QUE VIVA LA VIDA [Mi poema] Martín López-Vega [Mi poeta sugerido]
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MI POEMA…de medio pelo |
Nacer para morir. Inevitable. Nacer para morir, impertinente Morir, ¿a qué morir? Viva la vida, Vivir cada minuto, a cada instante Vivir como si ná, como si nada, |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Martín López-Vega
PARA EL TIEMPO QUE VENDRÁ
Para el tiempo que vendrá
burilamos nuestra huella,
para que sobre ella pise
y la borre,
para el tiempo que vendrá
y nos conocerá por un libro de estampas
en las que buscará a los audaces,
a los libertos, a los abnegados,
y en las hileras de iguales acomodados
reparará apenas en un estilo, en un peinado,
un motivo de risa repetida
a costa de quienes sus afanes empeñaron
en vanos prestigios fugaces;
para el tiempo que vendrá
a descubrir ruinas nuevas que revelarán
nuestros equívocos sobre el pasado,
y habrá hecho de nuestra lengua
una jerigonza deliciosa en la que hablar
de cosas prodigiosas que nunca hubiéramos soñado,
para el tiempo que vendrá y querrá saber
cómo nos amamos, el motivo de nuestro sufrimiento
y en qué nos distinguimos del triste rebaño,
para el tiempo que vendrá a culparnos
mientras nos imita, para ese tiempo también nuestro.
CAFFÈ GOTICO
(Via della Stelletta)
Soy un animal propenso a la elegía. Debe existir
alguna taxonomía que me clasifique. He aquí
el mantra silencioso del Pantheon desde hace siglos,
he aquí las palmeras felices del Gianicolo,
he aquí el oro del otoño romano. Tengo en el cuerpo
aún la mirada de la mujer de ayer en el Caffè Gotico
como una invitación a intercambiar
las generalidades animales. El tiempo es una cuchilla
y rasga el aire del día, trae otra ciudad:
tú y yo en el mismo lugar. La elegía comienza.
Veníamos de la Via dei Portoghesi,
el corazón abierto sin anestesia.
Tantas cosas han cambiado desde entonces.
Se congeló el agua en las fuentes,
se descongeló y volvió a manar, sucia.
Ahora tengo todo cuanto deseo. Pero también
algo que no quiero y me persigue:
me tengo a mí, todo cuanto ya no tengo.
Sólo soy el que ya nunca seré.
AJEDREZ
Dice: -El ajedrez tiene sus normas.
El rey está atado de pies y manos,
es la reina quien hace y deshace a su antojo.
Yo prefiero la vida diagonal del peón.
En el ajedrez no muere el caballo por la rabia,
no hay una rebelión de peones
ni es posible la locura pasajera de un alfil
que mate a los suyos o a sí mismo por desesperación
o amor. Y así será mientras las piezas respondan
a un designio ajeno, a la mano que las dirige.
Sólo es humano el enroque, el esconderse
cuando huir no es ya posible.
¿Qué sería de las piezas, si libres?
ECUACIÓN
(11-M)
Nos enseñan a resolver
pequeños problemas matemáticos:
el corazón partido por dos,
la melancolía que tiende a infinito,
las permutaciones de la tristeza y la alegría,
la raíz cuadrada del desasosiego.
También algún teorema
de apariencia extraña
pero fácilmente demostrable:
la felicidad = lo único que al compartirse
se multiplica.
Pero ¿cuál es la fórmula del sentido?
¿Cuál es el resultado de la operación
que incluye la vida perdida,
el viaje roto por la dinamita?
El Gran Calculador calla.
Y una pregunta más:
si digo que el mundo sigue siendo,
a pesar de todo, hermoso,
¿es que he hecho mal las cuentas?
OLÍMPICA PRIMERA. NADADORA
A Gemma Mengual
Gemma, todo tu cuerpo es de oro,
eres la medalla del agua
y el agua es lo mejor, el clásico lo dijo.
Tu cuerpo es el verano y yo quiero
vivir para siempre en el verano –eres tú
la placidez del estío que no acaba, abierto
como tu sonrisa, reflejo del sol en el agua.
Un gesto tuyo a flote es la cifra
de un estado de ánimo, verte sería ver pasar la vida
si no fuera porque en ti la vida no pasa, está
y ya no huye. Quién estuviera
nadando en tu postal, que es día feliz.
No eres mortal. Eres el verano,
y te envidian los delfines.
GLORIA EN EL GRAN CANAL
A Gloria Mascuñana
El día puede ser ventana Puede ser espejo
Ventana a través de la cual entra la luz que ilumina el mundo
Espejo que devuelve un contrario y deja en tinieblas lo verdadero
Hay días que
amenazan a Occidente las velas del tedio
A Oriente sólo huele a desventura
El Norte es el país al que juré no volver
El Sur es región de la que no existe mapa
Entonces
un espejismo quiebra el espejo del día
y aparece tu recuerdo
en un vaporetto que surca el Canal Grande
dentro de ti por primera vez
Vuelven tus ojos al descubrir la maravilla
Quién fuera capaz de volver a mirar el mundo con ojos así
Un espejismo quiebra el espejo del día
Gloria en el Gran Canal
Gloria en el Gran Canal
CAFÉ ATLÁNTICO
Un viejo café colonial frente al puerto
de una ciudad a la que vuelves, mas no regresas
-no hay ningún recuerdo que haya permaneciddo
salvo la lluvia de una tarde por lo demás ya lejana.
Hay al lado un British Bar pero esto no es Lisboa
y las agujas de todos los relojes corren en la dirección cierta.
Hace un año escribiste aquí, bajo el volcán, versos
que hubieran podido ser los últimos.
Haces recuento: nada ha ocurrido desde entonces
que justifique el arrepentimiento. Hoy la has conocido
-y has abierto su bolso, buscando algo,
y has entrado descalzo en su cuarto,
habeis hecho el amor de esa forma mecánica aunque hermosa
que aún sirve de alivio del cuerpo, pero no ya del alma.
Dejas aquí su nombre, Laura, para cuando se haya borrado.
Ha vuelto el ejercicio del amor, pero no su fuego.
Al menos esta vez quedará algo en la memoria:
la curva minuciosa de sus pechos,
los sonidos del orgasmo
-los mismos que repetiremos, a solas, en laa agonía.
BALADA DEL MAR DE ADRA
Mar de Adra No eres el mismo mar de mi infancia
No jugué en tus playas de arena negra
No conozco el viento que agita tus palmeras
No sé qué luz es esa intermitente en tu horizonte
ni qué coches estos que cruzan veloces hacia lo desconocido
Mar de Adra No llegué a ti por voluntad propia
Aunque esté solo Aunque ahora te hable
Mar de Adra No eres el mar que buscaba
No es aquí donde desvelaré mi secreto
No es este viento el que traerá el aroma de quien fui
No es esa la luz que habrá de mostrarme el camino
ni es esta la carretera por la que podría huir
Mar de Adra No llegué a ti por voluntad propia
Aunque esté solo Aunque ahora te hable
No te conozco Mar de Adra Ni me conozco