¿EXISTE DIOS? [Mi poema]
Román Luján [Poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo

 

Yo no sé si Dios existe.
Lo juran los que hoy son predicadores,
la existencia de un Dios omnipotente,
así surja con nombre diferente,
es un hecho y no admite discusión.

Arguyen muy sesudos, los mentores,
que concierne eso al mundo de la fe
y es error y por tanto no han de hacer
situarlo al nivel de la razón.

Yo no sé si Dios no existe.
Por contra existe gente que se esfuerza
apoyado en espúrios argumentos
no existe Dios y que sus fundamentos
son sólidos y cobran mayor fuerza.

Arguyen con la misma virulencia,
esfuerzos añadiendo a convencernos,
no existe Dios, ni el cielo, ni el infierno,
e inculto es no aceptar esa creencia.

Ojala exista..
Y yo, que lego soy en tal materia,
a pesar, he buscado una razón
que conduzca a tan sabia conclusión
sin lograr aclararme en las ideas,

Envidio al que la suerte ha de creer,
si es eso que le ayuda en la contienda,
que el hambre se combate con comer,
así que aunque virtual sea la tienda.
©donaciano bueno

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Miles de millones de personas que representan diferentes círculos sociológicos, intelectuales, educadores… creen que hay un Creador, un Dios para adorar. El hecho de que mucha gente crea algo con seguridad, no hace que sea cierto. Pero cuando tanta gente a través de los años están tan convencidas que Dios existe, ¿podría alguien decir con absoluta seguridad que todos están equivocados?

MI POETA SUGERIDO:  Román Luján

Atravieso el dolor

ATRAVIESO EL DOLOR
doy vuelta a la ola del espanto
a esta página de furia carmesí
porque mis venas se cansaron de invocarte
porque mi frente ya no apunta sino al ángulo en que ondulas la sonrisa
ese pañuelo moribundo

a ciegas lo atravieso
como si fuera una sustancia
gelatinosa
ensayo torpemente el balbuceo
que se obsequia en todos los andenes
y a pesar del invierno abro los ojos
para que el viento cicatrice tus perfiles

Atravieso el dolor
imbécil
como si el dolor pudiera atravesarse
semejante al que salta por un aro en llamas
y pretende
no llenarse el aura de cenizas
al náufrago que olvida las noches sin respuesta
al divisar la proa

y como nada puedo atravesar
rasgo los muros
con los nudillos de esta voz roída despojada
de obscenos sustantivos
de tu cuerpo
onomatopeya de la luz entre mis brazos
de esta voz que ya no sabe atravesarte
de esta voz en la que sobrevives como un nombre
que desde hoy designa al aire y mi camisa
al espejo y lo que esconde
al café humeante al sacrilegio
del aura sin orillas
a tu silueta
al sol.

Autocensura

No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas
Oliverio Girondo

No escribo nada

Llevo noches corrigiendo balbuceos
podridos desde el útero
alimentando de palabras al reptil
que gira en mi cerebro y lo envenena

Aborto ideas antes de concebirlas
en tanto el primer verso
devora a los siguientes
en un afán caníbal de silencio

Debajo de mis párpados
los sueños
justo antes de soñarlos se vuelven pesadillas
que jamás recuerdo
y me despiertan
temblando
sin memoria
inquilino de un cuerpo
que disuelve la noche
sin saberlo.

Flebas

El polvo cumple su final descanso.
A lo lejos, insectos antiquísimos,
cadáveres que flotan al arbitrio del cenit.
La ceniza de flores, nunca antes mancilladas
por la vista o el olfato, urde serpientes
que al chocar entremezclan sus perfumes,
su nostalgia de pétalos. En la arena
el sol deja morir fulgores líquidos,
señala con desgano el paradero de la brisa,
la púrpura mortaja que extiende la marea.
Una libélula incuba su progenie
en la oreja del náufrago; sobrevuela esa boca
repleta de sargazos y feroces astillas.
En el torso, la canícula esparce
larvas que destruyen los desiertos,
cicatrices en un álbum de pupilas.
En esta procesión de luces reventadas
en dunas, como en senos amargos,
la sangre tiene forma de murciélago.

Sostiene en una mano…

SOSTIENE en una mano
las miradas
y en la otra
hambre de insomnios
en jauría

Extiende el giro
si el tacto la reclama
duerme con las serpientes
para incendiar su escorzo
y demostrar que existe

De puntas sobre el miedo
busca un nombre
que los contenga a todos
para que al detenerse
ilumine su pelvis y disuelva
sus torvos precursores

Y cuando sus muñecas
arrojan sus arpones al nadir
del escenario
se enjuga las facciones
y agradece
en requiebre
los aplausos

En tanto alguien que guarda
acaso la mitad
de una sonrisa
se aleja lentamente
como Judas contando sus monedas.

Basta un guiño de pezón para que el ansia…

BASTA UN GUIÑO de pezón para que el ansia
me traicione un devaneo cachondo en el perfume
el asomo furtivo de algún hilo dental
asfixiado entre hemisferios donde el sol
no se ponga
para lanzarme a pique
ciego de mí fortuito apenas sin conciencia
en franca expedición hacia el capullo
palpitante en las ingles de cualquiera aguardándome
el ombligo carnívoro la almohada sin grilletes
puro néctar y voces confundidas
en un mismo escabeche
es decir el jolgorio
sudor recién horneado fluyendo por la espalda
sin bolero sin rosa ni pliego de quejumbres
sin pedir el teléfono
es decir la tempestad alada y sin rencores
producto de una fiesta sin corbata ni holanes
brindemos con saliva
y si te veo mañana
—de antemano te ruego me disculpes—
juro pasar de largo.

Sobre la página…

No se ve impunemente en las tinieblas.
No se extrae de ello enseñanza sin peligro
.
Emil Michel Cioran

SOBRE LA PÁGINA
un virus merodea
camaleón se agazapa en las fisuras
que tu memoria elige
para almacenar la podredumbre

(hay que pagar tributo)

después hiende colmillos
deja un collar de fístulas
en el silencio menos evidente
e inicia una crisálida
a su alrededor

(concéntrate en el rojo)

las esporas absorben
los pensamientos huérfanos
tu líquido blancuzco
cuando sufres caminas
despedazas el sueño

(se acerca la parálisis)

y luego te preguntas
casi negándolo
si es normal ese hueco
si está sucio aquel escaparate
si tu diestra amaneció
borrosa

(no hay retroceso)

un virus se retuerce en esta página
enfermo de visiones
inflamado pleno de ti
vacío
por azar de la tinta
ahora te refleja

(no dejes de mirarlo).

Nada hostiga al papel esta mañana

NADA HOSTIGA AL papel esta mañana
No hay un gris melodramático ni demasiado frío
ni ganas de salir Pero tus manos Las puertas
del armario enronquecieron Cepillo violinista
la hilera de incisivos Aún noviembre Reniego
cinco veces de camisa Un manojo plátanos
Tu ausencia La ropa se amontona en los pretiles
Mejor una galleta Una revista de cutis mejorado
Pasa el camión del gas El escritorio arriba
es un deshuesadero Me observa el papel niño
El sol dejó persianas en mi nuca Somnolencia
Entre la tabla y mi nariz con suerte haya un versículo
Rumio el postre mirando la banqueta Tu espalda
pero no Cernuda Manrique y el código civil preludian
la modorra Mi barba se destiñe y caen dos versos
que tacho avergonzado Tu piel vuelta collage
sobre el naranja En una habitación mi hermana llora
cuando suena el teléfono Mejor música celta
Tu boca pero no Mis padres conmemoran
la hazaña de estar juntos Contando la portada
llego a la foja seis de cuatro libros Ya es diciembre
El foco me hace bizcos Se distingue lejana
una ambulancia Tu rostro finaliza este poema.

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Autores en esta página

[Autor]
Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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