1.NADA ES VERDAD NI ES MENTIRA [Poema del Editor]
2.José Joaquín de Mora [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)

MI POEMA… de medio pelo

 

Nada es cierto ni es mentira, me da igual,
nadie sabe la verdad de lo que dice,
que este mundo es un completo carnaval
así sea el mismo dios quien lo bendice.

Los valores esenciales de la infancia
los que antaño me inculcaron y creía
se han cambiado de chaqueta y su constancia
putrefacta se escapó en la cañería.

Casi todos, compañeros, mis amigos
han mudado de opinión y sus valores
ni siquiera han conservado, y son mendigos
del aroma que destila de otras flores.

Mi refugio, el manicomio, en él me escondo,
que allí a gusto en mi aposento bien me encuentro,
si me dicen que me digan, no hay trasfondo,
mi conflicto siempre viene desde dentro.

Que pensar, bien sabe dios, no trae a cuenta
y creer en lo que ves eso es de ilusos,
hoy he puesto a mi cerebro ya la venta,
beneficios no me aportan sus abusos.
©donaciano bueno

En este mundo traidor
nada es verdad ni es mentira,
todo es según el color
del cristal con que se mira.
Ramón de Campoamor

MI POETA SUGERIDO:  José Joaquín de Mora

El desterrado

En abandono sumido
mis pesares entretengo
con este refrán sentido:
Tuve hogar y lo he perdido,
tuve patria y no la tengo.

Miro en redor y no encuentro
quien me halague y me sonría:
vivo fuera de mi centro,
y el alma me dice adentro
que esta no es la patria mía.

Al bosque voy aburrido,
y cuando del bosque vengo
canto mi refrán sabido:
Tuve hogar y lo he perdido,
tuve patria y no la tengo.

Con tenacidad extraña
me aqueja esta pesadumbre;
y la ilusión no me engaña,
que en desventura tamaña
no hace mella la costumbre.

Meditando en lo que he sido,
mi triste vida mantengo,
y nunca esta letra olvido:
Tuve hogar y lo he perdido,
tuve patria y no la tengo.

Epigrama

Trajes de moda y muy finos
tiene Juana la elegante,
pero nada es semejante,
al pañolón de merinos.

Gil, que celebrarlo oyó,
dijo con tono sincero:
pues, señores, el carnero
que da la lana, soy yo.

Imitación de Lord Byron

Plus mme une vaine ombre.
Victor Hugo.

Nadie sonríe en torno; nadie enjuga
si trabajo, el sudor; si gimo, el llanto;
si el enojo la frente acaso arruga,
nadie tiembla de espanto.

Ni muelle brazo que mi sien apoyo.
Tras las faenas del penoso día;
nadie los ecos de mis rimas oye
con blanda simpatía.

Nadie a la puerta, exánime, si tardo,
cuenta las horas, implorando al cielo;
y yo de nadie la venida aguardo
para calmar mi anhelo.

No hay ser viviente, si el dolor me abruma,
que vigorice el abatido pecho.
Una huella no más dobla la pluma
del solitario lecho.

Pues ora, huelgue el corazón, ya rotos
los vínculos están; y ya pareces,
Fortuna, blanda a los ardientes votos,
frustrados tantas veces.

Sepa quien puso en la turbada frente,
mezclada con el mirto la amapola,
cuanto placer sin ella el alma siente;
y sépalo ella sola.

Gocemos ambos; ella en el tumulto
de pasiones que excita su belleza;
yo, consagrado al misterioso culto
de la Naturaleza.

El tiempo y la amistad

Al Tiempo dijo Amistad:
hazme un lugarcito, hermano.
Alargándole la mano,
el Tiempo responde: entrad.

Al Dios ciego dije, no;
porque fijarlo no sé.
A vos digo, sí; porque
duráis tanto como yo.

Convite para ir al campo
Lisi ¿por qué no bajas a la aldea?
¿Qué hechizo tiene el tráfago anheloso
de la ciudad potente
para el alma inocente?

¿Por qué condenas al pesado yugo,
y a la escena de míseras pasiones,
y de acechanzas viles
tus años juveniles?

¿Por qué sumir en ese abismo oscuro
de rumoroso aturdimiento al alma,
para gozar nacida,
y en hierros oprimida?

¿Puede aspirar, en la pesada niebla
que a la opulencia y al poder circunda
los perfumes del aura
que sus fuerzas restaura?

¿Ni de Natura el cándido lenguaje
oír entre la turba vagarosa
que al audaz que la guía
ciega y dócil se fía?

¿Ni conservar el natural instinto
que a la virtud y a la bondad la lleva,
do verdad se estremece,
y tímida enmudece?

Ven, Lisi, al campo, ven; del almo cielo
la inmensidad verás, no interrumpida
por altos torreones
de lóbregas prisiones.

Y el blando césped hollarás, cubierto
de rocío oloroso, no teñido
con sangre del humano,
que vertiera su hermano.

Ecos oirás confusos de balidos
y lejanos cencerros, y de arroyos;
y el viento que murmura
por la verde espesura.

Gratos muy más que el atambor guerrero,
y que el himno sacrílego que entona
al Dios del universo,
hipócrita perverso.

Mansión de holgura y perenal deleite
los campos son. En ellos sin estorbo,
la libertad divina,
triunfa, goza y domina.

La irresolución

 Wether’tis better.
Shakespeare


En la soledad umbrosa
de un bosque, al anochecer,
pensativa y afanosa,
batallando está una hermosa
entre el amor y el deber.

Si va donde amor la llama,
sus pasos deber reprime;
el deseo que la inflama
con acerba voz comprime
temor de perder la fama.

Sabe que ansioso la espera
quien fe eterna le ha jurado;
mas la obligación severa,
de su pecho atormentado
la inclinación exaspera.

Venció amor, no hay más temer
lo que diga la opinión.
Echa a andar…; mas sin querer
deja hablar a la razón
y cede amor al deber.

Otra vez amor insiste,
y otra deber reconviene.
Turbada, anhelosa, triste,
se adelanta, y se detiene,
y ora cede, ora resiste.

En pensar lo que ha de hacer
pasa el tiempo sin sentir,
aunque es sentir padecer:
ya es tarde para acudir,
y tarde para volver.

Después, de amargo rigor
entre esperar y temer,
reflexiona con dolor
que está ofendido el deber,
y descontento el amor.

Bio de autores en esta página

"No están todos los que son pero son todos los que están."

  • Cádiz, 1783-Madrid, 1864

    El 10 de diciembre de 1848 ocupaba su asiento en la RAE el periodista y escritor José Joaquín de Mora, que leyó el discurso titulado El neologismo: «El neologismo se enseñorea hoy en España, como un usurpador innoble que se complace en desfigurar los monumentos y en envilecer las glorias del pueblo sometido» (p. 154). Su amigo, el académico y escritor Antonio Gil y Zárate, fue el encargado de darle la bienvenida a la institución.

    Nacido en Cádiz el 10 de enero de 1783, la vida de Mora fue un continuo ir y venir de ciudades y de cargos.

    De regreso a España en 1814, Mora ejerció como abogado y como articulista. En 1817 fundó la revista Crónica Científica y Literaria, colaboró en otros periódicos de la época y tradujo y adaptó varias piezas teatrales francesas. Aquella primera revista sería el germen de la constante afición de Mora por inaugurar revistas y periódicos, que le acompañó a lo largo de toda su vida y que no conoció fronteras, pues la llevó a cabo tanto en España como en el extranjero. Asiduo a la tertulia literaria de Frasquita Larrea y de su marido Juan Nicolás Böhl, Mora, bajo el seudónimo de El Mirtilo gaditano, intervino en distintas polémicas sobre teatro como férreo defensor del neoclasicismo. En aquella época, viajó también a Italia como diplomático, y después a Francia, en 1820.

    Durante el Trienio Liberal (1820-1823), fundó los periódicos El ConstitucionalMinerva NacionalCorreo General de Madrid y El Fundador; colaboró también en otros periódicos e impartió conferencias en el Ateneo. La vuelta del absolutismo en 1823 y su implicación política durante el Trienio Liberal obligaron a Mora a exiliarse en Londres, donde fundó las revistas No me olvides (1824-1827), Museo Universal de Ciencias y Artes (1824-1826) y Correo Literario y Político de Londres (1826). En 1827 marchó a Buenos Aires y fundó el periódico Crónica política y poética de Buenos Aires; durante su estancia en América del Sur, recorrió numerosos países; en Chile, intervino en la redacción de la Constitución chilena de 1828 y fundó, ese mismo año, el periódico El Mercurio de Chile. Expulsado de Chile en 1834, recaló en Perú, donde fundó el Ateneo, pero pronto se trasladó a La Paz (Bolivia), donde obtuvo la cátedra de Literatura de la Universidad de La Paz (Bolivia) y trabajó, durante cuatro años, como secretario y asesor del presidente de Bolivia Andrés de Santa Cruz (1834-1838). En 1838 volvió a Londres; trabajó como cónsul de la Confederación peruano-boliviana y como cónsul general de España en Londres.

    Regresó por fin a España en 1843, y se entregó, de nuevo, a la frenética labor periodística y a la escritura. Fue autor de una ingente y variada obra, entre la que se encuentra su popular Leyendas españolas (1840), así como otros títulos de temáticas muy distintas; Catecismo de economía-política (1825), Cursos de Lógica y Ética (Lima,1832), Ejercicios de Lectura (Madrid,1845), Colección de sinónimos de la lengua castellana (1855), Oración matutina y vespertina (1855), etc. Cultivó también la poesía, y su obra poética se recogió en Meditaciones poéticas (1826) y Poesía (1836 y 1853).

    Hombre de mundo y transeúnte, José Joaquín de Mora —el Mirtilo gaditano— murió en Madrid el 3 de octubre de 1864. «Sus inmediatos seguidores en la prensa, en la Academia, en la vida docente, le citan con admiración, especialmente por su tarea constante, sin desalientos, a pesar de los tropiezos que sufrió» (Alonso Zamora, La Real Academia Española, 1999, p. 213).  Fuente

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  • Ramón de Campoamor fue un escritor español, nacido en Asturias en el año 1817 y fallecido en Madrid en 1901. Campoamor fue un autor muy prolífico e incursionó en diversos géneros, desde el drama hasta la poesía. Entre sus obras más destacadas, se encuentran la pieza teatral "El castillo de Santa María", la zarzuela "Jorge el guerrillero", los poemarios "Ternezas y flores" y "Los amores de una santa", y los ensayos filosóficos "La originalidad y el plagio" y "La metafísica y la poesía ante la ciencia moderna". A continuación, su poema "Cantares" encabeza nuestra selección de sus obras.

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