y 3,062 POETAS Sugeridos e Invitados
1.A UN LOCO BAJITO [Poema del Editor]
2.Alexánder Obando [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)
MI POEMA …de medio pelo
A Javier Milei
La historia está llena de insignes ejemplos,
de locos bajitos que un día llegaron
haciendo una limpia a lo que otros dejaron
e incluso atreviendo a tumbarles sus templos
pues no se arredraron.
Urdieron sus mimbres con gran desparpajo
en contra de algunos que eran piqueteros,
cuentistas, maleantes, del fisco trileros
gritandole al pueblo ¡ser libres carajo!
se acabaron fueros.
Luchando incansable cual fuera un Quijote
que encuentra a su paso molinos de viento,
blindando el mandato con un juramento
en nombre del pueblo, como un sacerdote
con gran fundamento.
«Social-Comunismo eso solo es pobreza»,
tan solo es preciso mirar los países
que sufren gobiernos, regímenes grises,
con gente sumisa que gime y bosteza
cual vil aprendices.
Que allí solo hay pobres salvo unos que mandan
que tienen de todo y de todo disfrutan,
al resto desprecian pues solo tributan,
con mano de hierro que ellos no se ablandan,
peor ni se inmutan.
Los zurdos que dicen de ti no es de cuerdos
querer embarcarse en tamaña aventura
sabiendo que al pueblo traerá la tortura.
El mundo Milei, no es cosa de lerdos,
bendita locura
©donaciano bueno
MI POETA SUGERIDO: Alexánder Obando
Una muestra de sus poemas:
MAREA BAJA
Make a tomb
for men and boys…
Allen Ginsberg
Cuando baja la marea
quedan restos de automóviles
sobre la playa, fierros
bañados en plancton y sal.
El muchacho emblanquecido
deambula buscando
latas y vidrios enteros;
y sin embargo,
camina sobre tierra de marisma,
sobre casas barridas anoche
al mar de los huracanes.
Por la playa
va caminando él, Ganimedes,
pantaloneta blanca y sucia,
piernas, llenas de arena.
Encuentra el esqueleto
de un viejo asiento de Chevy
y se imagina,
sentado en él,
cómo hubiera sido ser raptado a otro planeta
por un águila antigua,
por un dios todopoderosa ventisca,
al filo de las ocho
de un jueves cualquiera.
Tal vez asustado,
como anoche;
tal vez invisible,
como ahora.
VIVIR SOLO
El supremo hastío, aquel al que la propia
muerte rehúsa su último humo, se retira
disfrazado de señor.
— René Char —
(Para Rodolfo Álvarez y Manfred Werther)
Eso que llamamos vivir solo
es transitar en un silencioso dirigible
por las ventosas noches de esta ciudad.
Es no tener quien se ventile con tus cartas
esperando impaciente
a que llegués para abrirlas.
Vivir solo es llamar a Manfred
o a Rodolfo
para ofrecerles una noche de juerga
a costas tuyas,
pero sonriente, acompañado,
feliz de ver una mesa servida para dos.
Vivir solo es comer en restaurantes
cuando tenés plata,
y distraerte haciendo la comida
cuando no tenés plata.
Es tratar de convencer a las amigas
de que aún es muy temprano
para tomar el bus,
y llegar a la torpeza de mentirles
respecto a la hora.
Es mordisquear los hombros
de todos tus amigos y amantes
para delimitar el terreno de tu ternura
y para decir hasta aquí, o a veces,
a partir de aquí.
Vivir solo
es no masturbarse de puro cansancio
de masturbarse.
Es encender la tele para oír bulla
y creer ingenuamente
que te están llamando;
sin embargo, este autoengaño
jamás te da resultado.
Terminás pagando más en insomnio
y al final de cuentas
te volvés a encontrar a oscuras.
Vivir solo
es añorar durante nueve meses las vacaciones
para luego no tener con quien compartirlas.
Alguien ya se ha ido para la playa
y otros se irán con sus otros amigos.
Vos solo sos el alter ego urbano,
aquél con quien se comparte una que otra
noche de bohemia libresca;
pero los amigos, la verdadera diversión,
no es miope ni tampoco
se la pasa hablando de Tomasso Albinoni.
Vivir solo es pues,
pasarse las noches
miserablemente agarrado a las barras
de este zepelín silencioso,
esperando distinguir algún conocido
entre esa masa que ya no se acuerda
de vos.
Que te desnombra
desde que vos olvidaste
los ojos de aquella única hembra
que alguna vez te vio con ternura.
Vivir solo es,
a fin de cuentas,
el trauma
de haberla perdido.
CONTRADANZA
–As I have trod rumorous midnights, too.
— Hart Crane —
Me decía que su casa estaba
lejos,
ya no sé dónde.
Si hubiera dicho que Puerto Montt
o Aquisgrán
sería indistinto para lo que me
queda de recuerdo;
un cuerpo desnudo, como el suyo,
no tiene otro domicilio sino
yo mismo.
Y esa noche,
hospedado en el vino
bailaba constantemente junto a la ventana.
El overol y el calzoncillo en el asiento
me recordaban a Mille e tre,
a los obreros adolescentes en
los cuartuchos de Verlaine;
Lucien Létinois volteando paja
en una pequeña granja del sur.
Si yo recordara de dónde es,
podría quizá prejuiciar el recuerdo con
el danzón, el trepak o la milonga;
pero no recuerdo su origen
al igual que siempre he supuesto
que lo suyo / era una contradanza,
un baile deshaciendo los pasos hechos;
una forma de viajar hacia atrás
en el amor o la caricia,
como esa noche
junto a la ventana.
Un beso leve en el vaso de licor
que yo sostenía
y luego otro en la pequeña boca;
apenas un suave contacto de labios,
apenas una caricia
sobre la humedad del vino.
Volvía a su danza en medio de las
cobijas y la ropa esparcida,
hasta que horas después,
como un gato ebrio,
se acostaba exhausto sobre mi pecho
a dormir.
Y esa madrugada,
mientras él maullaba suavemente
sobre el lomo gris de la soledad,
yo cerré la puerta por última vez.







