y 3,062 POETAS Sugeridos e Invitados
1.EL NIÑO CUANDO NACE [Poema del Editor]
2.Maricela Guerrero [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)
MI POEMA …de medio pelo
El niño cuando nace es dependiente
precisa que le extraiga una matrona
y corte su cordón umbilincal,
se encuentra como un bobo en el ambiente
cual fuera le tocó pelar la mona
en medio de ese ignoto carnaval.
El niño cuando nace es un idiota
y hay veces que así sigue de por vida
haciéndose el gracioso el animal,
pues más que ser un hombre es chirigota
de un circo en que la risa está invertida
y todo lo que intenta sale mal.
El niño cae en manos de maestros,
de curas con sus fobias y sus filias
que enseñan a entender del bien y el mal,
y empiezan a seguirles cual cabestros
formando parte fiel de sus familias
tratando no salirse del vial.
El niño, cómo quieren les explique,
aquí debe de hacer de marioneta
al que otros ponen voces, con bozal.
Que aquí solo el que manda es el cacique
quien guarda con gran celo la receta
echando cuando plazca al arrabal.
©donaciano bueno
MI POETA SUGERIDO: Maricela Guerrero
Una muestra de sus poemas:
piedras
El padre de mi padre es el punto alejado en el mapa hacia el
que quisiéramos conducir para saber algo.
Algo queremos saber, pero todavía no sabemos qué.
Sabemos que hay una distancia que se nos escapa en palabras
pesadas como piedras: prieto, negra, choco, rene, more,
palabras piedras: saltapatrás, cambuja, prieta:
marcas que definen las distancias entre entrar a un sitio,
posar para una foto,
hacer un viaje,
acomodar las piedras,
conducir un auto propio,
trazar otras rutas en los mapas:
acumular resentimientos, olvidos,
desventuras: piedras sobre piedras.
Una vez nos quebraron los cristales de las ventanas.
piedras
Una vez nos dijeron que no podíamos entrar a ese
restaurante.
piedras
Una vez éramos los únicos que no servíamos en un coctel
de la embajada y las personas que servían nos miraban
extrañadas.
piedras
Una vez no compramos el suéter de lana en una
boutique porque el vendedor no dejaba de perseguirnos
inquisitoriamente.
piedras
Una vez que fueron muchas se nos llenó el buche de piedritas
y con ellas levantamos una casa.
Y esa casa se convirtió en un punto de arranque desde donde
recorrer y desbaratar una serie de distancias.
TARDE DOMINICAL CON FOTOGRAFÍAS
No quería tener lo que la gente llama un hogar. No quería tener el deseo de regresar a ninguna parte. Necesitaba saber que nada me esperaba en ningún lugar, de que el sitio donde se suponía que debía estar era justo donde estaba en ese momento y que, cuando ya no hubiera nada que fotografiar ahí, entonces ya era tiempo de dejarlo por otro.
Josef Koudelka
aprender a ser persona
aprender a ser un árbol
—anda, llena la plana con las letras de tu nombre—
aprender a llorar
a destruir
a ir al astillero varado
—visita el museo y escribe: anda, llena la plana con las letras de tu nombre—
aprender a escuchar un caracol
a dormir en la celda de los cocodrilos
a pasar entre los alambres de púas
a pasar entre los alambres, solamente
entre columnas tendidas
entre casas sin gente
entre carrocerías- chatarra y carreteras sin automovilistas
—anda, llena la plana con las letras de tu nombre:
anda, que no se te olvide que hoy 4 de agosto te llamas maricela guerrero
todavía
y no árbol, ni chatarra, ni letrero.
aprende que hay pordioseros en las calles de cualquier ciudad del mundo;
que en todas partes el drenaje apesta;
y que los policías que vigilan los museos son intolerantes y precarios en todas
partes;
que los que visitan los museos son eruditos en todas partes y se conduelen
aprende que en todas partes del mundo los amigos y las amigas y los quienes se
acuestan juntos o juntas y quienes conversan y se aman y quienes se aman y
bailan juntísimamente y quienes discuten de política y no acuerdan y quienes
permanecen en silencio y no acuerdan y quienes no bailan y piensan mucho
van a
los museos los domingos
y la asociación de padres de familia
y los zapatos blancos
a ver chatarras universales
a ver manchas en la pared
a peinarse frente a las fotografías y las paredes de mármol
—yo no sé qué es esto; pero me duele como una vaca manchada vista por dentro,
como una playa perdida y muerta en chiapas;
no sé qué es esto, pero los faroles se ondulan, agustín.
DÍA DE PRECIPITACIONES I
Y en menos de que lo cuento: mierda
un microbús arrancó la facia con faro con defensa,
asegurada entonces, llegó el ajustador y luego—dos horas después—el
otro,
luego que mierda que los dineros, esas cosas de la vida:
que el deducible, que me lleva el tren y llueve
y yo que me iba al yoga, de monje tibetana al karma serenar,
la precipitación, días de plumaje lluvioso
¿qué se le va a hacer? Un café tres lecturitas y respiraciones
concéntricas
así que el dinero va y viene y entre los microbuses se detiene
libros, respira
precipitaciones en incontinencias gramaticales
acariciables,
respira
palabras que se precipitan más cercanas que ajustador que facia que faro
que defensa.
DÍA DE PRECIPITACIONES II
Y luego que lo del chevy rojo,
mucha agua, me digo, ahora se quita: evaporaciones;
no lleves nada que no amerite el viaje —kavafis, pienso—
vámonos pronto, allende el mar de las inundaciones, el frío, no hay
paraguas a la medida de un deseo, sospecho y escurro;
diluvia todo el santodía
ni en qué atajarse y el resfriado, flor de melancolía o depresión según la
sintonía histórica de los involucrados,
probable pero, ¿quién asegura nada? melancolía o depresión:
café y un aspirina, también:
la vuelta a casa, en el parabús como en acantilado al borde,
espera
uno dos tres micros raudos rápidos y salpicones nos remojan:
sólo el perro que me orine —también pienso: melancolía o depresión como
uno guste,
luego que lo del chevy: raudo raudo que pronto que uno se acostumbra a
un coche y eso que no nacimos en él ni nos cortó el ombligo.
Kriller71 Ediciones







