La paella valenciana
Acercándose un labrador
al lado de una paella
quiso ponerle todo el amor
de Valencia en ella.
Y pensó la manera
de hacer un guiso tan bueno
que toda la huerta entera
sacara los pañuelos
cuando el guiso conociera.
Primero pensó poner aceite
y troceo dos conejos
y en compañia de un pollo
con ello hizo un sofrito.
Despues puso el tomate
para darle buen sabor
alcachofa y «baxoqueta»
y de la huerta «garrofo».
Y con agua de Valencia
hasta un dedo del borde
en la paella puso.
Después le puso la sal,
y unas briznas de azafrán.
Y cuando hirvió tal cual
le dió el toque final
esas perlitas que son
nuestro arroz de la marjal.
Y se cocia poco a poco,
templandose, como debe ser
repartiendo muy bien el fuego
y con leña de naranjo.
Y mientras el arroz se cocia
en un color tan dorado
parecía que le decía
¡voy a ser el primer plato!
Porque has puesto dentro de mi
de esta tierra la esencia
yo pregonare como un clarín
¡lo que se cria en Valencia!
Y tendré el mejor sabor
porque todo en mi, con gusto como,
en bodas, en comuniones,
y sobre todo en domingo.
Y en mi se celebrarán
las fiestas más señaladas
y se dispararán cohetes
y se cantarán «albades»
¡Y en mi estará la alegría!
¡y en mi estará el buen humor!
y tantas cosas le decía
¡que enamoró al labrador!
Y cuando la sacó dorada
temblando de alegría
¡con todos sus pulmones exclamó!
¡eres mi Valencia viva!
Veo en ti al «Micalet»
y a las Torres de Serranos
veo, a la mujer, a los niños.
¡Veo a todos los Valencianos!
Eres un racimo de oro
eres lo que el cuerpo pide
¡eres la esencia y la flor
de la tierra valenciana!.
Y como en Valencia las hacen tan buenas
que digo buenas, superiores,
¡la enhorabuena para las mujeres!
y para los buenos guisadores.