1.MADRILEÑO [Poema del Editor]
2.Amable Arias [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)

MI POEMA …de medio pelo

Nacer aquí o allí, cuestión de suerte,
lo mismo que es ser alto o ser pequeño,
luchar y no morir en el empeño,
ser agua dulce y suave y no aguafuerte,
Madrid, sin ser de aquí ser madrileño.

Que aquí todos se sienten como en casa
así sea el lugar que hayan nacido,
por todos los vecinos bienvenido,
si suena diferente toma a guasa
pues que él siempre se muestra agradecido.

Madrid está al alcance de cualquiera
que quiera aquí venir a trabajar
cuidando el medio ambiente. Y disfrutar
del ocio y la cultura que le espera
sin nadie por su origen preguntar.

Amable, respetuoso, complaciente
con todo lo que encuentra alrededor,
no importa ni el idioma ni el color,
que aquí la libertad se hace presente,
Madrid, ser madriñeño es un honor.  —

Y es que ser madrileño es una flor
del que gozan algunos bendecidos
por la gracia de Dios. Y agradecidos
reparten de este mundo alrededor
la suerte al elegir de haber tenido.

Quien viene hasta Madrid cumple su anhelo
Madrid y un paso más tocando el cielo.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Amable Arias

El niño judío sin patitas.

Un duende: ¡Oh, qué sueño!
Un enanito de Blancanieves: ¡Oh, qué sueño tengo!
El enanito Don Sebastián de Morra: ¡Oh, qué sueño tengo!
Un momo: ¡Oh, qué sueño!
Una enanita, Mari Bárbola: ¡Oh, qué sueño tengo!
El enanito Don Juan Filiberto de Asturias: ¡Oh, qué sueño tengo!
Luis XIII, junto a él un enanito duerme en su cuello y otro tiene un cuchillo.
La Cenicienta: ¡Oh, qué sueño tengo!
El Lazarillo de Tormes: ¡Oh, qué sueño tengo!
El enanito pinchaúvas y el comenueces: ¡Oh, qué sueño tengo!
Y la enanita María Pineda: ¡Oh, qué sueño!
El enanito Ernst Bloch, feo, con gafas: ¡Oh, qué sueño tengo!
El enanito esdrújulo: ¡Oh, qué sueño tengo!
El niño judío sin patitas: ¡Oh, qué sueño tengo!
Los siete niños de Écija:
¡Oh, qué sueño tengo!
7 veces

Hojas sueltas.

Sólo la noche es habitable.
Cuando sale la luna el mundo es bueno, el perro ladra,
tan de perro que el aullido es sonoro. El refugio de Wols…
La noche,
en ella nos hacemos fantasmas tiritantes
lóbregos y suaves de los sueños palpitantes del no-serán
serenos y atormentados, pero vivos.
Por un momento somos algo que fuimos,
como si fuéramos mañana lo posible que aún hoy somos.
Es un tiempo, trozo pequeño, cúbico, y en él estamos eternamente,
y eternamente seremos ya, por haberlo sido un segundo.
Un segundo que está más allá de todas las nadas
y de todos los no-seres,
y en él no caben los fracasos, la miseria, la muerte, el fascismo y el tirano.
El individuo se hace genial, se estira como chicle y
se hace nudo eterno de hombre, de ser.
Y se positiviza y
rescata todo el infierno, hasta las jaulas de tigre de los presos de Vietnam.
Tu loca muerte
tu sangría mirada
tus ojos venenosos
tu zarpa sanguinaria.

Doy mi angustia al día y a la noche doy mi voz.
La angustia desinfla mi voz.
Una pausa.
Silencio y muerte. Sadismo. Castración y culpa.
Pompa florida y cresta en abanico, causa de sueño.
Soy la zozobra de la generación segunda.

Me estremezco.
Un millón de miles de muertos deambulan, hacen chistes y babean.
Sus cuerpos híbridos,
terribles tormentos que nadie conoce, ni a nadie importan.
Tortura en el asilado mundo de cada individuo.

Sobre este cementerio alzo mi voz afligida, voz provocativa y peligrosa.
Y sonora, ella rueda por el ancho mundo maldiciendo vengadora.
Estuve presente con mi canto nocturno.

De la madreselva en flor. Poemas.

Homenaje al indio Gerónimo

De pie eréctil granito marrón sobre la pradera
estás eternamente acusando a la vieja historia americana
llamada nueva.
El tiempo de poema es propio y mío y lo hago como quiero.
Gerónimo en su caballo se rompe en prismas de colores
pero yo recojo los trozos del papel y te recompongo de nuevo victorioso,
héroe infantil de las fábulas
te recompongo para siempre
adulto para los hombres de siempre.
Gerónimo será siempre el héroe de la
inmortalidad histórica contra la barbarie americana
contra todos los blancos.
Lloraré un rato junto al almirez del pasillo
y galoparás por mi sangre roja
sobre el prado verde de mi alfombra.

El busto con pátina dorada.

La luna en mi palma
se echó
lunas de plata bruñidas con vinagre y sidol
alumbrad siempre en ese
cielo
azul,
alumbrad la noche, la juventud
alumbrad mis ojos abiertos
y después muertos,
no os desprendáis del alto
cielo
ciego.
Tendría que mandar coser
ese roto y el hilo
hoy anda escaso.

Poemas a Lourdes.

Seré siempre en tu conciencia
el enigma sin resolver.
Yo tendré siempre contigo un tiempo muerto,
tú, lo mismo,
una losa negra en tu devenir.
Amable

Luis López Anglada

El otoño de Madrid

y aunque falto de encinas, te respiro
bebiéndole los vientos al Retiro
y al oro del crepúsculo en Rosales.
Con otoños románticos prevales
para permanecer en el suspiro.
¿Dónde vamos, Madrid? A octubre miro
y con sabor de soledad me sales.
Mientras el corazón amarillea
la tarde, que no el cuerpo, me pasea
por las tranquilidades del palacio.
Todo se finge rápido y urgente,
pero yo te recorro lentamente
que las cosas del alma van despacio.

El ceutí Luis López Anglada, que de 1969 a 1972 ocupó el cargo de secretario del Ateneo de Madrid, dibujó en estos versos su percepción del otoño madrileño, tan peculiar y único. Madrid, si tanto tienes tanto vales.

Bio de autores en esta página

"No están todos los que son pero son todos los que están."

  • : Autor invitado

    Luis López Anglada (1919-2007) fue un escritor y militar español. Nació en Ceuta y se jubiló con el grado de coronel en 1985. A lo largo de su vida, combinó su carrera militar con una prolífica trayectoria literaria.

    Nacido en una familia de militares, su padre, un comandante de Infantería, le inculcó el interés por la literatura. Estudió bachillerato en Valladolid e inició la carrera de Filosofía y Letras, que abandonó para unirse a la Academia de Infantería en Zaragoza.

    Como escritor, fue autor de más de sesenta libros de poesía, ensayo, biografía, antologías y crítica de arte. Recibió numerosos premios literarios, entre los que destacan el Premio Nacional de Literatura en 1961 por su libro Contemplación de España, el Premio Boscán, el Ciudad de Barcelona de Poesía Castellana, el Francisco de Quevedo, el Antonio Machado y el Ausiàs March. En 1985, el mismo año de su jubilación, recibió un accésit del Premio de Poesía Rafael Morales, premio que ganaría una década después.

    Fue académico correspondiente de la Academia Hispano-Americana de Cádiz y de la de Bellas Artes de Valladolid. También perteneció a la Academia de Juglares de Fontiveros (Ávila). Además, fue hijo adoptivo de varias ciudades y pueblos. De 1969 a 1972, ejerció como secretario del Ateneo de Madrid.

    En 1946, se casó en Valladolid con María Guerra Vozmediano, también autora de dos libros de poemas. Tuvieron diez hijos.

    Falleció en Madrid el 3 de enero de 2007 a los 87 años. En la actualidad, el Ayuntamiento de Burgohondo (Ávila) entrega un premio anual de poesía en su honor.

    Ver entradas Bueno Diez
  • Amable Arias (1927-1984) fue un destacado pintor y escritor español, nacido en Bembibre del Bierzo (León) y afincado en San Sebastián desde niño.

    A los nueve años, en 1936, sufrió un grave accidente en el que un vagón de tren lo aplastó contra un muro, lo que le provocó una cojera y le obligó a someterse a catorce operaciones hasta los catorce años. Este accidente marcó su vida y su obra, y las secuelas en los riñones le causarían la muerte en 1984.

    Su formación fue autodidacta. En 1956 pintó sus primeros óleos y en 1958 realizó su primera exposición individual. Pese a que se había criado en un ambiente católico, ya en esta época había desterrado cualquier idea religiosa. En 1963, su exposición "Espacios Vacíos", en la que colgó cinco marcos vacíos, causó un gran revuelo en San Sebastián, lo que le valió la reputación de artista "marginal" y "maldito".

    Fue uno de los miembros fundadores del grupo de vanguardia vasca GAUR en 1966, junto a artistas como Oteiza y Chillida, aunque se separó de él poco después.

    Además de su obra pictórica, Amable Arias se dedicó a la escritura, explorando varios géneros y dejando más de 300 escritos. Su obra escrita incluye poemas fonéticos, ensayos poéticos y musicales, y el poemario "Encantamiento y desencantamiento". Su obra en general, tanto pictórica como escrita, se caracteriza por una búsqueda personal y una expresión del "yo". Hacia el final de su vida, se autoaisló del entorno artístico, concentrándose en su obra. Murió en 1984 a los 56 años a causa de un coma urémico por fallo renal.

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