más clara que sale en Mayo,
ell alva, nin su luzero.
serrana de buen donayre.»
Respondió como en desgayre:
¡Ay!, que en hora buena venga
aquel que para Sanct Payo
desta yrá mi prisionero.»
diziendo: «Preso, montero.»
serrana, sin ser oído,
ca yo non soy del partido,
desos por quien vos lo avedes.
en Agreda soy frontero,
e non me llaman Pelayo,
magüer me vedes señero.»
dixo: «Perdonad, amigo,
mas folgad ora comigo,
e dexad la montería.
quered ser mi parcionero,
pues me fallesçió Mingayo
que era comigo ovejero.
pasaremos el Febrero.»
serrana, soy placentero.»
Serranilla III
no ví tal serrana
como esta mañana.
a Mata’l Espino,
en ese camino
que va a Loçoyuela,
de guissa la vy
que me fizo gana
la fruta tenprana.
de oro, presada
con broncha dorada,
que bien parecía.
diziendo: «Loçana,
¿e soys vos villana?»
si por mí lo avedes,
decit ¿qué queredes?
fablat verdadero.»
«Juro por Santana
que no soys villana.»
Serranilla V
açerca de Salloçar,
fallé mora de Bedmar
sanct Jullán en buen estrena.
e lienços blancos tocava,
a fuer dell Andalucía,
e de alcorques se calçava.
no fuera en mejor lugar,
no me pudiera escusar
de ser preso en su cadena.
después que la ove saluado,
o quál camino fazía.
quel guardavan en Razena,
e passava al Olivar,
por coger e varear
las olivas de Ximena.
señora, que esta mañana
han corrido la ribera,
aquende de Guadïana,
moros de Valdepurchena
de la guarda de Abdilbar;
ca de vervos mal passar
me sería grave pena.»
señor, de mi compañía;
pero graçias e merçedes
a vuestra grant cortesía;
ca Miguel de Jamilena
con los de Pegalajar
son pasados atajar:
vos tornad en ora buena.
Serranilla VII
no consiento que fagades,
car de vuestro perdimiento,
maguer non me conoçcades,
muy grant desplazer avría
en vos ver enajenar
en poder de quien mirar
nin tratar non vos sabría.
por yr buscar un venado,
fallé luego al Colladillo
caça, de que fui pagado.
la que diçen de Verçossa,
ví guardar muy grant cabaña
de vacas moça fermosa.
no ví otra más graçiosa:
si alguna desto s’ensaña,
lóela su namorado.Serranilla IX
allá do la Lama
púsom’en amores.
Amor me tenía,
como quien s’avía
grand tiempo dexado
de tales dolores,
que más que la llama
queman amadores.
de buen continente,
la cara plaçiente,
fresca como rosa,
de tales colores
qual nunca vi dama
nin otra, señores.
(le dixe), en verdat
la vuestra beldat
saldrá desd’agora
dentre estos alcores,
pues meresçe fama
de grandes loores.»
tiratvos á fuera:
dexat la vaquera
passar al otero;
ca dos labradores
me piden de Frama,
entrambos pastores.»
seré si queredes:
mandarme podedes,
como á servidor:
mayores dulçores
será á mí la brama
que oyr ruyseñores.»
el nuestro proçesso
sin facer exçesso,
é nos avenimos.
de cabe Espinama
los encobridores.
Serranilla X
un día desta semana,
por me passar a Alegría,
do ví moça lepuzcana.
en esse valle arbolado
donde s’aparta la sierra,
la ví guardando ganado,
tal como el alvor del día,
en un hargante de grana,
qual tod’ome la querría,
non vos digo por hermana.
e sus gestos e colores,
de lo qual non me retrayo,
e la moçuela de Bores;
pero tal fisonomía
en toda la su montaña
çierto non se fallaría,
nin fué tan fermosa Yllana.
a fablarvos çiertamente,
raçón ove de loar
su grand e buen continente;
mas tampoco negaría,
la verdat, que tan loçana,
aprés la señora mía,
non ví doña nin serrana.Soy garridilla e pierdo sazón
por malmaridada;
tengo marido en mi corazón
que a mí agrada.
que nunca de él hube camisa nin paños
azotes, palmadas y muchos susaños
y mal gobernada.
ni quiere que vea ni quiere veer;
mas diz el villano que cuando él se aduerme
que esté desvelada.
de día no oso ponerme a la puerta;
así que, mezquina, viviendo soy muerta
y no soterrada.
con cuantos servicios y honras que le fiz,
amarga me vea si nunca le vi
la cara pagada.
que nunca un besillo me dio con virtud
en todos los días de mi juventud
que fui desposada.
aunque me tienten diez mil tentaciones;
mas ya no les puedo sufrir quemazones
a suegra y cuñada.
mancebos muy lindos de muy gran caudal
me darán pellote, mantillo y brial
por enamorada.
cuando yo veo mancebo novel,
más peno amarga y hago por él
que Roldán por su espada.
Ya cantan los gallos
buen amor, y vete,
cata que amaneçe,
-Que canten los gallos,
yo, ¿cómo me iría,
la que yo más quería?
Antes moriría
que de aquí me fuese,
aunque amaneçiese.
mi dulçe amador,
que viene el albor,
esclareçe el día;
pues el alegría
por poco feneçe,
cata que amaneçe.
darme puede amor,
que el bien y la gloria
me llame al albor?
¡Dichoso amador
quien no se partiese
aunque amaneçiese!
que so yo contenta?
¡Dios sabe el dolor
que se m’ acrecienta!
Pues la tal afrenta
a mí se m’ofreçe,
vete, c ‘ amaneçe.Serranilla (Villancico) que hizo el Marqués a tres hijas suyas
de lindas flores e rosas,
vide tres damas fermosas
que de amores han requesta.
me llegué a conoscellas.
Començó la una dellas
esta canción tan honesta:
nunca tales guardas vi.
destas tres gentiles damas,
yo cobríme con las ramas,
metíme so la verdura.
començó de sospirar
dezir este cantar
con muy honesta mesura:
sola, ¿cómo dormirá?
non quise yr más adelante
a las que con ordenança
cantaban tan consonante.
dixo: «Señoras de estado,
pues las dos aveys cantado,
a mí conviene que cante:
véngueme Dios dele.»
estas señoras que digo,
yo salí desconsolado,
como hombre sin abrigo.
non soys vos el que buscamos,
mas cantad, pues que cantamos.»
Dixe este cantar antiguo:
e non por mí,
que yo bien ge lo entendí.
Canción (Carta) del Marqués a una dama
vos es assí conviniente
como a Jhesu Dios y honbre
e al sol claro e luziente,
que ya no sepa de vos;
pues consoladme, por Dios,
con letra vuestra plaziente.
do vuestro mote no sea,
el qual, si non se mejora,
¡guay de quien ál non desea!
de lo que más desseades
a quien tanto fatigades,
e vuestro aspecto guerrea.
e béllico poderío
la mi vida atormentada,
e triste coraçón mío.
soy, después que no vos veo,
vida mía y mi deseo,
cuyo só más que no mío.
soy después que me prendistes,
e si tanto non lo muestro,
es porque lo deffendistes.
que de otro enamorado,
si no vivo más penado
que todos quantos ostes.
onbre d’amor tan ligado,
que no soi escarmentado
de quanto mal me fezistes?Canción
(Que fizo el Marqués de Santillana a sus fijas loando la su fermosura)
a pié de áspera montaña,
segund es su gesto e maña
non vezadas de ganado.
e de oro las crespinas,
senbradas de perlas finas,
que le aprietan sus cabellos;
e las trufas bien posadas,
a más, de oro arracadas,
rruvios, largos cabellos
segund doncellas d’estado.
las çejas en arco alçadas,
las narizes afiladas,
chica boca e blancos dientes,
ojos prietos e rientes,
las mexillas como rosas,
gargantas maravillosas,
altas, lindas al mi grado.
cada cual en los sus pechos,
porque Dios todos sus fechos
dexó quando fer las quiso;
dos pumas de paraíso
las sus tetas ygualadas,
en la su çinta delgadas
con aseo adonado.
e los dedos no espigados,
a las juntas no afeados,
uñas de argent guarnidas,
rrubíes e margaridas,
çafires e diamantes,
axorcas ricas, sonantes,
todas de oro labrado.
todas fendidas por rrayas,
do les paresçen sus sayas
forradas en peñas grisas;
sus ropas bien asentadas,
de azeytuní quartonadas,
de filo de oro brocado.
posadas en sus tapetes,
en sus faldas los blanchetes,
que demuestran mayor gala.
segund es acostumbrado
a dueñas de grand altura:
ellas por la su mesura
en los pies m’an levantado.
La niña gritillos dar
non es de maravillar
con la voz desmesurada,
por se ver asalteada;
non es de maravillar.
que a muchos engañó;
si por él se descibió
non es de maravillar.
el trabajo y el placer
que el amor nos haz haber;
non es de maravillar.
fueron della conocidos
todos sus cinco sentidos;
non es de maravillar.
Esto notar se debrá
por quien la praticará;
non es de maravillar.Al alba venid, buen amigo
al alba venid.
venid al alba del día.
venid a la luz del alba,
non trayáis compañía.
non traigáis gran compañía
Canción
señora, ni bien atiende,
¡ay que poco se l’entiende!
Yo vos serví lealmente
con muy presta voluntat,
e nunca fallé piedad
en vos, nin buen continente:
me faze ser padeçiente;
¡guay de quien con vos contiende!
Tanta es vuestra beldad,
que partir no me consiente
de servir con lealtad
a vos, señora exçelente.
gradeçida e conbiniente,
ca mi vida se despiende.Canción
gentil señora,
non he reposo, pardiós,
punto ni ora.
Deseando aquel buen día
que vos vea,
el contrario de alegría
me guerrea.
e non mejora
mi mal, jurovos a Dios,
mas empeora.
Bien digo a mi coraçón
que non se quexe,
mas sirva toda saçón,
e non se dexe
a quien adora;
pues recuérdevos, pardiós,
piedat agora.Canción
muy excelente prinçesa,
tanto más vos loarán.
Quien vos verá, çiertamente
non dudará si venís
de la real flor de lís,
visto vuestro continente:
por levar tan gentil pressa,
los que nos reçebirán.
Yo dubdo poder loar
la vuestra mucha cordura,
onestat, graçia e messura
quanto se deve ensalçar.
tal navarra nin francesa
nunca vieron ni verán.
Tanta vida vos dé Dios,
princesa de grand virtud,
tantos bienes y salud
quantos meresçedes vos:
«virtuosa sin represa»
los que vos conosçerán.
Canción
tal me parto;
de cuydados más que farto
e dolorido.
¿Quién no se farta de males
e de vida desplaciente,
e las penas desyguales
sufre, callando paçiente,
me dirán
los que mis males sabrán,
e perdido?
Aved ya de mí dolor;
que los dolores de muerte
me çercan en de redor,
e me facen guerra fuerte.
como quiera,
porque, viviendo, no muera
aborrido.
Pero al fin fazed, señora,
como querades; que yo
no seré punto ni ora
sino vuestro, cuyo só.
me tenedes
muerto, si tal me queredes,
o guarido.Canción a la Reina
Reyna bien aventurada,
quanto vos fizo fermosa.
Dios vos fizo sin emienda
de gentil persona y cara,
e sumando sin contienda,
qual Gioto non vos pintara.
digna de ser coronada,
e reyna muy poderosa.
Siempre la virtud fuyó
a la extrema fealdad,
e creemos se falló
en compaña de beldat;
pues non es quistión dubdosa
ser vos su propia morada,
illustre Reyna fermosa.
Pues loen con grand femençia
los reynos, donde nascistes,
la vuestra mucha exçelençia
e grant honor que les distes,
por Dios a vos otorgada,
gentil Reyna valerosa.
Canción
yo non lo sé;
pero yo deseo a tí
en buena fe.
Ca non a ninguna más,
así lo ten;
nin es, nin será jamás
otra mi bien.
e te fablé,
que del todo te me dí
en buena fé.
Yo soy tuyo, non lo dudes
sin fallir;
e non piensses al, nin cudes
sin mentir.
me captivé,
e seso e saber perdí
en buena fé.
A tí amo e amaré
toda saçón,
e siempre te serviré
con grand raçón:
de quantas sé,
e non finjo nin fengí
en buena fé.Canción
quien dice: «quan lexos d’ojos
tan lexos de coraçón.»
Ca yo vos juro, señora,
quanto más vos soy absente,
más vos amo ciertamente,
y deseo toda ora.
sin compañía de los ojos,
mas del leal coraçón.
Alexadvos do querades,
ca non vos alexaredes
tanto nin jamás podredes
donde non me poseades
vos vieron mis tristes ojos,
que vos dí mi coraçón.
Mas non se puede negar,
aunque yo non vos olvido,
que non sienta mi sentido
dolor de vos no mirar.
-Çedo vos vean mis ojos
de todo buen coraçón.
Canción
Señora, muchas merçedes
del favor que me mostrastes:
set cïerta, e non dubdedes
que por siempre me ganastes.
Pues de vuestra grand valía
yo fuy tan favoresçido,
muy grand mengua me sería
que fuesse desconosçido.
Mas, señora, pues façedes
contra mí más que penssastes,
set cïerta, e non dubdedes
que por siempre me ganastes.Canción
saber, sesso e discrepçión:
fuerça, sentido, raçón
ya buscan otro partido.
era en aquella saçón
que vos ví, con tal canción
ya de mí se ha despedido.Canción
ca donde mora pessar
non puedo mucho tardar,
pues que su contrario só.
En el tiempo que tú vías
la señora que elegiste,
ya sabes que todos los días
te me dí, segunt que viste.
pues non te puedo alegrar,
encomiéndote el penssar,
amigo, pues que me vió.
Muy atarde de consuno
agua e fuego se convienen:
non pueden turar en uno
aquellos que mal s’avienen.
en ti todo mi logar,
non conviene porfiar
con quien pudo más que yo.»
el Amor a conosçer,
e quiérese adolesçer
de mí, del mal que he passado.
Conoçiendo que mal faze
en matarme sin por qué,
yo veo por buena fé
que de mi servir le plaçe.
sabiendo que vo a la guerra,
mucho bien m’a cavalgado.
Canción
a los que neçios no son,
que tal disimulación
atarde o nunca se aprende.
que Ariles a Polixena
tengo más daño que suena.
El triste que se despide
de plazer e de folgura
se despide;
pues que su triste ventura
lo despide
de vos, linda creatura.
Del que tal licencia pide
havet, señora, amargura,
pues la pide
con desesperación pura,
e non pide
vida, mas muerte segura.Canción
en toda saçón
el mi coraçón
non se sá partir.
Linda en paresçer
que tanto obedesco,
queret guareçer
a mí, que padeçco:
mi buena razón,
segunt mi entençión,
non devo morir.
Ya del todo desfalleçe
con pesar mi triste vida:
desde la negra partida
mi mal no mengua, mas creçe.
Non sé qué diga ventura,
que mal me quiso apartar
de vos, gentil criatura,
a la qual yo he d’amar.
Todo mi plazer peresçe
sin mi raçón ser oída;
cruel muerte dolorida
veo que se me basteçe.
Decir
(Otras coplas)
Por un valle deleytoso,
do mora gentil compaña,
oí un canto sabroso
de un ave muy estraña:
non ví otra de tal guisa;
esta trahe en su devisa
mucha gente de cucaña.
Vila estar en un ramo,
e pensé que era esparvel,
nonbrando la que más amo.
pues çercades el vergel,
por merced, si vos plazería,
de grado saber querría,
vuestro nombre quál es él.»
-«Cuco me llaman por nombre
e tal es el mi clamor,
que en el mundo non ay onbre
que ame gentil señor,
si me oyere rredoblar:
sy te plaze mi cantar,
otro son diré mejor.»
-«Señor, dixe, vuestro canto
otro tiempo me ponía
en temor e grand espanto
por una señora mía;
oir otro papagayo,
que todo el pesar que trayo
he perdido en este día.»
Por ende suplico agora
a la señor bien andante,
pues me fizo una señora
aleve por su talante,
e yo aya en que vos syrva,
que querades ya yo viva
por vuestro de aquí adelante.
Muy justa rrazón demandas,
e yo quiérolo fazer,
pues que veo que tu andas
sospiroso y sin plazer;
conplido, si Dios me vala,
que tú seas en mi sala
el mayor que pueda ser.
que tenía en derredor;
e dile yo muchas gracias;
finqué por su servidor.Loor a Doña Juana de Urgel Condesa de Fox
No punto se discordaron
el cielo e naturaleza,
señora, quando criaron
vuestra plaziente belleza:
su magnífica largueza,
segunt vos proporcionaron,
e ornaron de gentileza.
Después de la más cercana
a la fama en fermosura,
ques más divina que umana,
visto su gesto e figura,
sois la más gentil criatura
de quantas actor explana,
nin poeta en escriptura.
Non se piensen, ni pensedes
que vos fablo por amores,
mas porque vos merescedes
muy más insignes loores;
tantos tengo de dolores,
que, si saberlo queredes,
plañiredes mis langores.
Miren vuestra compañía,
e verán vuestra excellencia,
generosa fidalguía
e gallarda continencia;
vos aguardan, e prudencia:
certas más vos loaría,
si bastase mi sciencia.
bien vale la conseqüencia:
perdonat por cortesía
la torpe e ruda eloqüencia.
Decir: El aguilando
Sacadme ya de cadenas,
señora, e fazedme libre:
que Nuestro Señor vos libre
de las infernales penas.
esto solo vos demando,
este sea mi aguilando;
que vos faden fadas buenas.
Días ha que me prendistes
e sabedes que soi vuestro,
dias ha que vos demuestro
la llaga que me fezistes.
quando primero vos ví,
dias ha que me vos dí,
ya sea que lo encubristes.
Por tanto, señora mía,
usad de piadosas leyes
por estos tres sanctos Reyes
e por el su sancto día.
o por sola humanidat,
vos plega mi libertat,
o por gentil cortesía.
deniega ferocidad,
e muestra benignidad
sin ninguna villanía.Lejos de vos
pobre de gozo y rico de tristeza,
fallido de reposo y abastado
de mortal pena, congoja y braveza,
de inmensa cuita y visto de aspereza,
la mi vida me fuye, mal mi grado,
la muerte me persigue sin pereza.
la sed ardiente de mi gran deseo
Tajo al presente, ni me socorrer
Sólo Guadalquivir tene poder
de me guarir y sólo aquél deseo.Illiana, la serrana de Lozoyuela
no ví tal serrana
como esta mañana.
Allá en la vegüela
a Mata’l Espino,
en ese camino
que va a Loçoyuela,
de guissa la vy
que me fizo gana
la fruta tenprana.
Garnacha traía
de oro, presada
con broncha dorada,
que bien parecía.
A ella volví
diziendo: –«Loçana,
¿e soys vos villana?»
–«Sí soy, cavallero;
si por mí lo avedes,
decit ¿qué queredes?,
fablat verdadero.»
Yo le dixe assí:
–«Juro por Santana
que no soys villana.»Otro decir
Cuando la fortuna quiso,
señora, que vos amase,
ordenó que yo acabase
como el triste de Narciso:
mas de vuestra catadura,
fermosa, neta criatura,
por quien vivo e soy penado.
Quando bien he trabajado,
me fallo fondo en el valle:
no sé si fable ni calle…
¡tanto soy desesperado!
e querría non querer:
de mi pesar he plazer,
y de mi gozo pesar.
Lloro e río en un momento
e soy contento e quexoso;
ardid me fallo e medroso:
tales disformezas siento
en cuyo aspecto contenplo
casa de Venus, e tenplo,
donde su ymagen reposa.
Aurora de gentil mayo,
puerto de la mi salud,
perfección de la virtud
e del sol candor e rayo;
e tanto lo desseades,
bástevos ya que podades,
si por vengança lo avedes.
¿Quién vió tal feroçidat
en angélica figura?
Nin en tanta fermosura
indómita crueldat?
cuytado, por mal de mí.
Tiempo ¿dónde te perdí,
que así me galardonaron?
Succesora de Lucina,
mi prisión e libertad,
langor mío e sanidad,
mi dolençia e medicina;
e biviendo muero e peno:
de la vida soy ageno,
e de muerte non esquivo.
¡O, si fuesen oradores
mis sospiros e fablasen,
porque vos notificasen
los infinitos dolores
padesce por vos amar,
mi folgura, mi pessar,
mi cobro e mi perdición!
Cual del cisne es ya mi canto,
e mi carta la de Dido:
coraçón desfavorido,
causa de mi grand quebranto,
non avedes conpasión,
honorad la deffunssión
de mi muerte dolorida.
e de mi tiempo perdido!
Pues non vos sea en olvido
esta canción por finida.
Decir
cuydava que me tenía,
me façe bevir penado,
sospirando noche e día.
En otros tiempos quisiera
que de mí non se menbrara:
que qualquier bien me fiçiera,
pues que gelo soplicara.
me vió de como solía,
me faze bevir penado
sospirando noche e día.
Pero, Amor, pues me feçiste
amador, façme que crea
ser amado de quien viste
que me firió sin pelea:
pues dona de tal valía
me faze bevir penado
sospirando noche e día.
Si non, sabe çiertamente
que jamás tuyo non sea,
nin me llame tu serviente
nin vista de tu librea,
pues tu poca cortesía
me faze bevir penado,
sospirando noche e día.Decir
si d’Amor es combatido?,
¿o quál será que non venga
en qualquier grave partido
que le sea cometido?
Gran batalla me conquiso
ordenada en tal manera:
Fermossura delantera,
reglada de gentil visso,
banderas de gran sentido
labradas de cortesía;
así que finqué vençido,
del todo desfavorido.
Armada de gentileza
toda esta gente venía:
paramento de destreza,
plumajes de fidalguía
llamando grande apellido,
que me priso su donayre;
e dexóme así ferido,
que tarde seré guarido.
Dezir
Yo, mirando una ribera,
ví venir por n grant llano
un hombre, que cortesano
pareçía en su manera:
fecha al modo de Bravante,
bordada, bien roçegante,
pasante del estribera.
Traía al su diestro lado
una muy fermosa dama,
de las que toca la fama
en superlativo grado:
a manera bien estraña
a fuer del alta Alimaña
donosamente ligado.
De gentil seda amarilla
eran aquestas dos hopas,
tales, que nunca ví ropas
tan lindas a maravilla:
d’aquesta linda señora,
çertas después nin agora
non lo vy tal en Castilla.
Por música maestría
cantava esta cançión,
que fizo a mi coraçón
perder el pavor que avía:
pues toda vía
quiso tornar mi tristor
en alegría.»
allá do la Lama,
pusomen amores.
amor me tenía,
como quien shavía
grand tiempo dexado
de tales dolores
que más que la llama
queman amadores.
de buen continente,
la cara placiente,
fresca como rosa,
de tales colores
cual nunca vi dama,
nin otra, señores.
le dixe, «en verdad
la vuestra beldad
saldrá desdagora
dentr, estos alcores,
pues meresce fama
de grandes loores’.
tiradvos afuera:
dexad la vaquera
passar al otero;
ca dos labradores
me piden de Frama,
entrambos pastores’.Cuando yo veo a la gentil criatura
que el cielo, acorde con naturaleza
formaron, loo mi buena ventura.
El punto y hora de tanta belleza
que sola de loor es la pureza;
mas luego torno con igual tristura
y plango y quéjome de su crueza.
ni hizo la de Achila y de Potino,
falsos ministros de ti, Ptholomeo.
y la mi loca fiebre, pues que veo
y me hallo cansado y peregrino.Deçir de un enamorado
Diversas vezes mirando
el vuestro gesto agraciado,
me soy tanto enamorado,
que siempre vivo penando.
contemplando tal belleza,
o todo çiego será,
o en él non habitará
discrepçión nin gentileza.
Ca singular, non comuna,
vos ama toda la gente,
en virtudes exçellente,
de verdades la coluna:
es por mucho que vos ame,
nin lo deveis esquivar,
nin se deve de penssar
que en mi vida vos dessame.
E esto causa la raçón,
e a mí non me desplaçe,
e todo lo satisfaçe
vuestra mucha perfección:
es mejor por vos morir,
que por las otras la vida
ver en palmas sostenida,
e para siempre vivir.
Si non, decit, si goçedes,
¿qual señora fizo Dios
tan perfetta como vos,
e quantas obras fazedes?
segunt que vos conosçés,
non tan solo de beldat,
mas en toda honestad
monarca os llamarés.
Así non es maravilla
que muchos grandes señores
galanes e amadores
sean de vuestra quadrilla:
es porque vuestra persona
tiene por lo que meresçe,
segunt ya claro paresçe,
sobre todas la corona.
Por do, si algo presumo
de mi flaco sentimiento,
es porque mi penssamiento
en vuestra virtut consumo:
por vos non seer blasmado,
lo fallarés non absente;
que siempre me soys pressente:
tal de vos só enamorado.
Mas por non vos ser prolixo,
çessaré, lo qual çessar
es difícil de obrar,
segunt que vos soy afixo;
yo nunca de vos me parto,
nin otra gloria posseo,
sinon, por ver mi desseo,
en loor de vos non farto.
Non por aquesto penssés
quiera ser de vos querido;
que si digo lo devido,
non es quanto meresçés:
que por vuestro me miredes
con tals ojos, que seré
el más constant que podré,
aunque la muerte me dedes.
d’escrivir lo que valedes,
nin servir vos çessaré,
la qual prueva dexaré
a las obras que veredes.
Menga de Manzanares
nin en Navalagamella,
no vi serrana más bella
que Menga de Mançanares.
Desçendiedo yelmo a yuso,
cóntral Bovalo tirando
en esse valle de suso,
vi serrana estar cantando;
saluéla, segund es uso,
e dixe: «Serrana, estando
oyendo, yo non me excuso
de fazer lo que mandares».
Respondióme con ufana:
«Bien vengades, cavallero;
¿quién vos trae de mañana
por este valle señero?,
Ca por toda aquesta llana
yo non dexo andar vaquero,
nin pastora, nin serrana,
sinon Pasqual de Bustares.
Pero ya, pues la ventura
por aquí vos ha traydo,
convién en toda figura
sin ningund otro partido,
que me dedes la çintura,
o entremos a braz partido;
ca dentro en esta espesura
vos quiero luchar dos pares».
Desque vi que non podía,
partíme dallí sin daña,
como aquel que non sabía
de luchar arte nin maña;
con muy grand malenconía,
arméle tal guardamaña,
que cayó con su porfía
çerca de unos tomellares.Yo me iba, mi madre
a villa Reale,
errara yo el camino
en fuerte lugare.
que no comí pane,
cebada mi mula,
carne el gavilán.
Entre la Zarzuela
y Darazután,
alzara los ojos
hacia do el sol sale.
Picara mi mula,
fuime para allá;
perros del ganado
sálenme a ladrar;
vide una serrana
del bello donaire.
-Llegaos, caballero,
vergüenza no hayades:
mi padre y mi madre
han ido al lugar;
mi caro Minguillo
es ido por pan,
ni vendrá esta noche
ni mañana a yantar;
comeréis la leche
mientras el queso se hace.
Haremos la cama
junto al retamal;
haremos un hijo,
llamarse ha Pascual,
o será Arzobispo,
Papa o Cardenal,
o será porquerizo
de villa Real.
-¡Bien, por vida mía,
debéis de burlar!Serranilla II
de Trasmoz a Veratón
non ví tan gentil serrana.
allá susso en la montaña,
çerca de la Travessaña,
camino de Trasovares,
encontré moça loçana
poco más acá de Añón
riberas de una fontana.
muy bien pressa en la cintura;
a guisa d’Estremadura
çinta, e collera labrada.
Aunque vengas de Aragón,
desta serás castellana.»
non penseis que me tenedes,
ca primero provaredes
este mi dardo pedrero;
ca después desta semana
fago bodas con Antón,
vaquerizo de Morana.»Serranilla IV
nin en el Val de la Gamella,
non ví serrana más bella
que Menga de Mançanares.
contral Bovalo tirando
en esse valle de susso,
ví serrana estar cantando:
saluéla, segunt es uso,
é dixe: «Serrana, estando
oyendo, yo non m’excuso
de façer lo que mandáres.»
«Bien vengades, cavallero;
¿Quién vos trae de mañana
por este valle señero?
Ca por toda aquesta llana
yo non dexo andar vaquero,
nin pastora, nin serrana,
sinon Pasqual de Bustares.
por aquí vos ha traydo,
convien en toda figura,
sin ningunt otro partido,
que me dedes la çintura,
ó entremos á braz partido;
ca dentro en esta espessura
vos quiero luchar dos pares.»
partirme dallí sin daña,
como aquel que non sabía
de luchar arte nin maña,
con muy grand malenconía.
que cayó con su porfía
cerca de unos tomellares.Comedieta de Ponza
Comienza la Comedieta de Ponza
e los infortunios de los humanales,
e ved si los triunfos, honores e glorias
e grandes poderes son perpetüales!
¡Mirad los imperios e casas reales
e cómo Fortuna es superïora:
revuelve lo alto en bajo a deshora
e face a los ricos e pobres iguales!
¡Oh lúcido Jove, la mi mano guía,
despierta el ingenio, aviva la mente,
el rústico modo aparta e desvía,
e torna mi lengua, de ruda, elocuente!
¡E vos, las hermanas, que cabe la fuente
de Elicón facedes continua morada,
sed todas comigo en esta jornada,
porqu’el triste caso denuncie e recuente!
Los campos e mieses ya descoloraban
e los deseados tributos rendían;
los vientos pluviosos las nubes bogaban,
e las verdes frondes el aire temían.
Dejado el stilo de los que fingían
metáforas vanas con dulce locuela,
diré lo que priso mi última cela;
e cómicos oyan si bien los oían.
Al tiempo que salen al pasto o guarida
las fieras silvestres e humanidad
descansa o reposa, e la fembra ardida
libró de Oloferne la sacra cibdad,
forzada del sueño la mi libertad,
diálogo triste e fabla llorosa
firió mis orejas, e tan pavorosa
ca solo en pensarlo me vence piedad.
Así recordado, miré do sonaba
el clamoso duelo, e vi cuatro donas
cuyo aspecto e fabla muy bien denotaba
ser cuasi deesas o magnas personas,
vestidas de negro e, a las tres, coronas,
llamando a la muerte con tantas querellas
que dubdo si fueron tan grandes aquellas
que Ovidio toca de las tres Gorgonas.
Blasón de armas
sobre sendas tarjas de rica valía,
en las cuales eran armas entalladas,
que bien demostraban su grand nombradía;
la una de perla el campo traía
con una lisonja de claro rubí;
de fina estupaza1, así mesmo vi
en ella esculpido con grand maestría,
un fuerte castillo, e su finestraje
e puertas obrado de mazonería,
de zafir de oriente, que a todo visaje,
mirándolo fijo retrocedería;
e cuatro leones en torno diría
de neta matista, fieros e rompientes.
Pues, lector discreto, si d’esto algo sientes,
recordarte debe su genealogía.
La segunda tarja de un balajo ardiente
era e de amarilla gema pomelada,
cuyo nombre dije non tácitamente;
e cada cual poma con nudos ligada,
de verde carbunclo, al medio esmaltada.
La tercera e cuarta castillo e león
eran a cuarteles; e dejo el blasón,
ca nuestra materia non es comenzada.
Invocación
en el rudo pecho exhortando a pleno;
disuelva Polimia la cuerda a la sonda,
ca fondo es el lago e bajo el terreno!
Nin sé tal sentido en humano geno
que sin tal subsidio pueda colegir
tan alta materia, nin la describir,
servado el estilo con temprado freno.
Micer Joán Bocacio de Certaldo, ilustre poeta florentino
en hábito honesto, mas bien arreado,
e non se ignoraba la su perfección,
ca de verde lauro era coronado.
Atento escuchaba, cortés, inclinado
a la más antigua, que aquella fablaba;
quien vio las sus quejas e a quien las narraba,
de cómo ya vive soy maravillado.
Fabla la serenísima reina de Aragón doña Leonor
«¿Eres tú, Bocacio, aquel que tractó
de tantas materias, ca yo non entiendo
que otro poeta a ti se egualó?
¿Eres tú, Bocacio, el que copiló
los casos perversos del curso mundano?
Señor, si tú eres, apresta la mano,
que non fue ninguna semblante que yo.»
Fabla la señora reina de Navarra
que la triste nuera del rey Laumedón
narraba sus casos de acerbos dolores,
fabló la segunda, con grand turbación,
diciendo: «Poeta, non es opinión
de gentes que puedan pensar nin creer
el nuestro infortunio, nin menos saber
las causas de nuestra total perdición.»
Fabla la señora reina de Aragón reinante
la fermosa virgen, de quien fabla Guido,
al triste holocausto del puerto d’Aolida,
fabló la tercera, tornada al sentido,
el cual con la fabla le era fuído,
diciendo: «Bocacio, la nuestra miseria,
si fablar quisieres, más digna materia
te ofresce de cuantas tú has escribido.»
Fabla la señora infante doña Catalina quejándose de la Fortuna e loa los oficios bajos e serviles
que la Tirïana, cuando al despedir
de los ilioneos e vio recogida
la gente a las naves en son de partir,
la lengua despierta la cuarta a decir
comenzó: «Poeta, mi mala fortuna
non pienses de agora, mas desde la cuna
jamás ha cesado de me perseguir.
»Humanas son tigres e fieras leonas
con nuevos cadillos, e virgo piadosa
aquella Elenesa que a las amazonas
pensó facer libres por lid sanguinosa;
tractable es Caribdi e non espantosa,
segund me contracta esta adversa rueda,
a quien non sé fuerza nin saber que pueda
foir al su curso e saña rabiosa.
»¡Benditos aquellos que con el azada
sustentan su vida e viven contentos,
e, de cuando en cuando conocen morada
e sufren pascientes las lluvias e vientos!
Ca estos non temen los sus movimientos,
nin saben las cosas del tiempo pasado,
nin de las presentes se facen cuidado,
nin las venideras do han nascimientos.
»¡Benditos aquellos que siguen las fieras
con las gruesas redes e canes ardidos,
e saben las trochas e las delanteras
e fieren del arco en tiempos debidos!
Ca estos por saña non son comovidos,
nin vana cobdicia los tiene subjectos;
nin quieren tesoros nin sienten defectos,
nin turban temores sus libres sentidos.
»¡Benditos aquellos que cuando las flores
se muestran al mundo deciben las aves,
e fuyen las pompas e vanos honores,
e ledos escuchan sus cantos süaves!
¡Benditos aquellos qu’en pequeñas naves
siguen los pescados con pobres traínas!,
ca estos non temen las lides marinas,
nin cierra sobr’ellos Fortuna sus llaves.»
Responde Joán Bocacio a las señoras reinas e infante
dimostra grand sangho e magnificencia,
io vegno d’al loco ou’e lo dilecto
e la eterna gloria e suma potenzia.
Vegno chiamato de vostra excelencia,
cha’l vostro plachire e remaricare
m’a facto si tosto partire e cuytare,
lassato lo celo a vostra obediencia.
»Io vegio li vostri senbianti cotali
che ben demostrate esser molestate
di cuella Regina che fra li mortali
regi e judica, de jure e de facte.
Vejamo li casi e co que narrate,
e vostri infortunii con tanti perversi,
cha presto serano prose, rime e versi
a vostro piachire; e accio comandate.»
La narración que face la señora reina doña Leonor madre de los reyes a Joán Bocacio
se honran e ruegan queriendo fablar,
así se miraron de grado en grado,
non poco tardaron en se convidar.
Mas las tres callaron e dieron logar
a la más antigua que aquella fablase
e su fuerte caso por orden contase,
la cual, aceptando, comenzó a narrar:
«A mí non convienen aquellos favores
de los vanos dioses, nin los invocar,
que vos, los poetas e los oradores
llamades al tiempo de vuestro exhortar;
ca la justa causa me presta logar,
e maternal rabia me fará elocuente,
porque a ti, preclaro e varón scïente,
explique tal fecho que puedas contar.
»De gótica sangre fui yo producida
al mundo e de línea bienaventurada,
de reyes e reinas crïada e nudrida,
e de nobles gentes servida e honrada;
e de la Fortuna así contractada
que rey en infancia me dio por marido,
católico, sabio, discreto e sentido,
de quien amadora me fizo e amada.
»De nuestra simiente e generación 185
conviene que sepas e sus cualidades,
ca fijos e fijas de grand discreción
hobimos, e amigos de todas bondades.
Dotolos Fortuna en nuevas edades
así de sus dones que por justas leyes
en muy poco tiempo vi los cuatro reyes,
e dos titulados de asaz dignidades.»
El señor rey de Aragón
cruel adversario de torpe avaricia?
Ca este se puede rey e caballero
llamar, e lucero de bello e milicia.
En este prudencia, tempranza e justicia
con grand fortaleza habitan e moran;
a este las otras virtudes adoran
bien como a Diana las dueñas de Sicia.
»Este desd’el tiempo de su puëricia
amó las virtudes e amaron a él;
venció la pereza con esta cobdicia
e vio los preceptos del Dios Hemanuel.
Sintió las visiones de Ezequïel
con toda la ley de sacra doctrina;
pues, ¿quién sopo tanto de lengua latina?,
ca dubdo si Maro eguala con él.
»Las sílabas cuenta e guarda el acento
producto e correpto; pues en geumetría
Euclides non hobo tan grand sentimiento,
nin fizo Atalante en astrología;
oyó los secretos de filosofía
e los fuertes pasos de naturaleza;
obtuvo el intento de la su pureza
e profundamente vio la poesía.
»Las sonantes cuerdas de aquel Anfïón
que fueron de Tebas muralla e arreo,
jamás no hobieron tanta perfección
como los sus cursos melifluos, yo creo.
Pues de los más sabios alguno non leo
nin jamás he visto que así los entienda;
de su grand locuela resciben emienda
los que se coronan del árbol laureo.
»Este, deseoso de la duradera
o perpetua fama, non dubdó elegir
el alto ejercicio de vida guerrera,
que a los militantes aun face vivir;
este la su espada ha fecho sentir
al grand Africano con tanta virtud
que los pies equinos le fueron salud,
dejando los litos, fuyendo el morir.
»¿Por qué me detengo agora en fablar,
e dejo mil otras victorias primeras?
Ca este, forzando las ondas del mar,
obtuvo de Italia muy grandes riberas;
este manifiestas puso sus banderas
por todos los muros de los marsellanos;
este fue cometa de napolitanos
e sobró sus artes e cautas maneras.»
El señor rey de Navarra
non porque me faltan loores que cuente,
mas por cuanto veo prolija la causa
e pro trabajosa a mí, non scïente.
E vengo al segundo: que non tan valiente
en armas fue Ceva, nin fizo Domicio;
si Marco lo viera, dejando a Fabricio,
a él escribiera con pluma elocuente.
»Arquiles armado non fue tan ligero,
nin fue Alexandre tal cabalgador,
jamás es fallado sinon verdadero,
egual, amoroso, cauto, sofridor;
más quiere ser dicho que honrado, honrador,
e muy más que fiero, benigno e piadoso;
este de clemencia es silla e reposo,
e de los aflictos muro e defensor.
»Este los selvajes siguió de Diana,
e sabe los colles de Monte Rifeo;
corrió las planezas de toda Espartana,
e los fondos valles del grand Perineo.
La selva nombrada do venció Teseo
el neptunal toro, terror de las gentes,
este la ha follado con pies diligentes,
e sobra en trabajos al muy grand Oeteo.»
El señor infante don Enrique
en grand fermosura egual a Absalón,
gracioso, placiente, de sentir sincero,
ardid, reposado, subjecto a razón;
non me pienso Orfeo tanta perfección
obtuvo del canto, nin tal sentimiento; 270
este de Dios solo ha fecho cimiento,
e sigue las vías del justo varón.»
El señor infante don Pedro
estrenuo, valiente, fiero e belicoso,
magnífico, franco, de grand corazón,
gentil de persona, afable, fermoso;
su dulce semblante es tan amoroso
que non es bastante ninguna grand renta
a suplir defectos, segund él contenta
al militar vulgo, pero trabajoso.»
La muy magnífica señora doña María reina de Castilla
e paso a la insigne mi fija primera,
de los humanales corona e arreo,
e de las Españas claror e lumbrera;
esta se demuestra, como primavera
entre todo el año, cerca las más bellas,
e cual feba lumbre entre las estrellas,
e aprés fontanas fecunda ribera.
»Esta de los dioses paresce engendrada,
e con las celícolas formas contiende
en egual belleza, non punto sobrada,
ca non es fallado que en ella se emiende.
Si la jerarquía en esto se ofende,
a mí non increpen, pues soy inculpable,
ca razón me fuerza e face que fable, 295
e de todo blasmo mi fablar defiende.
»Esta de Sibilla del su nascimiento
fue jamás nodrida, fasta la sazón
que, como decena, por merescimiento
es ya del colegio del monte Elicón.
Esta, como fija, succede a Catón,
e siente el secreto de sus anforismos;
esta de los cielos fasta los abismos
comprende las cosas e sabe qué son.
»A esta consiguen las siete doncellas
que suso he tocado en otro logar,
e le van en torno bien como centellas
que salen de flama o ríos de mar:
las tres son aquellas que facen bogar
en el paraíso al ánima digna,
e las cuatro aquellas a quien la doctrina
XL
»Yo non fago dubda que si de Catulo
hobiese la lengua o virgilïana,
e me socorriesen Proporcio e Tibulo,
e Libio, escribiente la gesta romana,
atarde podría, nin Tulio, que explana
e cendra los cursos del gentil fablar,
con pluma abondosa decir e notar
cuánto de virtudes es fija cercana.»
XLI
La señora reina doña Leonor reina de Portogal
«La última fija non pienso la prea
o griega rapina fuese más fermosa,
nin fugitiva e casta Penea
tan lejos de vicios, nin más virtüosa;
la su clara fama es tan glorïosa 325
que bien es difícil en tan nueva edad
vencer las pasiones de humanidad,
e ser en bondades tanto copïosa.
XLII
»Estos, poseyendo las grandes Españas
con muchas regiones que son al poniente,
del fin de la tierra fasta las montañas
que parten los galos de la nuestra gente;
el curso celeste, que de continente
face e desface, abaja e prospera,
bien como adversario, con vuelta ligera,
firió sus poderes con plaga nuciente.»
XLIII
De cómo la señora reina madre de los reyes recuenta a Joán Bocacio algunas señales que hobo del su infortunio
«Non pienses, poeta, que ciertas señales
e sueños diversos non me demostraron
los daños futuros e vinientes males
de la real casa segund que pasaron;
que las tristes voces del búho sonaron
por todas las torres de nuestra morada,
do fue vista Iris, deesa indignada,
de quien terrescieron los que la miraron.
XLIV
»Así fatigada, turbada e cuidosa,
temiendo los fados e su poderío,
a una arboleda de frondes sombrosa,
la cual circundaba un fermoso río,
me fui por deporte, con grand atavío
de muchas señoras e dueñas notables;
e como entre aquellas hobiese de afables,
por dar cualque venia al ánimo mío,
XLV
»fablaban novelas e placientes cuentos,
e non olvidaban las antiguas gestas
do son contenidos los avenimientos
de Mares e Venus, de triunfos e fiestas;
allí las batallas eran manifiestas
de Troya e de Tebas, segund las cantaron
aquellos que Apolo se recomendaron
e dieron sus plumas a fablas honestas.
XLVI
»Allí se fablaba de Proteselao
e cómo tomara el puerto primero;
allí del oprobrio del rey Menelao,
allí de Tideo, el buen caballero,
allí de Medea, allí del Carnero,
allí de Latona, allí de Fitón,
allí de Dïana, allí de Anteón,
allí de Mercurio, sotil mensajero.
XLVII
»Allí se fablaba del monte Pernaso
e de la famosa fuente de Gorgón,
e del alto vuelo que fizo Pegaso,
contando por orden toda su razón;
e todo el engaño que fizo Sinón
allí se decía, como por enjemplo,
e de las serpientes vinientes al templo,
e cómo se priso el grand Ilïón.
XLVIII
»Allí se tocaba del gentil Narciso,
allí de Medusa, allí de Perseo,
allí maltractaban la fija de Niso,
allí memoraban la lucha de Anteo,
allí de la muerte del niño Androgeo,
allí de Pasife el testo e la glosa,
allí recitaban la saña rabiosa
e la comovida ira de Penteo.
XLIX
»Ya de los temores cesaba el combate
al ánimo aflicto, e yo reposaba
segura e quieta; de ningund rebate
nin otro infortunio ya me temoraba.
E como la lumbre febal se acostaba,
levanteme leda con mi compañía,
e por la floresta fecimos la vía
del real palacio donde yo habitaba.
L
»Mostrado se había el carro estrellado,
e la mi compaña, licencia obtenida,
el dulce reposo buscaban de grado;
e yo retraíme facia la manida,
en la cual, sobrada del sueño e vencida,
non sé si la nombre fantasma o visión,
me fue demostrada tal revelación
cual nunca fue vista nin pienso fingida.
LI
Capítulo do se recuenta el sueño de la señora reina madre de los reyes
»Yo vi de Macrobio, de Guido e Valerio
escriptos los sueños que algunos soñaron,
los cuales denotan insigne misterio,
segund los efectos que de sí mostraron;
pues oyan atentos los que se admiraron
e de tales casos ficieron mención,
ca non será menos la mi narración,
mediante las musas, que a ellos guiaron.
LII
»Obscura tiniebra tenía aquedada
la gente, en el tiempo que a mí parescía
qu’en pequeña barca me vía cercada
del lago espantoso que me combatía;
non creo las ondas de ponto Galía
ninguna otra nave así combatieron,
nin egual tormenta los teucros sintieron
al tiempo que Juno más los perseguía.
LIII
»Non vi yo a Neptuno en carro dorado
andar por el agua, como se recuenta,
cuando, de la madre de Amor implorado,
la flota dardania libró de tormenta;
mas Tetis deesa, non punto contenta,
fendida la fusta e sus oquedades,
e juntas con ella las divinidades
del mar, aumentaban la mi sobrevienta.
LIV
»Allí fueron sueltos los fijos de Equina
e de sus entrañas salían irados,
cercaban en torno toda la marina
e la navecilla de entramos los lados;
cubrían las vagas sus bajos tillados,
e Céfiro e Noto con su grand secuela
quebraban el árbol, rompían la vela,
e daban mis carnes a todos pescados.
Comedieta de Ponza
I
Comienza la Comedieta de Ponza
¡Oh vos, dubitantes, creed las historias
e los infortunios de los humanales,
e ved si los triunfos, honores e glorias
e grandes poderes son perpetüales!
¡Mirad los imperios e casas reales 5
e cómo Fortuna es superïora:
revuelve lo alto en bajo a deshora
e face a los ricos e pobres iguales!
II
Invocación
¡Oh lúcido Jove, la mi mano guía,
despierta el ingenio, aviva la mente,
el rústico modo aparta e desvía,
e torna mi lengua, de ruda, elocuente!
¡E vos, las hermanas, que cabe la fuente
de Elicón facedes continua morada,
sed todas comigo en esta jornada,
porqu’el triste caso denuncie e recuente!
III
Descripción del tiempo
Los campos e mieses ya descoloraban
e los deseados tributos rendían;
los vientos pluviosos las nubes bogaban,
e las verdes frondes el aire temían. 20
Dejado el stilo de los que fingían
metáforas vanas con dulce locuela,
diré lo que priso mi última cela;
e cómicos oyan si bien los oían.
IV
Al tiempo que salen al pasto o guarida
las fieras silvestres e humanidad
descansa o reposa, e la fembra ardida
libró de Oloferne la sacra cibdad,
forzada del sueño la mi libertad,
diálogo triste e fabla llorosa
firió mis orejas, e tan pavorosa
ca solo en pensarlo me vence piedad.
V
Así recordado, miré do sonaba
el clamoso duelo, e vi cuatro donas
cuyo aspecto e fabla muy bien denotaba
ser cuasi deesas o magnas personas,
vestidas de negro e, a las tres, coronas,
llamando a la muerte con tantas querellas
que dubdo si fueron tan grandes aquellas
que Ovidio toca de las tres Gorgonas.
VI
Blasón de armas
Tenían las manos sinistras firmadas
sobre sendas tarjas de rica valía,
en las cuales eran armas entalladas,
que bien demostraban su grand nombradía;
la una de perla el campo traía
con una lisonja de claro rubí;
de fina estupaza1, así mesmo vi
en ella esculpido con grand maestría,
VII
un fuerte castillo, e su finestraje
e puertas obrado de mazonería,
de zafir de oriente, que a todo visaje,
mirándolo fijo retrocedería;
e cuatro leones en torno diría
de neta matista, fieros e rompientes.
Pues, lector discreto, si d’esto algo sientes,
recordarte debe su genealogía.
VIII
La segunda tarja de un balajo ardiente
era e de amarilla gema pomelada,
cuyo nombre dije non tácitamente;
e cada cual poma con nudos ligada,
de verde carbunclo, al medio esmaltada.
La tercera e cuarta castillo e león
eran a cuarteles; e dejo el blasón,
ca nuestra materia non es comenzada.
IX
Invocación
¡Pues fabla tú, Cirra, e Nisa responda,
en el rudo pecho exhortando a pleno;
disuelva Polimia la cuerda a la sonda,
ca fondo es el lago e bajo el terreno!
Nin sé tal sentido en humano geno
que sin tal subsidio pueda colegir
tan alta materia, nin la describir,
servado el estilo con temprado freno.
X
Micer Joán Bocacio de Certaldo, ilustre poeta florentino
Aprés de las cuales vi más un varón
en hábito honesto, mas bien arreado,
e non se ignoraba la su perfección,
ca de verde lauro era coronado.
Atento escuchaba, cortés, inclinado
a la más antigua, que aquella fablaba;
quien vio las sus quejas e a quien las narraba,
de cómo ya vive soy maravillado.
XI
Fabla la serenísima reina de Aragón doña Leonor
Aquella muy manso fablaba, diciendo:
«¿Eres tú, Bocacio, aquel que tractó
de tantas materias, ca yo non entiendo
que otro poeta a ti se egualó?
¿Eres tú, Bocacio, el que copiló
los casos perversos del curso mundano?
Señor, si tú eres, apresta la mano,
que non fue ninguna semblante que yo.»
XII
Fabla la señora reina de Navarra
Al modo que cuentan los nuestros actores
que la triste nuera del rey Laumedón 90
narraba sus casos de acerbos dolores,
fabló la segunda, con grand turbación,
diciendo: «Poeta, non es opinión
de gentes que puedan pensar nin creer
el nuestro infortunio, nin menos saber
las causas de nuestra total perdición.»
XIII
Fabla la señora reina de Aragón reinante
Con tanta inocencia como fue traída
la fermosa virgen, de quien fabla Guido,
al triste holocausto del puerto d’Aolida,
fabló la tercera, tornada al sentido,
el cual con la fabla le era fuído,
diciendo: «Bocacio, la nuestra miseria,
si fablar quisieres, más digna materia
te ofresce de cuantas tú has escribido.»
XIV
Fabla la señora infante doña Catalina quejándose de la Fortuna e loa los oficios bajos e serviles
Non menos fermosa e más dolorida
que la Tirïana, cuando al despedir
de los ilioneos e vio recogida
la gente a las naves en son de partir,
la lengua despierta la cuarta a decir
comenzó: «Poeta, mi mala fortuna
non pienses de agora, mas desde la cuna
jamás ha cesado de me perseguir.
XV
»Humanas son tigres e fieras leonas
con nuevos cadillos, e virgo piadosa
aquella Elenesa que a las amazonas
pensó facer libres por lid sanguinosa;
tractable es Caribdi e non espantosa,
segund me contracta esta adversa rueda,
a quien non sé fuerza nin saber que pueda
foir al su curso e saña rabiosa.
XVI
»¡Benditos aquellos que con el azada
sustentan su vida e viven contentos,
e, de cuando en cuando conocen morada
e sufren pascientes las lluvias e vientos!
Ca estos non temen los sus movimientos,
nin saben las cosas del tiempo pasado,
nin de las presentes se facen cuidado,
nin las venideras do han nascimientos.
XVII
»¡Benditos aquellos que siguen las fieras
con las gruesas redes e canes ardidos,
e saben las trochas e las delanteras
e fieren del arco en tiempos debidos!
Ca estos por saña non son comovidos,
nin vana cobdicia los tiene subjectos;
nin quieren tesoros nin sienten defectos,
nin turban temores sus libres sentidos.
XVIII
»¡Benditos aquellos que cuando las flores
se muestran al mundo deciben las aves,
e fuyen las pompas e vanos honores,
e ledos escuchan sus cantos süaves!
¡Benditos aquellos qu’en pequeñas naves
siguen los pescados con pobres traínas!,
ca estos non temen las lides marinas,
nin cierra sobr’ellos Fortuna sus llaves.»
XIX
Responde Joán Bocacio a las señoras reinas e infante
«Ilustre Regine, de chui el aspecto
dimostra grand sangho e magnificencia,
io vegno d’al loco ou’e lo dilecto
e la eterna gloria e suma potenzia.
Vegno chiamato de vostra excelencia,
cha’l vostro plachire e remaricare
m’a facto si tosto partire e cuytare,
lassato lo celo a vostra obediencia.
XX
»Io vegio li vostri senbianti cotali
che ben demostrate esser molestate
di cuella Regina che fra li mortali 155
regi e judica, de jure e de facte.
Vejamo li casi e co que narrate,
e vostri infortunii con tanti perversi,
cha presto serano prose, rime e versi
a vostro piachire; e accio comandate.»
XXI
La narración que face la señora reina doña Leonor madre de los reyes a Joán Bocacio
E como varones de noble senado
se honran e ruegan queriendo fablar,
así se miraron de grado en grado,
non poco tardaron en se convidar.
Mas las tres callaron e dieron logar
a la más antigua que aquella fablase
e su fuerte caso por orden contase,
la cual, aceptando, comenzó a narrar:
XXII
«A mí non convienen aquellos favores
de los vanos dioses, nin los invocar,
que vos, los poetas e los oradores
llamades al tiempo de vuestro exhortar;
ca la justa causa me presta logar,
e maternal rabia me fará elocuente,
porque a ti, preclaro e varón scïente,
explique tal fecho que puedas contar.
XXIII
»De gótica sangre fui yo producida
al mundo e de línea bienaventurada,
de reyes e reinas crïada e nudrida,
e de nobles gentes servida e honrada;
e de la Fortuna así contractada
que rey en infancia me dio por marido,
católico, sabio, discreto e sentido,
de quien amadora me fizo e amada.
XXIV
»De nuestra simiente e generación
conviene que sepas e sus cualidades,
ca fijos e fijas de grand discreción
hobimos, e amigos de todas bondades.
Dotolos Fortuna en nuevas edades
así de sus dones que por justas leyes
en muy poco tiempo vi los cuatro reyes,
e dos titulados de asaz dignidades.»
XXV
El señor rey de Aragón
«¿Pues qué te diré del fijo primero,
cruel adversario de torpe avaricia?
Ca este se puede rey e caballero
llamar, e lucero de bello e milicia.
En este prudencia, tempranza e justicia
con grand fortaleza habitan e moran;
a este las otras virtudes adoran
bien como a Diana las dueñas de Sicia.
XXVI
»Este desd’el tiempo de su puëricia
amó las virtudes e amaron a él;
venció la pereza con esta cobdicia
e vio los preceptos del Dios Hemanuel.
Sintió las visiones de Ezequïel
con toda la ley de sacra doctrina;
pues, ¿quién sopo tanto de lengua latina?,
ca dubdo si Maro eguala con él.
XXVII
»Las sílabas cuenta e guarda el acento
producto e correpto; pues en geumetría
Euclides non hobo tan grand sentimiento,
nin fizo Atalante en astrología;
oyó los secretos de filosofía
e los fuertes pasos de naturaleza;
obtuvo el intento de la su pureza
e profundamente vio la poesía.
XXVIII
»Las sonantes cuerdas de aquel Anfïón
que fueron de Tebas muralla e arreo,
jamás no hobieron tanta perfección
como los sus cursos melifluos, yo creo. 0
Pues de los más sabios alguno non leo
nin jamás he visto que así los entienda;
de su grand locuela resciben emienda
los que se coronan del árbol laureo.
XXIX
»Este, deseoso de la duradera
o perpetua fama, non dubdó elegir
el alto ejercicio de vida guerrera,
que a los militantes aun face vivir;
este la su espada ha fecho sentir
al grand Africano con tanta virtud
que los pies equinos le fueron salud,
dejando los litos, fuyendo el morir.
XXX
»¿Por qué me detengo agora en fablar,
e dejo mil otras victorias primeras?
Ca este, forzando las ondas del mar,
obtuvo de Italia muy grandes riberas;
este manifiestas puso sus banderas
por todos los muros de los marsellanos;
este fue cometa de napolitanos
e sobró sus artes e cautas maneras.»
XXXI
El señor rey de Navarra
«En cuanto al primero aquí fago pausa,
non porque me faltan loores que cuente,
mas por cuanto veo prolija la causa
e pro trabajosa a mí, non scïente.
E vengo al segundo: que non tan valiente
en armas fue Ceva, nin fizo Domicio;
si Marco lo viera, dejando a Fabricio,
a él escribiera con pluma elocuente.
XXXII
»Arquiles armado non fue tan ligero,
nin fue Alexandre tal cabalgador,
jamás es fallado sinon verdadero,
egual, amoroso, cauto, sofridor;
más quiere ser dicho que honrado, honrador,
e muy más que fiero, benigno e piadoso;
este de clemencia es silla e reposo,
e de los aflictos muro e defensor.
XXXIII
»Este los selvajes siguió de Diana,
e sabe los colles de Monte Rifeo;
corrió las planezas de toda Espartana,
e los fondos valles del grand Perineo.
La selva nombrada do venció Teseo
el neptunal toro, terror de las gentes,
este la ha follado con pies diligentes,
e sobra en trabajos al muy grand Oeteo.»
XXXIV
El señor infante don Enrique
«Así del segundo me paso al tercero,
en grand fermosura egual a Absalón,
gracioso, placiente, de sentir sincero,
ardid, reposado, subjecto a razón;
non me pienso Orfeo tanta perfección
obtuvo del canto, nin tal sentimiento;
este de Dios solo ha fecho cimiento,
e sigue las vías del justo varón.»
XXXV
El señor infante don Pedro
«Vengamos al cuarto, segundo Magón,
estrenuo, valiente, fiero e belicoso,
magnífico, franco, de grand corazón,
gentil de persona, afable, fermoso;
su dulce semblante es tan amoroso
que non es bastante ninguna grand renta
a suplir defectos, segund él contenta
al militar vulgo, pero trabajoso.»
XXXVI
La muy magnífica señora doña María reina de Castilla
«Cuanto a los varones aquí sobreseo
e paso a la insigne mi fija primera,
de los humanales corona e arreo,
e de las Españas claror e lumbrera;
esta se demuestra, como primavera
entre todo el año, cerca las más bellas,
e cual feba lumbre entre las estrellas,
e aprés fontanas fecunda ribera.
XXXVII
»Esta de los dioses paresce engendrada,
e con las celícolas formas contiende
en egual belleza, non punto sobrada,
ca non es fallado que en ella se emiende.
Si la jerarquía en esto se ofende,
a mí non increpen, pues soy inculpable,
ca razón me fuerza e face que fable,
e de todo blasmo mi fablar defiende.
XXXVIII
»Esta de Sibilla del su nascimiento
fue jamás nodrida, fasta la sazón
que, como decena, por merescimiento
es ya del colegio del monte Elicón.
Esta, como fija, succede a Catón,
e siente el secreto de sus anforismos;
esta de los cielos fasta los abismos
comprende las cosas e sabe qué son.
XXXIX
»A esta consiguen las siete doncellas
que suso he tocado en otro logar,
e le van en torno bien como centellas
que salen de flama o ríos de mar:
las tres son aquellas que facen bogar
en el paraíso al ánima digna,
e las cuatro aquellas a quien la doctrina
de Cato nos manda por siempre observar.
XL
»Yo non fago dubda que si de Catulo
hobiese la lengua o virgilïana,
e me socorriesen Proporcio e Tibulo,
e Libio, escribiente la gesta romana,
atarde podría, nin Tulio, que explana
e cendra los cursos del gentil fablar,
con pluma abondosa decir e notar
cuánto de virtudes es fija cercana.»
XLI
La señora reina doña Leonor reina de Portogal
«La última fija non pienso la prea
o griega rapina fuese más fermosa,
nin fugitiva e casta Penea
tan lejos de vicios, nin más virtüosa;
la su clara fama es tan glorïosa
que bien es difícil en tan nueva edad
vencer las pasiones de humanidad,
e ser en bondades tanto copïosa.
XLII
»Estos, poseyendo las grandes Españas
con muchas regiones que son al poniente,
del fin de la tierra fasta las montañas
que parten los galos de la nuestra gente;
el curso celeste, que de continente
face e desface, abaja e prospera,
bien como adversario, con vuelta ligera,
firió sus poderes con plaga nuciente.»
XLIII
De cómo la señora reina madre de los reyes recuenta a Joán Bocacio algunas señales que hobo del su infortunio
«Non pienses, poeta, que ciertas señales
e sueños diversos non me demostraron
los daños futuros e vinientes males
de la real casa segund que pasaron;
que las tristes voces del búho sonaron
por todas las torres de nuestra morada,
do fue vista Iris, deesa indignada,
de quien terrescieron los que la miraron.
XLIV
»Así fatigada, turbada e cuidosa,
temiendo los fados e su poderío,
a una arboleda de frondes sombrosa,
la cual circundaba un fermoso río,
me fui por deporte, con grand atavío
de muchas señoras e dueñas notables;
e como entre aquellas hobiese de afables,
por dar cualque venia al ánimo mío,
XLV
»fablaban novelas e placientes cuentos,
e non olvidaban las antiguas gestas
do son contenidos los avenimientos
de Mares e Venus, de triunfos e fiestas;
allí las batallas eran manifiestas
de Troya e de Tebas, segund las cantaron
aquellos que Apolo se recomendaron
e dieron sus plumas a fablas honestas.
XLVI
»Allí se fablaba de Proteselao
e cómo tomara el puerto primero;
allí del oprobrio del rey Menelao,
allí de Tideo, el buen caballero,
allí de Medea, allí del Carnero,
allí de Latona, allí de Fitón,
allí de Dïana, allí de Anteón,
allí de Mercurio, sotil mensajero.
XLVII
»Allí se fablaba del monte Pernaso
e de la famosa fuente de Gorgón,
e del alto vuelo que fizo Pegaso,
contando por orden toda su razón;
e todo el engaño que fizo Sinón
allí se decía, como por enjemplo,
e de las serpientes vinientes al templo,
e cómo se priso el grand Ilïón.
XLVIII
»Allí se tocaba del gentil Narciso,
allí de Medusa, allí de Perseo,
allí maltractaban la fija de Niso,
allí memoraban la lucha de Anteo,
allí de la muerte del niño Androgeo,
allí de Pasife el testo e la glosa,
allí recitaban la saña rabiosa
e la comovida ira de Penteo.
XLIX
»Ya de los temores cesaba el combate
al ánimo aflicto, e yo reposaba
segura e quieta; de ningund rebate
nin otro infortunio ya me temoraba.
E como la lumbre febal se acostaba,
levanteme leda con mi compañía,
e por la floresta fecimos la vía
del real palacio donde yo habitaba.
L
»Mostrado se había el carro estrellado,
e la mi compaña, licencia obtenida,
el dulce reposo buscaban de grado;
e yo retraíme facia la manida,
en la cual, sobrada del sueño e vencida,
non sé si la nombre fantasma o visión,
me fue demostrada tal revelación
cual nunca fue vista nin pienso fingida.
LI
Capítulo do se recuenta el sueño de la señora reina madre de los reyes
»Yo vi de Macrobio, de Guido e Valerio
escriptos los sueños que algunos soñaron,
los cuales denotan insigne misterio,
segund los efectos que de sí mostraron;
pues oyan atentos los que se admiraron
e de tales casos ficieron mención,
ca non será menos la mi narración,
mediante las musas, que a ellos guiaron.
LII
»Obscura tiniebra tenía aquedada
la gente, en el tiempo que a mí parescía
qu’en pequeña barca me vía cercada
del lago espantoso que me combatía;
non creo las ondas de ponto Galía
ninguna otra nave así combatieron,
nin egual tormenta los teucros sintieron
al tiempo que Juno más los perseguía.
LIII
»Non vi yo a Neptuno en carro dorado
andar por el agua, como se recuenta,
cuando, de la madre de Amor implorado,
la flota dardania libró de tormenta;
mas Tetis deesa, non punto contenta,
fendida la fusta e sus oquedades,
e juntas con ella las divinidades
del mar, aumentaban la mi sobrevienta.
LIV
»Allí fueron sueltos los fijos de Equina
e de sus entrañas salían irados,
cercaban en torno toda la marina
e la navecilla de entramos los lados;
cubrían las vagas sus bajos tillados,
e Céfiro e Noto con su grand secuela
quebraban el árbol, rompían la vela,
e daban mis carnes a todos pescados.