1.CADA TROPIEZO, UN DESCANSILLO [Poema del Editor]
2.Juan Zorrilla de San Martín [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)

MI POEMA… de medio pelo

 

Si escuchas se acabó lo que se daba
no sigas su consejo, no hagas caso,
el tiempo es esa cosa que se acaba
mas siempre está dispuesta a un buen repaso.

Sabido, mientras vida hay esperanza,
que nada se convierta en un reproche,
habrás de disfrutar a troche y moche
y en ello has de aplicarte sin tardanza.

Vivir, ese es oficio que se aprende
haciendo el caminar de paso en paso
sabiendo que ha de haber algún fracaso,
la vida sin fracasos no se entiende.

Se trata de aprender lo antes posible
sacando conclusión de los tropiezos,
fijándote en la flor de los cerezos,
cuidando no se funda algún fusible.

Vivir es navegar por anchos mares
a veces con el viento a la deriva.
Si ves que un día se hace cuesta arriba
mañana ha de volver a los andares.

Vivir, lo que es vivir nunca es sencillo,
vivir es ejercicio de valientes,
vivir, mejor hacerlo sonrientes,
haciendo del tropiezo un descansillo.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Juan Zorrilla de San Martín

Odio y amor

El alma anhela amor: ley es del cielo;
y anhela aborrecer: ley de la tierra…
Odio y amor, indefinible anhelo,
que, del hombre infeliz, la historia encierra.
Infeliz yo no soy, mas que un desvelo,
una ilusión mi bienestar destierra.
¿Amaré a mi verdugo? Tengo miedo…
Odiar a mi ilusión… ¡Ah! no, no puedo!

Y ella acibara sin piedad mi vida;
es parte de mi ser que lo destroza;
gime el alma en sus brazos abatida
y sufre en el gozar: sufriendo goza.
No puedo amar esa ilusión mentida,
si la abandono, el corazón solloza;
ilusión: sufriré tu amor funesto;
más sabe que, al amarte, te detesto.

Tu y yo (Zorrilla)

Perfume de una flor que, al desprenderse,
ni una hoja de sus pétalos lastima;
tibio efluvio de luna de verano
que en el disco plateado se destila;
calor de una mirada de ternura
que atraviesa inocente unas pupilas;
roce de un alma que, buscando otra alma,
en sí misma sin ruido se desliza:

Lágrima que oscilando sobre el alma,
se evapora al color del dolor mío;
rumor de oleaje que, en desierta orilla,
rueda mugiendo entre escarpados riscos;
ave que huye y, al volar llorando,
quiebra la rama en que dejó a sus hijos;
nota que, al desprenderse de una cuerda
deja al pobre laúd, temblando, herido:

Imposible

Dejadme recordar; y en ese limbo
en que agitan sus alas los amores,
y suspiran insólitos rumores,
que el alma sabe traducir no más,
las palmas donde duermen los recuerdos
abaniquen mi frente soporosa,
que, al beso de su brisa mentirosa
en un seno de amor se dormirá.

¡Qué dulce realidad la del recuerdo,
vaga ilusión que a otra ilusión imita!
No entiendo el corazón cuando palpita,
mecido por su aliento celestial.
¡Y me habla tanto en su lenguaje mudo!
¿Cuándo lo entenderé? … Cuando la vida,
en mundo de recuerdos convertida,
de mentiras engendre una verdad!

Siemprevivas

¡A las flores emblema de la muerte,
las llaman siemprevivas!…
¿O será porque el vaho de las tumbas
sus ya marchitas hojas no marchita?

Al no poder llorar, ríen los hombres,
y, al mirarlos pasar, causan envidia.
¡Siemprevivas! si el bien tiene su llanto,
también tiene el dolor su amarga risa.

Vestales

Tomo tus flores secas; pienso y lloro…
Al reclinar en ellas mi cabeza,
¿por qué siento un almohada de pureza,
de frescura, de aroma, de ilusión?
Es que el recuerdo y el tranquilo llanto,
vestales que custodian los amores,
dan vida y dan perfumes a las flores
que la nieve del tiempo marchitó.

Himno del árbol

I
Plantemos nuevos árboles,
la tierra nos convida:
Plantando cantaremos
los himnos de la vida,
los cánticos que entonan
las ramas y los nidos,
los ritmos escondidos
del alma universal.

II
Plantar es dar la vida
al generoso amigo
que nos defiende el aire,
que nos ofrece abrigo;
él crece con el niño,
él guarda su memoria,
en el laurel es gloria,
en el olivo es paz.

III
El árbol tiene un alma
que ríe entre sus flores;
que piensa, en sus perfumes;
que alienta, en sus rumores;
él besa con la sombra
de su frondosa rama,
él a los hombres ama,
él les reclama amor.

IV
La tierra sin un árbol
está desnuda y muerta,
callado el horizonte,
la soledad desierta;
plantemos para darle
palabras y armonías
latidos y alegrías,
sonrisas y calor.

V
El árbol pide al cielo
la lluvia que nos vierte;
absorbe en nuestros aires
el germen de la muerte;
por él sube a las flores
la sangre de la tierra,
y en el perfume encierra
y eleva una oración.

VI
Proteja Dios el árbol
que planta nuestra mano;
los pájaros aniden
en su ramaje anciano;
y canten y celebren
la tierra bendecida
que les infunde vida
que les prodiga amor.

Fragmento X

¡Cayó la flor al río!
Los temblorosos círculos concéntricos
Balancearon los verdes camalotes,
Y, entre los brazos del juncal, murieron.

Las grietas del sepulcro
Engendraron un lirio amarillento.
Tuvo el perfume de la flor caída,
Su misma extrema palidez… ¡Han muerto!

Así el himno cantaban
Los desmayados ecos;
Así lloraba el uruti en las ceibas,
Y se quejaba en el sauzal el viento.

MI POETA INVITADA: María Sánchez

En el principio allí

solo el tiempo del mortero
era en la orilla donde
aprovechaban las cavidades
molían el cereal
en las solanas las manos desnudas
una a una quitaban las piedras
así también se sembró mi corazón
sachando la tierra
haciendo el surco
cada lugar tomaba el nombre propio
de aquellos que lo habitaban
de aquellas que lo rehacían
—sin separación entre la labor y la casa—
con la burra bajaban
cántaro a cántaro la mecían
por el regreso
en unas aguaderas
ahora el niño que fue
ya no susurra al paso
abre huecos donde antiguamente
existía una ribera
entre esquelas de juncos
apura el agua que hoy ahoga el barro
abre con una pequeña azada
nuevos agujeros
minúsculas albercas
para que
ay los pájaros
—criaturitas—.

Y si el más allá

es solo
otro reflejo en el agua

cada ser lleva consigo
un jirón que podría guiaros
hasta su primer ancestro

pero esta tierra no solo fue
custodiada por ángeles

guardamos la luz
en las aguas subterráneas

no solo los que saben nombrar
dialogan

a cada instante
alguien toca
suavemente a la puerta
del universo

¿prestaréis ahora
atención?
de Fuego la sed (La Bella Varsovia).

Bio de autores en esta página

"No están todos los que son pero son todos los que están."

  • : Autor invitado

    Ha publicado los poemarios Cuaderno de campo (La Bella Varsovia, 2017; con traducción al eslovaco) y Fuego la sed (La Bella Varsovia, 2024), el ensayo Tierra de mujeres (Seix Barral, 2019; con traducciones al alemán, al francés y al inglés) y Almáciga (Geoplaneta, 2020; con ilustraciones de Cristina Jiménez), un pequeño vivero de palabras del medio rural de las diferentes lenguas de nuestro territorio. Sus poemas han sido publicados en revistas y antologías, y se han traducido al alemán, eslovaco, francés, inglés, italiano, polaco, portugués y rumano.

    Colabora con el suplemento Comer de La Vanguardia y coordina los proyectos Almáciga, que ensancha el libro homónimo, y Las entrañas del texto, con reflexiones sobre el proceso de creación. Entre otros, ha obtenido los premios Orgullo Rural 2019 de la Fundación de Estudios Rurales, Nacional de Juventud 2019 en la categoría de Cultura, Fademur 2019, Fundación Princesa de Girona 2021 en la categoría de Artes y Letras, y la Medalla de Andalucía al Mérito Medioambiental 2023. Ha disfrutado de las residencias literarias de Villa Waldberta (2021) y Escrita no remoto (2023). Vive en una aldea en Galicia.

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  • Escritor uruguayo, autor de Tabaré, uno de los más destacados poemas épicos americanos, obra que cierra el romanticismo hispanoamericano y anuncia la llegada del modernismo. Nacido en Montevideo, estudió leyes y se doctoró en Derecho, siendo catedrático de Literatura y Derecho Internacional en la universidad de su ciudad natal. Ocupó el cargo de embajador en España y Portugal, donde se vinculó con escritores de ambos países. En 1892 participó en las celebraciones del descubrimiento de América en memoria de Cristóbal Colón, pronunciando un memorable discurso en el monasterio de La Rábida, Huelva. La Real Academia Española lo designó miembro correspondiente. Su poesía es de inspiración romántica, factura clásica y, en ocasiones, destinada a celebrar fastos patrióticos. En 1878 da a conocer La leyenda patria y en 1910 La epopeya de Artigas, sobre el prócer nacional uruguayo José Gervasio Artigas. Su poema más celebrado y ambicioso es Tabaré (1888). Está basado en un drama en verso inspirado en una leyenda de los indios boroas, indios de ojos claros, que había escrito durante su época de estudiante en Chile. Es una epopeya que evoca la historia de la raza charrúa y que rescata, en Tabaré, el héroe de la historia, la figura romántica del indígena americano sensible, noble e inocente. En sus libros en prosa se advierte su compromiso con el catolicismo, Huerto cerrado (1910), El sermón de la paz (1924) y El libro de Ruth (1928).  © M.E.

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