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Marqués de Santillana nació en 1388 en Carrión de los Condes y falleció en 1458. Su nombre completo fue Íñigo López de Mendoza. Quedó huérfano de padre cuando aún era pequeño y fue criado por su madre y su abuela. Siendo todavía joven se casó con doña Catalina de Figueroa.
Se dice que el Marqués de Santillana contaba con una de las mejores bibliotecas de toda España y era muy dado para la creación poética; de hecho se lo considera como el primer poeta del siglo XV. En su obra se puede encontrar a un poeta absolutamente natural que, utilizando con precisión las palabras, logró plasmar su amor por su tierra y sus desengaños amorosos.
Entre sus obras más importantes se encuentran “La comedieta de ponza”, “Proverbios” y “Bías contra fortuna”. En nuestra web podrás leer algunos de sus poemas, tales como “Canción” y “Serranilla”.

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LOS POEMAS
Canción

Recuérdate de mi vida,
pues que viste
mi partir e despedida
ser tan triste.

1
Recuérdate que padesco
e padesçí
las penas que non meresco,
desque ví

la respuesta non devida
que me diste;
por lo qual mi despedida
fué tan triste.

2
Pero no cuydes, señora,
que por esto
te fuy ni te sea agora
menos presto;

que de llaga non fingida
me feriste;
así que mi despedida
fué tan triste.

Serranilla I

Serranilla de Moncayo,
Dios vos dé buen año entero,
ca de muy torpe lacayo
faríades cavallero.

Ya se pasava el verano,
al tiempo que onbre se apaña
con la ropa á la tajaña,
encima de Oxmediano
ví serrana sin argayo
andar al pie del otero,
más clara que sale en Mayo,
ell alva, nin su luzero.

Díxele: “Dios nos mantenga,
serrana de buen donayre.”
Respondió como en desgayre:
¡Ay!, que en hora buena venga
aquel que para Sanct Payo
desta yrá mi prisionero.”

E vino a mí como un rayo
diziendo: “Preso, montero.”

Díxele: “Non me matedes,
serrana, sin ser oído,
ca yo non soy del partido,
desos por quien vos lo avedes.

Aunque me vedes tal sayo
en Agreda soy frontero,
e non me llaman Pelayo,
magüer me vedes señero.”

Desque oyó lo que dezía,
dixo: “Perdonad, amigo,
mas folgad ora comigo,
e dexad la montería.

A este çurrón que trayo
quered ser mi parcionero,
pues me fallesçió Mingayo
que era comigo ovejero.

Entre Torellas y el Fayo
pasaremos el Febrero.”

Díxele: “De tal ensayo,
serrana, soy placentero.”

Serranilla III

Después que nací,
no ví tal serrana
como esta mañana.

Allá en la vegüela
a Mata’l Espino,
en ese camino
que va a Loçoyuela,
de guissa la vy
que me fizo gana
la fruta tenprana.

Garnacha traía
de oro, presada
con broncha dorada,
que bien parecía.

A ella volví
diziendo: “Loçana,
¿e soys vos villana?”

“Sí soy, cavallero;
si por mí lo avedes,
decit ¿qué queredes?
fablat verdadero.”

Yo le dixe assí:
“Juro por Santana
que no soys villana.”

Serranilla V

Entre Torres y Canena,
açerca de Salloçar,
fallé mora de Bedmar
sanct Jullán en buen estrena.

Pellote negro vestía,
e lienços blancos tocava,
a fuer dell Andalucía,
e de alcorques se calçava.

Si mi voluntad agena
no fuera en mejor lugar,
no me pudiera escusar
de ser preso en su cadena.

Preguntele dó benía
después que la ove saluado,
o quál camino fazía.

Díxome que d’un ganado
quel guardavan en Razena,
e passava al Olivar,
por coger e varear
las olivas de Ximena.

Dixe: “Non vades señera,
señora, que esta mañana
han corrido la ribera,
aquende de Guadïana,
moros de Valdepurchena
de la guarda de Abdilbar;
ca de vervos mal passar
me sería grave pena.”

Respondióme: “No curedes,
señor, de mi compañía;
pero graçias e merçedes
a vuestra grant cortesía;
ca Miguel de Jamilena
con los de Pegalajar
son pasados atajar:
vos tornad en ora buena.

Serranilla VII

Serrana, tal casamiento
no consiento que fagades,
car de vuestro perdimiento,
maguer non me conoçcades,
muy grant desplazer avría
en vos ver enajenar
en poder de quien mirar
nin tratar non vos sabría.

Serranilla VIII

Madrugando en Robledillo
por yr buscar un venado,
fallé luego al Colladillo
caça, de que fui pagado.

Al pie dessa grant montaña,
la que diçen de Verçossa,
ví guardar muy grant cabaña
de vacas moça fermosa.

Si voluntat no m’engaña,
no ví otra más graçiosa:
si alguna desto s’ensaña,
lóela su namorado.

Serranilla IX

Moçuela de Bores
allá do la Lama
púsom’en amores.

Cuydé que olvidado
Amor me tenía,
como quien s’avía
grand tiempo dexado
de tales dolores,
que más que la llama
queman amadores.

Mas ví la fermosa
de buen continente,
la cara plaçiente,
fresca como rosa,
de tales colores
qual nunca vi dama
nin otra, señores.

Por lo qual: “Señora
(le dixe), en verdat
la vuestra beldat
saldrá desd’agora
dentre estos alcores,
pues meresçe fama
de grandes loores.”

Dixo: “Cavallero,
tiratvos á fuera:
dexat la vaquera
passar al otero;
ca dos labradores
me piden de Frama,
entrambos pastores.”

“Señora, pastor
seré si queredes:
mandarme podedes,
como á servidor:
mayores dulçores
será á mí la brama
que oyr ruyseñores.”

Asy concluymos
el nuestro proçesso
sin facer exçesso,
é nos avenimos.

É fueron las flores
de cabe Espinama
los encobridores.

Serranilla X

De Vytoria me partía
un día desta semana,
por me passar a Alegría,
do ví moça lepuzcana.

Entre Gaona e Salvatierra,
en esse valle arbolado
donde s’aparta la sierra,
la ví guardando ganado,
tal como el alvor del día,
en un hargante de grana,
qual tod’ome la querría,
non vos digo por hermana.

Yo loé las de Moncayo
e sus gestos e colores,
de lo qual non me retrayo,
e la moçuela de Bores;
pero tal fisonomía
en toda la su montaña
çierto non se fallaría,
nin fué tan fermosa Yllana.

De la moça de Bedmar,
a fablarvos çiertamente,
raçón ove de loar
su grand e buen continente;
mas tampoco negaría,
la verdat, que tan loçana,
aprés la señora mía,
non ví doña nin serrana.

Soy garridilla e pierdo sazón

Soy garridilla e pierdo sazón
por malmaridada;
tengo marido en mi corazón
que a mí agrada.

Ha que soy suya bien cinco o seis años,
que nunca de él hube camisa nin paños
azotes, palmadas y muchos susaños
y mal gobernada.

No quiere que quiera ni quiere querer,
ni quiere que vea ni quiere veer;
mas diz el villano que cuando él se aduerme
que esté desvelada.

Estó de su miedo la noche despierta;
de día no oso ponerme a la puerta;
así que, mezquina, viviendo soy muerta
y no soterrada.

Desde el día negro que le conocí,
con cuantos servicios y honras que le fiz,
amarga me vea si nunca le vi
la cara pagada.

Así Dios me preste la vida y salud
que nunca un besillo me dio con virtud
en todos los días de mi juventud
que fui desposada.

Que bien que mal, sufro mis tristes pasiones,
aunque me tienten diez mil tentaciones;
mas ya no les puedo sufrir quemazones
a suegra y cuñada.

Mas si yo quisiere trocar mal por mal,
mancebos muy lindos de muy gran caudal
me darán pellote, mantillo y brial
por enamorada.

Con toda mi cuita, con toda mi hiel,
cuando yo veo mancebo novel,
más peno amarga y hago por él
que Roldán por su espada.

Ya cantan los gallos

Ya cantan los gallos,
buen amor, y vete,
cata que amaneçe,
-Que canten los gallos,
yo, ¿cómo me iría,

pues tengo en mis braços
la que yo más quería?
Antes moriría
que de aquí me fuese,
aunque amaneçiese.

-Dexa tal porfía,
mi dulçe amador,
que viene el albor,
esclareçe el día;
pues el alegría
por poco feneçe,
cata que amaneçe.

-¿Qué mejor vitoria
darme puede amor,
que el bien y la gloria
me llame al albor?
¡Dichoso amador
quien no se partiese
aunque amaneçiese!

-¿Piensas, mi señor,
que so yo contenta?
¡Dios sabe el dolor
que se m’ acrecienta!
Pues la tal afrenta
a mí se m’ofreçe,
vete, c ‘ amaneçe.

Serranilla (Villancico) que hizo el Marqués a tres hijas suyas

Por una gentil floresta
de lindas flores e rosas,
vide tres damas fermosas
que de amores han requesta.

Yo, con voluntad muy presta
me llegué a conoscellas.
Començó la una dellas
esta canción tan honesta:

Aguardan a mí:
nunca tales guardas vi.

Por mirar su fermosura
destas tres gentiles damas,
yo cobríme con las ramas,
metíme so la verdura.

La otra con gran tristura
començó de sospirar
dezir este cantar
con muy honesta mesura:

La niña que los amores ha
sola, ¿cómo dormirá?

Por no les fazer turbança
non quise yr más adelante
a las que con ordenança
cantaban tan consonante.

La otra con buen semblante
dixo: “Señoras de estado,
pues las dos aveys cantado,
a mí conviene que cante:

Dexadlo al villano pene:
véngueme Dios dele.”

Desque huvieron cantado
estas señoras que digo,
yo salí desconsolado,
como hombre sin abrigo.

Ellas dixeron: “Amigo,
non soys vos el que buscamos,
mas cantad, pues que cantamos.”
Dixe este cantar antiguo:

Sospirando yva la niña
e non por mí,
que yo bien ge lo entendí.

 

Canción (Carta) del Marqués a una dama

Gentil dama, cuyo nombre
vos es assí conviniente
como a Jhesu Dios y honbre
e al sol claro e luziente,

mi desseo non consiente
que ya no sepa de vos;
pues consoladme, por Dios,
con letra vuestra plaziente.

Plaziente digo, señora,
do vuestro mote no sea,
el qual, si non se mejora,
¡guay de quien ál non desea!

Proveed que Dios provea
de lo que más desseades
a quien tanto fatigades,
e vuestro aspecto guerrea.

Guerrea con mano armada
e béllico poderío
la mi vida atormentada,
e triste coraçón mío.

Qual sin patrón el navío,
soy, después que no vos veo,
vida mía y mi deseo,
cuyo só más que no mío.

Mío no, mas todo vuestro
soy después que me prendistes,
e si tanto non lo muestro,
es porque lo deffendistes.

Mis días sean más tristes
que de otro enamorado,
si no vivo más penado
que todos quantos ostes.

¿Oisteis jamás, o vistes
onbre d’amor tan ligado,
que no soi escarmentado
de quanto mal me fezistes?

Canción
(Que fizo el Marqués de Santillana a sus fijas loando la su fermosura)

Dos serranas he trovado
a pié de áspera montaña,
segund es su gesto e maña
non vezadas de ganado.

De espinas trahen los velos
e de oro las crespinas,
senbradas de perlas finas,
que le aprietan sus cabellos;
e las trufas bien posadas,
a más, de oro arracadas,
rruvios, largos cabellos
segund doncellas d’estado.

Fruentes claras e luzientes,
las çejas en arco alçadas,
las narizes afiladas,
chica boca e blancos dientes,
ojos prietos e rientes,
las mexillas como rosas,
gargantas maravillosas,
altas, lindas al mi grado.

Carnoso, blanco e liso
cada cual en los sus pechos,
porque Dios todos sus fechos
dexó quando fer las quiso;
dos pumas de paraíso
las sus tetas ygualadas,
en la su çinta delgadas
con aseo adonado.

Blancas manos e pulidas,
e los dedos no espigados,
a las juntas no afeados,
uñas de argent guarnidas,
rrubíes e margaridas,
çafires e diamantes,
axorcas ricas, sonantes,
todas de oro labrado.

Ropas trahen a sus guisas
todas fendidas por rrayas,
do les paresçen sus sayas
forradas en peñas grisas;
sus ropas bien asentadas,
de azeytuní quartonadas,
de filo de oro brocado.

Yo las vi, si Dios me vala,
posadas en sus tapetes,
en sus faldas los blanchetes,
que demuestran mayor gala.

Los finojos he fincado,
segund es acostumbrado
a dueñas de grand altura:
ellas por la su mesura
en los pies m’an levantado.

La niña gritillos dar

La niña gritillos dar
non es de maravillar

Mucho grita la cuitada
con la voz desmesurada,
por se ver asalteada;
non es de maravillar.

Amor puro la venció,
que a muchos engañó;
si por él se descibió
non es de maravillar.

Temprano quiso saber
el trabajo y el placer
que el amor nos haz haber;
non es de maravillar.

A los diez años complidos
fueron della conocidos
todos sus cinco sentidos;
non es de maravillar.

A los quince, ¿que fará?
Esto notar se debrá
por quien la praticará;
non es de maravillar.

Al alba venid, buen amigo

Al alba venid, buen amigo,
al alba venid.

Amigo el que yo más quería,
venid al alba del día.

Amigo el que yo más amaba,
venid a la luz del alba,

Venid a la luz del día,
non trayáis compañía.

Venid a la luz del día,
non traigáis gran compañía

Canción

Quien de vos merçet espera,
señora, ni bien atiende,
¡ay que poco se l’entiende!

1
Yo vos serví lealmente
con muy presta voluntat,
e nunca fallé piedad
en vos, nin buen continente:

antes vuestra crueldad
me faze ser padeçiente;
¡guay de quien con vos contiende!

2
Tanta es vuestra beldad,
que partir no me consiente
de servir con lealtad
a vos, señora exçelente.

Sed ya por vuestra bondad
gradeçida e conbiniente,
ca mi vida se despiende.

Canción

Deseando ver a vos,
gentil señora,
non he reposo, pardiós,
punto ni ora.

1
Deseando aquel buen día
que vos vea,
el contrario de alegría
me guerrea.

Del todo muero por vos,
e non mejora
mi mal, jurovos a Dios,
mas empeora.

2
Bien digo a mi coraçón
que non se quexe,
mas sirva toda saçón,
e non se dexe

de amar e servir a vos,
a quien adora;
pues recuérdevos, pardiós,
piedat agora.

Canción

Quanto más vos mirarán,
muy excelente prinçesa,
tanto más vos loarán.

1
Quien vos verá, çiertamente
non dudará si venís
de la real flor de lís,
visto vuestro continente:

y a todos nos bendirán,
por levar tan gentil pressa,
los que nos reçebirán.

2
Yo dubdo poder loar
la vuestra mucha cordura,
onestat, graçia e messura
quanto se deve ensalçar.

Los que verdad fablarán,
tal navarra nin francesa
nunca vieron ni verán.

3
Tanta vida vos dé Dios,
princesa de grand virtud,
tantos bienes y salud
quantos meresçedes vos:

ca çertas por vos dirán
“virtuosa sin represa”
los que vos conosçerán.

Canción

Señora, qual soy venido,
tal me parto;
de cuydados más que farto
e dolorido.

1
¿Quién no se farta de males
e de vida desplaciente,
e las penas desyguales
sufre, callando paçiente,

sinon yo, que sin sentido
me dirán
los que mis males sabrán,
e perdido?

2
Aved ya de mí dolor;
que los dolores de muerte
me çercan en de redor,
e me facen guerra fuerte.

Tomadme en vuestro partido
como quiera,
porque, viviendo, no muera
aborrido.

3
Pero al fin fazed, señora,
como querades; que yo
no seré punto ni ora
sino vuestro, cuyo só.

Sin favor o favorido
me tenedes
muerto, si tal me queredes,
o guarido.

Canción a la Reina

Dios vos faga virtuosa,
Reyna bien aventurada,
quanto vos fizo fermosa.

1
Dios vos fizo sin emienda
de gentil persona y cara,
e sumando sin contienda,
qual Gioto non vos pintara.

Fízovos más generosa,
digna de ser coronada,
e reyna muy poderosa.

2
Siempre la virtud fuyó
a la extrema fealdad,
e creemos se falló
en compaña de beldat;
pues non es quistión dubdosa
ser vos su propia morada,
illustre Reyna fermosa.

3
Pues loen con grand femençia
los reynos, donde nascistes,
la vuestra mucha exçelençia
e grant honor que les distes,

e la tal graçia graçiosa
por Dios a vos otorgada,
gentil Reyna valerosa.

Canción

Si tu deseas a mi
yo non lo sé;
pero yo deseo a tí
en buena fe.

1
Ca non a ninguna más,
así lo ten;
nin es, nin será jamás
otra mi bien.

En tan buen ora te ví
e te fablé,
que del todo te me dí
en buena fé.

2
Yo soy tuyo, non lo dudes
sin fallir;
e non piensses al, nin cudes
sin mentir.

Después que te conoscí
me captivé,
e seso e saber perdí
en buena fé.

3
A tí amo e amaré
toda saçón,
e siempre te serviré
con grand raçón:

pues la mejor escogí
de quantas sé,
e non finjo nin fengí
en buena fé.

Canción

Ha bien errada opinión
quien dice: “quan lexos d’ojos
tan lexos de coraçón.”

1
Ca yo vos juro, señora,
quanto más vos soy absente,
más vos amo ciertamente,
y deseo toda ora.

Esto façe la afición,
sin compañía de los ojos,
mas del leal coraçón.

2
Alexadvos do querades,
ca non vos alexaredes
tanto nin jamás podredes
donde non me poseades

ca so tal costelaçión
vos vieron mis tristes ojos,
que vos dí mi coraçón.

3
Mas non se puede negar,
aunque yo non vos olvido,
que non sienta mi sentido
dolor de vos no mirar.

Pues diré con grand raçón:
-Çedo vos vean mis ojos
de todo buen coraçón.

Canción

1
Señora, muchas merçedes
del favor que me mostrastes:
set cïerta, e non dubdedes
que por siempre me ganastes.

2
Pues de vuestra grand valía
yo fuy tan favoresçido,
muy grand mengua me sería
que fuesse desconosçido.

3
Mas, señora, pues façedes
contra mí más que penssastes,
set cïerta, e non dubdedes
que por siempre me ganastes.

Canción

Yo del todo he ya perdido
saber, sesso e discrepçión:
fuerça, sentido, raçón
ya buscan otro partido.

Plaçer, de quien favorido
era en aquella saçón
que vos ví, con tal canción
ya de mí se ha despedido.

Canción

“Coraçón, adiós te dó,
ca donde mora pessar
non puedo mucho tardar,
pues que su contrario só.

1
En el tiempo que tú vías
la señora que elegiste,
ya sabes que todos los días
te me dí, segunt que viste.

Mas después que se perdió,
pues non te puedo alegrar,
encomiéndote el penssar,
amigo, pues que me vió.

2
Muy atarde de consuno
agua e fuego se convienen:
non pueden turar en uno
aquellos que mal s’avienen.

Pues tristeça perturbó
en ti todo mi logar,
non conviene porfiar
con quien pudo más que yo.”

Canción

Nuevamente se m’a dado
el Amor a conosçer,
e quiérese adolesçer
de mí, del mal que he passado.

1
Conoçiendo que mal faze
en matarme sin por qué,
yo veo por buena fé
que de mi servir le plaçe.

E conoçiendo que yerra,
sabiendo que vo a la guerra,
mucho bien m’a cavalgado.

Canción

Defecto es que bien s’entiende
a los que neçios no son,
que tal disimulación
atarde o nunca se aprende.

Pensando serte más firme
que Ariles a Polixena
tengo más daño que suena.

Canción

1
El triste que se despide
de plazer e de folgura
se despide;
pues que su triste ventura
lo despide
de vos, linda creatura.

2
Del que tal licencia pide
havet, señora, amargura,
pues la pide
con desesperación pura,
e non pide
vida, mas muerte segura.

Canción

De vos bien servir
en toda saçón
el mi coraçón
non se sá partir.

1
Linda en paresçer
que tanto obedesco,
queret guareçer
a mí, que padeçco:

que por yo deçir
mi buena razón,
segunt mi entençión,
non devo morir.

Canción

1
Ya del todo desfalleçe
con pesar mi triste vida:
desde la negra partida
mi mal no mengua, mas creçe.

2
Non sé qué diga ventura,
que mal me quiso apartar
de vos, gentil criatura,
a la qual yo he d’amar.

3
Todo mi plazer peresçe
sin mi raçón ser oída;
cruel muerte dolorida
veo que se me basteçe.

Decir
(Otras coplas)

1
Por un valle deleytoso,
do mora gentil compaña,
oí un canto sabroso
de un ave muy estraña:

bien vos digo que en España
non ví otra de tal guisa;
esta trahe en su devisa
mucha gente de cucaña.

2
Vila estar en un ramo,
e pensé que era esparvel,
nonbrando la que más amo.

Díxele: “Señor uxel,
pues çercades el vergel,
por merced, si vos plazería,
de grado saber querría,
vuestro nombre quál es él.”

3
-“Cuco me llaman por nombre
e tal es el mi clamor,
que en el mundo non ay onbre
que ame gentil señor,

que non tome grand pavor
si me oyere rredoblar:
sy te plaze mi cantar,
otro son diré mejor.”

4
-“Señor, dixe, vuestro canto
otro tiempo me ponía
en temor e grand espanto
por una señora mía;

mas agora non querría
oir otro papagayo,
que todo el pesar que trayo
he perdido en este día.”

5
Por ende suplico agora
a la señor bien andante,
pues me fizo una señora
aleve por su talante,

que seades bien andante,
e yo aya en que vos syrva,
que querades ya yo viva
por vuestro de aquí adelante.

6
Muy justa rrazón demandas,
e yo quiérolo fazer,
pues que veo que tu andas
sospiroso y sin plazer;

por ende te do poner
conplido, si Dios me vala,
que tú seas en mi sala
el mayor que pueda ser.

Fin

Él se fué a sus añaghacias
que tenía en derredor;
e dile yo muchas gracias;
finqué por su servidor.

Loor a Doña Juana de Urgel Condesa de Fox

1
No punto se discordaron
el cielo e naturaleza,
señora, quando criaron
vuestra plaziente belleza:

quisieron e demostraron
su magnífica largueza,
segunt vos proporcionaron,
e ornaron de gentileza.

2
Después de la más cercana
a la fama en fermosura,
ques más divina que umana,
visto su gesto e figura,

vos, señora doña Juana,
sois la más gentil criatura
de quantas actor explana,
nin poeta en escriptura.

3
Non se piensen, ni pensedes
que vos fablo por amores,
mas porque vos merescedes
muy más insignes loores;

que amor, gracias e mercedes
tantos tengo de dolores,
que, si saberlo queredes,
plañiredes mis langores.

4
Miren vuestra compañía,
e verán vuestra excellencia,
generosa fidalguía
e gallarda continencia;

honestat e policía
vos aguardan, e prudencia:
certas más vos loaría,
si bastase mi sciencia.

Segunt vuestra loçanía
bien vale la conseqüencia:
perdonat por cortesía
la torpe e ruda eloqüencia.

Decir: El aguilando

1
Sacadme ya de cadenas,
señora, e fazedme libre:
que Nuestro Señor vos libre
de las infernales penas.

Estas sean mis estrenas,
esto solo vos demando,
este sea mi aguilando;
que vos faden fadas buenas.

2
Días ha que me prendistes
e sabedes que soi vuestro,
dias ha que vos demuestro
la llaga que me fezistes.

Desde aquellos dias tristes,
quando primero vos ví,
dias ha que me vos dí,
ya sea que lo encubristes.

3
Por tanto, señora mía,
usad de piadosas leyes
por estos tres sanctos Reyes
e por el su sancto día.

Por bondat o fidalguía
o por sola humanidat,
vos plega mi libertat,
o por gentil cortesía.

Ca vuestra filusumía
deniega ferocidad,
e muestra benignidad
sin ninguna villanía.

Lejos de vos

Lejos de vos y cerca de cuidado,
pobre de gozo y rico de tristeza,
fallido de reposo y abastado
de mortal pena, congoja y braveza,

desnudo de esperanza y abrigado
de inmensa cuita y visto de aspereza,
la mi vida me fuye, mal mi grado,
la muerte me persigue sin pereza.

Ni son bastantes a satisfacer
la sed ardiente de mi gran deseo
Tajo al presente, ni me socorrer

la enferma Guadïana, ni lo creo.
Sólo Guadalquivir tene poder
de me guarir y sólo aquél deseo.

Illiana, la serrana de Lozoyuela

Después que nací,
no ví tal serrana
como esta mañana.
Allá en la vegüela
a Mata’l Espino,
en ese camino
que va a Loçoyuela,
de guissa la vy
que me fizo gana
la fruta tenprana.
Garnacha traía
de oro, presada
con broncha dorada,
que bien parecía.
A ella volví
diziendo: –“Loçana,
¿e soys vos villana?”
–“Sí soy, cavallero;
si por mí lo avedes,
decit ¿qué queredes?,
fablat verdadero.”
Yo le dixe assí:
–“Juro por Santana
que no soys villana.”

Otro decir

1
Cuando la fortuna quiso,
señora, que vos amase,
ordenó que yo acabase
como el triste de Narciso:

non de mí mesmo pagado,
mas de vuestra catadura,
fermosa, neta criatura,
por quien vivo e soy penado.

2
Quando bien he trabajado,
me fallo fondo en el valle:
no sé si fable ni calle…
¡tanto soy desesperado!

Deseo non desear,
e querría non querer:
de mi pesar he plazer,
y de mi gozo pesar.

3
Lloro e río en un momento
e soy contento e quexoso;
ardid me fallo e medroso:
tales disformezas siento

por vos, dona valerosa,
en cuyo aspecto contenplo
casa de Venus, e tenplo,
donde su ymagen reposa.

4
Aurora de gentil mayo,
puerto de la mi salud,
perfección de la virtud
e del sol candor e rayo;

pues que matar me queredes
e tanto lo desseades,
bástevos ya que podades,
si por vengança lo avedes.

5
¿Quién vió tal feroçidat
en angélica figura?
Nin en tanta fermosura
indómita crueldat?

Los contrarios se ayuntaron,
cuytado, por mal de mí.
Tiempo ¿dónde te perdí,
que así me galardonaron?

6
Succesora de Lucina,
mi prisión e libertad,
langor mío e sanidad,
mi dolençia e medicina;

pensad que muriendo bivo,
e biviendo muero e peno:
de la vida soy ageno,
e de muerte non esquivo.

7
¡O, si fuesen oradores
mis sospiros e fablasen,
porque vos notificasen
los infinitos dolores

que mi triste coraçón
padesce por vos amar,
mi folgura, mi pessar,
mi cobro e mi perdición!

8
Cual del cisne es ya mi canto,
e mi carta la de Dido:
coraçón desfavorido,
causa de mi grand quebranto,

pues ya de la triste vida
non avedes conpasión,
honorad la deffunssión
de mi muerte dolorida.

¡Guay de quien así conbida,
e de mi tiempo perdido!
Pues non vos sea en olvido
esta canción por finida.

Decir

Amor, el qual olvidado
cuydava que me tenía,
me façe bevir penado,
sospirando noche e día.

1
En otros tiempos quisiera
que de mí non se menbrara:
que qualquier bien me fiçiera,
pues que gelo soplicara.

Mas después que rebatado
me vió de como solía,
me faze bevir penado
sospirando noche e día.

2
Pero, Amor, pues me feçiste
amador, façme que crea
ser amado de quien viste
que me firió sin pelea:

si no, dome por burlado,
pues dona de tal valía
me faze bevir penado
sospirando noche e día.

3
Si non, sabe çiertamente
que jamás tuyo non sea,
nin me llame tu serviente
nin vista de tu librea,

aunque sep’andar rasgado;
pues tu poca cortesía
me faze bevir penado,
sospirando noche e día.

Decir

¿Quién será que se detenga,
si d’Amor es combatido?,
¿o quál será que non venga
en qualquier grave partido
que le sea cometido?

1
Gran batalla me conquiso
ordenada en tal manera:
Fermossura delantera,
reglada de gentil visso,

con alas de loçanía,
banderas de gran sentido
labradas de cortesía;
así que finqué vençido,
del todo desfavorido.

2
Armada de gentileza
toda esta gente venía:
paramento de destreza,
plumajes de fidalguía

traían con tan buen ayre,
llamando grande apellido,
que me priso su donayre;
e dexóme así ferido,
que tarde seré guarido.

Dezir

1
Yo, mirando una ribera,
ví venir por n grant llano
un hombre, que cortesano
pareçía en su manera:

vestía ropa estrangera,
fecha al modo de Bravante,
bordada, bien roçegante,
pasante del estribera.

2
Traía al su diestro lado
una muy fermosa dama,
de las que toca la fama
en superlativo grado:

un capirote charpado
a manera bien estraña
a fuer del alta Alimaña
donosamente ligado.

3
De gentil seda amarilla
eran aquestas dos hopas,
tales, que nunca ví ropas
tan lindas a maravilla:

el guarnimento e la silla
d’aquesta linda señora,
çertas después nin agora
non lo vy tal en Castilla.

4
Por música maestría
cantava esta cançión,
que fizo a mi coraçón
perder el pavor que avía:

“Bien debo loar amor
pues toda vía
quiso tornar mi tristor
en alegría.”

La mozuela de Bores

Mozuela de Bores,
allá do la Lama,
pusom’en amores.

Cuidé qu’ olvidado
amor me tenía,
como quien s’havía
grand tiempo dexado
de tales dolores
que más que la llama
queman amadores.

Mas vi la fermosa
de buen continente,
la cara placiente,
fresca como rosa,
de tales colores
cual nunca vi dama,
nin otra, señores.

Por lo cual: “señora’
le dixe, “en verdad
la vuestra beldad
saldrá desd’agora
dentr, estos alcores,
pues meresce fama
de grandes loores’.

Dixo: “Cavallero,
tiradvos afuera:
dexad la vaquera
passar al otero;
ca dos labradores
me piden de Frama,
entrambos pastores’.

Cuando yo veo a la gentil criatura

Cuando yo veo a la gentil criatura
que el cielo, acorde con naturaleza
formaron, loo mi buena ventura.
El punto y hora de tanta belleza

me demostraron, y su hermosura,
que sola de loor es la pureza;
mas luego torno con igual tristura
y plango y quéjome de su crueza.

Que no fue tanta la del mal Thereo,
ni hizo la de Achila y de Potino,
falsos ministros de ti, Ptholomeo.

Así que lloro mi servicio indigno
y la mi loca fiebre, pues que veo
y me hallo cansado y peregrino.

Deçir de un enamorado

1
Diversas vezes mirando
el vuestro gesto agraciado,
me soy tanto enamorado,
que siempre vivo penando.

Mas quien non vos amará,
contemplando tal belleza,
o todo çiego será,
o en él non habitará
discrepçión nin gentileza.

2
Ca singular, non comuna,
vos ama toda la gente,
en virtudes exçellente,
de verdades la coluna:

pues non de maravillar
es por mucho que vos ame,
nin lo deveis esquivar,
nin se deve de penssar
que en mi vida vos dessame.

3
E esto causa la raçón,
e a mí non me desplaçe,
e todo lo satisfaçe
vuestra mucha perfección:

la qual bien reconosçida,
es mejor por vos morir,
que por las otras la vida
ver en palmas sostenida,
e para siempre vivir.

4
Si non, decit, si goçedes,
¿qual señora fizo Dios
tan perfetta como vos,
e quantas obras fazedes?

E si dezides verdat,
segunt que vos conosçés,
non tan solo de beldat,
mas en toda honestad
monarca os llamarés.

5
Así non es maravilla
que muchos grandes señores
galanes e amadores
sean de vuestra quadrilla:

ca si esto acontesçe,
es porque vuestra persona
tiene por lo que meresçe,
segunt ya claro paresçe,
sobre todas la corona.

6
Por do, si algo presumo
de mi flaco sentimiento,
es porque mi penssamiento
en vuestra virtut consumo:

el qual por vos acatado,
por vos non seer blasmado,
lo fallarés non absente;
que siempre me soys pressente:
tal de vos só enamorado.

7
Mas por non vos ser prolixo,
çessaré, lo qual çessar
es difícil de obrar,
segunt que vos soy afixo;

ca por lexos que me veo,
yo nunca de vos me parto,
nin otra gloria posseo,
sinon, por ver mi desseo,
en loor de vos non farto.

8
Non por aquesto penssés
quiera ser de vos querido;
que si digo lo devido,
non es quanto meresçés:

solo vos gradesçeré
que por vuestro me miredes
con tals ojos, que seré
el más constant que podré,
aunque la muerte me dedes.

Nunca ya me cansaré
d’escrivir lo que valedes,
nin servir vos çessaré,
la qual prueva dexaré
a las obras que veredes.

Menga de Manzanares

Por todos estos pinares
nin en Navalagamella,
no vi serrana más bella
que Menga de Mançanares.
Desçendiedo yelmo a yuso,
cóntral Bovalo tirando
en esse valle de suso,
vi serrana estar cantando;
saluéla, segund es uso,
e dixe: “Serrana, estando
oyendo, yo non me excuso
de fazer lo que mandares”.
Respondióme con ufana:
“Bien vengades, cavallero;
¿quién vos trae de mañana
por este valle señero?,
Ca por toda aquesta llana
yo non dexo andar vaquero,
nin pastora, nin serrana,
sinon Pasqual de Bustares.
Pero ya, pues la ventura
por aquí vos ha traydo,
convién en toda figura
sin ningund otro partido,
que me dedes la çintura,
o entremos a braz partido;
ca dentro en esta espesura
vos quiero luchar dos pares”.
Desque vi que non podía,
partíme dallí sin daña,
como aquel que non sabía
de luchar arte nin maña;
con muy grand malenconía,
arméle tal guardamaña,
que cayó con su porfía
çerca de unos tomellares.

Yo me iba, mi madre

Yo me iba, mi madre,
a villa Reale,
errara yo el camino
en fuerte lugare.

Siete días anduve,
que no comí pane,
cebada mi mula,
carne el gavilán.
Entre la Zarzuela
y Darazután,
alzara los ojos
hacia do el sol sale.
Picara mi mula,
fuime para allá;
perros del ganado
sálenme a ladrar;
vide una serrana
del bello donaire.
-Llegaos, caballero,
vergüenza no hayades:
mi padre y mi madre
han ido al lugar;
mi caro Minguillo
es ido por pan,
ni vendrá esta noche
ni mañana a yantar;
comeréis la leche
mientras el queso se hace.
Haremos la cama
junto al retamal;
haremos un hijo,
llamarse ha Pascual,
o será Arzobispo,
Papa o Cardenal,
o será porquerizo
de villa Real.
-¡Bien, por vida mía,
debéis de burlar!

Serranilla II

En toda la su montaa
de Trasmoz a Veratón
non ví tan gentil serrana.

Partiendo de Conejares,
allá susso en la montaña,
çerca de la Travessaña,
camino de Trasovares,
encontré moça loçana
poco más acá de Añón
riberas de una fontana.

Traía saya apretada,
muy bien pressa en la cintura;
a guisa d’Estremadura
çinta, e collera labrada.

Dixe: “Dios te salve, hermana;
Aunque vengas de Aragón,
desta serás castellana.”

Respondióme: “Cavallero,
non penseis que me tenedes,
ca primero provaredes
este mi dardo pedrero;
ca después desta semana
fago bodas con Antón,
vaquerizo de Morana.”

Serranilla IV

Por todos estos pinares
nin en el Val de la Gamella,
non ví serrana más bella
que Menga de Mançanares.

Desçendiendol yelmo á yusso,
contral Bovalo tirando
en esse valle de susso,
ví serrana estar cantando:
saluéla, segunt es uso,
é dixe: “Serrana, estando
oyendo, yo non m’excuso
de façer lo que mandáres.”

Respondióme con uffana:
“Bien vengades, cavallero;
¿Quién vos trae de mañana
por este valle señero?
Ca por toda aquesta llana
yo non dexo andar vaquero,
nin pastora, nin serrana,
sinon Pasqual de Bustares.

“Pero ya, pues la ventura
por aquí vos ha traydo,
convien en toda figura,
sin ningunt otro partido,
que me dedes la çintura,
ó entremos á braz partido;
ca dentro en esta espessura
vos quiero luchar dos pares.”

Desque ví que non podía
partirme dallí sin daña,
como aquel que non sabía
de luchar arte nin maña,
con muy grand malenconía.

Arméle tal guadamaña
que cayó con su porfía
cerca de unos tomellares.

Comedieta de Ponza

I
Comienza la Comedieta de Ponza

¡Oh vos, dubitantes, creed las historias
e los infortunios de los humanales,
e ved si los triunfos, honores e glorias
e grandes poderes son perpetüales!
¡Mirad los imperios e casas reales
e cómo Fortuna es superïora:
revuelve lo alto en bajo a deshora
e face a los ricos e pobres iguales!

II

Invocación
¡Oh lúcido Jove, la mi mano guía,
despierta el ingenio, aviva la mente,
el rústico modo aparta e desvía,
e torna mi lengua, de ruda, elocuente!
¡E vos, las hermanas, que cabe la fuente
de Elicón facedes continua morada,
sed todas comigo en esta jornada,
porqu’el triste caso denuncie e recuente!

III

Descripción del tiempo
Los campos e mieses ya descoloraban
e los deseados tributos rendían;
los vientos pluviosos las nubes bogaban,
e las verdes frondes el aire temían.
Dejado el stilo de los que fingían
metáforas vanas con dulce locuela,
diré lo que priso mi última cela;
e cómicos oyan si bien los oían.

IV
Al tiempo que salen al pasto o guarida
las fieras silvestres e humanidad
descansa o reposa, e la fembra ardida
libró de Oloferne la sacra cibdad,
forzada del sueño la mi libertad,
diálogo triste e fabla llorosa
firió mis orejas, e tan pavorosa
ca solo en pensarlo me vence piedad.

V
Así recordado, miré do sonaba
el clamoso duelo, e vi cuatro donas
cuyo aspecto e fabla muy bien denotaba
ser cuasi deesas o magnas personas,
vestidas de negro e, a las tres, coronas,
llamando a la muerte con tantas querellas
que dubdo si fueron tan grandes aquellas
que Ovidio toca de las tres Gorgonas.

VI
Blasón de armas

Tenían las manos sinistras firmadas
sobre sendas tarjas de rica valía,
en las cuales eran armas entalladas,
que bien demostraban su grand nombradía;
la una de perla el campo traía
con una lisonja de claro rubí;
de fina estupaza1, así mesmo vi
en ella esculpido con grand maestría,

VII
un fuerte castillo, e su finestraje
e puertas obrado de mazonería,
de zafir de oriente, que a todo visaje,
mirándolo fijo retrocedería;
e cuatro leones en torno diría
de neta matista, fieros e rompientes.
Pues, lector discreto, si d’esto algo sientes,
recordarte debe su genealogía.

VIII
La segunda tarja de un balajo ardiente
era e de amarilla gema pomelada,
cuyo nombre dije non tácitamente;
e cada cual poma con nudos ligada,
de verde carbunclo, al medio esmaltada.
La tercera e cuarta castillo e león
eran a cuarteles; e dejo el blasón,
ca nuestra materia non es comenzada.

IX
Invocación

¡Pues fabla tú, Cirra, e Nisa responda,
en el rudo pecho exhortando a pleno;
disuelva Polimia la cuerda a la sonda,
ca fondo es el lago e bajo el terreno!
Nin sé tal sentido en humano geno
que sin tal subsidio pueda colegir
tan alta materia, nin la describir,
servado el estilo con temprado freno.

X
Micer Joán Bocacio de Certaldo, ilustre poeta florentino

Aprés de las cuales vi más un varón
en hábito honesto, mas bien arreado,
e non se ignoraba la su perfección,
ca de verde lauro era coronado.
Atento escuchaba, cortés, inclinado
a la más antigua, que aquella fablaba;
quien vio las sus quejas e a quien las narraba,
de cómo ya vive soy maravillado.

XI
Fabla la serenísima reina de Aragón doña Leonor

Aquella muy manso fablaba, diciendo:
«¿Eres tú, Bocacio, aquel que tractó
de tantas materias, ca yo non entiendo
que otro poeta a ti se egualó?
¿Eres tú, Bocacio, el que copiló
los casos perversos del curso mundano?
Señor, si tú eres, apresta la mano,
que non fue ninguna semblante que yo.»

XII
Fabla la señora reina de Navarra

Al modo que cuentan los nuestros actores
que la triste nuera del rey Laumedón
narraba sus casos de acerbos dolores,
fabló la segunda, con grand turbación,
diciendo: «Poeta, non es opinión
de gentes que puedan pensar nin creer
el nuestro infortunio, nin menos saber
las causas de nuestra total perdición.»

XIII
Fabla la señora reina de Aragón reinante

Con tanta inocencia como fue traída
la fermosa virgen, de quien fabla Guido,
al triste holocausto del puerto d’Aolida,
fabló la tercera, tornada al sentido,
el cual con la fabla le era fuído,
diciendo: «Bocacio, la nuestra miseria,
si fablar quisieres, más digna materia
te ofresce de cuantas tú has escribido.»

XIV
Fabla la señora infante doña Catalina quejándose de la Fortuna e loa los oficios bajos e serviles

Non menos fermosa e más dolorida
que la Tirïana, cuando al despedir
de los ilioneos e vio recogida
la gente a las naves en son de partir,
la lengua despierta la cuarta a decir
comenzó: «Poeta, mi mala fortuna
non pienses de agora, mas desde la cuna
jamás ha cesado de me perseguir.

XV
»Humanas son tigres e fieras leonas
con nuevos cadillos, e virgo piadosa
aquella Elenesa que a las amazonas
pensó facer libres por lid sanguinosa;
tractable es Caribdi e non espantosa,
segund me contracta esta adversa rueda,
a quien non sé fuerza nin saber que pueda
foir al su curso e saña rabiosa.

XVI
»¡Benditos aquellos que con el azada
sustentan su vida e viven contentos,
e, de cuando en cuando conocen morada
e sufren pascientes las lluvias e vientos!
Ca estos non temen los sus movimientos,
nin saben las cosas del tiempo pasado,
nin de las presentes se facen cuidado,
nin las venideras do han nascimientos.

XVII
»¡Benditos aquellos que siguen las fieras
con las gruesas redes e canes ardidos,
e saben las trochas e las delanteras
e fieren del arco en tiempos debidos!
Ca estos por saña non son comovidos,
nin vana cobdicia los tiene subjectos;
nin quieren tesoros nin sienten defectos,
nin turban temores sus libres sentidos.

XVIII
»¡Benditos aquellos que cuando las flores
se muestran al mundo deciben las aves,
e fuyen las pompas e vanos honores,
e ledos escuchan sus cantos süaves!
¡Benditos aquellos qu’en pequeñas naves
siguen los pescados con pobres traínas!,
ca estos non temen las lides marinas,
nin cierra sobr’ellos Fortuna sus llaves.»

XIX
Responde Joán Bocacio a las señoras reinas e infante

«Ilustre Regine, de chui el aspecto
dimostra grand sangho e magnificencia,
io vegno d’al loco ou’e lo dilecto
e la eterna gloria e suma potenzia.
Vegno chiamato de vostra excelencia,
cha’l vostro plachire e remaricare
m’a facto si tosto partire e cuytare,
lassato lo celo a vostra obediencia.

XX
»Io vegio li vostri senbianti cotali
che ben demostrate esser molestate
di cuella Regina che fra li mortali
regi e judica, de jure e de facte.
Vejamo li casi e co que narrate,
e vostri infortunii con tanti perversi,
cha presto serano prose, rime e versi
a vostro piachire; e accio comandate.»

XXI
La narración que face la señora reina doña Leonor madre de los reyes a Joán Bocacio

E como varones de noble senado
se honran e ruegan queriendo fablar,
así se miraron de grado en grado,
non poco tardaron en se convidar.
Mas las tres callaron e dieron logar
a la más antigua que aquella fablase
e su fuerte caso por orden contase,
la cual, aceptando, comenzó a narrar:

XXII
«A mí non convienen aquellos favores
de los vanos dioses, nin los invocar,
que vos, los poetas e los oradores
llamades al tiempo de vuestro exhortar;
ca la justa causa me presta logar,
e maternal rabia me fará elocuente,
porque a ti, preclaro e varón scïente,
explique tal fecho que puedas contar.

XXIII
»De gótica sangre fui yo producida
al mundo e de línea bienaventurada,
de reyes e reinas crïada e nudrida,
e de nobles gentes servida e honrada;
e de la Fortuna así contractada
que rey en infancia me dio por marido,
católico, sabio, discreto e sentido,
de quien amadora me fizo e amada.

XXIV
»De nuestra simiente e generación 185
conviene que sepas e sus cualidades,
ca fijos e fijas de grand discreción
hobimos, e amigos de todas bondades.
Dotolos Fortuna en nuevas edades
así de sus dones que por justas leyes
en muy poco tiempo vi los cuatro reyes,
e dos titulados de asaz dignidades.»

XXV
El señor rey de Aragón

«¿Pues qué te diré del fijo primero,
cruel adversario de torpe avaricia?
Ca este se puede rey e caballero
llamar, e lucero de bello e milicia.
En este prudencia, tempranza e justicia
con grand fortaleza habitan e moran;
a este las otras virtudes adoran
bien como a Diana las dueñas de Sicia.

XXVI
»Este desd’el tiempo de su puëricia
amó las virtudes e amaron a él;
venció la pereza con esta cobdicia
e vio los preceptos del Dios Hemanuel.
Sintió las visiones de Ezequïel
con toda la ley de sacra doctrina;
pues, ¿quién sopo tanto de lengua latina?,
ca dubdo si Maro eguala con él.

XXVII
»Las sílabas cuenta e guarda el acento
producto e correpto; pues en geumetría
Euclides non hobo tan grand sentimiento,
nin fizo Atalante en astrología;
oyó los secretos de filosofía
e los fuertes pasos de naturaleza;
obtuvo el intento de la su pureza
e profundamente vio la poesía.

XXVIII
»Las sonantes cuerdas de aquel Anfïón
que fueron de Tebas muralla e arreo,
jamás no hobieron tanta perfección
como los sus cursos melifluos, yo creo.
Pues de los más sabios alguno non leo
nin jamás he visto que así los entienda;
de su grand locuela resciben emienda
los que se coronan del árbol laureo.

XXIX
»Este, deseoso de la duradera
o perpetua fama, non dubdó elegir
el alto ejercicio de vida guerrera,
que a los militantes aun face vivir;
este la su espada ha fecho sentir
al grand Africano con tanta virtud
que los pies equinos le fueron salud,
dejando los litos, fuyendo el morir.

XXX
»¿Por qué me detengo agora en fablar,
e dejo mil otras victorias primeras?
Ca este, forzando las ondas del mar,
obtuvo de Italia muy grandes riberas;
este manifiestas puso sus banderas
por todos los muros de los marsellanos;
este fue cometa de napolitanos
e sobró sus artes e cautas maneras.»

XXXI
El señor rey de Navarra

«En cuanto al primero aquí fago pausa,
non porque me faltan loores que cuente,
mas por cuanto veo prolija la causa
e pro trabajosa a mí, non scïente.
E vengo al segundo: que non tan valiente
en armas fue Ceva, nin fizo Domicio;
si Marco lo viera, dejando a Fabricio,
a él escribiera con pluma elocuente.

XXXII
»Arquiles armado non fue tan ligero,
nin fue Alexandre tal cabalgador,
jamás es fallado sinon verdadero,
egual, amoroso, cauto, sofridor;
más quiere ser dicho que honrado, honrador,
e muy más que fiero, benigno e piadoso;
este de clemencia es silla e reposo,
e de los aflictos muro e defensor.

XXXIII
»Este los selvajes siguió de Diana,
e sabe los colles de Monte Rifeo;
corrió las planezas de toda Espartana,
e los fondos valles del grand Perineo.
La selva nombrada do venció Teseo
el neptunal toro, terror de las gentes,
este la ha follado con pies diligentes,
e sobra en trabajos al muy grand Oeteo.»

XXXIV
El señor infante don Enrique

«Así del segundo me paso al tercero,
en grand fermosura egual a Absalón,
gracioso, placiente, de sentir sincero,
ardid, reposado, subjecto a razón;
non me pienso Orfeo tanta perfección
obtuvo del canto, nin tal sentimiento; 270
este de Dios solo ha fecho cimiento,
e sigue las vías del justo varón.»

XXXV
El señor infante don Pedro

«Vengamos al cuarto, segundo Magón,
estrenuo, valiente, fiero e belicoso,
magnífico, franco, de grand corazón,
gentil de persona, afable, fermoso;
su dulce semblante es tan amoroso
que non es bastante ninguna grand renta
a suplir defectos, segund él contenta
al militar vulgo, pero trabajoso.»

XXXVI
La muy magnífica señora doña María reina de Castilla

«Cuanto a los varones aquí sobreseo
e paso a la insigne mi fija primera,
de los humanales corona e arreo,
e de las Españas claror e lumbrera;
esta se demuestra, como primavera
entre todo el año, cerca las más bellas,
e cual feba lumbre entre las estrellas,
e aprés fontanas fecunda ribera.

XXXVII
»Esta de los dioses paresce engendrada,
e con las celícolas formas contiende
en egual belleza, non punto sobrada,
ca non es fallado que en ella se emiende.
Si la jerarquía en esto se ofende,
a mí non increpen, pues soy inculpable,
ca razón me fuerza e face que fable, 295
e de todo blasmo mi fablar defiende.

XXXVIII
»Esta de Sibilla del su nascimiento
fue jamás nodrida, fasta la sazón
que, como decena, por merescimiento
es ya del colegio del monte Elicón.
Esta, como fija, succede a Catón,
e siente el secreto de sus anforismos;
esta de los cielos fasta los abismos
comprende las cosas e sabe qué son.

XXXIX
»A esta consiguen las siete doncellas
que suso he tocado en otro logar,
e le van en torno bien como centellas
que salen de flama o ríos de mar:
las tres son aquellas que facen bogar
en el paraíso al ánima digna,
e las cuatro aquellas a quien la doctrina

de Cato nos manda por siempre observar.

XL
»Yo non fago dubda que si de Catulo
hobiese la lengua o virgilïana,
e me socorriesen Proporcio e Tibulo,
e Libio, escribiente la gesta romana,
atarde podría, nin Tulio, que explana
e cendra los cursos del gentil fablar,
con pluma abondosa decir e notar
cuánto de virtudes es fija cercana.»

XLI
La señora reina doña Leonor reina de Portogal

«La última fija non pienso la prea
o griega rapina fuese más fermosa,
nin fugitiva e casta Penea
tan lejos de vicios, nin más virtüosa;
la su clara fama es tan glorïosa 325
que bien es difícil en tan nueva edad
vencer las pasiones de humanidad,
e ser en bondades tanto copïosa.

XLII
»Estos, poseyendo las grandes Españas
con muchas regiones que son al poniente,
del fin de la tierra fasta las montañas
que parten los galos de la nuestra gente;
el curso celeste, que de continente
face e desface, abaja e prospera,
bien como adversario, con vuelta ligera,
firió sus poderes con plaga nuciente.»

XLIII
De cómo la señora reina madre de los reyes recuenta a Joán Bocacio algunas señales que hobo del su infortunio

«Non pienses, poeta, que ciertas señales
e sueños diversos non me demostraron
los daños futuros e vinientes males
de la real casa segund que pasaron;
que las tristes voces del búho sonaron
por todas las torres de nuestra morada,
do fue vista Iris, deesa indignada,
de quien terrescieron los que la miraron.

XLIV
»Así fatigada, turbada e cuidosa,
temiendo los fados e su poderío,
a una arboleda de frondes sombrosa,
la cual circundaba un fermoso río,
me fui por deporte, con grand atavío
de muchas señoras e dueñas notables;
e como entre aquellas hobiese de afables,
por dar cualque venia al ánimo mío,

XLV
»fablaban novelas e placientes cuentos,
e non olvidaban las antiguas gestas
do son contenidos los avenimientos
de Mares e Venus, de triunfos e fiestas;
allí las batallas eran manifiestas
de Troya e de Tebas, segund las cantaron
aquellos que Apolo se recomendaron
e dieron sus plumas a fablas honestas.

XLVI
»Allí se fablaba de Proteselao
e cómo tomara el puerto primero;
allí del oprobrio del rey Menelao,
allí de Tideo, el buen caballero,
allí de Medea, allí del Carnero,
allí de Latona, allí de Fitón,
allí de Dïana, allí de Anteón,
allí de Mercurio, sotil mensajero.

XLVII
»Allí se fablaba del monte Pernaso
e de la famosa fuente de Gorgón,
e del alto vuelo que fizo Pegaso,
contando por orden toda su razón;
e todo el engaño que fizo Sinón
allí se decía, como por enjemplo,
e de las serpientes vinientes al templo,
e cómo se priso el grand Ilïón.

XLVIII
»Allí se tocaba del gentil Narciso,
allí de Medusa, allí de Perseo,
allí maltractaban la fija de Niso,
allí memoraban la lucha de Anteo,
allí de la muerte del niño Androgeo,
allí de Pasife el testo e la glosa,
allí recitaban la saña rabiosa
e la comovida ira de Penteo.

XLIX
»Ya de los temores cesaba el combate
al ánimo aflicto, e yo reposaba
segura e quieta; de ningund rebate
nin otro infortunio ya me temoraba.
E como la lumbre febal se acostaba,
levanteme leda con mi compañía,
e por la floresta fecimos la vía
del real palacio donde yo habitaba.

L
»Mostrado se había el carro estrellado,
e la mi compaña, licencia obtenida,
el dulce reposo buscaban de grado;
e yo retraíme facia la manida,
en la cual, sobrada del sueño e vencida,
non sé si la nombre fantasma o visión,
me fue demostrada tal revelación
cual nunca fue vista nin pienso fingida.

LI
Capítulo do se recuenta el sueño de la señora reina madre de los reyes

»Yo vi de Macrobio, de Guido e Valerio
escriptos los sueños que algunos soñaron,
los cuales denotan insigne misterio,
segund los efectos que de sí mostraron;
pues oyan atentos los que se admiraron
e de tales casos ficieron mención,
ca non será menos la mi narración,
mediante las musas, que a ellos guiaron.

LII
»Obscura tiniebra tenía aquedada
la gente, en el tiempo que a mí parescía
qu’en pequeña barca me vía cercada
del lago espantoso que me combatía;
non creo las ondas de ponto Galía
ninguna otra nave así combatieron,
nin egual tormenta los teucros sintieron
al tiempo que Juno más los perseguía.

LIII
»Non vi yo a Neptuno en carro dorado
andar por el agua, como se recuenta,
cuando, de la madre de Amor implorado,
la flota dardania libró de tormenta;
mas Tetis deesa, non punto contenta,
fendida la fusta e sus oquedades,
e juntas con ella las divinidades
del mar, aumentaban la mi sobrevienta.

LIV
»Allí fueron sueltos los fijos de Equina
e de sus entrañas salían irados,
cercaban en torno toda la marina
e la navecilla de entramos los lados;
cubrían las vagas sus bajos tillados,
e Céfiro e Noto con su grand secuela
quebraban el árbol, rompían la vela,
e daban mis carnes a todos pescados.

Comedieta de Ponza

I
Comienza la Comedieta de Ponza

¡Oh vos, dubitantes, creed las historias
e los infortunios de los humanales,
e ved si los triunfos, honores e glorias
e grandes poderes son perpetüales!
¡Mirad los imperios e casas reales 5
e cómo Fortuna es superïora:
revuelve lo alto en bajo a deshora
e face a los ricos e pobres iguales!

II

Invocación
¡Oh lúcido Jove, la mi mano guía,
despierta el ingenio, aviva la mente,
el rústico modo aparta e desvía,
e torna mi lengua, de ruda, elocuente!
¡E vos, las hermanas, que cabe la fuente
de Elicón facedes continua morada,
sed todas comigo en esta jornada,
porqu’el triste caso denuncie e recuente!

III

Descripción del tiempo
Los campos e mieses ya descoloraban
e los deseados tributos rendían;
los vientos pluviosos las nubes bogaban,
e las verdes frondes el aire temían. 20
Dejado el stilo de los que fingían
metáforas vanas con dulce locuela,
diré lo que priso mi última cela;
e cómicos oyan si bien los oían.

IV
Al tiempo que salen al pasto o guarida
las fieras silvestres e humanidad
descansa o reposa, e la fembra ardida
libró de Oloferne la sacra cibdad,
forzada del sueño la mi libertad,
diálogo triste e fabla llorosa
firió mis orejas, e tan pavorosa
ca solo en pensarlo me vence piedad.

V
Así recordado, miré do sonaba
el clamoso duelo, e vi cuatro donas
cuyo aspecto e fabla muy bien denotaba
ser cuasi deesas o magnas personas,
vestidas de negro e, a las tres, coronas,
llamando a la muerte con tantas querellas
que dubdo si fueron tan grandes aquellas
que Ovidio toca de las tres Gorgonas.

VI
Blasón de armas

Tenían las manos sinistras firmadas
sobre sendas tarjas de rica valía,
en las cuales eran armas entalladas,
que bien demostraban su grand nombradía;
la una de perla el campo traía
con una lisonja de claro rubí;
de fina estupaza1, así mesmo vi
en ella esculpido con grand maestría,

VII
un fuerte castillo, e su finestraje
e puertas obrado de mazonería,
de zafir de oriente, que a todo visaje,
mirándolo fijo retrocedería;
e cuatro leones en torno diría
de neta matista, fieros e rompientes.
Pues, lector discreto, si d’esto algo sientes,
recordarte debe su genealogía.

VIII
La segunda tarja de un balajo ardiente
era e de amarilla gema pomelada,
cuyo nombre dije non tácitamente;
e cada cual poma con nudos ligada,
de verde carbunclo, al medio esmaltada.
La tercera e cuarta castillo e león
eran a cuarteles; e dejo el blasón,
ca nuestra materia non es comenzada.

IX
Invocación

¡Pues fabla tú, Cirra, e Nisa responda,
en el rudo pecho exhortando a pleno;
disuelva Polimia la cuerda a la sonda,
ca fondo es el lago e bajo el terreno!
Nin sé tal sentido en humano geno
que sin tal subsidio pueda colegir
tan alta materia, nin la describir,
servado el estilo con temprado freno.

X
Micer Joán Bocacio de Certaldo, ilustre poeta florentino

Aprés de las cuales vi más un varón
en hábito honesto, mas bien arreado,
e non se ignoraba la su perfección,
ca de verde lauro era coronado.
Atento escuchaba, cortés, inclinado
a la más antigua, que aquella fablaba;
quien vio las sus quejas e a quien las narraba,
de cómo ya vive soy maravillado.

XI
Fabla la serenísima reina de Aragón doña Leonor

Aquella muy manso fablaba, diciendo:
«¿Eres tú, Bocacio, aquel que tractó
de tantas materias, ca yo non entiendo
que otro poeta a ti se egualó?
¿Eres tú, Bocacio, el que copiló
los casos perversos del curso mundano?
Señor, si tú eres, apresta la mano,
que non fue ninguna semblante que yo.»

XII
Fabla la señora reina de Navarra

Al modo que cuentan los nuestros actores
que la triste nuera del rey Laumedón 90
narraba sus casos de acerbos dolores,
fabló la segunda, con grand turbación,
diciendo: «Poeta, non es opinión
de gentes que puedan pensar nin creer
el nuestro infortunio, nin menos saber
las causas de nuestra total perdición.»

XIII
Fabla la señora reina de Aragón reinante

Con tanta inocencia como fue traída
la fermosa virgen, de quien fabla Guido,
al triste holocausto del puerto d’Aolida,
fabló la tercera, tornada al sentido,
el cual con la fabla le era fuído,
diciendo: «Bocacio, la nuestra miseria,
si fablar quisieres, más digna materia
te ofresce de cuantas tú has escribido.»

XIV
Fabla la señora infante doña Catalina quejándose de la Fortuna e loa los oficios bajos e serviles

Non menos fermosa e más dolorida
que la Tirïana, cuando al despedir
de los ilioneos e vio recogida
la gente a las naves en son de partir,
la lengua despierta la cuarta a decir
comenzó: «Poeta, mi mala fortuna
non pienses de agora, mas desde la cuna
jamás ha cesado de me perseguir.

XV
»Humanas son tigres e fieras leonas
con nuevos cadillos, e virgo piadosa
aquella Elenesa que a las amazonas
pensó facer libres por lid sanguinosa;
tractable es Caribdi e non espantosa,
segund me contracta esta adversa rueda,
a quien non sé fuerza nin saber que pueda
foir al su curso e saña rabiosa.

XVI
»¡Benditos aquellos que con el azada
sustentan su vida e viven contentos,
e, de cuando en cuando conocen morada
e sufren pascientes las lluvias e vientos!
Ca estos non temen los sus movimientos,
nin saben las cosas del tiempo pasado,
nin de las presentes se facen cuidado,
nin las venideras do han nascimientos.

XVII
»¡Benditos aquellos que siguen las fieras
con las gruesas redes e canes ardidos,
e saben las trochas e las delanteras
e fieren del arco en tiempos debidos!
Ca estos por saña non son comovidos,
nin vana cobdicia los tiene subjectos;
nin quieren tesoros nin sienten defectos,
nin turban temores sus libres sentidos.

XVIII
»¡Benditos aquellos que cuando las flores
se muestran al mundo deciben las aves,
e fuyen las pompas e vanos honores,
e ledos escuchan sus cantos süaves!
¡Benditos aquellos qu’en pequeñas naves
siguen los pescados con pobres traínas!,
ca estos non temen las lides marinas,
nin cierra sobr’ellos Fortuna sus llaves.»

XIX
Responde Joán Bocacio a las señoras reinas e infante

«Ilustre Regine, de chui el aspecto
dimostra grand sangho e magnificencia,
io vegno d’al loco ou’e lo dilecto
e la eterna gloria e suma potenzia.
Vegno chiamato de vostra excelencia,
cha’l vostro plachire e remaricare
m’a facto si tosto partire e cuytare,
lassato lo celo a vostra obediencia.

XX
»Io vegio li vostri senbianti cotali
che ben demostrate esser molestate
di cuella Regina che fra li mortali 155
regi e judica, de jure e de facte.
Vejamo li casi e co que narrate,
e vostri infortunii con tanti perversi,
cha presto serano prose, rime e versi
a vostro piachire; e accio comandate.»

XXI
La narración que face la señora reina doña Leonor madre de los reyes a Joán Bocacio

E como varones de noble senado
se honran e ruegan queriendo fablar,
así se miraron de grado en grado,
non poco tardaron en se convidar.
Mas las tres callaron e dieron logar
a la más antigua que aquella fablase
e su fuerte caso por orden contase,
la cual, aceptando, comenzó a narrar:

XXII
«A mí non convienen aquellos favores
de los vanos dioses, nin los invocar,
que vos, los poetas e los oradores
llamades al tiempo de vuestro exhortar;
ca la justa causa me presta logar,
e maternal rabia me fará elocuente,
porque a ti, preclaro e varón scïente,
explique tal fecho que puedas contar.

XXIII
»De gótica sangre fui yo producida
al mundo e de línea bienaventurada,
de reyes e reinas crïada e nudrida,
e de nobles gentes servida e honrada;
e de la Fortuna así contractada
que rey en infancia me dio por marido,
católico, sabio, discreto e sentido,
de quien amadora me fizo e amada.

XXIV
»De nuestra simiente e generación
conviene que sepas e sus cualidades,
ca fijos e fijas de grand discreción
hobimos, e amigos de todas bondades.
Dotolos Fortuna en nuevas edades
así de sus dones que por justas leyes
en muy poco tiempo vi los cuatro reyes,
e dos titulados de asaz dignidades.»

XXV
El señor rey de Aragón

«¿Pues qué te diré del fijo primero,
cruel adversario de torpe avaricia?
Ca este se puede rey e caballero
llamar, e lucero de bello e milicia.
En este prudencia, tempranza e justicia
con grand fortaleza habitan e moran;
a este las otras virtudes adoran
bien como a Diana las dueñas de Sicia.

XXVI
»Este desd’el tiempo de su puëricia
amó las virtudes e amaron a él;
venció la pereza con esta cobdicia
e vio los preceptos del Dios Hemanuel.
Sintió las visiones de Ezequïel
con toda la ley de sacra doctrina;
pues, ¿quién sopo tanto de lengua latina?,
ca dubdo si Maro eguala con él.

XXVII
»Las sílabas cuenta e guarda el acento
producto e correpto; pues en geumetría
Euclides non hobo tan grand sentimiento,
nin fizo Atalante en astrología;
oyó los secretos de filosofía
e los fuertes pasos de naturaleza;
obtuvo el intento de la su pureza
e profundamente vio la poesía.

XXVIII
»Las sonantes cuerdas de aquel Anfïón
que fueron de Tebas muralla e arreo,
jamás no hobieron tanta perfección
como los sus cursos melifluos, yo creo. 0
Pues de los más sabios alguno non leo
nin jamás he visto que así los entienda;
de su grand locuela resciben emienda
los que se coronan del árbol laureo.

XXIX
»Este, deseoso de la duradera
o perpetua fama, non dubdó elegir
el alto ejercicio de vida guerrera,
que a los militantes aun face vivir;
este la su espada ha fecho sentir
al grand Africano con tanta virtud
que los pies equinos le fueron salud,
dejando los litos, fuyendo el morir.

XXX
»¿Por qué me detengo agora en fablar,
e dejo mil otras victorias primeras?
Ca este, forzando las ondas del mar,
obtuvo de Italia muy grandes riberas;
este manifiestas puso sus banderas
por todos los muros de los marsellanos;
este fue cometa de napolitanos
e sobró sus artes e cautas maneras.»

XXXI
El señor rey de Navarra

«En cuanto al primero aquí fago pausa,
non porque me faltan loores que cuente,
mas por cuanto veo prolija la causa
e pro trabajosa a mí, non scïente.
E vengo al segundo: que non tan valiente
en armas fue Ceva, nin fizo Domicio;
si Marco lo viera, dejando a Fabricio,
a él escribiera con pluma elocuente.

XXXII
»Arquiles armado non fue tan ligero,
nin fue Alexandre tal cabalgador,
jamás es fallado sinon verdadero,
egual, amoroso, cauto, sofridor;
más quiere ser dicho que honrado, honrador,
e muy más que fiero, benigno e piadoso;
este de clemencia es silla e reposo,
e de los aflictos muro e defensor.

XXXIII
»Este los selvajes siguió de Diana,
e sabe los colles de Monte Rifeo;
corrió las planezas de toda Espartana,
e los fondos valles del grand Perineo.
La selva nombrada do venció Teseo
el neptunal toro, terror de las gentes,
este la ha follado con pies diligentes,
e sobra en trabajos al muy grand Oeteo.»

XXXIV
El señor infante don Enrique

«Así del segundo me paso al tercero,
en grand fermosura egual a Absalón,
gracioso, placiente, de sentir sincero,
ardid, reposado, subjecto a razón;
non me pienso Orfeo tanta perfección
obtuvo del canto, nin tal sentimiento;
este de Dios solo ha fecho cimiento,
e sigue las vías del justo varón.»

XXXV
El señor infante don Pedro

«Vengamos al cuarto, segundo Magón,
estrenuo, valiente, fiero e belicoso,
magnífico, franco, de grand corazón,
gentil de persona, afable, fermoso;
su dulce semblante es tan amoroso
que non es bastante ninguna grand renta
a suplir defectos, segund él contenta
al militar vulgo, pero trabajoso.»

XXXVI
La muy magnífica señora doña María reina de Castilla

«Cuanto a los varones aquí sobreseo
e paso a la insigne mi fija primera,
de los humanales corona e arreo,
e de las Españas claror e lumbrera;
esta se demuestra, como primavera
entre todo el año, cerca las más bellas,
e cual feba lumbre entre las estrellas,
e aprés fontanas fecunda ribera.

XXXVII
»Esta de los dioses paresce engendrada,
e con las celícolas formas contiende
en egual belleza, non punto sobrada,
ca non es fallado que en ella se emiende.
Si la jerarquía en esto se ofende,
a mí non increpen, pues soy inculpable,
ca razón me fuerza e face que fable,
e de todo blasmo mi fablar defiende.

XXXVIII
»Esta de Sibilla del su nascimiento
fue jamás nodrida, fasta la sazón
que, como decena, por merescimiento
es ya del colegio del monte Elicón.
Esta, como fija, succede a Catón,
e siente el secreto de sus anforismos;
esta de los cielos fasta los abismos
comprende las cosas e sabe qué son.

XXXIX
»A esta consiguen las siete doncellas
que suso he tocado en otro logar,
e le van en torno bien como centellas
que salen de flama o ríos de mar:
las tres son aquellas que facen bogar
en el paraíso al ánima digna,
e las cuatro aquellas a quien la doctrina
de Cato nos manda por siempre observar.

XL
»Yo non fago dubda que si de Catulo
hobiese la lengua o virgilïana,
e me socorriesen Proporcio e Tibulo,
e Libio, escribiente la gesta romana,
atarde podría, nin Tulio, que explana
e cendra los cursos del gentil fablar,
con pluma abondosa decir e notar
cuánto de virtudes es fija cercana.»

XLI
La señora reina doña Leonor reina de Portogal

«La última fija non pienso la prea
o griega rapina fuese más fermosa,
nin fugitiva e casta Penea
tan lejos de vicios, nin más virtüosa;
la su clara fama es tan glorïosa
que bien es difícil en tan nueva edad
vencer las pasiones de humanidad,
e ser en bondades tanto copïosa.

XLII
»Estos, poseyendo las grandes Españas
con muchas regiones que son al poniente,
del fin de la tierra fasta las montañas
que parten los galos de la nuestra gente;
el curso celeste, que de continente
face e desface, abaja e prospera,
bien como adversario, con vuelta ligera,
firió sus poderes con plaga nuciente.»

XLIII
De cómo la señora reina madre de los reyes recuenta a Joán Bocacio algunas señales que hobo del su infortunio

«Non pienses, poeta, que ciertas señales
e sueños diversos non me demostraron
los daños futuros e vinientes males
de la real casa segund que pasaron;
que las tristes voces del búho sonaron
por todas las torres de nuestra morada,
do fue vista Iris, deesa indignada,
de quien terrescieron los que la miraron.

XLIV
»Así fatigada, turbada e cuidosa,
temiendo los fados e su poderío,
a una arboleda de frondes sombrosa,
la cual circundaba un fermoso río,
me fui por deporte, con grand atavío
de muchas señoras e dueñas notables;
e como entre aquellas hobiese de afables,
por dar cualque venia al ánimo mío,

XLV
»fablaban novelas e placientes cuentos,
e non olvidaban las antiguas gestas
do son contenidos los avenimientos
de Mares e Venus, de triunfos e fiestas;
allí las batallas eran manifiestas
de Troya e de Tebas, segund las cantaron
aquellos que Apolo se recomendaron
e dieron sus plumas a fablas honestas.

XLVI
»Allí se fablaba de Proteselao
e cómo tomara el puerto primero;
allí del oprobrio del rey Menelao,
allí de Tideo, el buen caballero,
allí de Medea, allí del Carnero,
allí de Latona, allí de Fitón,
allí de Dïana, allí de Anteón,
allí de Mercurio, sotil mensajero.

XLVII
»Allí se fablaba del monte Pernaso
e de la famosa fuente de Gorgón,
e del alto vuelo que fizo Pegaso,
contando por orden toda su razón;
e todo el engaño que fizo Sinón
allí se decía, como por enjemplo,
e de las serpientes vinientes al templo,
e cómo se priso el grand Ilïón.

XLVIII
»Allí se tocaba del gentil Narciso,
allí de Medusa, allí de Perseo,
allí maltractaban la fija de Niso,
allí memoraban la lucha de Anteo,
allí de la muerte del niño Androgeo,
allí de Pasife el testo e la glosa,
allí recitaban la saña rabiosa
e la comovida ira de Penteo.

XLIX
»Ya de los temores cesaba el combate
al ánimo aflicto, e yo reposaba
segura e quieta; de ningund rebate
nin otro infortunio ya me temoraba.
E como la lumbre febal se acostaba,
levanteme leda con mi compañía,
e por la floresta fecimos la vía
del real palacio donde yo habitaba.

L
»Mostrado se había el carro estrellado,
e la mi compaña, licencia obtenida,
el dulce reposo buscaban de grado;
e yo retraíme facia la manida,
en la cual, sobrada del sueño e vencida,
non sé si la nombre fantasma o visión,
me fue demostrada tal revelación
cual nunca fue vista nin pienso fingida.

LI
Capítulo do se recuenta el sueño de la señora reina madre de los reyes

»Yo vi de Macrobio, de Guido e Valerio
escriptos los sueños que algunos soñaron,
los cuales denotan insigne misterio,
segund los efectos que de sí mostraron;
pues oyan atentos los que se admiraron
e de tales casos ficieron mención,
ca non será menos la mi narración,
mediante las musas, que a ellos guiaron.

LII
»Obscura tiniebra tenía aquedada
la gente, en el tiempo que a mí parescía
qu’en pequeña barca me vía cercada
del lago espantoso que me combatía;
non creo las ondas de ponto Galía
ninguna otra nave así combatieron,
nin egual tormenta los teucros sintieron
al tiempo que Juno más los perseguía.

LIII
»Non vi yo a Neptuno en carro dorado
andar por el agua, como se recuenta,
cuando, de la madre de Amor implorado,
la flota dardania libró de tormenta;
mas Tetis deesa, non punto contenta,
fendida la fusta e sus oquedades,
e juntas con ella las divinidades
del mar, aumentaban la mi sobrevienta.

LIV
»Allí fueron sueltos los fijos de Equina
e de sus entrañas salían irados,
cercaban en torno toda la marina
e la navecilla de entramos los lados;
cubrían las vagas sus bajos tillados,
e Céfiro e Noto con su grand secuela
quebraban el árbol, rompían la vela,
e daban mis carnes a todos pescados.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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