DUELO DE AMORES (Mi poema)
Álvaro Guijarro (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

¿Quién vence en el amor? En el amor
vencedores no existen ni vencidos,
ambos dos corazones son partidos
por rencores, desgarros de dolor.

Cuando la llama se apaga, el calor
de una pavesa aflige al alma insana,
solícita aparece la desgana,
el tedio, la tristeza, el desamor.

La flama que fenece es de los dos
mas nunca ya será lo que parece,
cual una rosa mustia es que no crece
y un poso va dejando ¡vive dios!

¡Colores, manchas sois más que colores!
ruido el trino es si canta un ruiseñor,
las flores lloran penas sin olores
y hasta el cielo no luce su esplendor.

Tu cuna te robaron ¡pobre luna!
con ella tu ternura y tu misterio
¿la ves? ¡ahí está! ¡no veo ninguna!
cansada se durmió en el cementerio.

Y aun dicen que el infierno ya no existe,
quien lo dice no anduvo en el infierno,
ni probó la tristeza de estar triste
ni bajó tras su muerte hacia el averno.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Álvaro Guijarro

FELICIDAD

Entonces veo que te enciendes un cigarrillo,
tu madre no te mira,
quieres a tu madre
y fumas lentamente,
peligro que interpretas
aunque es tonto
ya que ambos sabemos
que, en las fotografías
de todas nuestras vidas,
siempre hubo una
en la que sosteníamos,
alegre mirada, un cigarrillo,
no importándonos morir.

ADÁN

No recuerdo el tubo blanco,
sí el azote,
pero no la invisible pupila amarilla,
el ahogo de la hierba
o la parafernalia del beso abrazado,
un médico orgulloso
con gafas y oxígeno,
hay tripas aquí afuera, y candor…

Vengo de la columna
distinguida
de aquel astro que, aburrido, duerme.

Es bella esta colcha
y adoro la sombra nocturna
escamoteando la panza de mi padre.
La bombilla está ciega
y él la observa sin riesgo a olvidarla.

El hospital está en lo alto del monte
y soy tan pequeño…
En otro cuarto, alguien
-intuyo-
cuenta un cuento a punto de llorar.

Ningún ruido lastima
la sinceridad del aire.
Es como si las calles
hubieran subido a un barco.

Los perros se esconden en la niebla.

El calor me abrasa la cintura
y me siento llevado como en un baile.
Me engatusa la semoviente clepsidra:
tiene el color de mi infancia.
(Quiero descubrirme, ¡entendedme!…)

Prefiero que me avergüencen mucho
antes que no ver.
Porque quiero respirar como la rama
o el caudal
en la noche cautiva
donde aguardan los fantasmas. Soy.
Me acompaña
el sabor de los límites.
Mi cabeza es un hechizo angustiado
por mi propio ángel.

El pecho late con deseo hacia el niño.
La cascada, fuente de la imaginación,
está al otro lado,
y ahora espera detenida mis palabras.

Será mi madre,
mi madre virgen, y yo fui su regalo.
(De María Eugenia (Chiado Editorial, 2015)

BIENVENIDA DEL SILENCIO

El exterior descansa de mi tacto.
Ya sólo tengo a las colinas
archivadas en el fin de la memoria.
¡No quiero ver!… Sí quiero
abrazarme vendado frente al mar.

Conozco demasiado bien los lujos de mi época.
Mi misterio ha sido escribir
vuestros misterios. Más allá del vaso,
más allá del color, donde es la vida accidente
y mis balcones fundan sensaciones.

Soy monstruo sin diálogo real:
si mi vida me es devuelta es un milagro
tan raro como las palabras bellas.
(Entiendo, todavía, que no alcanzan,
las palabras, a ser frutos del cultivo).

No hay mentira en nuestro orden
sino caballos de jaula en el silencio
pensando sin susto ni terror.
Sólo he aprendido en esta vida a perdonarme,
y no iba a ser diferente nuestro espejo.
De Poliedro (inédito, 2016)

MADUREZ

Lentamente, despacio se organiza
lo aprendido.

No siempre son conscientes los impactos,
no siempre estamos a la altura
de los hechos.

Y cuando la gracia o la desgracia habitan
nuestro gesto,
ya estamos abandonados de animal.

Indicios, pisadas… ¿Qué será
de nosotros?

El beso que nos hace recordar.
(Inédito, 2017)

VI

Ante un aperitivo fabuloso, dos amantes
hierven el anillo que les separa para siempre.
Un eco manido de iluso arpegio folk
intenta adentrarse en el aseo de las señoritas.

Al descender dos turistas guiados por tu mapa,
la seria pero seria escalera se obnubila,
y es triste la epistemología de la fotografía.
(Aquí, las farolas son calcomanías de la noche.)

Como un suave balón disparado por un niño,
así el encuentro, la traza de dos vientos gemelos.
Aroma de basura y sandías de verano
voy cayendo, alegre como una manifestación.

Son estos salvajes zapatos donde aprendo
el mayor secreto musical de los caminos.
Mas no violar el horario de las trenzas por-
que, al fin y al cabo, nos iremos a encontrar.
(Canalla Ediciones, 2013)

XXXV

A estas alturas, ya no me intimida el olor
de mis pies, aunque comparta piso con tres
turistas y tenga que limpiar quincenalmente
la suciedad fuente de mis taróticas cartas.

En mi barrio, los migrantes se peinan sin espejo,
y si me topara con un nazi en una horchatería,
le dejaría moqueando. Pensando en su mamá
y reconociéndose estúpido, se haría cerrajero.

(¿Por qué no antes escribí sobre frutales A3?:
¡en ellos el trazo es limpio y nunca erratas!)
Trascendente colibrí que invoca barroquismos,
mi afán silábico tan amplio como tu mirada.

Mitificar a un ukelele estaba desprovisto
de sentido hasta que el estanquero abrió.
17:30, una joven de ojos verdes se me acerca.
Huelo a oso, pero fue mío el mapa de su timidez.
De La postpunk amante de Tiresias (Canalla Ediciones, 2013)

VIII

Mientras los politicuchos discuten por el clima,
la admiración es el primer paso hacia el amor.
Igualmente, no ser especialista, es ahondar
adentro del vértigo natural de la intuición.

Rodeado de 6 camas hinchables y un ayuntamiento,
revelé al mundo el absurdo de la inteligencia.
Lograr trazar un arco que hundiera a los teatrillos
gracias a la sutil contemplación de un tiovivo.

No sé. Estoy en paz tras un bocata y un océano,
por mucho que en mí vibres como cada ola diferente.
Darnos placer hoy de madrugada sería la Justicia.
Aunque tú de abogada casi nada, disculpa, risas.

¡Amor!: hambre poderosa como la garganta
de un grillo, voy a enloquecer entre esta hierba.
Cuatro de la mañana en un frondoso país muerto.
¡Carisma! ¡Revolución de este universo soso!
De La postpunk amante de Tiresias (Canalla Ediciones, 2013)

Dormir sin cuerpo

Ancho insomnio de riesgos
en busca de abandonadas mitades.

Afuera,
adentro del cántico de irrealidad y golpe.

Acróbata
entre redes borrosas
de bestias, imperios y azules.

Enrarecido.
Desconocidamente.
Con sed de metáfora.

Donde nada se alcanza.
Desde donde todo se alcanza.

PRIMER POEMA DE AMOR

La última vez que amara
era esta vez, tal vez,
pero allí, más adelante,
quien no me amaba
todavía, decía: “recuerdo
aún vuestra canción”,
y yo le dije: “¿la nuestra?”,
y ella dijo antes de irse:
“no soy yo, el tiempo
no es de dos ni suyo,
y el amor no es tuyo,
y todo será penúltimo
a excepción de esta vez
si es, tal vez, amor”.

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Donaciano Bueno Diez
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