1.AMIGOS DEL ALMA [Poema del Editor]
2.Pablo de Olavide [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)

MI POEMA… de medio pelo

 

Los amigos de la infancia,
cómplices de fechorías,
mientras avanzan los días
perviven en la memoria.

Forman parte de la historia
de aquellos tiempos felices,
de inconscientes aprendices
de la vida y de su andanza.

Más tarde llega el amor
¡oh el amor, esa locura,
ese impulso que tortura
y convierte en soñador!

Al otoño hay que esperar
a que mitigue el ardor,
cuando el alma ya está en calma,
para al pasado mirar
y de nueva recordar
aquel amigo del alma.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Pablo de Olavide

La esperanza

¡Oh día grande de la luz eterna!
¡Día sin fin!, la noche en ti no alterna,
quizá va a despuntar tu primer rayo,
yo te espero sin ansia ni desmayo;
se acabarán mis males pasajeros,
y empezarán los bienes verdaderos.

Yo aspiro a un trono de inmortal grandeza,
trono que nunca acaba cuando empieza,
y debo con mis méritos ganarlo;
yo he sido delincuente, debo expiarlo.
Yo me dirijo a celestial destino,
fuerza es sufrir las penas del camino.

¿Qué importa que esta vida deleznable
se pase en la amargura,
si de vida mejor y perdurable
puedo ganar con ella la dulzura?
El mal dura muy poco, y con la muerte
en corona de gloria se convierte.

Miserere. De ecos de Olavide

Señor: misericordia; a tus pies llega
el mayor pecador, mas ya contrito,
que a tu infinita paternal clemencia
pide humilde perdón de sus delitos.
A mis oídos les darán entonces
con tu perdón consuelo y regocijo,
y mis huesos exámines y yertos
serán ya de tu cuerpo miembros vivos.
Porque, si tú quisieras otra ofrenda,
ninguna te negará el amor mío,
pero no quieres tú más holocausto
que un puro amor y un ánimo sumiso.
Señor, pues amas y deseas tanto
a tu siervo salvar, dispón benigno
que en la inmortal Jerusalén del alma
se labre de tu amor el edificio.

Dijo el Señor al que es el Señor mío:

(Dixit Dominus Domino meo)

Siéntate a mi derecha hasta que haga
que, puestos a tus pies tus enemigos,
servir de apoyo puedan a tus plantas.
Hará el Señor que de Sión augusta
de tu ínclita virtud salga la vara,
que en medio de tus mismos enemigos
los venza, los domine y los abata.
Esta vara es el cetro de tu imperio,
y lo empuñó tu mano soberana
cuando todo el poder, toda la gloria,
de mi eterna virtud mi amor te pasa.
En medio de las luces y esplendores
que en el cielo a mis santos acompañan,
pues te engendré en mi seno antes que hiciera
al lucero magnífico del alba.
El Señor lo afirmó con juramento,
y nunca se desmiente su palabra;
tú eres, le dice, Sacerdote eterno,
Melchisedech el orden te prepara.
El Señor que te tiene a tu derecha,
en el día fatal de su venganza,
redujo a polvo y convirtió en ceniza
a los más grandes reyes y monarcas.
Juzgará las naciones. De ruinas
al universo llenará su saña,
porque destrozará muchas cabezas
que su ley violan y su culto atacan.
En el torrente que el camino corta
se detendrá para beber de su agua,
y por eso de gloria revestido,
alza la frente y su cabeza exalta.

Bio de autores en esta página

"No están todos los que son pero son todos los que están."

  • Pablo Antonio José de Olavide y Jáuregui (Lima, 25 de enero de 1725 – Baeza, 25 de febrero de 1803) fue un escritor, traductor, jurista y político español. Fue profesor universitario y funcionario de la Audiencia en Lima. En 1756 fue hecho caballero de la Orden de Santiago. Era de pensamiento ilustrado. En 1767 Carlos III le nombró superintendente de Nuevas Poblaciones, siendo el encargado de desarrollar con éxito la colonización en despoblados de Sierra Morena y de la Baja Andalucía. Compaginó esta labor con la de asistente de Sevilla. Fue condenado por la Inquisición en 1778 a la reclusión en un monasterio durante ocho años, aunque logró evadirse exiliándose a Francia en 1780. Vivió la Revolución Francesa, durante la cual fue apresado en 1794, saliendo en libertad el mismo año. En 1797 concluyó una exitosa obra, titulada «El Evangelio en triunfo», donde criticaba los excesos de los revolucionarios y hablaba de la conversión. Carlos IV le permitió volver a España en 1798 instalándose en Baeza.

    Como escritor cultivó varios géneros, y entre sus obras destacan su poemario cristiano donde se encuentra la obra "La esperanza", su traducción de la obra de teatro "El desertor" de Louis Sebastian Mercier y su novela "Paulina o el amor desinteresado".

     

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