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Ramón María del Valle Inclán fue un escritor oriundo de España, que vivió entre los años 1866 y 1936. Durante sus años como estudiante de Derecho en la universidad, se acercó al ambiente artístico y comenzó a colaborar activamente con la prensa local. Entre sus influencias se encuentra el también conocido José Zorrilla. Ya encaminado como un creciente escritor, Ramón comenzó a viajar y a crear poco a poco su personalidad pública, adornada de su característica indumentaria y su larga barba.
Su obra es muy extensa; se puede mencionar su serie teatral «Comedias bárbaras», su novela «La cara de Dios», su poemario «El pasajero. Claves líricas» y su libro de relatos «Corte de amor. Florilegio de honestas y nobles damas».
Una muestra de sus poemas
ROSA DE LLAMAS
Ráfagas de ocaso, dunas escampadas.
La luz y la sombra gladiando en el monte:
tragedia de rojas espadas
y alados mancebos, sobre el horizonte.
La culebra de un sendero tenebroso,
la sombra lejana de uno que camina,
en medio del yermo el perro rabioso,
terrible el gañido de su sed canina.
¡Venteaban los canes de la duna ascética
la sombra sombría del que va sin bienes,
alma en combate, la expresión frenética,
un ramo de venas saltante en las sienes!
Lóbrega su estrella le alumbra el sendero
con un torbellino de acciones y ciencias:
las torvas blasfemias por pan justiciero,
y las utopías de nuevas conciencias.
Ráfagas de ocaso, dunas escampadas,
la luz y la sombra gladiando en el monte:
mítica tragedia de rojas espadas
y alados mancebos, sobre el horizonte.
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ROSA HIPERBÓLICA
Va la carreta bamboleante
por el camino, sobre una foz,
el can al flanco va jadeante,
dentro una sombra canta sin voz:
-Soñé laureles, no los espero,
y tengo el alma libre de lid.
¡No envidio nada, si no es dinero!
¡Ya no me llama ningún laurel!
Pulsan las penas en la ventana.
Vienen de noche con su oración,
mas aún alegran en la mañana
los gorriones de mi balcón.
Echéme al mundo de un salto loco,
fui peregrino sobre la mar,
y en todas partes pecando un poco,
dejé mi vida como un cantar.
No tuve miedo, fui turbulento,
miré en las simas como en la luz,
di mi palabra con mi alma al viento,
como una espada llevo mi cruz.
Yo marcho solo con mis leones
y la certeza de ser quien soy.
El Diablo escucha mis oraciones.
Canta mi pecho: ¡Mañana es Hoy!
Va la carreta bamboleante
por el camino, sobre una foz,
el can al flanco va jadeante,
dentro una sombra canta sin voz.
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ROSA DEL CAMINANTE
Álamos fríos en un claro cielo azul,
con timideces de cristal
sobre el río la bruma como un velo,
y las dos torres de la catedral.
Los hombres secos y reconcentrados
las mujeres deshechas de parir,
rostros obscuros llenos de cuidados,
todas las bocas clásico el decir.
La fuente se seca, en torno el vocerío,
los odres a la puerta del mesón,
y las recuas que bajan hacia el río….
Y las niñas que acuden al sermón.
¡Mejillas sonrosadas por el frío,
de Astorga, de Zamora, de León!
ROSA DEL SOL
Por el Sol se enciende mi verso retórico,
que hace geometría con el español,
y en la ardiente selva de un mundo alegórico,
mi flauta preludia: Do-Re-Mi-Fa-Sol.
¡Áurea Matemática! ¡Numen Categórico!
¡Logos de las Formas! ¡Teologal Crisol!
¡Salve Sacro Neuma! Canta el Pitagórico
Yámbico, Dorado Número del Sol.
El Sol es la ardiente fuente que provoca
las Ideas Eternas en vaso mortal.
Por el encendido canto de su boca,
es la Geometría Ciencia Teologal.
Sacro Verbo Métrico redime a la Roca
del mundo. Su estrella trasciende al Cristal.
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ROSA DE MI ROMERÍA
Trenzando en el aire
con púgil donaire
los ágiles pies,
mozas con panderos
van por los senderos
verdes, de Salnés.
¡Azules espejos
del sol a lo lejos,
ribera del mar. . .!
¡Vuelos de gaviotas!
1Cantos de derrotas!
¡Brazos a remar!
¡Por dorados cerros,
dorados becerros,
pastoril tropel!
¡Número y cantares
de los griegos lares
promueve un rabel!
¡Rumor de madreñas,
risas halagüeñas,
tropel pastoril!
¡Las sayas villanas
con verdes y granas
son rosas de abril!
Enlazan sus trinos
sobre los caminos
mirlo y ruiseñor,
y con canto y vuelo
el cristal del cielo
palpita de amor.
Bajo los castaños
que cuentan cien años
ondula el ferial:
lienzos padroneses,
ganados monteses,
quesos de Bretal….
Solfean los ciegos
sus cuentos labriegos,
y tras la oración
de Santa Lucía,
va la picardía
en el guitarrón.
Un pastor, consejo
demanda de un viejo
letrado en la ley, y al darlo,
el anciano halaga el lozano
lomo de un gran buey.
Dos bandos de aldea
se mueven pelea:
son Juno y Lesón.
El ferial ondula,
y un verso modula
de homérico son.
Por albos oteros
cantan los cabreros
envueltos en luz,
y en los hondos prados
juvencos dorados
alzan el testuz.
¡Risas moceriles
de los atropiles
que van a segar!
¡Eras amarillas!
¡Voces de las trillas!
¡Todo es a cantar!
Remotas campanas,
gaitas aldeanas, saludan al sol.
¡Qué majo el gaitero
sopla en el puntero
y templa en el fol!
¡Alma que encantada
fuiste en tu alborada
por entre la mies,
doliente alma mía,
vuelve en romería
tierras de Salnés!
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ROSA PANIDA
¡Cómo me hablaste en las rosas
cuando rosas segó mi hoz,
voz de las cosas,
lejana voz!
¡Cuántas victorias me contaste,
con cuántas divinas batallas
mi alma alumbraste,
voz que callas!
¡Cómo encendiste mis deseos,
cómo me hablaste del placer
con tus trofeos
de mujer!
¡Verso dorado y pitagórico
como el verso que dice el mar!
¡Verso eufórico!
¡Verso solar!
¡Rosa! ¡Divina flor del rito
de amar, cantar y adormecer!
¡Amor en grito!
¡Boca de mujer!
Flor tu enigma reminiscente
pasa el recuerdo venusino
del beso ardiente
como el vino.
Rosa ungida, ¿por qué no exuda
la carne que amamos, tu olor,
cuando es desnuda
para el amor?
ROSA DE MELANCOLIA
Era yo otro tiempo un pastor de estrellas,
y la vida, como luminoso canto.
Un símbolo eran las cosas más bellas
para mí: la rosa, la niña, el acanto.
Y era la armoniosa voz del mundo,
una onda azul que rompe en la playa de oro,
cantando el oculto poder de la luna
sobre los destinos del humano coro.
Me daba Epicuro sus ánforas llenas,
un fauno me daba su agreste alegría,
un pastor de Arcadia, miel de sus colmenas.
Pero hacia el ensueño navegando un día,
escuché lejano canto de sirenas
y enfermó mi alma de Melancolía.
ROSA MÉTRICA
¡Número Celeste! ¡Geometría Dorada!
¡Verso Pitagórico! ¡Clave de Cristal!
¡Canto de Divina boca en llamarada!
¡Verso del Ardiente Pentáculo Astral!
Las pomas dcl seno Diana Cinegética
timbra con tu ardiente alusión carnal,
divina promesa que enciende la estética
del fauno, rugiente de furia nupcial.
Con feliz congoja, con mítico insulto
panida, arrebatas mi sangre en tumulto,
áurea solfa del Dorado Facistol.
Rosa Alejandrina, tu sentido oculto
promueve los ritmos heroicos del culto
apolíneo. ¡Rosa Métrica del Sol!
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VITRALES
¡Rosaleda de oro,
selva del sonoro
ruiseñor del coro!
¡Rosas inocentes,
formas transparentes
conceptos lucientes!
¡Sois en los vitrales
de las catedrales,
soles musicales!
¡Teologal diseño,
rosas del ensueño
de un cielo abrileño!
¡Voluntades bélicas!
¡Coyundas angélicas!
¡Paces evangélicas!
¡Rosas del anhelo,
voces del consuelo,
amores del Cielo!
¡Escalas por donde
al alma responde
el que se me esconde!
¡Mística oración!
¡Dulce posesión!
¡Tetragrámaton!
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ROSA DE TURBULOS
Era una reina de raza maya,
era en un bosque de calisaya,
y era la aurora. Daba el bulbul,
sobre mi estrella su melodía,
y en los laureles que enciende el día
daba mi alma su grito azul.
Crepusculares moscas de oro
abren su vuelo como un tesoro,
bordoneando con el calor.
Aroma el árbol de la canela,
y en el potrero se desconsuela
una vihuela de payador.
Indios que el tiempo cuentan por lunas
guían su esquife por las lagunas,
y por las selvas profundas van
ciervos y tigres. Sobre las lomas
eran los toros, y las palomas
bajo los vuelos del alcotán.
El lago canta versos solares,
y ondula la onda con malabares
juegos de luces, su indo chaúl.
Arduos jinetes como centauros
riñen combates contra los sauros
en la armoniosa ribera azul.
Y las pirámides con escrituras
de arcanas lenguas, y signaturas
de rudos soles, su sombra dan.
Y va graznando con negro vuelo,
por la turquesa magna del cielo,
el zopilote de Yucatán.
Entre las grietas de la pirámide
deja la sierpe su verde clámide,
y se hipnotiza frente a la luz.
Sobre las piedras con jeroglíficos
hace sus largos sueños científicos:
en la cabeza tiene una cruz.
Vuela la hamaca con ritmo lento,
las rosas frescas se dan al viento,
suelto en la fronda vuela el faisán.
Se enciende el día, la selva aroma,
la hamaca vuela, la niña asoma
un pie de oro bajo el fustán.
Mi reina maya languidecía
sobre la hamaca. Dorando el día,
era dorada bajo el hipil,
se abanicaba con una rosa,
decía su hamaca, con cadenciosa
curva de opio, versos de Abril.
Rojos claveles prende en la rolla,
rojos corales al cuello enrolla,
rojo pecado sus labios son,
y sus caderas el anagrama
de la serpiente. Con roja llama
pintó su boca la tentación.
Era una reina de raza maya,
era en un bosque de calisaya,
y era la aurora. Daba el bulbul
sobre mi estrella su melodía,
y en los laureles que enciende el día
daba mi alma su grito azul.
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ROSA DE ORIENTE
Tiene al andar la gracia del felino,
es toda llena de profundos ecos,
enlabia con moriscos embelecos
su boca obscura cuentos de Aladino.
Los ojos negros, cálidos, astutos,
triste de ciencia antigua la sonrisa,
y la falda de flores una brisa
de índicos y sagrados institutos.
Cortó su mano en un jardín de Oriente
la manzana del árbol prohibido,
y enroscada a sus senos, la Serpiente
decora la lujuria de un sentido
sagrado. En la tiniebla transparente
de sus ojos, la luz es un silbido.
ASTERISCO
¡Qué linda es la dueña! ¡Qué hermoso gracejo!
¡Cómo se divierte, sola, ante el espejo!
La mosca que vuela, busca en el reflejo
del cristal, la mano puesta en circunflejo.
Atentos los verdes ojos de adivina,
suspensa en el aire la mano felina,
lo que atrás le queda, delante imagina.
Viéndola, se entiende mejor la doctrina
de Platón. La bella busca en las figuras
falsas de la luz, claridades puras.
Ciencia cabalística dicta sus posturas.
Quieta y sibilina, mirando al cristal,
la mano suspensa para obrar el mal,
sobre la consola invoca a Belial.
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ROSA DE PECADO
¡E1 gato que runfla! ¡La puerta que cruje!
1La gotera glo-glo-glo!
¡Solos en la casa! A la puerta ruge
la bestia abortada cuando nací yo.
¡La Noche de Octubre! Dicen que de Luna,
con un viento recio y saltos de mar:
bajo sus estrellas se alzó mi fortuna,
mar y vientos recios me vieron llegar.
¡La Noche de Octubre! ¡Mi muerte anunciada!
¡Noche mía, abierta entre Tierra y Sal!
Revistióse el mago la veste estelada,
desnudo un gigante, sopló el caracol.
La bestia a la puerta brama estremecida,
en sus ojos queda la noche otoñal
y lejana, aquella noche de mi vida,
con sus dos caminos. ¡Y seguí el del mal!
¡Me llamó tu carne, rosa del pecado!
Solos en la casa, desvelado yo,
la Noche de Octubre, el mar levantado…
¡La gotera glo-glo-glo!
ROSA DE ALEJANDRIA
Docta en los secretos de la abracadabra,
dispersó en el aire, tus letras, mi mano,
y al caer, formóse aquella palabra,
cifra de tu enigma y luz de tu arcano.
¿Por qué ley se juntan en nueva escritura
los signos dispersos? ¿Qué azar hizo el juego?
¿Qué ciencia de magos alzó la figura
y leyó el enigma? Sierpe, Rosa, Fuego.
¡Sierpe! ¡Rosa! ¡Fuego! Tal es tu armonía:
gracia de tres formas es tu gracia inquieta,
tu esencia de monstruo en la alegoría
se descubre. Antonio el anacoreta
huyó de tu sombra por Alejandría.
¡Antonio era Santo! ¿Si fuese poeta?…
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ROSA DE ZOROASTRO
En el espejo mágico aparee
toda mi vida, y como cirio místico
aquel amor lejano aun estremece
con su luz el pleroma cabalístico.
Reza, alma triste, en sus devotas huellas,
los ecos de los muertos son sagrados,
como dicen que alumbran las estrellas,
alumbran los amores apagados.
Esta cera que enciende su lucero,
más luminoso cuanto más distante,
en el mágico circulo agorero
signa la eternidad de cada instante.
Suspende el grano en el reloj de arena,
y los enigmas de mi noche oscura alumbra
con su cirio de alma en pena,
del sellado cristal, en la clausura.
En el espejo vi la sombra mía negra,
sobre los pasos de la muerte,
y el ánima llorosa que vencía
con su oración el Sino de mi Suerte.
Aquel amor lejano, ahora vestido
de niebla sideral, su ardiente Idea
abre como un arcángel, y el sentido
inmortal de la vida en mi alma atea.
Tiembla en un zodiaco, sollozante
con sollozo de luz. Y su reflejo
circunda con un halo al nigromante
Espejo.
ROSA DE MI ABRIL
Fui por el mar de las sirenas
como antaño Rudel de Blaya,
y ellas me echaron las cadenas
sonoras de la ciencia gaya.
¡Divina tristeza, fragante
de amor y dolor! ¡Dulce espina!
¡Soneto que hace el estudiante
a los ojos de una vecina!
La vecina que en su ventana
suspiraba de amor. Aquella
dulce niña, que la manzana
ofrecía como una estrella.
¡Ojos cándidos y halagüeños,
boca perfumada dc risas,
alma blanca llena de sueños
como un jardín lleno de brisas!
Era el Abril, cuando la llama
de su laurel adolescente,
daba el sol como un oriflama,
en el navío de mi frente.
¡Clara mañana de estudiante
con tristezas de amor ungida,
y aquella furia de gigante
por llenar de triunfos la vida!
En mi pecho daba su canto
el ave azul de la quimera,
y me coronaba de acanto
una lírica Primavera.
Ciego de azul, ebrio de aurora,
era el vértigo del abismo
en el grano de cada hora,
y era el horror del silogismo.
¡Clara mañana de mi historia
de amor, tu rosa deshojada,
en los limbos de mi memoria
perfuma una ermita dorada!
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ROSA DE JOB
¡Todo hacia la muerte avanza
de concierto,
toda la vida es mudanza
hasta ser muerto!
¡Quién vio por tierra rodado
el almenar,
y tan alto levantado
el muladar!
¡Mi existir se cambia y muda
todo entero,
como árbol que se desnuda
en el Enero!
¡Fueron mis goces auroras
de alegrías,
más fugaces que las horas
de los días!
¡Y más que la lanzadera
en el telar,
y la alondra, tan ligera
en el volar!
¡Alma, en tu recinto acoge
al dolor,
como la espiga en la troje
el labrador!
¡Levántate, corazón,
que estás muerto!
¡Esqueleto de león
en el desierto!
¡Pide a la muerte posada,
peregrino,
como espiga que granada
va al molino!
1La vida!… Polvo en el viento
volador.
¡Sólo no muda el cimiento
del dolor!
ROSA GNOSTIGA
Nada será que no haya sido antes.
Nada será para no ser mañana.
Eternidad son todos los instantes,
que mide el grano que el reloj desgrana.
Eternidad la gracia de la rosa,
y la alondra primera que abre el día,
y la oruga, y su flor la mariposa.
¡Eterna en culpa la conciencia mía!
Al borde del camino, recostado
como gusano que germina en lodo,
siento la negra angustia del pecado,
con la divina aspiración al Todo.
El gnóstico misterio está presente
en el quieto volar de la paloma,
y el pecado del mundo en la serpiente
que muerde el pie del Ángel que la doma.
Sobre la eterna noche del pasado
se abre la eterna noche del mañana.
¡Cada hora, una larva del pecado!
¡Y el símbolo la sierpe y la manzana!
Guarda el Tiempo el enigma de las Formas,
como un dragón sobre los mundos vela,
y el Todo y la Unidad, supremas normas,
tejen el infinito de su estela.
Nada apaga el hervor de los crisoles,
en su fondo, sellada está la eterna
Idea de Platón. Lejanos soles un día
encenderán nuestra caverna.
Mientras hilan las Parcas mi mortaja,
una cruz de ceniza hago en la frente.
El tiempo es la carcoma que trabaja
por Satanás. ¡Y Dios es el Presente!
¡Todo es Eternidad! ¡Todo fue antes!
¡Y todo lo que es hoy será después,
en el Instante que abre los instantes,
y el hoyo de la muerte a nuestros pies!
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ROSALEDA
Cuando iba por la selva nocturna, sin destino,
escuché una esperanza cantar sobre el camino,
en la alborada de oro. Yo pasaba. Su canto
daba sobre una lírica fresca rama de acanto.
Saliendo de mi noche, me perdí en un recinto
de rosas. Por los métricos sellos de un laberinto,
los senderos en fuga culterana y ambigua,
conjugaban el tema de la fábula antigua.
Conversé con las rosas, y, como un amuleto,
recogí de las rosas el sideral secreto.
Los números dorados
de sus selladas cláusulas, me fueron revelados.
Mi Alma se daba,
dándose gozaba,
y transcendía
su esencia en goce.
Se consumía
en la alegría
del que conoce.
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ROSA MATINAL
Ante la parda tierra castellana,
se abre el verde milagro de una tierra
cristalina, en la paz de la mañana,
y el castañar comienza con la sierra.
El agrio vino, las melosas niñas,
la vaca familiar, el pan acedo,
un grato son de flauta entre las viñas,
y un místico ensalmar en el robledo.
El dionisiaco don de los molinos
enciende las divinas represalias,
y junta ramos celtas y latinos
en trocaicos cantares de faunalias.
Raptada, por la escala de la Luna,
la sombra de Tristán conduce a Iseo,
y amanece en las ondas sobre una
barca de luz, el áureo Cebedeo.
Al coro de la vieja romería
que tiene su camino en las estrellas,
la maternal virtud de la Mahía
lleva el triunfo de sus cien doncellas.
En un verde cristal de relicario,
son de esmalte los valles pastoriles,
tienen la gracia núbil del plenario
de las doncellas en los veinte abriles.
Al pie de las solanas abaciales
sinfoniza el bordón de las colmenas,
y en los huertos, en sombras de frutales,
dan su agreste fragancia las entenas.
Se enfonda y canta en las sonoras hoces
el Sil divino, de dorada historia,
y la gaita de grana da sus voces
montañera. ¡Del Celta es la Victoria!
ROSA VESPERTINA
Anochece: En la aldea,
un gallo cacarea
mirando el amapol
del Sol.
Vacas y recentales
pacen en los herbales,
y canta una mociña
albina.
El refajo de grana
de la niña aldeana
enciende al cristalino
lino.
En el fondo del prado
el heno agavillado,
entre llovizna y bruma
perfuma.
Por la verde hondonada,
la luz anaranjada
que la tarde deslíe,
ríe.
Y abre sobre la loma
su curva policroma,
el arco que ventura
augura.
Y toda azul, la hora,
tiene el alma que llora
y reza, de una santa
infanta.
Con el rumor de un vuelo
tiembla el azul del cielo,
y un lucero florece.
Anochece.
ROSA DEL PARAÍSO
Esta emoción divina es de la infancia,
cuando felices el camino andamos
y todo se disuelve en la fragancia
de un Domingo de Ramos.
El campo verde de una tinta tierna,
los montes mitos de amatista opaca,
la esfera de cristal como una eterna
voz de estrellas. ¡Un ídolo la vaca!
Aladas sombras en la gracia intacta
del ocaso poblaron los senderos,
y contempló la luna, estupefacta,
el paso de los blancos mensajeros.
Negros pastores, quietos en los tolmos,
adivinan la hora en las estrellas.
Cantan todas las hojas de los olmos,
la mano azul del viento va entre ellas.
El agua por las hierbas mueve olores
de frescos paraísos terrenales,
las fuentes quietas oyen a las flores
celestes, conversar en sus cristales.
Con reflejos azules y ligeros
el mar cantaba su odisea remota,
gentil de luces bajo los luceros
que a los bajeles dicen la derrota.
Mi bajel, en el claro de la luna,
navegaba impulsado por la brisa,
sobre ocultos caminos de fortuna…
¡Era el cielo cristal, canto y sonrisa!
Con el ritmo que vuelan las estrellas
acordaba su ritmo la resaca,
y peregrina en las doradas huellas
fue sobre el mar una nocturna vaca.
En mi ardor infantil no cupo el miedo,
la vaca vino a mí, de luz dorada,
y en sus ojos enormes, con el dedo
quise tocar la claridad sagrada.
ROSAS ASTRALES
¡Eternos imperios! ¡Dorados sagrarios!
¡Claves del gran todo! ¡Rezo en sus laúdes!
¡Voluntades quietas! ¡Solemnes virtudes!
¡Entrañas del mundo! ¡Ardientes ovarios!
¡Encendidos ritos de celestes lames!
¡Sellados destinos del humano coro!
¡Soles que las normas guardan del Tesoro
¡Demiúrgico! ¡Arcanas rosas estelares!
Arcano celeste, agnóstico arcano
donde los enigmas alzó el Trymegisto:
Por querer leerte abrió Juliano
en su imperio el cisma, y se hizo Anticristo,
exégeta, gnóstico del Cielo Pagano
una metamórfosis solar vio en el Cristo.
ALEGORIA
Era nocturno el potro. Era el jinete
de cobre -un indio que nació en Tlaxcala-,
y su torso desnudo, coselete
dorado y firme, al de la avispa iguala.
El sol en el ocaso, como un lauro
a la sien del jinete se ofrecía,
y vi lucir el mito del centauro
en la Hacienda del Trópico, aquel día.
De la fábula antigua un verde brote
cortaba el indio sobre el potro rudo.
Era el campo sonoro en cada brote,
era el jinete frente al sol. Desnudo
y cara al sol partió como un azote…
Iba a robarlo para hacer su escudo.
ROSA DE SAULO
Fue mi grito de amor brama guerrera,
fue de Heracles mi furia redentora.
¡Sobre los hombros pieles de pantera!
¡Sobre la frente rosas de la aurora!
Amé el gladio y el salto cuando era
en el comienzo de la vida.
Ahora el délfico laurel de mi cimera
bajo la tempestad se dobla y llora.
En mi frente era luz el áureo casco
helénico. Al vencido Prometeo
fui a dar la libertad sobre el peñasco,
y alzando sus cadenas por trofeo
vi a Cristo en el camino de Damasco.
¡Ego credebam et laudavi deo!
ROSA DE FURIAS
Como el cisne de la laguna
iba mi barca de marfil,
en el plenilunio de Abril
sobre la estela de la Luna.
Bogando en ondas de fortuna
hiló mi ensueño juvenil,
el hilo de plata sutil
de un cuento de las Mil y Una.
Y era el Abril, cuando ululante
por mi vida pasó un ciclón,
y adelante, siempre adelante,
violento como un león,
estrujé en la garra rampante,
humeante, mi corazón.
ROSA DEL RELOJ
Es la hora de los enigmas,
cuando la tarde del verano,
de las nubes mandó un milano
sobre las palomas benignas.
¡Es la hora de los enigmas!
Es la hora de la paloma:
sigue los vuelos la mirada
de una niña. Tarde rosada,
musical y divina coma.
¡Es la hora de la paloma!
Es la hora de la culebra:
el diablo se arranca una cana,
cae del árbol la manzana
y el cristal de un sueño se quiebra.
¡Es la hora de la culebra!
Es la hora de la gallina:
el cementerio tiene luces,
se santiguan ante las cruces
las beatas, el viento agorina.
¡Es la hora de la gallina!
Es la hora de la doncella:
lágrimas, cartas y cantares,
el aire pleno de azahares,
la tarde azul, solo una estrella.
¡Es la hora de la doncella!
Es la hora de la lechuza:
descifra escrituras el viejo,
se quiebra de pronto el espejo,
sale la vieja con la alcuza.
¡Es la hora de la lechuza!
Es la hora de la raposa:
ronda la calle una vihuela,
porta la vieja a la mozuela
un anillo con una rosa.
¡Es la hora de la raposa!
Es la hora del alma en pena:
una bruja en la encrucijada,
con la oración excomulgada
le pide al muerto su cadena.
¡Es la hora del alma en pena!
Es la hora del lubricán:
acecha el mochuelo en el pino,
el bandolero en el camino,
y en el prostíbulo Satán.
¡Es la hora del lubrican!
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