José Joaquín de Mora

José Joaquín de Mora

Cádiz, 1783-Madrid, 1864

El 10 de diciembre de 1848 ocupaba su asiento en la RAE el periodista y escritor José Joaquín de Mora, que leyó el discurso titulado El neologismo: «El neologismo se enseñorea hoy en España, como un usurpador innoble que se complace en desfigurar los monumentos y en envilecer las glorias del pueblo sometido» (p. 154). Su amigo, el académico y escritor Antonio Gil y Zárate, fue el encargado de darle la bienvenida a la institución.

Nacido en Cádiz el 10 de enero de 1783, la vida de Mora fue un continuo ir y venir de ciudades y de cargos.

De regreso a España en 1814, Mora ejerció como abogado y como articulista. En 1817 fundó la revista Crónica Científica y Literaria, colaboró en otros periódicos de la época y tradujo y adaptó varias piezas teatrales francesas. Aquella primera revista sería el germen de la constante afición de Mora por inaugurar revistas y periódicos, que le acompañó a lo largo de toda su vida y que no conoció fronteras, pues la llevó a cabo tanto en España como en el extranjero. Asiduo a la tertulia literaria de Frasquita Larrea y de su marido Juan Nicolás Böhl, Mora, bajo el seudónimo de El Mirtilo gaditano, intervino en distintas polémicas sobre teatro como férreo defensor del neoclasicismo. En aquella época, viajó también a Italia como diplomático, y después a Francia, en 1820.

Durante el Trienio Liberal (1820-1823), fundó los periódicos El ConstitucionalMinerva NacionalCorreo General de Madrid y El Fundador; colaboró también en otros periódicos e impartió conferencias en el Ateneo. La vuelta del absolutismo en 1823 y su implicación política durante el Trienio Liberal obligaron a Mora a exiliarse en Londres, donde fundó las revistas No me olvides (1824-1827), Museo Universal de Ciencias y Artes (1824-1826) y Correo Literario y Político de Londres (1826). En 1827 marchó a Buenos Aires y fundó el periódico Crónica política y poética de Buenos Aires; durante su estancia en América del Sur, recorrió numerosos países; en Chile, intervino en la redacción de la Constitución chilena de 1828 y fundó, ese mismo año, el periódico El Mercurio de Chile. Expulsado de Chile en 1834, recaló en Perú, donde fundó el Ateneo, pero pronto se trasladó a La Paz (Bolivia), donde obtuvo la cátedra de Literatura de la Universidad de La Paz (Bolivia) y trabajó, durante cuatro años, como secretario y asesor del presidente de Bolivia Andrés de Santa Cruz (1834-1838). En 1838 volvió a Londres; trabajó como cónsul de la Confederación peruano-boliviana y como cónsul general de España en Londres.

Regresó por fin a España en 1843, y se entregó, de nuevo, a la frenética labor periodística y a la escritura. Fue autor de una ingente y variada obra, entre la que se encuentra su popular Leyendas españolas (1840), así como otros títulos de temáticas muy distintas; Catecismo de economía-política (1825), Cursos de Lógica y Ética (Lima,1832), Ejercicios de Lectura (Madrid,1845), Colección de sinónimos de la lengua castellana (1855), Oración matutina y vespertina (1855), etc. Cultivó también la poesía, y su obra poética se recogió en Meditaciones poéticas (1826) y Poesía (1836 y 1853).

Hombre de mundo y transeúnte, José Joaquín de Mora —el Mirtilo gaditano— murió en Madrid el 3 de octubre de 1864. «Sus inmediatos seguidores en la prensa, en la Academia, en la vida docente, le citan con admiración, especialmente por su tarea constante, sin desalientos, a pesar de los tropiezos que sufrió» (Alonso Zamora, La Real Academia Española, 1999, p. 213).  Fuente

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