Humberto Megget

Humberto Megget

Humberto Megget es uno de esos poetas que el tiempo, con su implacable lentitud, termina por revelar. Nacido en Paysandú el 1 de mayo de 1926 y fallecido prematuramente en Montevideo el 5 de abril de 1951, su vida y obra quedaron atrapadas en un paréntesis de olvido que, poco a poco, comienza a disiparse. Integrante de la Generación del 45, su poesía es la de un espíritu solitario, marcado por la enfermedad y la urgencia de decir antes de que fuera demasiado tarde.

 A los diecisiete años fundó la revista Letras, pero solo vio la luz un número. Lo mismo ocurrió con No y Sin Zona, intentos breves, casi suspiros editoriales que reflejan su lucha contra la indiferencia de un medio que no estaba preparado para recibirlo.

En 1949 publicó su único libro en vida, Nuevo sol partido, una obra de circulación limitada que pasó inadvertida para la crítica y el público. Sin embargo, entre sus versos ardía una sensibilidad inusual, la de un poeta que, sin buscar concesiones, dejaba en cada palabra el testimonio de su fragilidad y su lucidez. Sus poemas son fragmentos de un sol que se quiebra, de una voz que se apaga demasiado pronto, de una existencia que apenas dejó rastro en la historia, pero que resuena en la esencia misma de la poesía.

Megget murió a los 24 años, víctima de la tuberculosis. Su despedida fue silenciosa, casi anónima. Solo después de su muerte, algunas de las figuras más importantes de su generación, como Idea Vilariño y Mario Benedetti, comenzaron a reivindicar su legado. En 1952, la revista Número reunió sus poemas inéditos en una reedición de Nuevo sol partido, ampliada con textos escritos en sus últimos años de enfermedad. Cuarenta años después, en 1991, su obra fue rescatada nuevamente gracias al trabajo de Pablo Rocca, permitiendo que nuevos lectores descubrieran la voz intensa y desgarrada de un poeta que parecía destinado a la sombra.

Hoy, Humberto Megget sigue siendo un enigma dentro de la literatura uruguaya. Su nombre resuena entre los márgenes, como un eco lejano que se niega a desaparecer. En sus versos, todavía arde el fulgor de un sol partido, la luz trémula de una vida breve pero inextinguible. Fuente

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