Antonio Mira de Amescua

Antonio Mira de Amescua

Antonio Mira de Amescua (Guadix, Granada, c. 1577 - ibídem, 1644) fue un destacado dramaturgo, poeta y eclesiástico español, una figura esencial del Siglo de Oro y uno de los principales continuadores de la fórmula teatral de Lope de Vega.

Origen y Formación: Nació en Guadix (Granada), hijo natural. Orientado a la carrera eclesiástica, estudió en Granada y se doctoró en Teología por la Universidad de Salamanca (1599). Fue ordenado sacerdote.

Trayectoria en la Corte: Estuvo vinculado a la nobleza y la corte, lo que le permitió desarrollar su talento literario. En 1610, acompañó a Pedro Fernández de Castro, Conde de Lemos, a Nápoles, donde residió hasta 1616 como ecónomo de la diócesis de Tropea.

Capellán y Arcediano: A su regreso a España, fue nombrado capellán del cardenal infante don Fernando (1619) y, más tarde, arcediano de la catedral de Guadix (1631), cargo que ocupó hasta su fallecimiento en 1644.

Mira de Amescua fue elogiado por sus contemporáneos, incluidos Cervantes y Lope de Vega, y es reconocido por la crítica por la complejidad de sus tramas y su habilidad para el barroquismo culterano.

Comedia Nueva: Siguió el modelo de la comedia nueva de Lope de Vega, pero acentuando la ornamentación estilística y la acumulación de personajes y conflictos. Se estima que escribió unas sesenta obras teatrales.

Obras más Destacadas: El esclavo del demonio: Considerada su obra maestra y una de las más conocidas del teatro barroco. Es una "comedia de santos" que plantea un intenso conflicto teológico sobre el libre albedrío y la gracia divina. El tejedor de Segovia: Una de sus comedias de "bandoleros" o de "honor", caracterizada por su compleja intriga y su fuerza dramática. La adúltera virtuosa: Ejemplo de su versatilidad temática, que incluye comedias bíblicas, de historia y de costumbres. Autos Sacramentales: Escribió varias piezas para la festividad del Corpus Christi, como El heredero y El sol a medianoche.

Aunque su mayor fama la debe al teatro, también cultivó la poesía, participando en certámenes poéticos y siendo incluido en antologías como las Flores de poetas ilustres (1605) de Pedro Espinosa. Su poesía, si bien no tan celebrada como su teatro, muestra un lenguaje brillante y sensorial

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