Antonio Otero Seco (Cabeza del Buey, Badajoz, 1905 – Rennes, Francia, 1970) fue un escritor, periodista, poeta y crítico literario español, cuya vida y obra estuvieron marcadas por su compromiso republicano y el exilio tras la Guerra Civil. Es una figura representativa de la cultura intelectual truncada por el franquismo. Otero Seco estudió Derecho y Filosofía y Letras y desarrolló una intensa actividad en el periodismo y la crítica cultural durante la Segunda República.
Periodista y Crítico: Colaboró en importantes periódicos y revistas madrileñas como El Sol, La Voz, Mundo Gráfico y Estampa.
La Última Entrevista a Lorca: Uno de sus trabajos periodísticos más notables fue la última entrevista concedida por Federico García Lorca antes de su asesinato, publicada póstumamente en Mundo Gráfico en febrero de 1937.
Novela de Guerra Civil: Coescribió con Elías Palma Gavroche en el parapeto. Trincheras de España (1937), considerada por algunos la primera novela inspirada en la contienda.
Su militancia republicana le costó una dura represión tras la victoria franquista. Fue condenado en consejo de guerra a treinta años de prisión, cumpliendo condena en diversas cárceles franquistas.
Huida a Francia: Tras ser excarcelado, siguió sufriendo acoso y detenciones. En 1947, logró huir clandestinamente a Francia, a través de la frontera de los Pirineos, iniciando su exilio definitivo. En Francia, Otero Seco reconstruyó su vida, aunque vivió siempre con la "lejanía y nostalgia" de España.
Mediador Cultural: A partir de 1952, fue Profesor de español en la Universidad de Rennes, donde se dedicó a difundir la cultura y la literatura españolas.
Crítico en el Exilio: Colaboró en prestigiosas publicaciones francesas como Le Monde y Les Temps Modernes (la revista de Jean-Paul Sartre), desde donde dio a conocer lo mejor de la literatura española contemporánea. Usó varios seudónimos, como Luis Herrera y Antonio de la Serena.
Obra Literaria: Fue autor de lúcidos versos a lo largo de su vida. Su obra poética completa y su obra periodística y crítica del exilio han sido publicadas póstumamente, lo que ha permitido una recuperación de su figura como "un herido, un traspapelado por la historia".
Antonio Otero Seco murió en Rennes en 1970, sin poder regresar a España, siendo recordado como un intelectual liberal y republicano que mantuvo su dignidad en la adversidad.
