Confieso me he sentido algo aliviado sabiendo que yo soy un ser vulgar, que debo de aprender a caminar mirando con cuidado a cada lado pues puedo tropezar.
Si dios me hubiera hecho de otra pasta, -pongamos que yo fuera de resina-, de algún que otro color de plastilina o incluso otra materia que se aplasta.
Hola niños, yo soy Gloria, la que perdió la memoria que guardaba en su zurrón, pegó un mordisco al turròn creyendo era zanahoria y allí quedaron sus piños...
Pues que dios no es tan bueno como dicen, -yo hace un tiempo que no me chupo el dedo-. Ya no sirve de nada metan miedo pues debieran saber los que bendicen que nunca anduve ciego.
Dentro de poco se dirá que fuiste, -el pasado es un algo que se acaba-, que sale a navegar y no resiste. Se sabe a ciencia cierta que no huiste pues viste como el agua ya achicaba.
Yo soy la ley y el orden, soy quien manda, un caballero andante en la porfía, aquel que sale al quite cada día, el más listo y marchoso de la panda. Yo soy la ley, permitan que me ría.
Yo siempre voy conmigo y con mi sombra y a veces, si no hay luz, sólo conmigo, y trato y de entenderme no consigo, no paro de buscar bajo la alfombra al sueño que persigo.
Yo creo en la bondad del ser humano, mas ¿qué digo creer?, mejor, creía, la culpa es de un sujeto, de un rumano que el móvil me ha arrancado de la mano en tanto que noticias yo leía.
Es España. Es Madrid, Y esto es agosto. Hay fiestas en los pueblos. La alegría se expresa libremente cada día aflorando sonrisas en el rostro como en Andalucía.
Llevo mi alforja al hombro y sus serones que están hechos de esparto, en ambos emociones yo reparto, mis vicios, mis recelos, mis pasiones, y algunos que desecho, que estoy harto.
Andaba tan campante en bicicleta mirando ensimismado aquel paisaje, gozando placentero de ese viaje cuando un punzón clavóse en mi bragueta llevando a tambalearme a la cuneta...