1.YO SOY PREDICADOR [Poema del Editor]
2.Alberto Lista [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)

MI POEMA… de medio pelo

 

Robaros la inocencia ese es mi oficio.
Yo soy predicador.
Soy padre, el elegido del Señor,
quien dude de mi honor sabrá el suplicio
que habrá de soportar, sin un resquicio,
por ser tan pecador.

Mi plato preferido, las entrañas
mejor cuanto más tiernas.
Me apoyo en mis bondades sempiternas
exentas, digo y miento, de artimañas
que suelo difundir tomando cañas,
promesas son eternas.

Mi único interés ese es la ayuda
al otro ser humano.
Desprecio no he de hacer si con la mano
me viene a saludar y está desnuda.
La vida ya se sabe está muy cruda
¡a ver qué trae el hermano!

Si creen que por eso soy perfecto
se olviden de mi ejemplo
y atiendan lo que digo yo en el templo.
No intenten reprocharme algún defecto
y vengan a juzgarme por mi aspecto
que el ego no contemplo.

Lo mío es repartir la propaganda.
Igual que buzoneo
no suelo contentarme en lo que veo.
Denuncio aquel que vive de parranda
y llevo puesta al cuello mi bufanda
mi objeto de deseo.

Políticos fingiendo ser honestos
su dios es el poder,
profetas que adoctrinan ya al nacer,
escasos de equilibrio sus maestros
que os quieren atrapar como a cabestros
y luego hasta más ver.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDOAlberto Lista

mi corazón en amorosa llama;
si en tus labios, que el abril inflama
de ardiente rosa, y no me enajenaron;

si vi el seno gentil, do se anidaron
las gracias; do el carmín, que Venus ama,
sobre luciente nieve se derrama,
e inocentes mis ojos lo miraron;

no es culpa, no, de tu beldad divina,
culpa es del infortunio que ha robado
la ilusión deliciosa al pecho mío.

Mas si en el tuyo la bondad domina,
más querrás la amistad que un desgraciado
que de un dichoso el tierno desvarío.

A ELISA
En vano, Elisa, describir intento
el dulce afecto que tu nombre inspira;
y aunque Apolo me dé su acorde lira,
lo que pienso diré, no lo que siento.
Puede pintarse el invisible viento,
la veloz llama que ante el trueno gira,
del cielo el esplendor, del mar la ira;
mas no alcanza al amor pincel ni acento.
De la amistad la plácida sonrisa,
y el puro fuego, que en las almas prende,
ni al labio, ni a la cítara confío.
Mas podrás conocerlo, bella Elisa,
si ese tu hermoso corazón entiende
la muda voz que le dirige el mío.
A FILIS

En vano, Filis bella, afectas ira,
que es dulce siendo tuya, y más en vano
nos insulta ese labio soberano
do entre claveles la verdad respira.

Un tierno pecho que por ti suspira
esa linda esquivez adora en vano,
y por ser tuyo se contenta insano
si, no pudiendo amor, desdén te inspira.

No esperes que ofendidos tus amores
huyan de tu halagüeño menosprecio
ni de sufrir se cansen tus rigores;

aun más esclavos los tendrás que amores,
pues vale más, oh Filis, tu desprecio
que de mil hermosuras mil favores.

A LA AMISTAD

La ilusión dulce de mi edad primera,
del crudo desengaño la amargura,
la sagrada amistad, la virtud pura
canté con voz ya blanda, ya severa.

No de Helicón la rama lisonjera
mi humilde genio conquistar procura;
memorias de mi mal y mi ventura,
robar al triste olvido sólo espera.

A nadie, sino a ti, querido Albino,
debe mi tierno pecho y amoroso
de sus afectos consagrar la historia.

Tú a sentir me enseñaste, tú el divino
canto y el pensamiento generoso:
Tuyos mis versos son y esa es mi gloria.

AL AMOR

Tal vez, amor, bajo el sagrado velo
de la amistad encubres tu furor;
el corazón se entrega sin recelo,
y en él clavas la flecha a tu sabor.

Tirano dios, cuya perfidia lloro,
el infortunio me enseñó a temer,
más ¡ay de mí!, si mi peligro adoro,
¿qué vale, tu astucia conocer?

CORONA NUPCIAL

Esta que aún lleva la encarnada espina,
gloria de su vergel, purpúrea rosa,
y esta blanca azucena y olorosa
bañada de la lluvia matutina.

Un pastorcillo a tu beldad divina
ofrece, pobre don a nueva esposa;
y no mal te dispone, Lesbia hermosa,
cuando a adornar tu seno las destina.

Del virgíneo carmín la rosa llena
retrata tu candor, y en sus albores
tu casta fe la cándida azucena;

y ese mirto que enlaza las dos flores
en felices esposos la cadena
con que os ensalza el Dios de los amores.

DEL AMOR

Alcino, quien los ásperos rigores
de una ingrata beldad vencer procura,
ni encantos a la tésela espesura,
ni a la remota Colcos pida flores.

Amar es el hechizo, que en amores
la victoria y las dichas asegura,
y somete el pudor y la hermosura,
y corona al amante de favores.

Mas si el vil seductor quiere que sea
una impura pasión amor hermoso,
no se admire de verla desdeñada.

Que no es amante el que gozar desea,
sino el que sacrifica generoso
su bien y su placer al de su amada.

Bio de autores en esta página

"No están todos los que son pero son todos los que están."

  • Sevilla, 1775-1848 El 7 de noviembre de 1833 ocupaba su asiento en la RAE, junto a otros académicos, el poeta, profesor y periodista Alberto Lista, que había sido admitido como honorario seis años antes, el 6 de septiembre de 1827, y promovido a supernumerario el 31 de enero de 1828.

    Nacido en Sevilla el 15 de octubre de 1775, Lista fue uno de los poetas más célebres de la escuela sevillana y un grandísimo maestro; tuvo la fortuna de ver cómo muchos de sus alumnos se convirtieron, con el tiempo y tras sus enseñanzas, en ilustres figuras del panorama político y cultural de España; entre ellos destacan los escritores románticos Espronceda y Larra y los académicos Eugenio de OchoaJuan de la PezuelaMariano Roca de Togores o Ventura de la Vega. Además de poeta y docente, Lista fue periodista, sacerdote, dramaturgo, ensayista, historiador, traductor, matemático y filósofo.

    Partidario de la nueva monarquía francesa en la figura de José I Bonaparte, durante la Guerra de la Independencia y el posterior reinado del hermano de Napoleón, Lista permaneció en Sevilla, donde trabajó como docente y como periodista. Compaginó su labor como catedrático de Matemáticas en la Sociedad de Amigos del País y como profesor de Filosofía en el Colegio de San Miguel con su actividad periodística como articulista en el Correo Literario y Económico de Sevilla (1803-1810), El Mercurio de España (1807), la Gaceta del Gobierno (1809) y El Semanario Patriótico (1809). También fundó y dirigió El Espectador Sevillano (1809-1810).

    Sin embargo, la restauración del absolutismo en 1814 le obligó a exiliarse en Francia durante tres años, hasta que regresó a España en 1817 y retomó su labor docente y periodística. Fundó entonces el periódico El Censor (1820-1822) y retomó su colaboración en la prensa semanal; dirigió la Gaceta de Madrid (1833-1837) y colaboró en la Gaceta de Bayona (1828-1830), La Estafeta de San Sebastián (1830-1831), La Estrella (1833-1834), la Revista de Madrid (1838) y El Tiempo (1838-1843).

    Como profesor, tras el exilio trabajó durante tres años en el madrileño Colegio de San Mateo, desde 1820 hasta su clausura tras el Trienio Liberal, en 1823. A partir de entonces, Lista pasó largas temporadas alejado de su labor docente, en Londres y en París, hasta que se estableció definitivamente en Cádiz en 1833 y retomó la enseñanza como profesor en el Colegio de San Felipe Neri (1838-1843).

    Durante los últimos años de su vida, Lista se recluyó en su ciudad natal, Sevilla, donde fundó el Colegio de San Diego en 1844 y ocupó distintos cargos en la Universidad hispalense; en 1844 fue catedrático de Matemáticas Sublimes, decano en 1845, y rector desde 1846 hasta su muerte, en 1848. Además de a la RAE, perteneció a la Real Academia de la Historia y dirigió la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla (1841).  Leer más...

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