ILUSIÓN… [Mi poema]
Ricardo Castrorrivas [Poeta sugerido]
Ricardo Castrorrivas [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Desde el día en que te vi, Si no estás, muero por ti, La ilusión que ayer perdí |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Ricardo Castrorrivas
Poema la taza de café
Es la musa que anima a los poetas
que van al cafetín
de tarde en tarde.
Mientras hablan de versos y cometas,
la cafeína
en sus cerebros arde.
Allí Mendoza, Suárez,
Castrorrivas,
-fumadores, humosos, tabacales-
concentrando sus fuerzas volitivas
construyen mil cajitas musicales.
Y Dago, el escultor.
Los ensayistas.
También los aprendices de poeta.
Uno que otro pintor.
Los periodistas.
Todos beben café.
¡Su vitamina!
Sin pensar que al beber esa agua prieta,
¡beben amarga sangre campesina!
Las conchas negras
Concha negra sensual.
Cuando profano
el misterio
de tu cajita negra,
mi apetito de sátiro se alegra,
fáunicamente,
con tu sexo indiano.
En cópula ritual de amor pagano,
tu cuerpo de ostra india,
pelinegra,
suavemente
en mi boca desintegra
su temblor virginal y cortesano.
Impúdica te das,
como bacante,
-imitándole a Eva su venero-
en ofrenda de amor
incomparable.
Y mientras te devoro copulante,
el pobre pescador
en el estero,
se muere de miseria,
miserable.
El arroz con frijoles
¡Qué alianza tan hermosa!
¡Cerealera!
La del negro frijol
con el nevado
arroz,
que muestra ufano piel de cera,
contraste de un charol engalanado.
Fraternidad de moros y cristianos
en común religión alimentaria.
Abecé de condumios ciudadanos.
Alfabeto total del hambre agraria.
Límpida reunión de dos cereales
con distinto color y afín doctrina,
que al hermanar
sus dos sangres vitales
¡qué claro ejemplo dan a los humanos
cuando entonan a dúo en la cocina,
su Vegetal Canción de los Hermanos!
Mi soledad
Mi soledad es una virgen desnuda.
En la niña de sus ojos se refleja
mi nudez de ermitaño.
Mi soledad me sirve café y tabaco
de húmicas promesas.
Me eleva en aromadas volutas
y me acaricia con cualquier pretexto.
Oficia un santo silencio cuando empiezo a cantar
y cuando callo Ella canta enamorada.
Mi soledad es una piel de oso en cualquier invierno.
De la locura azul
Canciones llegaban desde lejos cuando mordí tus muslos
la vellosidad del durazno.
Y bebí en tus senos como un hijo malo.
Y besé tu boca y tus dientes de tigresa.
Y sorbí la bella muerte de tu copa.
Qué de nocturnidad y qué de delirio
cuando descendí campana.
Espejo mil astillas.
Sobre ti soy golpe de hacha. Soy suicidio.
Hijo malo. Vagabundo sin memoria.
Mujer para siempre y desde siempre mía.
Hoy vivo en tus ojos.
Allí resido desafiante con la locura azul de mis quince años.
Las pupusas
¿De qué las quiere?
¡Ardientes,
perfumadas con loroco!
¡Con queso,
chicharrón y con frijoles!
¡Las mías,
tan calientes como ausoles!
¡Por las revueltas,
yo me vuelvo loco!
Así te celebramos tus virtudes,
pupusa popular.
Pan vehemente,
horneado con aplausos,
que candente
a las manos del pueblo
fiel acudes.
¡Que vivan tus entrañas de mixturas!
¡Dios salve tu abolengo,
tus aromas,
escudo nacional de sabrosuras!
¡Hoy te consagro en todos los diplomas,
benefactora de hambres y amarguras,
y te bendio
en todos los idiomas!
Canción del hermano menor
Yo tenía un hermano.
A pesar de todo, era un buen hermano.
Amaba la poesía y odiaba lo injusto.
Por eso lo amaron las muchachas del barrio.
Un día dijo: ‘Hermano, hay que luchar…’
Hoy cumple años (no tiene cruz su tumba)
y llevo una flor.
Roja, como él la quería.