EL MUNDO INFELIZ [Mi poema]
Esther Ramón [Poeta sugerido]

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MI POEMA …de medio pelo

 

Y un día ha de venir, yo estoy seguro,
en que el mundo espabile y se despierte
y se plante sin miedo ante la muerte
y atienda a la razón tejiendo un muro.

Y esto ha de ser así de aquí a cien años,
quizás, no sé, posiblemente mil,
mas un día vendrá ese mes de abril
y el mundo seguirá con sus engaños.

Infelices los hombres vivirán
mucho tiempo. Y gracias a la ciencia
cada uno luchará por su presencia
más todos en el mundo no cabrán.

Los niños nacerán con su Tartessos,
los viejos ya dirán cual es la edad
dependiendo del sitio y la ciudad
en que pasen a ser meros pellejos.

Habrá borregos, muchos, un montón
más o menos como ahora pero más
y entre tanto pervivir tú te ahogarás
en las flemas de una inútil reflexión.
©donaciano bueno

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Hay muchos otros que se me adelantaron previendo lo que ha de ser el mundo del futuro. Entre otros un tal Aldous Huxley en su famoso libro Un mundo feliz. 

MI POETA SUGERIDO:  Esther Ramón

Distancia

Tensa la cuerda alrededor sin forzar
el delicado resorte de su ala
enferma y tira despacio hasta
depositarla en el primer alféizar,
que se aleje ahora de la casa y mire
de frente las nubes a su alcance y los
postes eléctricos y los
jardines.

Sacrificio

Apetitosos insectos
para liberar sus patas
de las fauces de piedra.

Cascar caparazones
y extraer con la cuchara,
servir sobre grandes hojas.

Recoger. Flores. Hierba.

Cuchillos verdes para los
insaciables lagartos
de quietud.

Deshielo

No tengas miedo
de mirar por mis ojos.
Me dijo la serpiente.
Fluye, fluye como la muerte,
Mira cómo mi piel se desprende
contra la corteza,
Ven, deja que te coma,
arrastra mis escamas,
entra.

Asómate y cae, olvida tus brazos,
en el agua eres una piedra
que fluye, fluye como la muerte.
Ven. Expulsa el aire y la tierra
del cuerpo y derrámate
en el camino sin piernas,
las hojas se pegan a tu piel
viscosa: ahora eres una
rama que se desliza.

Paseas por el bosque envenenado.

No tengas miedo.

Parirás un insecto afilado y seco,
un saltamontes sin forma
que atraviesa, sin rozarlo, el sendero,
que sobrevuela las ramas tiernas,
que se posa en los troncos
tocados por el rayo.

No tengas miedo
de mirar por mis ojos.

Me dijo la serpiente.

Tus manos, tus pies son
una bandada de cigarras que
asolarán el lago embarrado
antes de desaparecer entre
el humo de los enjambres.

Entonces nos arrastraremos.
Baja la cortina y mira
la ventana oscurecida,
ya no hay árboles sino
sombras que podrían ser
cuerpos en la pradera que
se enfría.

Baja los párpados: los cuerpos
son letras que atrapas
con tu lengua precisa,
con mi lengua, y al tragarlas
nos duplican y hacen pesado
el camino.
Las escupimos en cada matojo,
en cada madriguera.

El bosque se llena con las voces de los muertos.

Escucha. Escúchalos.

La canción sin gargantas penetra
nuestros poros congelados lejos
de las últimas cabañas derramo

la marea quebradiza de tus pasos

reptando en círculo sobre las ortigas.

Ven. No tengas miedo

de mirar por mis ojos.

Me dijo la serpiente.

Fluye como la muerte.

Dinamita

Explosión del cigarro que espera,
piedra anciana en el desfiladero,
almohada, boca abierta.

Date la vuelta.

Gato blanco cruzando,
mismo lago,
misma madera desprendida,
duerme al sol de las lanzas:
el ruido, la cascada.

Baja el escalón.

Llegará la patada en la puerta
abierta, llegará la patada en
la puerta abierta, llegará,
la patada, en la puerta.

Cuidado.

Abejas en la comida de la comadreja.

Calla

Bebedizo

Probando el sabor de la saliva animal.
De un gato. La saliva de un perro.
Olisqueando el pienso de las gallinas.
Libando sus abrevaderos de gallina.
Durmiendo en sus palos.

La figura que corre. Y enfoca.

Despertando en la cueva del oso
despellejado.
Calzando la piel muerta.
El bosque es una rama llena de bayas
llenas de veneno.
Pujando en el mercado de los viejos.
Tentándoles las carnes.
Palpando sus dientes falsos
con los dedos.

Una mujer. Va a saltar.

Bajando hasta abrirlas. Desnudando
con las manos llenas de tierra.
Clavando la nariz en las axilas,
en el sexo. Conteniendo
la respiración
sobre sus mandíbulas.
Rastreando alientos.
Escalando para estrellar en la roca
los huevos de los buitres.
Para callar a sus polluelos.

No hay nadie detrás. Delante no hay tiempo.

Tragando pequeños animales.
Animales vivos como arañas
o murciélagos.
Sintiéndoles comer.
La arena es una larva
entre la ropa es una
linterna.

Rascando la madera podrida
de los barcos,
Mordiendo tiras de acero.
Royendo los cristales
de las tiendas de música.
Bebiendo agua salada.
Boca abajo.
No chocamos no atravesó.

Vomitando.

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Carpe Noctem

No hay futuro, no hay más pasado,
ni raíces ni frutos, flores pasajeras sólo.
Túmbate tranquila, túmbate tranquila y la noche perdurará,
silenciosa y oscura, no por un espacio de horas,
sino eternamente. Déjame olvidar
todo menos tu perfume, todas las noches menos ésta,
la pena, el infructuoso llanto, el pesar.
Sólo túmbate tranquila: este lánguido y suave embeleso
florecerá al borde del sueño y se esparcirá,
hasta que no haya nada más que tú y yo
abrazados en un silencio intemporal. Pero como
el que, condenado a morir, por la mañana estará muerto,
yo sé, aunque la noche parezca eterna, que el cielo
antes que el sol del mañana pronto se iluminará.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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