YO YA ESCRIBÍ BASTANTE [Mi poema] Rafael Pérez Estrada [Poeta sugerido]
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MI POEMA …de medio pelo |
Que yo ya escribí bastante, Si he de hablar del paraíso Que ésta enorme confusión |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Rafael Pérez Estrada
CANTOS DE SAN LORENZO EN EL ESCORIAL
El tostado de un cuerpo no sólo pertenece
a las pruebas con que la fe se templa y reconoce
sino que es parte del orden gastronómico.
Hay en todo tormento una amorosa forma
de iniciarse en la carne y de tratar la víscera.
Tiene toda tortura un sabor a cocina,
un regular despiece y un ritual servicio
y de piches y de acólitos, de especias y de salmos.
Poned en las espaldas mantequillas y aceites,
que la cochura tenga el olor que conviene
a la piel que se hace milagro gustativo.
Haced que el pecho, su blancor de pechuga,
adquiera el punto exacto del paladar angélico.
Mezclad en la consulta de este raro suplicio
libros devocionarios y recetas monjiles,
en tanto la piedad y el gusto ya mezclados
os coronen mi martirio y su virtud exalten.
PIENSO, LUEGO EXISTO
Pienso, luego existo;
y me respondió el objetual:
Los objetos existen,
luego piensan.
Y para redundar en lo dicho
empujé al suelo el jarrón utilizado
de pretexto hasta entonces:
Y sufren — añadí —
en silencio.
ZINNIAS, VERBENAS, PETUNIAS
Zinnias, verbenas, petunias
y una mariquita como una gota
de sangre ensombrecida
por el seis doble del dominó.
El poeta asesinado
Cabalgan caballos en el sueño perdido del poeta muerto.
El terral que seca las metáforas.
La frialdad del eco.
La curva ascendente del silencio.
La inútil realidad del ángel.
La aguda naturaleza del grito.
La inexplicable sequedad de la sangre.
El horizonte de la palabra.
Caballos ciegos en la noche de los sueños perdidos.
XI
Señalándome a un hombre de gran dignidad, me dijeron: Ese es el resucitador; y como yo preguntara
detalles, me explicaron que sólo podía resucitar a aquellos cuya muerte representara para la patria y la
cosa pública una pérdida irreparable.
Todos confiaban en este hombre, y al punto creían en su capacidad prodigiosa para devolver a los muertos de
su eterno reposo. Mas cuando inquirí sobre el número de sus milagros, esta fue la respuesta: Nunca
ha resucitado a nadie, porque nadie nos ha parecido imprescindible. Sin embargo, el hombre actuaba como si
hubiera devuelto de las sombras a toda una nación.