1.CUANDO SEAMOS VIEJOS… [Poema del Editor]
2.Claudio Mamerto Cuenca [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)

MI POEMA… de medio pelo

 

Cuando seamos viejos…
cual quinceañeros nos cogeremos de las manos,
iremos de paseo por el sitio más cercano
para que el mundo contemple lo mucho que te quiero.

Cuando seamos viejos…
tu cara y mi cara se han de llenar de arrugas,
yo, guapa, te seguiré viendo cual ninguna
y tú no harás caso cuando mires al espejo.

Cuando seamos viejos…
juntaremos en la cama los cuerpos doloridos
recordando los momentos felices ya vividos
para así mitigar el dolor de nuestros cuerpos.

Cuando seamos viejos…
nos sentaremos en un banco mirando al infinito,
soñando que vivimos en un mundo muy bonito
ahuyentando de la mente nuestros miedos.

Cuando seamos viejos…
y tiemblen mis manos al rozarse con las tuyas,
pensarás que es de emoción, mas nunca lo atribuyas
a que son problemas de la edad ni mucho menos.

Cuando seamos viejos…
y notes que los quince años te llevo de adelanto
se empiezan a notar; tú solo piensa en cuanto
te quiero y que, nena, a ti aún te queda mucho tiempo.

Cuando seamos viejos…
jugaremos a juntar dos corazones,
tú a mí me enseñarás a controlar las emociones
y yo a ensayar tirarte de nuevo a ti los tejos.

Cuando seamos viejos…
viviremos cada minuto de la vida
con la misma intensidad que en la corrida
pone al lidiar en cada suerte así el torero.

Cuando seamos viejos…
al levantarnos cada día, saltaremos de alegría
como si se tratara del último de nuestra vida
y vuelta así a empezar hasta el final de este cuento.

Cuando seamos viejos…

MI POETA SUGERIDO:  Claudio Mamerto Cuenca

MI CARA

Esta cara impasible, yerta, umbría,
Hasta ¡ay de mí! para la que amo helada,
Sin fuego, sin pasión, sin luz, sin nada,
no creas que es ¡ ah, no ! la cara mía.

Porque esta, amigo, indiferente y fria
Que traigo casi siempre, es estudiada….
Es cara artificial, enmascarada,
y, aquí para los dos, -la hipocresía!

Y teniendo que ser todo apariencia,
Disimulo, mentira, fingimiento,
Y un astuto artificio en mi existencia,
Por no poder obrar conforme siento

Y me lo mandan Dios y mi conciencia.

EL LUNAR

Como del cuerpo entro todos
Los hechizos sobresale,
Y hasta una hermosura vale,
De los ojos la beldad :
Así entre las bellas dotes
Del corazón y del alma,
Como en la selva la palma,

Descuella la caridad.

UN MAL CASADO

En medio de los dolores
de una muerte que amagaba
Un infeliz recordaba
Sus ya pasados errores ;

Mas cuando aquel recordó
De haberse buscado suegra,
Basta, dijo, muerte negra,

Líbrame, de él, y espiró.

INÉS

En su próxima dicha embebecido,
Delirante de amor Favonio espera,
Que se desnude Inés, y placentera ..
Entre con. él al lecho apetecido.

La ve soltar un lazo, y sorprendido
Mira caer á sus pies la ancha cadera;
Un resorte, y con él la cabellera,
Y en pos de un otro, el muslo desprendido.

Queda el rustro divino : ¡ oh ! ¡qué blancura !
Mas no, que es Solimán …. se pone prieto,
Y… ¿ qué saca, después ? ¡ la, dentadura !
El seno ¡ ah! se desprendo con el. peto!
¿Y qué resta por fin do su hermosura?
¡Oh engañosa beldad, -un esqueleto !

UN SONETO

Un soneto! sí, Fabio; un cuarto de hora
Que escribo, y sudo, y voto, y me fatigo,
Y llano al . . pero qué . . nada consigo;
Si mas quito y añado, más se empeora.

Iba á escribir …. mas ya … ni sé ahora;
Y es esto diversión, ¡ ah ! no ; maldigo
Hasta el mismo alto numen que es testigo
Del vático furor que me devora.

De esta vez, no hay remedió, pierdo el juicio!
Quince versos, dos ripios, plan y objeto
Es preciso borrar ; ¡qué sacrificio !
También un consonante, un epíteto
Mal aplicados ¡ oh ! ya esto es suplicio !

¡ Llévese el diablo, pues, pluma y soneto !

EL SASTRE

De un rico lino cortaba
Para su esposa, un vestido
Cierto sastre, y distraído
La mitad del lino ahorraba.

Nótalo ella y grita: Espera,
Tú me robas mucho paño!
Y él responde : No es extraño,
Me olvidaba de quien era.

A UNA DAMA

Preguntóme una doncella.
¿Me falta algo por ventura,
Siendo rica, noble, y bella?
Sí, le dije, más cordura.

LA RESPUESTA

Preguntóme, ¿cuál de aquellas
Cinco damas es mas linda?
Un amante; óyelo Alcinda

Y dice, ninguna de ellas.

EPIGRAMAS

Un pendenciero

Un valentón desafió
A un antiguo militar,
Y llegados al lugar
De la riña, así le habló :

Tú tiras, o tiro yo,
O me matas, o te mato,
Y es sabido que un mal rato
Debe huirse.. . .y disparó

La Viuda

Bañada en lágrimas vi
Quejarse á una joven viuda,
Diciendo: muerte sañuda,
¿Porqué me dejaste á mí ?

Grita, llora; mas voy yo,
Háblole de casamiento,
Y la viuda en el momento
En risa el llanto mudó.

El beato

Rezando estaba un devoto
Muy contrito, cuando al paso
Pisa su hijo por acaso
Un mal jarro y queda roto :

Se enfurece con exceso,
Grita el beato, rabia y vota,
Toma al hijo, cruel le azota,
Se hinca luego y sigue el rezo,

El busto

A un chulo se preguntó
Si el busto de un magistrado
De blanco mármol labrado
Le era fiel, y respondió :

El busto no admite medra
Ni puede hacerse mejor
Porque imitó el escultor

Hasta los sesos de piedra.

Bio de autor en esta página

"No están todos los que son pero son todos los que están."

  • Claudio José del Corazón de Jesús Cuenca, nace el 3 de octubre de 1812. Su verdadero nombre era Claudio José del Corazón de Jesús y no se sabe por qué razón lo cambió por el de Claudio Mamerto, fue médico y poeta argentino. Excelente alumno, se recibió de Bachiller con notas sobresalientes y cuatro años más tarde ingresaba al Departamento Médico de la Universidad de Buenos Aires. Tuvo destacados maestros, entre los que se encontraban los doctores Raúl Cristóbal Montúfar, Francisco Cosme Argerich, entre otros. Se recibió de doctor en medicina en 1838 a los 26 años de edad, y en 1840, al emigrar el doctor Portela por causas políticas, fue Cuenca su sustituto en la cátedra. En 1845 fue padrino de tesis del doctor Guillermo Rawson. Dice su biógrafo Teodoro Álvarez que en 1840 dictó el curso de anatomía y fisiologia, y añade: "El Dr. Cuenca, anatómico consumado y excelente cirujano, ha tenido por discípulos lo más distinguido de los médicos argentinos durante 14 cursos que ha presidido hasta su fin desgraciado en la batalla de Caseros, a la edad de 40 años, como médico del Ejército de Buenos Aires". Una calle de la ciudad de Buenos Aires y otra en la provincia de Córdoba llevan el nombre Cuenca en su honor. Sus restos descansan en la Recoleta desde el 10 de setiembre de 1852. Fue médico personal de Juan Manuel de Rosas. (información obtenida en Internet).

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