«Que afecta al grupo de personas formado por una pareja (normalmente unida por lazos legales o religiosos), que convive y tiene un proyecto de vida en común, y sus hijos, cuando los tienen, nietos…etc…»
Tú que sabes de mi, que me conoces,
que escrito en el papiro de mi mente
conmigo siempre vas, sigues presente,
que sabes de mi vida y de mis goces
igual que un buen cliente.
Mi madre era muy guapa, yo no tanto,
mi madre era hacendosa, yo algo menos.
Cuando ella alimentaba con sus senos
me daba hasta saciar, que me atraganto
con solo de pensar al ver tan llenos.
Antes de nacer yo fueron mis padres
-mi padre ya murió siendo aun maduro-
y antes ya que mis padres mis abuelos
cansados ya vinieron de otros duelos,
de ancestros, de sus padres, sus compadres...
Al hambre no hay pan duro se decía
cuando era yo pequeño.
Mejor es perecer en el empeño
que hacer del abandono, no hay tu tía,
pensando eres un leño.
El era un artesano de la piedra,
un buen picapedrero,
que vino al mundo a bordo de un velero
creciendo hacia lo alto cual la hiedra,
mimando su granero.
Historias son terribles de una guerra
plagada de venganzas y traiciones,
viniendo a demostrar los corazones
capaces son de ver su amor se entierra
cavando el propio nicho bajo tierra..
Pues yo nací del vientre de mi madre,
después que se pusiera una semilla.
La siembra germinó ¡qué maravilla!
Y a aquel que la sembró, que fue mi padre
dedico esta coplilla.
Siempre fuiste, huraño, un lobo viejo,
una mota que ensucia el calendario,
la pavesa que exhala de un espejo
y el besar al amor le suena a añejo
y que intenta encerrarse en el armario.
Es bien cierto que fui un niño mimado,
lo mismo que un colgajo en una viña,
el suéter que se evita que destiña,
el oro en el joyero más preciado,
el jugo que destila de una piña.
Pequeños renacuajos, me despido
me llevo vuestra cara y sus retratos,
los ratos de alegría que he vivido,
relatos de emociones que he sentido
y algunos garabatos.
Niños,
esos bichos tan aviesos
que derraman ilusiones,
tan traviesos, juguetones,
tan inquietos y sabuesos
que destripan corazones
regalándonos sus besos.
Tal vez quieras saber. Quizás un día,
cuando tengas razón, tú me preguntes
Ya no podré ayudarte en tus apuntes.
Deberás agenciarte un mejor guía.
Confieso me he sentido algo aliviado
sabiendo que yo soy un ser vulgar,
que debo de aprender a caminar
mirando con cuidado a cada lado
pues puedo tropezar.
Vivimos en dos mundos diferentes,
en ríos muy dispares navegamos
surtidos por diversos afluentes
y, en fin, que no es igual lo que soñamos.
Yo nací cuando las balas
se quedaron sordomudas
y las gentes, mas sesudas,
ya dejaron de ser malas*,
cuando todo era antesalas...
Amigo mío, Ignacio, en esta vida,
hay cosas que merecen bien la pena
los goces de esas noches de verbera,
los roces de esa mano que, atrevida,
quisiera navegar surcando el Sena.
Este es Hugo, orondo y tan grandote,
sin perilla, pendiente y sin bigote,
fardando, dos, de alcores mofletudos
a punto de explotar y dejar mudos
al mismo don Quijote.
Si a mí al nacer me hubieran advertido
que iba a morirme al cabo de unos años,
no me hubieran venido con engaños
contándome falacias. Si el sentido
