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Sobre el papel rasgó el puñal pegando un grito
con rabia fiera tal, ira mortal y mal talante,
¡maldita sea aquel papel, blanco maldito
que altivo se enfrentaba al escritor proscrito
lanzándole una vil injuria por pedante!.
La vida me he tragado a borbotones,
cansada de aguantar ya no es traviesa,
que soy lo que se dice una compresa
insulsa, sin atisbo de pasiones,
que va soltando el lastre que le pesa.
Pues yo he sido ante todo un liberal,
un hombre que se jacta de respeto,
no juzgo qué hacen otros, me da igual,
solo exijo conmigo ser leal
que en sus vidas lo sepan no me meto.
Sueño que bajo del cielo
recostado en una nube
que me desliza hacia el suelo
y de pronto, sin permiso, va y me sube.
El monte, los pinares, de las más intensas vivencias forman parte de mi infancia.
Esqueléticos árboles desafiando al cielo y al viento siempre sumisos. Las fragancias
destiladas por su maltrecha faz. De su savia, las inocentes y transparentes lágrimas,
cadenciosas resbalando sobre las crueles heridas sin piedad abiertas por el hacha.
Soñé que estaba soñando,
que soñaba yo soñé
que una estrellita bajaba,
en mis manos se posaba,
una brisa la empujaba
y despacito se fue.
Les comento:
ayer las pilas me han cambiado a mi aparato
del corazón
¡qué invento y también qué bendición!
Y no es un cuento.
Ignoro si soy bueno o si soy malo
ni sé, ni me preocupa ni me importa.
Yo escribo porque a mí me reconforta
y a aquel que aquí me lee doy la mano
al ver que me soporta.
¿De qué presumes, chiquilla
si tu no tienes parné,
si todo aquel que te ve
sólo mira tus rodillas?
Si la octava maravilla,
tu belleza escultural,...
No quiero molestar. No me molesten.
Así que no me crean, no me importa.
La vida es un lugar distancia corta.
Disfruto de los hechos me divierten
lo mismo si he de hacer de chirigota.
Para qué me sirves tú, amor, si ahora estoy triste,
me atenaza el futuro cercando cada día,
si abrir ventanas de par en par en mi alquería,
la luz que ilumina, el resplandor se me resiste.
Los hombres, esos seres pretenciosos
que vuelan como pájaros sin nidos,
los hombres, esos bichos presumidos
que creen que hizo Dios y son hermosos,
ciegos empedernidos;
Es mala, que es muy mala.
La glucosa no tiene compasión,
ausente como está de corazón;
si quejas, ella dice le resbala
y así que le eches sal nunca se sala,
no atiende ni obedece a la razón,
que es cruel más que una bala.
Son fatuos, prepotentes, presumidos,
escasos de principios o amorales,
algunos hay bastante carcamales
que sueñan con mandar cuando aun dormidos
presienten que han logrado sus avales.
Cogiendo voy del cesto unas palabras
mezclando con las churras las merinas,
y en esto que ya entramos en harinas
tratando de pelmazo a las macabras.
Yo un día anduve hundido entre tinieblas
con rabia defecando en mi jardín,
sin ver la realidad dejé mis huellas
cual río que en la mar llega a su fin.
Está por todas parte, Maradona,
¡que ha muerto Maradona! se lamenta!,
¡qué pena que muriera a los sesenta!
¿por qué razón la muerte no perdona
al fútbol al que él tanto representa?
Si el sol fuera tan grande como dicen
y yo por el contrario tan pequeño,
cuidando no morir en el empeño,
habría de evitar le estigmaticen.
