Libremos el planeta
de olores, malolientes, perniciosos,
llevando hasta la meta
los suaves y olorosos
que solo del amor sean viciosos.
Este grupo de seres tan iguales,
de colores y tipos variopintos
donde algunos pretenden ser distintos
y le culpan al resto de sus males.
Hablo hoy de ti, de mí, de lo que pasa,
del día en que tú y yo nos conocimos,
de aquellas experiencias que vivimos,
del fuego que abrasó y que ya no abrasa,
los besos que nos dimos.
¡Qué pena! Hoy esta voz está de luto,
no tiene ya vocablos. Su gangrena
no pudo resistir, murió de pena
y aún le quieren robar el usufructo
en urna que es obscena.
Hubo un tiempo que el tiempo no retubo,
que pasó sin chistar, sin hacer ruido,
mi espacio preferido. Fue un descuido,
mas recuerdos me trae por un tubo.
Te fuiste y te busqué con tanto ahinco,
¡qué triste que es sentirse abandonado!
Te fuiste y aun te hubiera perdonado
mas hoy me pide el alma dar un brinco
pues sé que estoy gafado.
Soñé que en ese sueño me moría
y en esto desperté. No fue pa' tanto.
Pensar que me llegué morir de espanto
y todo se esfumó. Cómo sería
que quise a dios pedirle un adelanto
del sueldo que creí que aun me debía.
Fanáticos, cerriles, son obsesos,
no pueden emitir juicios cabales,
tienen un paredón. Son animales
reos de obcecaciones. Están presos.
Del cerebro, no más, son sus eriales.
La paz es como el mar sin olas que insistente
se arrastra dulcemente nadando hasta la orilla,
es esa brisa suave que lame tu mejilla
y sientes que el amor te está tendiendo un puente
¡es una maravilla!.
Nunca supo vivir. Fué un pordiosero,
uno de esos que están en las esquinas
pidiendo una limosna. Junto al clero
vivió de la emoción. Frases divinas...
Era agosto, verano, allí en la plaza,
yo era un niño jugando a la pelota
a solas con un sueño de melaza
que observa que se esfuma y que rebota....
Es de un pueblo de tierras sin preguntas,
de iglesias y campanas siempre a solas,
lugar donde relucen amapolas
y a todo los paisanos sacan puntas
en luengas merendolas.
Mataban los vivos, lloraban los muertos.
los altos, los bajos, grandes o pequeños,
los que allí pasaban con ojos risueños,
que nada importaban si ciegos o tuertos,
que a todos mataban
y se desangraban
y ahora ya están yertos.
Ya empiezo a morir, Señor,
Señor, no me quieras tanto,
respétame con mi llanto
que muero con mi dolor...
Pongamos que yo soy un mal vasallo
que sigue dando pasos de rebote,
pongamos que yo soy un monigote
que miro al que está al lado como y callo...
Qué triste este mundo incierto
tan lleno de brabucones
que se suben a balcones
predicando a cielo abierto.
Que resoplan y que gritan
desplegando sus pendones,
imponiendo sus razones
pues que ellos nunca recitan...
La puerta estaba abierta esa mañana,
la puerta estaba abierta y tu quisiste
entrar en su lugar por la ventana.
Admite que anduviste de jarana
y estabas tan borracho que no viste.
De joven me decían, lánzate,
si quieres tocar pelo has de luchar
que aquí lo que se trata es de libar,
sin miedo a fracasar, convéncete.
En nombre de los pobres yo me acuso,
en nombre de los pobres me rebelo,
en nombre de los pobres grito al cielo
y exijo pues le veo muy confuso.
Hace tiempo que sueña que no existe,
que un buen día amanece y se evapora,
se diluye, evanece y decolora,
desnudo, en una nube se desviste,
consciente existe el cielo al que él añora.
Al borde del sendero al cielo raso
he venido a vivir como un okupa
gozando de la gloria del parnaso
a solas con la luna y con su lupa,
a nadie haciendo caso.
