1.BENDITA LIBERTAD [Poema del Editor]
2.Antonio Leal Thalassa [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)

MI POEMA …de medio pelo

Hay pueblos que hoy se encuentran secuestrados
sin causa que acredite esa prisión
por gente que invocando ¡salvación!
jamás han de intentar sean liberados,
las cosas como son.
 
Vetando disfrutar lo que es vivir,
vedando aquí la estancia en libertad
cual ave vuela y vuela montaraz
sin nadie que lo pueda prohibir
gozando estando en paz.
 
Vivir es libertad para reír,
vivir es libertad para llorar,
vivir es libertad para sentir,
vivir es libertad para soñar,
vivir es libertad para servir,
vivir es libertad para pensar
vivir es libertad para opinar
y más si se precisa decidir.
Vivir es el derecho a equivocar,
vivir es el derecho a discutir
vivir es libertad para escribir
y todo y sobretodo para amar.
 
Ausente de los yugos que atenazan
tú siempre serás dueño de ti mismo
debiendo respetar con tu civismo
los hechos que a los otros amenazan
el único y preciado catecismo.
 
Ser libre para el hombre es respirar
sin él se sabe que ha de perecer
diciéndole a la vida hasta más ver,
y nadie que le pueda a él abrazar
que es su mejor placer.
©donaciano bueno

BENDITA LIBERTAD, quien no te conoce no sabe lo que se pierde.

MI POETA SUGERIDO:  Antonio Leal Thalassa

¡Thalassa! II

Llegarás primero a las sirenas
que encantan a cuantos hombres van a su encuentro.
Homero
Como un rebaño de olas cabritean
en la blancura de esta página.
Buscan el vaivén de las horas más
núbiles de las tres de la mañana.
Suelen esconderse en el vestíbulo
del silencio y nadie las vislumbra.
Duermen yermas contigo, aunque nunca
serán tuyas. Al escenario siempre
llevan el mismo papel desde antaño
en el poema, que es donde envejecen,
sin morir.
Se les puede invocar en las puertas
del sueño, memorando antiguos nombres
de náufragos infaustos que playean
entre escombros, quienes buscan un trozo
infalible, algún breve cascajo
de salitre, el ansiado maderamen
de un barco perdido entre la pujanza
marítima, sacudiendo inútiles
botellas vacías que hoy repiten
desde la punta de este lápiz: “rilke”,
“rilke”, “rilke”, “rilke”, canto augural
de las sirenas cuando así fustigan
sobre los hombres el venal deseo.
Más allá de los párpados sin sueño,
de las horas dulcísimas de un mar
adentro, cuando plañen las marinas
valvas todo reflujo bajo el agua,
distante, desde exánimes arenas,
oh, tú, primera de las Afligidas,
en la espiga de las olas cantabas,
y tu deseo estaba en la sal
viva de nuestros íntimos deseos.
¡Thalassa!, decías: encrespa la ola
y bate al viento abriendo tiernos brotes
en la rosa náutica. Hace al día
más lóbrego, con él endulza el aire
de las ramas altas que anidan pájaros.
Al solaz, “ en la mar en calma y llana”,
al pairo el alma, es canto inaudito
que repiten impunemente valvas
olvidadas. Sueño inútil que sube
al corazón del náufrago en luna
rala. Es el más antiguo sabor
que tiene la sed de salobres aguas,
un pañuelo de viento en el que huye
espantada de sí la lejanía.
¡Thalassa!, herrumbra todo sendero
secreto de la lluvia, desatando
en vasto mar errátil olas glaucas.
Como latido de aguas zarcas, bruñe
con su hechizo todas las nostalgias.
¡Thalassa!,
es un viento de arena escondido
en la camisa de todo poeta,
la hembra del silencio, sólo huesos
donde plañen ingrávidas sirenas.
Vedlas ahora retozar insomnes
bajo el ala más profunda del día.
En esa hora cuando el alcatraz
con su negro graffiti comba el cielo.
Escucha lo que trae la mullente
espuma. Tú eres ahora Ulises
que retorna a su Ïtaca después
de haber amado a las castas sirenas.
El nacido de vientre que ha oído,
sin morir, el canto de Aglaófeme,
la de la voz bella; a Agláope,
de rostro hermoso, y a Imeropa, madre
partenia en culpa por deseo de todos.
Escucha atento a la blanca Leucosia,
a Ligia, la chillona. Mira grácil
esa “atroz escama de Melusina“.
Sobre todo, finge oír la música
de la veneranda Molpe, y guarda
vivo el recuerdo de la doncellez
de Parténope, la sutil lascivia
de Pisínoe venciendo al amante.
Acepta grato lo que tenga Redne,
y a Teles toma por mujer perfecta.
Como un bautismo asume las palabras
de la calma que es pródiga en Telxiepia.
Persuádete de Telxíope, y vuelve
a la abierta memoria de los hombres.

TOCO TU CUERPO

toco tu cuerpo,
invado un reino consagrado
al trajín de mis hormigas.
hétenos aquí;
celebro un pacto.
propongo
aliar mis huestes inéditas contigo
junto al asombro que en tu piel dormita.
(des)signar de sí la inedia
del fruto del ángel caído.

toco tu cuerpo,
invado un reino,
me desnudo de mí mismo,
trepo,
repto,
sigo,
te persigo,
anido unido a tu cuerpo,
¡aaah, tu cuerpo!,
vástago del mío asido:
la única puerta que conozco
para volver al paraíso.

DESDE EL ALCÁZAR ULISES MIRA A LAS SIRENAS

¿A qué loco no lo atan? Bien hacéis. Escila hermosa,
suave Caribdis, sagradas sirenas del negro golfo,
altos montes de Trinacria: decid a voces que Ulises,
dándole el viento sus alas, entre Caribdis y Escila,
atado y vendado escapa de vuestros riesgos, porque
no quede al mundo enseñanza, que así se huyen los extremos,
de la hermosura y la gracia.
Pedro Calderón de la Barca

Desde el alcázar hecho en el remate
de la estribación de uno de los cerros;
a unos tres mil metros del mar distante,
y a varios de ellos sobre el terraplén
de la calle en esta hora desierta,
un zureo de palomas despierta
el trajín de la ciudad. Clap, clap, clap,
clap, lanzan su vuelo en picada como
una bandada de pañuelos muertos.
A babor, casi a un tiro de piedra
de nuestra almadía mecida apenas
por una tenue racha de aire fresco,
como pedazos de un carbón lustroso
beben los zanates la luz del día.
Leva anclas la mirada entre tanto
revuelo de alas. Mogotes de plumas
llenan el pentagrama de los techos
de láminas de zinc. Currucutú,
clap, clap, clap, clap: ahora, desde las tejas
ocre-malvas de los techos contiguos
a la casa que data más de un siglo.
En la suave piragua, a sotavento,
que es la hamaca en que hemos dormido,
cautiva todavía ver la luna
colgada como una medalla antigua,
como un fruto del árbol prohibido
de los sueños, pálida en el cielo
de esta mañana ambigua que comienza.
En la prosodia de este poema
escrito entre las hojas de un cuaderno
que sólo puede hojearse cara al viento,
desde el alcázar donde Ulises mide
el lontanar esta mañana insomne,
vahída y rasante, también se atreve
la mirada lanzarse al vuelo sobre
el caserío que avanza hacia el mar.
Aquí, desde el escarpe arrebatado
a una de las laderas del cerro,
desde este lápiz semejante a un mástil
que cabecea en intrincadas olas,
canoras sirenas laudan: ¡Thalassa!,
¡Thalassa!, que en este verso relumbra
como un gran animal azul dormido.

RITUAL DEL TIGRE

al poeta Jaime Labastida

en el adytum de la selva
el jaguar ventea el erial, donde
-en el trópico–
con imposibles bejucos la selva ciega
todos los caminos,
con tupidos silencios que sólo oírlos duele,
con semillas de miedo que dondequiera crecen,
con sofocantes olas de un maremágnum verde.
en el lenguaje de su piel,
como un mandala,
como una pandorga que vuela
ornada de eclipses que huyen rumbo
a ignotas constelaciones estelares,
transcurre la noche que muere en manos del día.
en el trasiego de las horas vela sus zarpas,
les devuelve suavemente el nácar a lamidas.
con babeante molicie restaña una a una
sus heridas;
con su lengua salvaje les da un guiño de ternura.
sacerdote tigre con mirada de basalto,
su linaje viene del tiempo de las piedras solares.
de estuco es su memoria inscrita en las estelas.
de chilam es su rostro,
de balam es su máscara:
su nombre está en la raíz de todos los libros de piedra.
oficiante divino,
él es quien recibe al término de la tarde
el cuerpo de la víctima en el pok-ta-pok vencida.
hierofante invoca el libro del ritual,
el mandamiento que consagra arrancarle con las manos
con todo & raíz el corazón aún con vida,
al héroe vencido en el juego de pelota.
* Jaime Labastida es filósofo, poeta y editor de la Editorial Siglo XXI. Es, además, Presidente de la Academia Mexicana de la Lengua.

EL DÍA MÁS CIEGO

En un principio,
cuando la palabra y tú crecían imperceptibles,
cuando todo era despertar en zonas amargas,
en lugares innombrables, desde entonces,
cuando el éxito consistía en crecer bajo tu sombra,
a todo tu tamaño,
desdoblando los silencios que te habitan,
y soñar que te resolvías con tus cosas y tus gentes,
yo viajaba solo desde mi pequeña muerte hasta tus manos.
Era necesario repetir aquella costumbre de buscarnos,
de refugiarnos en nosotros,
en nuestra enorme vergüenza,
y desde ahí, de ser posible,
inventar discretamente nuestro hundimiento,
la sincera destrucción del día más ciego,
con aquel descaro de pulsar el corazón
para encontrarnos.
De ahí que fuera necesario, también,
Que supiéramos qué era el mar,
la blancura de los árboles,
el dolor a medio madurar,
la esperanza de esperarnos,
la sórdida liviandad de la tristeza,
la playa más remota del sollozo,
y sobre todo,
el pedúnculo decidido a temblar.
Amazón

Bio de autores en esta página

"No están todos los que son pero son todos los que están."

  • Antonio Leal, cuyo nombre completo es Antonio Miranda Leal, nació en Chetumal, Quintana Roo, México el 17 de enero de 1952. Es un poeta mexicano y se le considera el iniciador de las letras contemporáneas en Quintana Roo.

    Formación y Trayectoria Literaria: Estudió la licenciatura en Sociología en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales de Acatlán (ENEP-Acatlán) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue miembro fundador del Taller Literario de Juan José Arreola. Fue Becario de Poesía del Centro Mexicano de Escritores (1969-1970). Presidió el jurado del Premio Internacional de Poesía Caribeña "Nicolás Guillén" en 2001. Recibió el Primer Premio en idioma español de Poesía, Prosa y Arte Figurativo "Il Convivio" en Italia en 2004. Ha sido Becario de Creadores con Trayectoria por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Gobierno del Estado de Quintana Roo (2010). Su obra poética ha sido traducida al catalán, francés, inglés y portugués.

    Obras Publicadas (Selección): Duramar (poesía), UNAM, 1981. Canto Diverso, Editorial La Tinta del Alcatraz, 1995. Los cantos de Duramar, Comité de los Festejos del Centenario de la ciudad de Chetumal, 1998. Poemas Provinciales, Editorial El Taller del Poeta, Pontevedra, España, 2004. ¡Thalassa! (poemas), Siglo XXI Editores (La Creación Literaria), 2008.

    El nombre "Thalassa" que acompaña a su nombre en la pregunta hace referencia a su libro de poemas publicado en 2008.

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